Nunca me abandones. El precio de las donaciones

AutorIván Gómez García
CargoProfesor en la Facultad de Ciencias de la Comunicación Blanquerna. Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Autónoma de Barcelona. Licenciado en Derecho (Esade-Universidad Ramon Llull), Teoría de la Literatura y Literatura Comparada (UAB) y Comunicación (Blanquerna-Universidad Ramon Llull).
Páginas56-63

Page 57

"El laberinto es la patria del que duda"

Walter Benjamin

El misterio de Hailsham

Un halo de misterio recorre todo lo acontecido en el internado de Hailsham. Un lugar extraño construido a imagen y semejanza de un viejo (y literario) internado inglés pero en el que los estudiantes se preparan no para ser futuros estudiantes de medicina, de derecho o profesionales de cualquier ámbito imaginable, sino para ser "donantes" y "cuidadores". Donantes de órganos y cuidadores de esos futuros donantes. Un misterio narrado retrospectivamente (tanto en la novela como en su adaptación para la gran pantalla) por Kathy H., quien apenas iniciado su relato comenta: "No sé por qué, pero llevo ya un tiempo teniendo esa sensación, la de que todo está relacionado, aunque no consigo imaginar cómo"1. Y digo misterio no porque estemos ante una historia con giro final inesperado y enigma brillantemente resuelto en el último suspiro, sino porque los datos y hechos relevantes nos llegan a través del vacilante y oscuro relato de una Kathy que intenta explicar, como mejor puede, la inevitable verdad que rodea a todos aquellos seres que en esta historia tienen el calificativo de "donantes". Y si bien en este caso la novela puede ayudarnos algo más que el film a entender las profundas vacilaciones y los huecos existentes en la memoria de la narradora, deberíamos comentar que, en el caso que nos ocupa, novela y película siguen una misma dirección. La adaptación fechada en 2010 de la novela de Kazuo Ishiguro, dirigida por Mark Romanek y con guión de Alex Garland, se muestra, en lo esencial, fiel a la obra original. Sin aportar ni exhibir diferencias significativas, la adaptación realiza las mismas inquietantes preguntas que su antecedente literario, se construye a partir de una formulación visual acorde al tono general de una narración compleja y voluntariamente engañosa (y terriblemente oscura, como veremos) progresando por las partes argumentalmente más importantes de la novela. Por ello nos referiremos indistintamente a película y obra literaria en nuestro intento por comentar Nunca me abandones.

Cómo construir al donante perfecto

No parece que ni uno solo de los chicos de Hailsham dude seriamente de cuál es su destino final, el ser donante de órganos. Pero tampoco parece que ese destino lo tengan demasiado presente. Digamos que, a diferencia de criaturas respondonas e incluso violentas que intentan luchar contra su (in)evitable destino -léase los replicantes de la ya mítica Blade Runner (R.Scott, 1982)- los chicos de Hailsham viven sus vidas con aparente despreocupación o, mejor dicho, con las preocupaciones propias de su edad y ajenos, casi por completo, al futuro que les espera. Es cierto que Kathy H. (interpretada en el film por Carey Mulligan) cita aquí y allá algún comentario de los "custodios" (profesores de futuros donantes) en el que éstos recuerdan a sus pupilos lo que les espera en el futuro. Pero ya sea por lo difícil que resulta inculcar el sentido de la temporalidad a jóvenes adolescentes o por el sofisticado sistema de control construido alrededor de Hailsham, estos

Page 58

jóvenes que se apellidan con una simple letra pero tienen nombres comunes siguen con sus vidas sin que les perturbe, aparentemente, su brutal destino.

Kathy lo expresa así: "Ciertamente, sabíamos -aunque no en un sentido profundo- que éramos diferentes de nuestros custodios, y también de la gente normal del exterior; tal vez sabíamos incluso que en un futuro lejano nos esperaban las donaciones"2. Lo sabían, tal vez, pero lo olvidaban con facilidad. ¿Cómo no iban a olvidarlo unos adolescentes ocupados en sus primeros amores, desamores, encuentros y desencuentros? De una manera muy directa una custodia respondona (y con evidentes problemas morales ante lo que ve), la señorita Lucy, comenta a los chicos: "Vuestras vidas están fijadas de antemano. Os haréis adultos, y luego, antes de os hagáis viejos, antes de que lleguéis incluso a la edad mediana, empezaréis a donar vuestros órganos vitales. Para eso es para lo que cada uno de vosotros fue creado"3.

Fueron "creados" para eso. El término resulta importante, pues en Hailsham la autoridad no es sinónimo de violencia, ni se ejerce de una manera física y directa. El control de Hailsham empieza por el lenguaje. Los chicos han sido "creados", se convertirán en "donantes", los profesores se denominan "custodios", la palabra muerte está desterrada del lenguaje, los donantes "finalizan" o "completan", pero no mueren. Eufemismos y medias verdades que forman el centro de gravedad de un sistema de control férreo que empieza por el lenguaje y que programa las mentes de los habitantes de Hailsham para evitar cualquier tipo de reacción. Una extraña y alterada conciencia de su propia finitud es inculcada por los custodios a los chicos de Hailsham, confirmando que no hay mejor y más efectivo sistema de control y represión que el autoimpuesto. Los donantes son programados lingüísticamente para que ejerzan un autocontrol definitivo sobre sus vidas y para evitar resultados inesperados. Su aislamiento es emocional y físico. De Hailsham pasarán durante un breve periodo de tiempo a las Cottages, casas de campo ubicadas en medio del páramo inglés en donde vivirán junto a ex estudiantes de otros colegios. Nada les impide viajar hasta el pueblo más cercano, hablar con los lugareños o relacionarse entre ellos, practicar sexo, enamorarse, aprender cosas. A diferencia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR