El papel de la epistemología en el análisis de inteligencia

AutorJuan Pablo Somiedo
Páginas242-272

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1. Introducción

Hablar de inteligencia significa, inevitablemente, hablar de un campo multidisciplinar en el que convergen multitud de áreas del conocimiento humano: informática, idiomas, estadística, polemología, psicología, etc. Todas esas disciplinas se ven involucradas en el paso crucial de la información al conocimiento. Sin embargo, el núcleo duro lo constituyen aquellas disciplinas que se tornan fundamentales para cualquier analista y en cualquier campo o área de especialización. Entre ellas destaca la Epistemología o Teoría del Conocimiento. A pesar de su importancia, sus aportaciones a la inteligencia estratégica han pasado más o menos desapercibidas en los clásicos como Sherman Kent (considerado el padre del análisis en inteligencia estratégica)1 o el general Washington Platt y en los manuales militares al uso (DO2-010, OR5-009, OR5-010). No ha sido sino en los últimos diez años cuando los especialistas en análisis de inteligencia han comenzado a poner de relieve la importancia creciente de esta disciplina y su papel esencial en la formación de los analistas.

Vivimos inmersos en lo que se ha venido a llamar «la era de la información» y «la sociedad del riesgo», cuyo sistema nervioso lo constituyen fundamentalmente la información y las comunicaciones. Nunca, a lo largo de la historia, la información ha sido tan accesible a los hombres. Además cada vez van tomando mayor peso específico las fuentes abiertas de información. Hay redes internacionales de datos, millones de sitios y páginas web abiertas al análisis, pero el tiempo disponible para procesarlos es siempre superado por el vórtice de nuevos datos que aparecen. Tal es así que podemos hablar de una verdadera «infoxicación», es decir, una intoxicación de información.

Sin embargo, esta realidad contrasta con el hecho de que esa información requiere una formación previa para poder seleccionarla, procesarla y utilizarla para los fines que se persigan. La información es acéfala, no pien-

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sa por nosotros. Los datos en bruto, sin el debido procesamiento, no nos conducen a conclusiones útiles. Por tanto, se hace necesario implementar los mecanismos adecuados para manejar y dar forma a la información. En este escenario irrumpe la disciplina de la epistemología como una herramienta para «amueblar nuestra cabeza» y enseñarnos a pensar. Al mismo tiempo, recurrir a esta disciplina significa retomar y revalorizar el pensamiento clásico que está en el sustrato mismo de nuestra civilización occidental y que nos ha guiado hasta los grados de desarrollo y tecnología que ahora disfrutamos.

Etimológicamente, la palabra epistemología deriva de la unión de dos palabras griegas: episteme, que significa conocimiento, y logia, que hace referencia a un saber o tratado. En Grecia, el tipo de conocimiento que se denominaba episteme se oponía al conocimiento que se calificaba de doxa. La doxa es el conocimiento vulgar u ordinario del hombre, no sometido a rigurosa reflexión crítica; la episteme es el conocimiento reflexivo elaborado con rigor. Podemos definir epistemología como la ciencia que trata de conocer la naturaleza del conocimiento humano, en sus principios reales y en su funcionamiento real, los tipos o clases de conocimiento y los caminos o métodos que pueden conducir a su realización correcta en cada caso.

Conviene recordar aquí que la moderna epistemología, en tanto que disciplina filosófica autónoma, tiene su origen a principios siglo XX de la mano del famoso Círculo de Viena, que se organizó en torno a la Cátedra de Filosofía de las Ciencias Inductivas que ocupó Moritz Schlick en Viena en 1922. Dicho círculo reunió en su seno a pensadores del mundo de las letras y de las ciencias con el objetivo de crear un método de pensamiento de carácter universal que pudiera servir de herramienta a todas y cada una de las ciencias, aplicando luego los resultados también de forma universal mediante un lenguaje y una semiótica consensuados, de tal forma que todas las ciencias se beneficiasen de los avances que se diesen en una parcela determinada del conocimiento. No pudieron lograr su objetivo en parte por los recelos y la desconfianza de la comunidad científica y en parte por el estallido de la II Guerra Mundial.

En 1949, fecha de la publicación de la famosa obra de Sherman Kent Strategic Intelligence, la epistemología era ya una disciplina conocida y estudiada en los círculos académicos. Sin embargo, ni Sherman Kent primero, ni el general Washington Platt después, lograron aplicar los avances y

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los contenidos de esta disciplina en el estudio del ciclo de inteligencia. En la actualidad, muchos servicios de inteligencia y empresas privadas han descubierto la importancia de esta disciplina a la hora de analizar situaciones, minimizar el porcentaje de incertidumbre y fundamentar la toma de decisiones. Como afirman dos expertos en la gestión de conocimiento en los servicios de inteligencia: «La dinámica y los resultados de los servicios de inteligencia para la seguridad y la defensa mejorarán con la incorporación de los avances epistémicos, metodológicos y tecnológicos que se producen dentro del ámbito de la gestión del conocimiento, y que están sentando en los últimos años las bases para la formación y el desarrollo de una nueva y autónoma disciplina científica del mismo nombre» (Esteban Navarro y Navarro Bonilla, 2004: p. 36).

El papel que desempeña la epistemología dentro del trabajo cotidiano de un servicio de inteligencia está estrechamente relacionado con la formación de los futuros analistas y también de aquellos agentes especialmente involucrados en el servicio clandestino. Muy a menudo, tanto unos como otros, deben adquirir un hábito de pensamiento riguroso que les ayude a tomar decisiones incluso con una gran carga de incertidumbre. Los primeros deben lidiar, frecuentemente, con un tiempo reducido para sus análisis y una incertidumbre muy elevada. Los segundos, más a pie de campo, deben ser capaces de aprender a buscar y discriminar la información útil de aquella que no lo es y luchar contra los mecanismos de decepción y engaño. Toda esta formación queda circunscrita a la Escuela de Formación interna de cada servicio de inteligencia y bajo la supervisión del responsable del Directorio de Inteligencia. Pero los epistemólogos también realizan una labor de investigación que abarca dos funciones: por un lado, crean nuevas técnicas o modelos de razonamiento o estudian las ya existentes para desarrollarlas y mejorarlas buscando entender el sustrato lógico sobre el que se fundamentan las diferentes técnicas de análisis; por otro, buscan y estudian los fallos en la gestión del conocimiento e intentan solucionarlos o realizar una labor preventiva con los fallos potenciales. Herbert señala la importancia de contar con epistemólogos en estas organizaciones:

The Intelligence Community should recruit epistemological talent and cultivate epistemologicalSkullacross its organizations (Herbert, 2006: p. 681).

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Merece la pena, en este sentido, señalar los avances del «Sherman Kent School for Intelligence Analysis», organismo vinculado a la CIA, cristalizados, al menos en parte, en el CAP (Career Analyst Program)2.

Tradicionalmente, el análisis se divide en dos tipos: el análisis cualitativo y el análisis cuantitativo. En el primero, los métodos de razonamiento que nos enseña la Epistemología o Teoría del Conocimiento nos ayudan a escoger las técnicas de análisis adecuadas para cada caso, establecer relaciones y llegar a conclusiones lógicas. En el segundo, donde interviene la moderna minería de datos, nos ayuda a la hora de seleccionar y modificar las variables para evitar correlaciones espurias y redundancias y poder realizar modelos más fiables. De hecho, la preparación de las variables y los datos suele abarcar el 80% de cualquier trabajo de minería de datos y es una parte esencial si queremos obtener buenos modelos bien sean explicativos o descriptivos. Los expertos en minería de datos aseguran que el 60% de los errores se producen por no saber escoger las variables útiles y desechar las que no lo son. Y esto sólo se remedia si el analista es capaz de razonar adecuadamente para sacar el máximo provecho de los poderosos programas de Data Minig como pueden ser el SAS o SPSS.

Desde que Sun Tzu escribió El arte de la guerra y hasta el moderno tratado de Clausewitz, las estrategias militares y las formas de ganar las batallas

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antes de comenzarlas han ido de la mano de la filosofía aplicada al campo militar. Los terribles atentados terroristas del 11-S en Estados Unidos y los del 11 -M en España han supuesto un punto de inflexión para los servicios de inteligencia de ambos países porque han puesto de relieve no sólo las necesidades de coordinación entre los servicios de inteligencia e información de un mismo Estado y de los países aliados, sino también que las modernas tecnologías no podrán sustituir jamás a la sabiduría clásica heredada de nuestros antiguos. En otras palabras, el factor humano sigue teniendo un peso específico en lo que a inteligencia se refiere. Por eso es de suma importancia adquirir una disciplina de pensamiento adecuada que nos permita, como asevera Keith Masback, director del Plan Maestro de la Inteligencia Militar de los Estados Unidos, «ver primero, comprender primero, actuar primero y terminar con decisión» ante los nuevos riesgos, peligros y amenazas de carácter asimétrico, global y cambiante. En la misma línea, Robert Gates...

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