La pesca como preservación del orden natural

AutorDr. Sebastián Villasante
  1. La conservación de la cultura clásica

    Cuando nos referimos a la cultura clásica, estamos haciendo alusión a los aportes realizados fundamentalmente por las civilizaciones griegas y romanas. Este andamiaje cultural no es una imagen de algo que fue, sino que es algo vivo y existente y que de algún modo sigue dando vida a nuestro espíritu

    El pensamiento griego nace fundamentalmente de la vivencia que el espíritu humano tiene del mundo como un `cosmos¿. Podríamos hablar de `cosmos¿ como referencia a `la realidad de las cosas¿. Al mismo tiempo cabe destacar que el principio pilar del pensamiento griego ` El Ser es y el No Ser no es¿, denota que la realidad es, y como tal, existe. Esta realidad aparece como una totalidad ordenada, y como tal estructurada conforme a leyes y no librada a la casualidad, siendo este problema el fundamento del estudio de una parte de la filosofía que denomina `metafísica¿. De esta forma nos aproximamos al concepto en cuestión, ya que cosmos es el todo, por lo que cada cosa ocupa el lugar que debe ocupar, como así también este orden posee una armonía que es bella ( kalón) y buena ( agathón ) (1)

    La actitud propia del hombre griego es precisamente la de contemplación con sorpresa, con admiración, es la actitud propia de un niño que observa la realidad con `asombro¿. Por ello se dice, desde Platón y Aristóteles, que el asombro o sorpresa es el origen de la filosofía, lo que impulsa al hombre a filosofar. En efecto el hecho que algo sorprenda hace que uno se pregunte por eso mismo que ocasiona la sorpresa, y esta pregunta conduce al hombre a la búsqueda del conocimiento.

    Cuando el hombre conoce lo que verdaderamente ocurre a su alrededor, es que reconoce algo que yacía en su espíritu, algo que dominaba en su alma y que ahora despierta. El conocimiento en general es, entonces, un recuerdo (anamnesia).

    Para Platón ` Aprender no es sino recordar¿ ( Fedón 72; Menón 81 a ss).

    Por esto podemos afirmar que el griego es el `hombre de la vista¿, se muestra con curiosidad frente a la realidad, caracterizándolo como el ` Hombre Teórico¿, puesto que su actitud significa contemplación, `ve¿ las cosas, y luego las `comprende¿. A su vez, esta actitud se dirigirá principalmente al hombre, que al fin y a cabo es también un miembro de este `cosmos¿, llegando a la conclusión que su propio ser es asimismo un ` todo bella y armoniosamente ordenado¿.

    El ideal supremo entonces, será la búsqueda de lo bello y lo bueno. La dialéctica será, según el lenguaje corriente de la época, simplemente el diálogo. Como consecuencia de ello será la dialéctica un `viaje¿, desde el devenir hacia el ser, de las apariencias a la verdadera realidad, hasta llegar a algo absolutamente firme.

    Aristóteles intenta reducir todas las virtudes platónicas a una sola: el saber mantener un justo medio entre dos extremos, que de por sí son viciosos, el uno por el exceso y el otro por defecto. Para él la realidad es este mundo de cosas concretas que vivimos, esta casa, este árbol. Pero una materia que fuese nada más que materia, totalmente desposeída de forma, es decir, de acto o realidad, no puede ser más que una posibilidad, de manera entonces que Aristóteles elabora toda una teoría de los 4 elementos: tierra, agua, aire y fuego, y lo que diferencia a cada uno de ellos es precisamente la característica propia de cada uno de sus elementos.

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    (1) Adolfo P. Carpio. Principios de Filosofía. Glauco. 1991

    En consecuencia, si hablamos de un aporte griego, éste consiste sobre todo en la experiencia de este hombre teórico que buscó plasmar ese estilo de vida orientado a la belleza y la bondad, para lo cual había que vivenciar los ritmos del cosmos, del microcosmos que es el hombre, y del cosmos político que es la polis.

    Ahora bien, lo difícil entonces será no `sobrepasar los límites¿, acatar las reglas que la razón aconseja, ya que hay algo también en el hombre insito en él, y es su tendencia a cometer el abuso, al querer ser como los Dioses, el no pensar humanamente, la desmesura, la `hybris¿. (2)

    Así como hemos descrito brevemente al hombre griego, así también la categoría antropológica del hombre romano no nos puede pasar inadvertida, muy por el contrario, ya que también posee rasgos que lo hacen único, fundamentalmente en su labor de `agricultor¿, es decir, de la cultura del `ager¿, del campo.

    Su alianza con la tierra es de una nobleza entrañable, ya que el hombre da algo a la tierra, que no es sólo la fecunda semilla, sino algo más, su `labor improbus¿, aquel que fuera cantado por Virgilio. La tierra pasiva, mansa, recepta ese `humanitas¿ que le ofrenda el agricultor. Además esta compleja relación de intercambios significa sobre todo una participación del hombre en la naturaleza, lo cual hace del agricultor un colaborador de la misma, es decir, de las fuerzas vitales de la ` Mater Tellus¿, configurando su actuar un verdadero magisterio sacerdotal.

    Se entrega al señorío de la tierra a la que consideran soberanamente justa, se exalta toda idea de naturaleza, del campo, y en rigor, para el romano fundar una ciudad es tarea símil a la de echar una semilla en el seno abierto de la tierra. Para el romano la esencia de la naturaleza misma es el criterio del hombre prudente, la regla de lo justo y de lo injusto. Así en esta línea de especulaciones filosóficas está la noción atribuida a Paulo del Derecho Natural: es ` lo que siempre es justo y bueno¿.(3)

    Es este sentido de la realidad el que conformará con caracteres únicos el espíritu romano. La primera noción de conservación consiste en cultivar los clásicos, ya que lo que caracteriza a los clásicos es su permanencia, tal como lo es la naturaleza que cambia sólo para su propia preservación.

    El hombre antiguo es un ser dedicado a la conformación de su interior, amante de la naturaleza, por el contrario, nosotros los hombres modernos hemos roto este sabio vínculo natural.

    Así parece claro que la realidad fundamental originaria y primera del hombre no la podemos encontrar `fuera del hombre¿ sino `dentro¿ de él. Sin duda, y entendiendo la relación del hombre con la naturaleza como parte de su esencia, cuanto más se aleja de lo humano, tanto es menos hombre. Diremos entonces que el hombre actual está fuera de sí, alineado. Esta noción no hace referencia a la acción, ni al conocimiento directamente, sino al ser (`sistere¿) (4), puesto que el principio de conocer supone el principio del ser en el cual debe fundarse.

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    (2) P. H. Randle. La conservación. Edit. Oikos

    (3) Manuel J. García Garrido. Edit. Dykinson. 1993

    (4) Ismael Quiles S.J. Autorretrato filosófico. Edic. Univ. del Salvador. 1981

  2. La Pesca como actividad del orden natural. El caso argentino

    La pesca como medio de subsistencia es sin lugar a dudas la continuación de un hilo conductor histórico que se inicia en los albores de la existencia humana, como una actividad que se encuentra regida por principios que obedecen a un orden natural propio.

    El hombre debe pescar la cantidad justa, si pesca de menos dilapida riqueza que le fuera heredada, pero si se excede en su explotación consumirá un regalo de la naturaleza que difícilmente pueda reponerse.

    En el mar el hombre sigue siendo como hace miles de años, recolector y cazador. La Argentina posee una de las más extensas plataformas marítimas...

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