Formas y ritos matrimoniales

AutorJerónimo González
Páginas913-928

Formas y ritos matrimoniales 1

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VII
Usos y ritos

Si examinamos el ceremonial eclesiástico para la celebración de desposorios y velaciones, encontramos espiritualizados por la liturgia varios usos populares die gran significación en otro tiempo, pero que en la "actualidad han perdido toda valoración jurídica, y a los cuales vamos a dedicar un breve recuerdo.

El anillo

De remotos orígenes semíticos, aunque desconocido para el Talmud y los libros rabínicos más antiguos, el anillo, nupcial o esponsalicio, ha ocupado un lugar preeminente en el rito y literatura matrimonial 2. A medida que el arcaico conjugium, verdadera compra de la mujer, se fue descomponiendo en dos actos : los sponsalia y la mancipalio, los romanos, como los griegos, introdujeron, a imitación de lo que los fenicios practicaban en la compraventa, la dación de arras, y con tal carácter el esposo remitía a la esposa el annulus sponsalititis, llamado también pronubus genialis, que simbolizaba en su ininterrumpida línea la fe constante. Plauto, en su Soldado fanfarrón, tiende un lazo a Pyrgopolinices con el envío de un anillo que embellecía la mano de unaPage 914dama enamorada. Una comedia de Terencio gira alrededor de un anillo, y Plinio el Anciano nos hace saber que el anillo era de hierro y no llevaba ninguna piedra preciosa. A fines del siglo II, según el testimonio de Tertuliano, se usaba el anillo de oro, único que llevaban las desposadas. En ellos se grababan inscripciones adecuadas : bonam vitam, amo te, ama me, o los nombres de los prometidos. En los primeros tiempos, el esposo mismo ponía el anillo de alanza en el dedo de la esposa. En un texto del Digesto, Paulo habla de un anillo enviado por el esposo a la esposa. Se colocaba en el dedo anular de la mano izquierda, o sea en el más próximo al meñique, y en todas las monografías se remonta esta costumbre a los egipcios, reproduciendo una razón dada por Apión, recogida por Aulo Celio y que nos ha sido transmitía por nuestro San Isidoro : abierto el cuerpo humano, se ha encontrado un nervio tenuísimo que, partiendo de aquel dedo, llega hasta el corazón. De aquí el nombre de digitus medicinalls que Macrobio nos ha conservado. En San Isidoro, el ñervo se transforma en vena, y todavía, en el siglo XVII, Sánchez repite la explicacón 3.

Las funciones jurídicas y las aspiraciones morales condensadas en el anillo esponsalicio no se prestan a un riguroso análisis. Ya formaliza la unión, ya sirve de prenda al compromiso, ya es un medio probatorio, ya es añadido con el carácter de arras para 1 reforzar la sponsio, ya representa la fe en la observancia del acuerdo concluido, ya sujeta a la mujer a la decisión del futuro marido.

El Cristianismo reconoció el valor jurídico y el simbolismo moral del anillo, que no sólo fue aceptado como arras esponsalicias, por lo cual la mujer a quien el esposo había dado un anillo se llamó subarrhata, sino que fue extendido como signo de amor y de fe a las vírgenes del Señor y a los prelados, desposados en cierto modo con su Iglesia.

Con el nombre de arras se transmitió la costumbre a los germanos, que, al decir de los modernos escritores alemanes, no la conocían, y en una de las leyes visigóticas, que ya hemos citado 4,Page 915 aparece el annulus pronubus arrarum nomine datus. A través de los primeros siglos de la Edad Media se perpetúa el uso del anillo en ia Iglesia del Occidente, mientras que en la Iglesia de Oriente se introduce una modificación que más tarde encontramos en algunos ritos matrimoniales : el cambio de ius anillos entre los esposos (permutatio annulorum).

La confusión que en la doctrina hemos observado entre esponsales, desposorios y matrimonio se refleja en el tránsito desde el anillo esponsalicio al anillo nupcial de la riturgia católica. Brandileone afirma que la ceremonia de la subarrhath, practicada durante la alta Edad Media con la desponsatio y la traditio, no corrió la suerte de estos actos, desaparecidos a medida que iba imponiéndose a las concienc:as y a las leyes el reconocimiento de la personalidad de la mujer. Sobre los dos momentos que en un principio eran jurídicamente insignificantes : la declaración de voluntad de la mujer y la subarrhalio, se concentra ahora todo el valor jurídico, y de su unión resulta el matrimonio 5. En el siglo X, el anillo nupcial se ha extendido y comienza a abandonarse el esponsalicio.

En el Memoriale Santorum, de San Eulogio, que sufrió el martirio el año 859, al referirse al matrimon:o de Aurelio con Sabigoíhona, se habla del documento esponsalicio y de las arras (arrharum que pignore allernanti) y de la bendición sacerdotal acostumbrada, y con mayor claridad en los manuscritos del monasterio de Silos, bajo la rúbrica Ordo arrharum, aparecen ya los dúos annulos que caracterizan a la liturgia mozárabe. Como se podrá observar, sigue empleándose la palabra arras y sus derivados, aunque no se trate ya de asegurar un compromiso, sino de poner en evidencia el estado matrimonial. En los rituales y documentos de Francia, Italia e Inglaterra, la palabra subarrhare se refiere a una formalidad del matrimonio mismo, y el papa Alejandro III, en una decretal dirigida al abad de Montecasino (que fue recogida en la colección de Gregorio IX), emplea la frase usubarrhare ante la Iglesia» como sinónima de casarse. En todo el Occidente de Europa, y acaso en España 6 antes que en ningúnPage 916sitio, el anillo es una prueba del matrimonio ; en las canciones de gesta francesas se llama a la mujer casada dame dan el; en los estatutos italianos, sponsa anuíala equivale a mujer verdadera; en Inglaterra, ringed virgin es sinónima de uxor, y de aquí la presunción admitida paulatinamente de que toda mujer que lleve un anillo en el dedo debe ser tenida por casada. Las cosas, sin embargo, no marcharon con el mismo paso en los .pueblos de Occidente. En la glosa sobre el Decreto se hace constar que, según la opinión de Hugucco, la entrega del anillo por el esposo, lo mismo que la dación de arras, constituyen una presunción de matrimonio, como lo demostraba la fórmula empleada por el sacramentario Gregoriano para bendecirlos : «Benedic, Domine, has arrhas». Esta oración que, por otra parte, no separa con gran energía las arras esponsalicias de las matrimoniales, se encuentra ya en algún manuscrito del Liber ordinum de la liturgia mozárabe y visigótica anterior a Gregorio VII. Pero en, las Partidas se conserva el anillo en los desposorios celebrados de manera «que muestra el tiempo que es por venir» ; por ejemplo, añaden, con referencia al hombre que se dirige a la mujer : «Quando le mete algún anillo en el dedo, diciendo así : Yo te doy este anillo, en señal de que casaré contigo» 7. De ahí que los intérpretes indicasen que la sola inmisión del anillo nada significa, si de las palabras precedentes o subsiguientes no apareciera la voluntad de contraer matrimonio o esponsales. Y, además, los canonistas atendían al momento en que se entregaba el anillo, a la costumbre local y a la persona que le imponía.

No podemos detenernos a enumerar las variantes de la ceremonia nupcial que se observan entre los diversos rituales de la Edad Media, en lo atinente a la bendición del anillo o anillos : en unas diócesis se exigía que fuera uno sencillo y de plata ; en otras se empleaba de oro ; la bendición se hacía antes o después de prestar Page 917 el consentimiento e iba precedida o seguida de una oración. En el Manual Salmantino, anterior al Concilio de Trento, ya aparece separada la bendición de los dos anillos, de la bendición de las arras propiamente dichas, si bien después se añade una bendición común super utrumque. En cuanto a la imposición del anillo, las prácticas también eran muy variadas : por regla general, el esposo .recibía el único anillo de manos del sacerdote y lo aplicaba sucesivamente a los, dedos pulgar, índice y mayor (donde lo dejaba) de la mano derecha de la mujer, y en algunos sit:os lo colocaba en la izquierda, a deferencia de lo que sucedía al consagrar a un obispo, que lo lleva en la mano derecha, en prueba de íntegra y plena castidad. En el Ritual romano el esposo lo coloca sencillamente eín el anular de la mano izquierda de su esposa. Y en muy pocos era el mismo sacerdote quien lo ponía a la esposa ,en el dedo anular izquierdo o en otro, según la costumbre o el uso de la familia. En España, unos Rituales ordenan se coloque por el esposo el suyo, en el índice de la mano derecha de la esposa, y por ésta se ponga al esposo in extremum dexíri (meñique); otros, en el anular de la mano izquierda de la esposa y del esposo o en el anular de la derecha ; algunos siguen al Ritual romano y emplean un solo anillo ; el Salmantino de 1532 manda que el esposo ponga el anillo en el anular izquierdo de su esposa, y el sacerdote en el mismo dedo de la derecha del esposo ; en el Manual...

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