Ciencia y derecho

AutorAntonio Viñas
Cargo del AutorProfesor Titular de la Universidad Autónoma de Madrid
  1. UNIDAD Y FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

    En la primera Regla para la Dirección del Espíritu proclama Descartes la unidad y mismidad de la sabiduría humana, la cual permanece siempre, aunque pueda y quepa aplicarse a objetos diversos1. Adentrarse en el mundo de la ciencia supone disponerse a recorrer los sinuosos caminos de la historia para, al final, llegar a entender mínimamente que, tanto el lenguaje como el conjunto de conocimientos adquiridos, están sometidos a la variabilidad y circunstancias concretas que presentan los distintos momentos que se contemplan.

    El saber supone un movimiento progresivo desde lo que poco o nada se sabe hasta lo que, por ignorado, se pretende conocer. No se trata de un mero juego de vocablos, sino, más bien, de fijar nuestra atención en el originario concepto griego de ciencia para saber que desde la ignorancia cabe ascender y alcanzar un cada vez más exhaustivo conocimiento de la realidad, según ésta venga dada por parámetros, tales como son la puesta en marcha de la adecuada racionalidad, la determinación del correspondiente número y la fijación de las medidas precisas.

    En principio, el conocimiento meramente científico no se presenta desvinculado de la reflexión filosófica. La ciencia surge en el ámbito de la filosofía2. Solamente con el transcurso del tiempo se perfilan como distintos los objetos de uno u otro saber, pero los cultivadores son los mismos en ambos supuestos. El objeto primordial del científico, propiamente dicho, será controlar lo inmediato, lo dado, lo perceptible, mientras que la perspectiva filosófica pretende una visión de la realidad más omnicomprensiva en su intento de abarcar, asimismo, los elementos intangibles y más anónimos. Tanto la filosofía como la ciencia persiguen la obtención de la verdad, aunque el contenido de ambas formas de verdad sea un tanto diverso. La verdad, ciertamente, es única, pero el análisis y la contemplación de la misma no nos ofrece el mismo resultado si los puntos de observación son diferentes. Según el lugar que se ocupe, así el panorama se modifica y puede cambiar la imagen que se ofrece al espectador. En el conocimiento netamente científico lo prioritario será determinar los principios por los que se rige ese conocimiento. Ahora bien, la obtención de los correspondientes principios sólo vendrá dada por la deducción que se opera a partir del análisis verificado sobre las primeras conclusiones aportadas por la experiencia. Por su parte, el conocimiento filosófico permitirá, no sólo al filósofo, sino también al científico con sentido del mismo, una visión de conjunto en la que aparece la ciencia una y múltiple a la vez. La unicidad y multiplicidad vienen a constituir dos perspectivas íntimamente relacionadas, regidas, cada cual, por principios con caracteres propios que, en última instancia, conectan el saber, a pesar de las variadas formas o especies que éste puede adoptar.

    En el pensamiento científico griego, cuya más alta representación, tal vez, sea la ofrecida por Aristóteles, el conocimiento supone un trayecto, cuyo último episodio será la reducción del saber a unidad, alcanzada ésta a través de sucesivos procesos de inducción y deducción.

    Nietzsche hizo referencia a la necesidad de que en toda ciencia cabe descubrir un substrato filosófico, dado que resulta inadmisible una ciencia sin supuestos previos, sin una dirección que delimite su existencia3. Si la ciencia parte de lo dado, de lo positivo, la filosofía, al transcender la mera existencia de lo real, pretenderá explicar el porqué de esa comprobación, en definitiva, descubrir la esencia de esa positividad.

    El objetivo, pues, de la ciencia será determinar los principios próximos e inmediatos de las cosas que forman parte de las relaciones humanas. Se trata de un objetivo y, al propio tiempo, de una limitación, puesto que reflexionar sobre las últimas causas, será más una preocupación filosófica que tarea propiamente científica. Las posibilidades se restringen considerablemente. El éxito puede sonreir al intentar fijar las relaciones más constantes, pero, de igual modo, cabe verlo alejarse de nuestro horizonte, si se pretende ir más allá de la realidad que nos interpela de manera más próxima e invariable.

    Al hilo de lo dicho, fácilmente puede deducirse que no parece legítimo identificar la inquietud filosófica con la tarea científica propiamente dicha. Ciertamente, pero que la filosofía no sea científica -ha expresado Gustavo Bueno en alguna sedeno quiere decir que no sea racional.

    En la base del conocimiento científico cabe, pues, localizar diversas modalidades de conocimiento que unas veces será meramente técnico y otras, más bien, pseudo científico. Se trata de generalizaciones precientíficas que pueden suponer incluso una especialización, pero que carecen, en todo caso, de la observación y experimentación precisas que se requieren para que ese conocimiento sea verdaderamente científico. La ciencia supone una conquista que se alcanza después de haber experimentado repetidamente. El saber empírico se limita a registrar y conectar los distintos hechos y datos sometidos a observación. Se especifica la relación existente entre hechos conectados, sin llegar todavía a establecer el conjunto en el que esos hechos son posibles, sin fijar la unidad que pueden revestir acontecimientos diversos. En ese momento no es posible formular una teoría explicativa de la relación que conecta el todo, que preside el conjunto. Será preciso avanzar un tanto más, situarse en un plano superior para que esa experimentación adopte visos científicos. Esa etapa sucederá cuando sea posible formular una teoría con la que quepa avanzar predicciones, susceptibles de comprobación reiterada. El saber científico implica controlar las reglas que rigen el discurrir de la existencia, las causas que presiden el movimiento que late en la realidad. Giorgio La Pira diferencia lo empírico de lo científico por el hecho de que solamente lo científico es capaz de conocer el porqué de las cosas y, en consecuencia, las leyes que rigen la realidad sometida a observación4. La objetividad de la ciencia es incuestionable, supone un saber comprobado reiteradamente. No se exige que este saber sea unánimemente compartido, basta que ofrezca un alto nivel de adecuación a la realidad. La ciencia exige un conocimiento de la existencia de lo más exhaustivo, lo que solamente será posible cuanto mayor sea el acercamiento a la verdad. La aprehensión de la verdad supone un complejo proceso que cabe simplificar, si se sigue el método adecuado y se integra el constante aprendizaje en un sistema en el que aparezcan convenientemente deslindadas el ámbito de la realidad más objetiva del ámbito de la axiología o de cualquier cobertura ideológica. Y aún en el supuesto de que se haya procedido siguiendo las precauciones recomendadas, no debe olvidarse la relatividad que rodea todo saber científico, bien porque la documentación frecuentemente es insuficiente, bien porque la metodología no es la más adecuada, o bien, en definitiva, porque las lagunas son de tal dimensión que todavía hacen imposible una comprensión más completa y exhaustiva. Cada vez hay más unanimidad en admitir la provisionalidad y el carácter relativamente caduco del saber científico, sobre todo, a partir de las reservas, formuladas, entre otros, por Popper y proseguidas por los más significados representantes de la “nueva filosofía científica” (Kuhn, Feyerabend y, en cierto modo, Lakatos).

    Por estas y otras razones que cabría argüir no parece un planteamiento exagerado concebir el saber científico como el resultado de un estudio que puede satisfacer pretensiones de conocimiento y aspiraciones humanas en un momento dado, sin excluir que más tarde y en otras circunstancias pueda demostrarse su provisionalidad. No existe, pues, una ciencia con supuestos para todo tiempo y lugar, con respuestas infalibles y sin límite. La ciencia viene establecida por un cúmulo de conocimientos, consecuencia de un aprendizaje progresivo y secular sometido a metódica conceptualización, con el afán de captar los elementos ciertos y verdaderos que están presentes en la naturaleza de lo que existe.

    El estado anímico del que pretende conocer debe asegurarse de controlar el método adecuado que le permita iniciar la búsqueda de la verdad presente en el mundo de lo real, al objeto de que los resultados obtenidos sean susceptibles de contraste y tengan visos de aceptación universal. Ferrater Mora no adopta una línea distinta cuando proclama que la ciencia, en cuanto modo de conocimiento, aspira a formular, mediante un lenguaje técnico y riguroso, leyes destinadas a regir los fenómenos. Leyes, en definitiva, -añadede signo predictivo, descriptivo y comprobable5.

    Al hilo de la línea trazada puede decirse que la verdadera dimensión de la calidad científica vendrá dada, en primer término, por sus posibilidades de predecir el futuro para asegurar resultados positivos. O bien, dicho de otro modo, formular teorías explicativas con capacidad para reflejar lo más fielmente posible la realidad. En segundo lugar, también es misión científica describir lo que ocurre o puede suceder, percatarse de que en el saber hay avances y retrocesos, en el fondo, un evidente progreso en el que predomina, no la línea recta, sino un conjunto en el que se combinan curvas y oblicuas, pues, el encuentro de unos datos conduce a la búsqueda de otros conectados con los anteriores, en un movimiento que recuerda a la figura geométrica de una circunferencia sometida a la ampliación constante de su perímetro.

    Por lo demás, importa, asimismo, no olvidar que toda investigación científica por relevante que sea no estará exenta o inmunizada frente al error que puede salir al paso. Es comprobable que las más altas mentes científicas deslizaron errores, pero eso no invalida su tarea y los éxitos compensan sobradamente esas deficiencias. La actitud racional que debe presidir toda labor científica debe estar imbuida de la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR