La segregación ocupacional por razón de sexo en la economía española, 1994-1999

AutorJorge Julio Maté García, Luis Ángel Nava Antolín
Páginas79-94

1. INTRODUCCION

L

a incorporación de las mujeres a la

población activa y al empleo, de for-ma

más o menos distribuida a lo lar-go

del tiempo y con distinto grado de intensi-dad,

es un rasgo que ha caracterizado los

mercados de trabajo de los países desarrolla-dos

en los últimos cincuenta años. No obs-tante,

y aunque la presencia de las mujeres

se ha extendido a todos los sectores económi-cos

y a todas las ocupaciones, las investiga-ciones

empíricas que se han centrado en el

análisis de la posición de las mujeres en los

mercados de trabajo de diferentes economías

revelan diferencias importantes con respecto

a la posición de los hombres.

El presente artículo se refiere a uno de los

aspectos de la desigualdad observada entre

hombres y mujeres en el empleo, el relaciona-do

con la tendencia que presentan las muje-res

a estar ocupadas en diferentes ocupacio-nes

que los hombres (segregación horizontal).

Además de este tipo de segregación, la ten-dencia

que presentan los hombres y mujeres

a estar ocupados en categorías diferentes

dentro de una misma ocupación, recibe el

nombre de segregación vertical.

Tomando como objeto de análisis la econo-mía

española, el artículo se centra en el estudio

de la distribución del empleo femenino por ocu-paciones

y trata de medir el grado de segrega-ción

ocupacional existente y su variación en los

últimos años, caracterizados por tasas de creci-miento

de la producción y del empleo positivas.

Con este objetivo, las principales aportaciones

de este artículo son las siguientes. En primer

lugar, los datos disponibles se ajustan para co-rregir

las distorsiones que provoca el hecho de

que las mujeres acaparen la mayor parte de la

contratación a tiempo parcial y así poder eva-luar

el verdadero peso del empleo femenino en

la economía en su conjunto y en cada una de

las ocupaciones. En segundo lugar, se elaboran

los índices de segregación propuestos por Kar-mel

y MacLachlan (1988) que resuelven mu-chos

de los problemas que presentan otros ín-dices

de segregación tradicionalmente más

utilizados en los análisis empíricos. Por último,

se analizan las variaciones de este índice a lo

largo del tiempo.

La estructura del trabajo es la siguiente.

En el segundo apartado se analiza el signifi-79

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

* Departamento de Fundamentos del Análisis Eco-

nómico. Universidad de Valladolid.

La segregación ocupacional por

razón de sexo en la economía

española, 1994-1999

JORGE JULIO MATÉ GARCÍA, LUIS ÁNGEL NAVA ANTOLÍN Y

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ CABALLERO *ഊcado de la segregación ocupacional por razón

de sexo y sus consecuencias, y se presenta

una breve descripción de los principales mo-delos

teóricos que la explican. En el tercer

apartado se analiza la situación del mercado

laboral español en lo referente a la distribu-ción

por ocupaciones del empleo femenino y

masculino en los años 1994 y 1999. En el

cuarto apartado se describen los índices em-pleados

para medir la segregación ocupacio-nal

por razón de sexo y se analizan las venta-jas

que presentan en comparación con otros

más utilizados en las investigaciones empíri-cas.

En el quinto apartado se presentan los

valores de los índices de segregación obteni-dos

para la economía española y se descom-pone

la variación registrada en el grado de

segregación ocupacional entre 1994 y 1999.

Por último, en el sexto apartado, se resume

el artículo y se sintetizan las principales con-clusiones.

2. LA SEGREGACIÓN

OCUPACIONAL ENTRE SEXOS:

SIGNIFICADO Y FACTORES

EXPLICATIVOS

El fenómeno de la segregación se caracteri-za

por estar muy extendido y ser persistente

en los mercados de trabajo de todo el mundo, y

ello conlleva importantes consecuencias. Por

un lado, afecta negativamente al funciona-miento

de los mercados de trabajo debido a las

rigideces que causa en la movilidad entre ocu-paciones

masculinas y femeninas. Por otro la-do,

perjudica de forma importante a las muje-res,

pues reduce sus oportunidades y genera

diferencias de ingresos con respecto a los hom-bres.

Ello menoscaba la condición social y eco-nómica

de las mujeres, con consecuencias ne-gativas

en el ámbito de la educación y de la

formación profesional, dado que la polariza-ción

del mercado laboral influye en las decisio-nes

sobre los estudios que se van a cursar y en

las decisiones sobre el cónyuge que interrum-pirá

su labor profesional para dedicarse al cui-dado

de los hijos. Todo ello perpetúa las des-

igualdades entre hombres y mujeres de una

generación a otra.

Las teorías que explican la segregación

ocupacional entre sexos se pueden clasificar

en tres grandes categorías: teoría neoclásica

del capital humano, teorías de la segmenta-ción

de los mercados de trabajo y teorías no

económicas o feministas. Aunque algunos as-pectos

de las explicaciones que estos tres gru-pos

ofrecen coinciden, cada uno de ellos hace

hincapié en factores específicos por lo que esta

clasificación puede resultar útil para estu-diarlos.

2.1. Teoría del capital humano

La teoría del capital humano hace hinca-pié

en las diferencias sistemáticas en cuanto

al capital humano que acumulan los hombres

y las mujeres para comprender la segregación

ocupacional entre sexos y la menor remune-ración

de las mujeres 1 .

Desde el punto de vista de la oferta, la te-oría

del capital humano interpreta la segre-gación

ocupacional como consecuencia del

menor capital humano femenino. La división

del trabajo en el seno de la familia determina

que la mujer dedique más tiempo que el

hombre a la familia a lo largo de su vida. An-ticipando

una vida laboral más corta y dis-continua,

las mujeres tienen menos incenti-vos

para invertir en educación orientada al

mercado de trabajo y en formación una vez

incorporada al mercado. Según esta teoría,

las mujeres escogerán las ocupaciones en las

que las inversiones en capital humano sean

INFORMES Y ESTUDIOS

80

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

1 Conviene señalar que muchos estudios realizados

sobre el tema no se refieren a la segregación ocupacio-

nal en sí, sino a las diferencias salariales entre hombres

y mujeres que produce. Muchas explicaciones tratan

los determinantes de las diferencias salariales y de la se-

gregación ocupacional como si ambos fenómenos fue-

sen uno sólo cuando en realidad las diferencias salaria-

les entre sexo obedecen a varias causas, una de las

cuales es la segregación ocupacional.ഊmenos importantes y en las que el coste deri-vado

de la retirada temporal de la población

ocupada se minimice.

Desde el punto de vista de la demanda, los

factores señalados anteriormente también in-fluyen

en las preferencias de los empresarios

a la hora de contratar trabajadores masculi-nos

y femeninos. Lo habitual es que las ocupa-ciones

que requieren un nivel de estudios ele-vado

y en las que la experiencia y formación

en el propio puesto de trabajo sean importan-tes

se ofrezcan a hombres y no a mujeres. Pe-ro

además de estos factores, los economistas

neoclásicos, poniendo su punto de mira en el

lado de la demanda, ofrecen otros adicionales

que también pueden ayudar a explicar la divi-sión

de ocupaciones con arreglo al sexo. El pri-mero

de ellos se refiere a la consideración de

que el trabajo femenino resulta más caro por

llevar aparejados unos costes laborales indi-rectos

más elevados que en el caso de los hom-bres

(se suele aducir que las mujeres, debido

probablemente a que sobre ellas recae la ma-yor

parte de las responsabilidades familiares,

tienen unos índices de absentismo y rotación

más elevados que los de los hombres); en teo-ría,

ésto debería afectar a los puestos de tra-bajo

que los empresarios ofrecen a las muje-res.

El segundo factor se basa en la idea de

Becker (1971) sobre la inclinación de los em-presarios

a discriminar. Los empresarios, co-mo

otros muchos individuos, pueden tener

prejuicios respecto a ciertos trabajadores que

se diferencian por características visibles co-mo

la raza, la minusvalidez, la edad o el sexo;

debido a ese prejuicio los empresarios sopor-tarán

un «gasto» si contratan a una persona

del colectivo discriminado. Entonces, los em-presarios,

actuando racionalmente, contrata-rán

menos personas de ese colectivo.

2.2. Teorías de la segmentación de

los mercados de trabajo

El punto de partida de estas teorías es que

la segregación ocupacional y las diferencias

salariales observadas entre distintos grupos

de trabajadores (hombres y mujeres, por

ejemplo) pueden reflejar aspectos no compe-titivos

del mercado de trabajo. Presuponen

que los mercados de trabajo están segmenta-dos

de ciertas maneras y que, aunque cada

parte del mercado funcione de acuerdo a la

lógica de la teoría neoclásica, es difícil para

los trabajadores pasar de una a otra.

Uno de los modelos más conocidos de seg-mentación

del mercado laboral es el mercado

de trabajo dual propuesto por Doeringer y

Piore (1971) que diferencia entre mercado

primario

y mercado «secundario». El prime-ro

de ellos lo constituyen los empleos estables,

bien pagados, con mejores condiciones de tra-bajo

y con amplias posibilidades de promoción

profesional; el mercado secundario lo consti-tuyen

los empleos más inestables, mal paga-dos,

con peores condiciones de trabajo y esca-sas

posibilidades de promoción profesional.

Dado que los empleos del segmento pri-mario

son más estables, las empresas del

sector valorarán mucho la experiencia den-tro

de la propia empresa y, por tanto, puesto

que los varones suelen tener menos interrup-ciones

de su carrera laboral, favorecerán a

los hombres en contra de las mujeres. Ade-más,

como las empresas de este segmento

pagan mejor, se asegurarán a los trabajado-res

más cualificados y preferirán a los hom-bres,

que suelen tener mayor capital humano

que las mujeres. De este modo las mujeres

tenderán a ser excluidas del segmento pri-mario

del mercado de trabajo y a concentrar-se

en el segmento secundario, de forma que

podría adaptarse fácilmente el modelo de

mercado dual a la segregación ocupacional

entre sexos dividiendo al mercado en ocupa-ciones

masculinas y femeninas.

2.3. Teorías feministas

Estas teorías se centran en factores ajenos

al mercado de trabajo y en la influencia de

MATÉ GARCÍA, NAVA ANTOLÍN Y RODRÍGUEZ CABALLERO

81

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36ഊcomportamientos no económicos para tratar

de explicar la división de ocupaciones por se-xo.

La idea básica de estas teorías es que la

situación de desventaja que tienen las muje-res

en el mercado de trabajo es un fiel reflejo

del lugar subordinado que la sociedad y la fa-milia

les asigna. El hecho de que las respon-sabilidades

fundamentales de la mujer sean

las tareas domésticas y el cuidado de los hi-jos

es el motivo de que, en promedio, adquie-ran

menos formación antes de incorporarse

al mercado de trabajo y menos experiencia

profesional una vez incorporadas a él.

Las teorías feministas hacen hincapié en

que los estereotipos comunes y dominantes

en la sociedad sobre las mujeres y sus pre-suntas

habilidades se plasman exactamente

en el mercado de trabajo y explican la divi-sión

en ocupaciones femeninas y masculinas.

3. EL EMPLEO POR OCUPACIONES

EN LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

En este apartado se realiza un análisis

descriptivo del empleo por ocupaciones en la

economía española. Para ello se utilizan los

microdatos de la Encuesta de Población Acti-va

(EPA) correspondientes a los segundos

trimestres de 1994 y 1999, en los que se dis-tinguen

66 subgrupos principales de ocupa-ciones,

siguiendo la Clasificación Nacional de

Ocupaciones de 1994 (CNO-94). No obstante,

y con el objeto de mejorar la claridad expositi-va,

estas ocupaciones se agrupan siguiendo

los criterios de la International Standard

Classification Occupations (ISCO-88) en la

que, a su vez, está basada la CNO-94. La

agrupación tiene en cuenta el componente

formativo de las distintas ocupaciones, asig-nando

los primeros valores a directivos y pro-fesionales

de alto nivel que requieren estu-dios

superiores y los últimos valores a

empleados y obreros no cualificados. De este

modo, los grupos ocupacionales que se consi-deran

en esta investigación son los siguien-tes:

Directivos, Profesionales, Técnicos de

Apoyo, Administrativos, Cualificados de los

Servicios, Cualificados del Sector Primario,

Cualificados de la Industria y la Construc-ción,

Operarios y No Cualificados (véase el

Apéndice).

El Cuadro 1 muestra la importancia del

empleo a tiempo completo en relación con el

empleo a tiempo parcial. En este Cuadro se

pone de relieve la trascendencia del empleo a

tiempo completo en todos los grupos ocupa-cionales;

solamente en dos de ellos (Cualifi-cados

de los Servicios y No Cualificados) el

empleo a tiempo parcial está por encima del

10% tanto en 1994 como en 1999. Aunque en-tre

estos años el empleo a tiempo parcial

apenas aumenta un punto y medio, tiene es-pecial

importancia para las mujeres, que son

las que mayoritariamente absorben los em-pleos

a tiempo parcial. El Cuadro 2 (que re-coge

la relevancia del empleo femenino en la

contratación a tiempo parcial en los nueve

grupos ocupacionales considerados) refleja

claramente este rasgo y su tendencia cre-ciente,

si bien se reparte de forma desigual

por grupos ocupacionales: aumenta la parti-cipación

de las mujeres en los empleos a

tiempo parcial en seis grupos ocupacionales

y se reduce levemente en los otros tres.

INFORMES Y ESTUDIOS

82

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

CUADRO 1. EMPLEO A TIEMPO

COMPLETO SOBRE EL EMPLEO

TOTAL POR GRUPOS OCUPACIONALES.

PORCENTAJES

Fuente: Elaboración propia a partir de la EPA.ഊLa conclusión, entonces, es evidente: la

contratación a tiempo parcial aumenta (un

8,38% en 1999 frente a un 6,94% en 1994) y

cada vez son más las mujeres que ocupan es-tos

empleos. Este hecho, dado que en los da-tos

agregados de empleo total y por ocupacio-nes

se da el mismo peso a una persona que

trabaja a tiempo completo que a una persona

que trabaja a tiempo parcial, distorsiona la

importancia relativa del empleo femenino,

de modo que exagera la participación de las

mujeres. Por esta razón los datos de empleo

se ponderan por el número de horas trabaja-das

semanalmente por cada individuo dividi-do

por la media de horas trabajadas a la se-mana

en el conjunto de la economía (40,524

en 1994 y 40,160 en 1999) 2 . Se obtienen así

los datos corregidos que se denominan em-pleo

a tiempo completo equivalente para eva-luar

la verdadera estructura y composición

por sexos del empleo por ocupaciones.

En el Cuadro 3 se refleja la participación

femenina en el empleo para los nueve grupos

ocupacionales teniendo en cuenta los datos

de empleo total, empleo a tiempo completo y

empleo a tiempo completo equivalente.

En este Cuadro los grupos ocupacionales

aparecen ordenados de mayor a menor parti-cipación

de las mujeres en el empleo. Es posi-ble,

además, siguiendo el mismo criterio que

Castaño et al. (1999), clasificar los distintos

grupos ocupacionales en femeninos o mascu-linos.

Estos autores califican a un grupo ocu-pacional

como femenino cuando la participa-ción

de la mujer es superior a la media de

toda la economía. De acuerdo con este crite-rio,

y atendiendo a los datos de empleo a

tiempo completo equivalente, se podrían cali-ficar

como femeninos los siguientes grupos

ocupacionales: Administrativos, Cualificados

de los Servicios, Profesionales, No Cualifica-dos

y Técnicos de Apoyo 3 . La mayor parte de

las ocupaciones englobadas en estos grupos

se corresponden con actividades que requie-ren

aptitudes que se atribuyen habitualmen-te

a las mujeres (labores del hogar, asisten-cia

a los demás, labores manuales, etc.). El

resto de los grupos ocupacionales podrían ca-lificarse

como masculinos.

Los porcentajes que aparecen en el Cua-dro

indican que la participación de las muje-res

en el empleo crece en todos los grupos

ocupacionales femeninos y en el grupo mas-culino

de Operarios. Este hecho, considerado

aisladamente, acentúa la segregación ocupa-cional

por razón de sexo: las ocupaciones fe-meninas

son cada vez más femeninas y las

masculinas son, en general, cada vez más

masculinas.

MATÉ GARCÍA, NAVA ANTOLÍN Y RODRÍGUEZ CABALLERO

83

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

CUADRO 2. PARTICIPACIÓN

FEMENINA EN EL EMPLEO A TIEMPO

PARCIAL PARA LOS DISTINTOS

GRUPOS OCUPACIONALES.

PORCENTAJES

Fuente: Elaboración propia a partir de la EPA.

2 En este sentido, WATTS y RICH (1993) realizan un

ajuste similar, pero utilizan el factor de ponderación ½

para convertir el empleo a tiempo parcial en empleo a

tiempo completo equivalente.

3 Se ha optado por no incluir al grupo ocupacional

de Directivos dentro de los considerados femeninos por

presentar un valor de participación femenina en el em-

pleo muy próximo a la media existente en 1994 y por

debajo de ella en 1999, de acuerdo con la información

que proporcionan los datos de empleo a tiempo com-

pleto equivalente.ഊINFORMES Y ESTUDIOS

84

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

CUADRO 3. PARTICIPACIÓN FEMENINA EN EL EMPLEO POR GRUPOS

OCUPACIONALES. PORCENTAJES

Fuente: Elaboración propia a partir de la EPA.

CUADRO 4. CRECIMIENTO DEL EMPLEO POR GRUPOS OCUPACIONALES

Y SEXO ENTRE 1994 Y 1999. EMPLEO A TIEMPO COMPLETO EQUIVALENTE.

PORCENTAJES

Fuente: Elaboración propia a partir de la EPA.ഊPor lo que se refiere a la evolución del em-pleo

femenino y masculino de los diferentes

grupos ocupacionales, el Cuadro 4 recoge las

tasas de crecimiento registradas entre 1994

y 1999 para el empleo a tiempo completo

equivalente. Los porcentajes ponen de mani-fiesto

que el crecimiento del empleo femeni-no

es superior al masculino (23,69% frente a

un 14,65%, respectivamente). En las ocupa-ciones

femeninas las tasas de crecimiento del

empleo femenino son superiores a las del em-pleo

masculino (en el grupo ocupacional de

Administrativos el empleo masculino incluso

disminuye). En las ocupaciones masculinas

aumenta la importancia relativa de los hom-bres

(el empleo masculino crece un 12,71% y

el femenino solamente un 3,67%) 4 . Estos re-sultados

parecen indicar, de nuevo, que la

segregación ocupacional por razón de sexo se

ha incrementado en el periodo considerado.

4. LOS INDICES DE SEGREGACIÓN

OCUPACIONAL

Se ha comprobado en el apartado anterior

que los hombres y las mujeres no desempe-ñan

las mismas tareas en el mercado laboral.

Existe, pues, una segregación por sexo en las

diferentes categorías ocupacionales. Hay va-rias

formas de medir dicha segregación.

El índice de segregación tradicionalmente

más utilizado en las investigaciones sobre

segregación por sexo en el empleo ha sido el

denominado Index of Dissimilarity (ID), defi-nido

por Duncan y Duncan (1955) 5 del si-guiente

modo:

ID = ½ S | F i /F - M i /M|

donde Fi y Mi son el número de mujeres y de

hombres en la ocupación i, respectivamente;

y F y M son el total de mujeres y de hombres

empleados, respectivamente.

Este índice representa el porcentaje de

mujeres (o de hombres) que deberían cam-biar

de ocupaciones, sin reposición, para que

la distribución del empleo en ambos sexos

fuese idéntica (un valor nulo para este índice

significa que la distribución de todas las mu-jeres

empleadas entre las diferentes ocupa-ciones

es idéntica a la distribución de los

hombres).

No obstante, a lo largo del tiempo, se ha

producido un cierto debate sobre la forma

más adecuada de medir la segregación. En

este sentido, investigaciones más recientes 6

han sugerido que el índice ID resulta insatis-factorio

para medir la segregación por ocupa-ciones.

Se apunta que si la mano de obra fe-menina

(o masculina) fuera redistribuida de

la forma señalada por el índice, habría nece-sariamente

un cambio en la estructura ocu-pacional

del empleo, en un momento dado

del tiempo.

La comparación entre índices de segrega-ción

en dos periodos de tiempo diferentes re-quiere,

sin embargo, que se confronten dis-tribuciones

del empleo con la misma

estructura ocupacional y sin cambios en la

participación general de cada sexo.

Con el objetivo de evitar estos inconve-nientes,

Karmel y MacLachlan (1988) han

construido otro índice (denominado IP) que

tiene en cuenta el tamaño relativo del em-pleo

femenino y masculino. Este índice mide

la proporción del empleo total que debería

cambiar de ocupación, con reposición, para

alcanzar un grado de segregación por sexo

nulo, es decir, para que exista la misma pro-porción

de mujeres y de hombres en cada

ocupación que la que existe a escala agrega-da.

Al mismo tiempo, se mantienen constan-tes

la estructura ocupacional y los porcenta-

MATÉ GARCÍA, NAVA ANTOLÍN Y RODRÍGUEZ CABALLERO

85

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

4 El grupo ocupacional de Operarios es el único de

los clasificados como masculinos en el cual crece en

mayor medida el empleo femenino que el masculino.

5 Véanse, por ejemplo, los trabajos de BLAU y HEN-

DRICKS (1979); BELLER (1985); JACOBS (1989) y KING (1992).

6 Véanse, por ejemplo, las investigaciones de WATTS

(1992) y BOISSO et al. (1994).ഊjes de participación de cada sexo en el em-pleo

total. La definición exacta del índice IP

es la siguiente:

IP = (1/T)S |F i - a (M i + F i )| = (1/T)S |

(1-a)F i - a M i )|

donde, T es el empleo total y «a» la participa-ción

de las mujeres en el conjunto del em-pleo.

De acuerdo con esta definición, para que

se satisfagan los criterios de que la estructu-ra

ocupacional no varíe y de que la propor-ción

de hombres y de mujeres en cada ocupa-ción

sea la misma que en el conjunto del

empleo, se requiere que haya (1- a)·T i hom-bres

y a·T i mujeres en la ocupación i, des-pués

de la redistribución, donde T i =M i +F i . Si

se supone que inicialmente la ocupación i es

predominantemente masculina, es decir, M i

> (1 - a)T i y F i

hombres deberían abandonar esa ocupación

y aT i - F i mujeres tendrían que entrar a for-mar

parte de la ocupación i. Es decir, M i -(1-

a)T i +aT i -F i

7 sería el número total de perso-nas

que habrían de cambiar de ocupación.

Este índice IP puede ser redefinido para

examinar la contribución de cada grupo ocu-pacional

al índice de segregación conjunto:

donde IP j representa la proporción de traba-jadores

empleados en el grupo ocupacional j

que deberían cambiar de ocupación para al-canzar

un grado nulo de segregación, es de-cir,

para que la participación de cada sexo en

cada ocupación de cada grupo sea la misma

que la que existe a escala agregada; y T j es el

total de empleados en el grupo ocupacional j.

De este modo, se está calculando el índice

IP como una suma ponderada (por la impor-tancia

relativa de cada grupo ocupacional en

el empleo) de la contribución de cada grupo

ocupacional a la segregación conjunta (IP j ).

Hay que señalar que los cambios en el ín-dice

IP a lo largo del tiempo pueden deberse

a diferentes factores. Para conocer cuáles

son tales factores se va expresar el índice IP

de un modo diferente:

IP= (1/T)S |F i - a (M i + F i )| = (1/T)[S |f i T i -a

[(1- f i ) T i + f i T i ] | ] = 1/T S |f i T i - - a T i | =

= S t i |(f i - a)|

donde T i es el número de empleados en la

ocupación i; f i = F i /T i es la proporción de mu-jeres

en la ocupación i; t i = T i /T es la propor-ción

de empleados de la ocupación i respecto

al total de empleados; y a = F/T es la propor-ción

de mujeres en el conjunto del empleo.

De acuerdo con este resultado, el índice IP

en un periodo 1 (IP1) puede definirse del mo-do

siguiente:

IP 1 = S t i1 |(f i1 - a1)|

Del mismo modo, puede construirse el ín-dice

IP para un periodo 2 (IP 2 ):

IP 2 = S t i2 |(f i2 - a 2 )|

La comparación entre las expresiones IP 1

e IP 2 permite deducir que los cambios del ín-dice

IP entre dos periodos de tiempo se deben

a los siguientes factores. En primer lugar, a

cambios en la estructura ocupacional (cam-bios

en t i ); en segundo lugar, a variaciones en

la proporción de empleados que son hombres

(o mujeres) en el conjunto de la economía

(cambios en a); y, finalmente, a cambios en la

composición por sexo de cada ocupación

(cambios en f i ).

Como consecuencia de lo expuesto en el

párrafo anterior, Karmel y MacLachlan

(1988) descomponen las variaciones de su

índice a lo largo del tiempo en dos partes

que denominan efecto composición y efecto

INFORMES Y ESTUDIOS

86

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

7 Debido al hecho de que hay que calcular estas di-

ferencias para todas las ocupaciones consideradas, el

valor del índice IP es más elevado cuanto mayor sea la

desagregación que se realice del empleo en grupos

ocupacionales.

IP T T a F T T IP I i i j j

j

j

j

j

j

= - = å å å å iÎj

j/

* | aM|/T / d i b g d i 1-ഊmixto 8 . El efecto composición recoge el cam-bio

en el índice entre dos periodos debido a

variaciones en la composición por sexo de las

ocupaciones, manteniendo constante la es-tructura

ocupacional y la participación de

hombres y mujeres en el empleo total. Se

considera como la medida más apropiada del

grado de segregación que existe en un merca-do

laboral 9 .

El efecto mixto recoge el cambio en el índi-ce

entre dos periodos debido a cambios en la

estructura ocupacional y en la proporción re-lativa

de mujeres y hombres en el empleo to-tal,

manteniendo constante la composición

por sexo de las ocupaciones.

Este último efecto puede ser, a su vez,

subdividido en tres componentes. En primer

lugar, el efecto género debido, fundamental-mente,

a un cambio en la proporción de hom-bres

y mujeres en el empleo conjunto. En se-gundo

lugar, el efecto ocupación, debido a un

cambio en la estructura ocupacional a lo lar-go

del tiempo. Por último, un efecto residual

debido a que los cambios en la estructura

ocupacional y en las proporciones de hom-bres

y mujeres en el empleo están interrela-cionados

10 .

Para conocer la importancia relativa de

cada uno de los factores determinantes del

cambio total del índice entre dos periodos es

preciso hacer el supuesto de que todos los

factores permanecen constantes, excepto

uno, y calcular un nuevo índice que es com-parado

con el valor inicial de IP. Bajo este

supuesto, las variaciones en el índice son el

resultado, fundamentalmente, del factor que

se ha modificado. En este sentido, los dife-rentes

efectos en que se descompone la varia-ción

total de IP entre los dos periodos (E T )

pueden obtenerse definiendo unos nuevos ín-dices

que se exponen a continuación.

En primer lugar, por lo que se refiere al

efecto composición, se supone que se mantie-ne

constante la estructura ocupacional y la

participación de hombres y mujeres en el em-pleo

total (es decir, por un lado, t i1 = t i2 , y, por

otro lado, a 1 = a 2 ). Se define, pues, un índice

IC que sería el valor que IP 2 tomaría mante-niendo

constantes los elementos menciona-dos:

IC = S t i1 |(f i2 - a 1 )|

La comparación entre I C e IP 1 refleja el

valor del efecto composición:

E C = I C - IP 1

La magnitud de este efecto se considera,

como se ha apuntado con anterioridad, una

buena aproximación de la variación en el

grado de segregación por razón de sexo.

En segundo lugar, respecto al efecto ocu-pación,

se tiene en cuenta el cambio en la es-tructura

ocupacional entre dos periodos de

tiempo, a la vez que se mantienen constantes

la composición por sexo de las ocupaciones y

la participación de cada sexo en el empleo to-tal

(es decir, f i1 = f i2 y a 1 = a 2 ). Se construye,

pues, un índice intermedio I O que permite

hallar el efecto ocupación, de un modo simi-lar

a lo apuntado en el párrafo anterior:

I O = S t i2 |(f i1 - a 1 )|

La comparación entre I O e I P1 refleja el va-lor

del efecto ocupación:

E O = I O - IP 1

Por último, se define el índice I G para ha-llar

el efecto género. Se calculan las diferen-

MATÉ GARCÍA, NAVA ANTOLÍN Y RODRÍGUEZ CABALLERO

87

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

8 Esta terminología es la utilizada tradicionalmente

en la literatura económica. Véase, por ejemplo, el tra-

bajo de BLAU y HENDRICKS (1979).

9 Véase WATTS (1992). Se considera que el índice IP

aproxima la segregación bruta en el mercado laboral y

el efecto composición la segregación neta.

10 La suma de los efectos composición, ocupación y

género no coincide con la variación del índice IP entre

dos periodos debido a esta interrelación. Por ejemplo,

si las ocupaciones consideradas crecen a tasas diferen-

tes, pero se considera que hombres y mujeres mantie-

nen su participación en cada ocupación, entonces la

participación en el empleo total de hombres y mujeres

se verá modificada.ഊcias en el valor de IP entre dos periodos de

tiempo considerando constantes la estructu-ra

de ocupaciones y la composición por sexo

en cada ocupación (t i1 =t i2 y f i1 =f i2 ):

I G = S t i1 |(f i1 - a 2 )|

La comparación entre I G e IP 1 recoge el

valor del efecto género:

E G = I G - IP 1

Una vez que se suman estos tres efectos,

el residuo resultante hasta alcanzar el valor

de la diferencia entre IP 2 e IP 1 corresponde

al efecto residual, es decir, a la parte del efec-to

mixto no explicada por los efectos ocupa-ción

y género.

Es preciso apuntar que el valor de estos

efectos se ve influido por los cambios en la

importancia del empleo a tiempo parcial o a

tiempo completo dentro del empleo total 11 ,

dado que la mayor parte del empleo a tiempo

parcial corresponde a las mujeres. Por este

motivo, el cálculo de los índices que se lleva a

cabo en el apartado siguiente se realiza fun-damentalmente

sobre la base de lo que ante-riormente

se ha denominado empleo a tiem-po

completo equivalente.

En definitiva, utilizando el índice IP es

posible, por un lado, identificar si el mercado

laboral está actualmente más o menos segre-gado

que hace unos años, y, por otro lado,

aproximar la contribución de cada grupo ocu-pacional

a la segregación conjunta.

5. LA SEGREGACIÓN OCUPACIONAL

EN EL MERCADO LABORAL

ESPAÑOL. RESULTADOS

En la medida de nuestro conocimiento, en

España no se han llevado a cabo investiga-ciones

sobre la segregación por ocupaciones

en el mercado laboral utilizando el índice IP

ni se han analizado sus variaciones a lo largo

del tiempo 12 . Esta laguna es la que pretende

subsanar el presente artículo.

Para el cálculo de los índices propuestos

se utilizan los microdatos de la EPA corres-pondientes

a los segundos trimestres de

1994 y 1999. En el caso del índice de segre-gación

conjunta (IP) se considera un nivel de

desagregación de 65 ocupaciones. En el caso

de los índices de segregación por grupos ocu-pacionales

(IP j ) se consideran las ocupacio-nes

que agrupa cada uno de ellos según los

criterios de la International Standard Clas-sification

Occupations (véase el Apéndice).

Los valores de los índices IP obtenidos para

los años 1994 y 1999 aparecen en el Cuadro 5

y son 0,2102 y 0,2256, respectivamente, para

el empleo a tiempo completo equivalente. De

acuerdo con estos valores, se puede afirmar

que las diferencias de ubicación por ocupacio-nes

entre hombres y mujeres han aumentado.

En 1994 el 21,02 % de los empleados (a tiem-po

completo equivalente) deberían haber cam-biado

de ocupación para alcanzar un grado

nulo de segregación. Ese porcentaje es del 22,

56 % en 1999.

El nivel de segregación bruta es más redu-cido

para el empleo a tiempo completo (un

20,97 por ciento en 1994 y un 22,41 por cien-to

en 1999) lo que significa que la contrata-ción

a tiempo parcial contribuye a incremen-tar

la segregación.

INFORMES Y ESTUDIOS

88

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

11 Véase WATTS y RICH (1992).

12 En CASTAÑO et al. (1999) se realiza un estudio de

la segregación por ocupaciones, pero se utilizan como

índices de medición los denominados índice de segre-

gación total (IS) e índice de segregación parcial (IC i ), de-

finidos del modo siguiente:

IS = S |ICM i ¿ ICH i |/2

IC i = (ICM i / ICH i ) - 1

donde ICM i es el índice de concentración de las muje-

res en la ocupación i e ICH i es el índice de concentra-

ción de los hombres en esa misma ocupación. A su vez,

el índice ICM i se define como la proporción de mujeres

en la ocupación i en relación con el número total de

mujeres ocupadas. De un modo similar se define el ín-

dice ICH i .ഊLos valores de los índices de segregación

de los grupos ocupacionales que se conside-ran

en el análisis, junto con el peso relativo

de cada grupo ocupacional y la contribución

ponderada de cada uno de ellos al índice de

segregación conjunta se presentan en el Cua-dro

6.

MATÉ GARCÍA, NAVA ANTOLÍN Y RODRÍGUEZ CABALLERO

89

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

CUADRO 5. ÍNDICES DE

SEGREGACIÓN IP

CUADRO 6. ÍNDICES DE SEGREGACIÓN, PESO RELATIVO EN EL EMPLEO Y

CONTRIBUCIÓN PONDERADA AL ÍNDICE TOTAL DE SEGREGACIÓN DE LOS

GRUPOS OCUPACIONALES. EMPLEO A TIEMPO COMPLETO EQUIVALENTE

Fuente: Elaboración propia a partir de la EPA.

Notas:

IPj : Indices de Segregación de los grupos ocupacionales.

tj : Peso relativo del empleo de cada grupo ocupacional. Porcentajes.

IPj * : Contribución ponderada del Indice de Segregación de cada grupo ocupacional al Indice de Segregación

conjunta.

En este Cuadro se pone de manifiesto que

el grado de segregación ocupacional aumenta

en seis de los nueve grupos ocupacionales

(Directivos, Profesionales, Administrativos,

Cualificados de los Servicios, Cualificados

del sector Primario y Cualificados de la In-dustria

y la Construcción) y se reduce en los

otros tres (Técnicos de Apoyo, Operarios y

No Cualificados) 13 .

Los grupos ocupacionales que presentan

los mayores valores del índice de segrega-ción,

tanto en 1994 como en 1999, son: No

Cualificados, los Cualificados de los Servi-13

A modo de ejemplo se pueden considerar los ca-

sos de los Cualificados de la Industria y Construcción y

de los Técnicos de Apoyo. En el primero de ellos, el

22,81 por ciento de los empleados deberían haberse

reubicado para lograr una composición por sexo del

empleo idéntica a la existente a escala agregada, en

1994; ese porcentaje aumenta hasta el 26,08 en 1999.

Sin embargo, en el caso de los Técnicos de Apoyo, el

porcentaje se reduce desde el 20,46 en 1994 al 18,88

en 1999.ഊcios, Cualificados de la Industria y la Cons-trucción,

y Administrativos. Los tres prime-ros

son también los que mayor peso relativo

tienen en el empleo total en ambos años, de

forma que conjuntamente explican más de la

mitad del nivel de segregación global. Este

resultado no es sorprendente por cuanto se

trata de ocupaciones con una importante

preferencia hacia uno u otro sexo, como se ha

comprobado en el apartado tercero de este

artículo. Los grupos con menores valores del

índice de segregación son los Cualificados del

sector Primario, los Directivos y los Técnicos

de Apoyo.

Por lo que se refiere a la descomposición

de las variaciones del índice IP en sus dife-rentes

efectos, el Cuadro 7 presenta informa-ción

al respecto.

CUADRO 7. DESCOMPOSICIÓN

DE LA VARIACIÓN DEL INDICE

DE SEGREGACIÓN : EFECTO

COMPOSICIÓN, EFECTO OCUPACIÓN

Y EFECTO GÉNERO

Fuente: Elaboración propia a partir de la EPA.

Nota: Los efectos se expresan en variaciones por-centuales

respecto al valor inicial del índice (IP1)

La variación del índice IP entre 1994 y

1999 ha sido de un 7,33 por ciento. El efecto

composición, que mide la segregación neta

en el empleo como consecuencia de un cam-bio

en la composición por sexo de las ocupa-ciones,

es el que, en mayor medida, explica

estas variaciones. Más concretamente la va-riación

del índice ocasionada por el efecto

composición alcanza un 6,62 por ciento. En

otros términos, se comprueba que los cam-bios

que se han producido en el mercado la-boral,

en cuanto a la participación de hom-bres

y mujeres dentro de cada ocupación, son

los que han contribuido, fundamentalmente,

a incrementar la segregación por razón de

sexo en las diferentes ocupaciones. Es decir,

las mujeres toman la decisión de entrar en

ocupaciones en las cuales ya están sobrerre-presentadas,

o bien eligen en menor medida

ocupaciones en las que están subrrepresen-tadas.

Otro tanto podría decirse con respecto

a los hombres.

Respecto a los efectos ocupación y género,

su importancia es muy similar (las variacio-nes

que producen en el grado de segregación

se sitúan en el 0,71 y en el 0,51 por ciento,

respectivamente). El efecto ocupación de sig-no

positivo refleja que los cambios en la es-tructura

ocupacional registrados entre 1994

y 1999 han contribuido a incrementar el gra-do

de segregación; ello pone de relieve que el

crecimiento del empleo que se produce entre

ambos años se ha encauzado hacia las ocupa-ciones

que ya en el año inicial contribuían en

mayor medida a la segregación. El efecto gé-nero,

también de signo positivo, refleja el he-cho

de que el crecimiento de la participación

de las mujeres en el empleo total no ha signi-ficado

una reducción de la segregación por

razón de sexo en las diferentes ocupaciones,

sino todo lo contrario.

6. CONCLUSIONES

Se destacan en este apartado las conclu-siones

más relevantes del presente artículo.

En él se ha estudiado el fenómeno de la se-gregación

ocupacional por sexo en la econo-mía

española, es decir, la tendencia que pre-sentan

las mujeres a estar ocupadas en

diferentes ocupaciones que los hombres.

Un análisis descriptivo de los aspectos re-lativos

a la ocupación en el mercado laboral

español entre 1994 y 1999 ha permitido com-probar

que las ocupaciones que pueden ser ca-lificadas

como femeninas lo son cada vez en

mayor grado. Otro tanto puede afirmarse

acerca de las ocupaciones masculinas. Ade-más,

se ha verificado la relevancia que los

INFORMES Y ESTUDIOS

90

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36ഊcontratos a tiempo parcial tienen en el em-pleo

femenino. Por este motivo, los datos de

la EPA utilizados han sido ajustados de mo-do

que se han evitado las distorsiones que

puede provocar en un análisis de segregación

el hecho de que las mujeres acaparen la ma-yor

parte de los contratos a tiempo parcial.

Para medir la segregación ocupacional y

los cambios que se han producido entre 1994

y 1999 se ha utilizado el índice IP definido

por Karmel y MacLachlan (1988), el cual evi-ta

los inconvenientes de otros índices de se-gregación.

Los valores del índice IP en los años 1994

y 1999 han revelado que durante este perio-do

la incorporación creciente de mujeres al

mercado laboral ha estado acompañada de

un mayor grado de segregación ocupacional,

tanto para la economía en su conjunto, como

para gran parte de los grupos ocupacionales

considerados. Es decir, la incorporación de

las mujeres se ha producido, fundamental-mente,

en ocupaciones caracterizadas como

femeninas.

La elaboración de índices IP también ha

permitido examinar la contribución de cada

grupo ocupacional al índice de segregación

conjunto. Se ha obtenido como resultado que

las ocupaciones que han conducido, funda-mentalmente,

hacia una segregación más

elevada han sido: No Cualificados, Cualifica-dos

de los Servicios y Cualificados en la In-dustria

y la Construcción.

También se ha prestado atención en este

artículo a la descomposición del índice IP en

sus diferentes componentes. Los resultados

han revelado que el efecto composición es el

factor explicativo fundamental de tales va-riaciones.

Es decir, los cambios en la partici-pación

de hombres y mujeres dentro de cada

ocupación, han contribuido a incrementar de

forma importante la segregación por razón

de sexo. Los cambios de la participación de

las mujeres en el empleo total (efecto género)

y los cambios en la estructura ocupacional

(efecto ocupación) han actuado en el mismo

sentido, aunque de forma menos acusada.

La escasa proporción de mujeres en cier-tas

ocupaciones y los cambios que se han pro-ducido

entre 1994 y 1999 tendentes a incre-mentar

la segregación sugieren que son

necesarias ciertas iniciativas que reduzcan

las diferencias existentes entre hombres y

mujeres en el mercado laboral. En este senti-do,

el objetivo debería ser reducir la situación

de inferioridad de la mujer (menores retribu-ciones

y menos oportunidades profesionales)

dentro del mercado de trabajo para que exis-ta

una situación de igualdad entre los dos se-xos.

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INFORMES Y ESTUDIOS

92

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36ഊAPÉNDICE

La Encuesta de Población Activa utiliza

como criterio de clasificación de las ocupacio-nes

la ordenación de la CNO-94 con un nivel

de desagregación de dos dígitos, distinguien-do

así 65 ocupaciones distintas, si se excluye

la ocupación fuerzas armadas (subgrupo 00)

debido a la diversidad de cualificaciones que

engloba. Siguiendo el criterio de la Interna-tional

Standard Classification of Occupa-tions

del año 1988, se agrupan estas 65 ocu-paciones

en los siguientes grupos:

¿ Grupo 1: Directivos. Recoge las ocu-paciones

encargadas de formular y eje-cutar

la política y dirección de las admi-nistraciones

públicas, así como aquellas

que dirigen la actividad de las empre-sas

y de sus departamentos o servicios.

Incluye directores y jefes de los sectores

público y privado. Recoge los subgrupos

10, 11, 12, 13, 14,15, 16 y 17 de la CNO-94.

¿ Grupo 2: Profesionales. En esta cate-goría

se engloba una serie de ocupacio-nes

caracterizadas por el hecho de que

requieren conocimientos profesionales

de alto nivel y experiencia para su des-empeño.

Son los subgrupos 20 al 27.

¿ Grupo 3: Técnicos de apoyo. O técni-cos

y profesionales asociados. Son ocu-paciones

similares a las anteriores, pero

cuyo nivel de conocimientos requerido es

menor. Son los subgrupos 30, 31, 32, 33,

34 y 35.

¿ Grupo 4: Administrativos. Recoge las

tareas especialmente vinculadas con los

procedimientos administrativos y con

la ordenación, almacenamiento, clasifi-

cación y busqueda de la información.

Son los subgrupos 40 al 46.

¿ Grupo 5: Cualificados de los servi-cios.

Empleados cualificados de servi-cios

de hostelería, restauración, comer-ciales,

servicios de reparación, servicios

personales de seguridad y otros, desti-nados

o no la venta. Son los subgrupos

50, 51, 52 y 53.

¿ Grupo 6: Trabajadores cualificados

del sector primario. Son empleados

cualificados dedicados a actividades

agrícolas, ganaderas, silvícolas y de

pesca. Recoge los subgrupos 60, 61,62 y

63.

¿ Grupo 7: Cualificados de la indus-tria

y la construcción. O Trabajado-res

manuales cualificados. Recoge a los

empleados de los sectores industrial y

manufacturero, cuyas cualificaciones se

relacionan con el conocimiento de la

materia prima utilizada, las herra-mientas

y etapas del proceso de produc-ción

y la naturaleza y aplicación de los

productos fabricados. Son los subgru-pos

70 al 79.

¿ Grupo 8: Operarios. Empleados del

sector manufacturero sin cualificación.

Sus tareas se relacionan con la atención

y vigilancia de maquinaria e instalacio-nes

industriales. Son los subgrupos 80

al 86.

¿ Grupo 9: No Cualificados. Obreros

no cualificados que desempeñan tareas

sencillas y rutinarias, caracterizadas

por el esfuerzo físico y el manejo de he-rramientas

sencillas. Son los subgrupos

90 al 98.

MATÉ GARCÍA, NAVA ANTOLÍN Y RODRÍGUEZ CABALLERO

93

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36ഊINFORMES Y ESTUDIOS

94

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 36

RESUMEN: En este artículo se estudia el fenómeno de la segregación ocupacional por sexo en la economía

española, es decir, la tendencia que presentan las mujeres a estar ocupadas en diferentes ocu-paciones

que los hombres. Se mide el grado de segregación ocupacional existente y su varia-ción

entre 1994 y 1999. Con este objetivo, las principales aportaciones de este artículo son las

siguientes. En primer lugar, los datos disponibles se ajustan para corregir las distorsiones que

provoca el hecho de que las mujeres acaparen la mayor parte de la contratación a tiempo par-cial

y así poder evaluar el verdadero peso del empleo femenino en la economía en su conjunto

y en cada una de las ocupaciones. En segundo lugar, se elaboran los índices de segregación

propuestos por Karmel y MacLachlan (1988) 1 que resuelven muchos de los problemas que pre-sentan

otros índices de segregación tradicionalmente más utilizados en los análisis empíricos.

Por último, se analiza la variación de este índice entre 1994 y 1999, la cual se descompone en

los denominados efecto composición, efecto género y efecto ocupación para tener referencia de

los factores causantes de tal variación.

1 KARMEL, T. Y MACLACHLAN, M. (1988): «Occupatio-

nal sex segregation: Increasing or decreasing?»; Econo-

mic Record, 64; pp. 187-195.

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