La comparación con los mejores: una perspectiva para la política empresarial

AutorCecilia Cabello
CargoIPTS

Asunto: El benchmarking es cada vez más importante, no sólo como una estrategia para mejorar el rendimiento empresarial, sino como una fructífera aproximación analítica que proporciona nuevas fuentes de información para la formulación de acciones de políticas públicas.

Relevancia: El benchmarking con las organizaciones líderes ha salido del mundo empresarial y se está convirtiendo en un poderoso instrumento para desarrollar estudios comparativos de rendimiento a varios niveles. Estos estudios comparativos aportan análisis que pueden ser muy valiosos para los gestores políticos que tratan no solo de establecer marcos que lleven a la adopción de los mejores procedimientos posibles en las empresas, sino también para otros mecanismos de apoyo.

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¿Qué es el benchmarking?

El benchmarking puede definirse como un proceso formalizado de calidad que se utiliza por las organizaciones empresariales para evaluar sus productos, sus procesos, servicios y métodos, frente a los de sus competidores o empresas líderes. El objetivo del benchmarking es aprender la forma en que sus competidores o principales empresas, alcanzan altos niveles de rendimiento, de modo que al conocerlos puedan aplicarse a sus propias operaciones para conseguir una ventaja competitiva. El benchmarking tiene por objeto aprender observando las mejores prácticas, vengan de donde vengan, incluso aunque provengan de otros sectores. El benchmarking es realmente un instrumento de diagnóstico para cuantificar el desfase competitivo de una empresa e incluye una fase de ejecución que, si se adopta de manera adecuada, puede ayudar a las empresas a mejorar sus procesos y su rendimiento.

El benchmarking ha alcanzado una importancia creciente en el mundo de la industria en los últimos 10 años debido a los importantes éxitos que han conseguido numerosas empresas internacionales utilizando este procedimiento. Los costes, la flexibilidad del proceso y la innovación tecnológica se consideran los factores claves del éxito para la competitividad en el seno del sector industrial. Por lo tanto, la información sobre competitividad y benchmarking es indispensable hoy en los mercados crecientemente competitivos. El Consejo de los Estados Unidos sobre Competitividad, creado para estudiar el sector industrial norteamericano, informó que las empresas con más éxito compartían "un interés especial en el benchmarking competitivo" y que el benchmarking se había convertido en un "asunto de rutina".

El benchmarking plantea, sin embargo, algunos problemas, pues consiste en un proceso de captación de información. Implica tiempo, dinero y otros recursos de los que pueden carecer las empresas, especialmente si se trata de PYMES. Además, requiere una fase de ejecución, que resulta crítica para efectuar los cambios necesarios.

Estudios de benchmarking

Se puede plantear la cuestión de si el benchmarking debe permanecer en el ámbito de la empresa privada. En cualquier caso, una evolución significativa es que el benchmarking ha abandonado la órbita de las empresas y se está aplicando en estudios comparativos a niveles de agregación superiores. Como tal, el benchmarking está siendo utilizando por los analistas y académicos para estudiar las industrias en su conjunto y sectorialmente y comparar la competitividad dentro de una región dada o entre regiones (ver ejemplos citados más adelante).

Estos estudios de benchmarking examinan los factores que influyen en el rendimiento y que no son sólo elementos tangibles de rendimiento cuantificable sino también elementos intangibles que influyen enormemente en la eficiencia y competitividad de las empresas. Los factores cuantificables incluyen datos tales como retornos o inversiones, costes unitarios, margen de beneficios y otras cifras de carácter económico o financiero. Los elementos intangibles o elementos más difíciles de cuantificar, intentan valorar factores que también influyen en el rendimiento, como decisiones estratégicas sobre capacidad de construcción, formación y cultura organizativa, recursos en capital humano, estilos de gestión, etc.

A diferencia de otros estudios de competitividad más limitados y que normalmente sólo tienen en cuenta datos económicos y financieros, el benchmarking es un medio alternativo que incluye factores impulsores de la competitividad, prácticas operativas, prácticas de gestión y pautas de comportamiento organizativo de las empresas. Su poder reside en el manejo explícito de estos factores, cuya importancia se está subrayando cada vez más (estructuras organizativas, gestión de la tecnología, formación y entrenamiento del personal) y otras medidas intangibles que no son tan fáciles de cuantificar.

El objetivo global de estos estudios es dar una imagen más completa de la empresa y sus prácticas, en contraposición a otra imagen más restringida basada en datos puramente económicos, y en consecuencia extraer conclusiones útiles y por otra parte menos obvias, en relación con factores importantes que influyen en la competitividad y en ventajas comparativas, de las que los gestores - tanto de la empresa privada como del sector público - deberían ser conscientes.

Implicaciones políticas

¿Por qué el benchmarking tiene importancia para el debate político? No hay fórmulas sencillas ni un camino único para ayudar a la industria en el rápido proceso de cambio, pero lo que se ha hecho evidente para los responsables políticos es que determinados factores están siendo cada vez más importantes para la industria, aparte de los factores tradicionales económicos y financieros. El benchmarking, aunque no es un fin en sí mismo, puede proporcionar un conjunto de medidas sencillas que ayuden a los responsables políticos a identificar las tendencias en el rendimiento competitivo y pueden proporcionar una base para establecer objetivos, apoyados en una planificación adecuada para alcanzarlos.

En varios estudios recientes se ha presentado una descripción más completa de los agentes impulsores y otros factores que influyen en la competitividad. Los Indicadores de Competitividad de la OCDE, 1996, y Aumentando la Competitividad Europea, 1995 son ejemplos de esta clase de informes y ponen de manifiesto cómo las medidas tradicionales no bastan por sí mismas y es necesario considerar otros criterios. El Comité Consultivo para la Competitividad Europea, (Aumentando la Competitividad Europea, 1995), establecía que "el impulso hacia la competitividad debería ... fomentar estrategias de benchmarking para desarrollar nuevas oportunidades tecnológicas". Además, se sabe que la competitividad depende esencialmente de la capacidad para invertir en intangibles - conocimientos, destreza, creatividad - que forman la base para una mejor calidad de los trabajos.

Hay muchos ejemplos de hallazgos interesantes con implicaciones políticas. Un estudio sobre la gestión de la técnica del benchmarking en empresas con elevado presupuesto en I+D en Europa, USA y Japón (Roberts, 1995) indicaba que las empresas buscan actualmente recursos externos para apoyarse y están tendiendo en gran medida hacia la adquisición de tecnología en fuentes externas. Se resaltó en particular que las empresas están confiando cada vez más en las universidades para las actividades de investigación, mientras que dependen de acciones conjuntas y de alianzas con otras empresas para el desarrollo. Además, se llamó la atención sobre los diferentes modos en que esas empresas gestionan la actividad de I+D corporativa, en Japón la tendencia es a centralizar más (control corporativo) mientras que en los Estados Unidos y en Europa, se da el caso contrario. Por consiguiente, debería hacerse hincapié en ayudar a que las empresas consigan la cooperación en un entorno tan competitivo.

Otro punto interesante que se aborda en este estudio, al contrario de lo que se ha escrito en la mayoría de la literatura publicada es que en estas empresas la mayor prioridad en su estrategia tecnológica es adecuar la I+D a las necesidades del mercado (demanda) y no a la gestión de I+D con recursos limitados. No es un tema de recursos, sino más bien de saber determinar lo que quiere el cliente. Se observó, sin embargo, que las empresas europeas implicaban menos a sus clientes en los procesos de desarrollo del producto de lo que lo hacen las empresas estadounidenses y japonesas. Esto es importante para el reciente debate de la política de innovación en El Libro Verde sobre Innovación. Se destacó que la innovación no está relacionada linealmente con la I+D, sino que implica el desarrollo de recursos humanos, sensibilizando a las empresas para la inteligencia económica, adaptando mejor los productos a la demanda, etc.

Este último punto enlaza directamente con los hallazgos de una serie de estudios, Made in Europe, (Voss, et al. 1995) que examinaron empresas fabricantes en el Norte de Europa. Las empresas más bajas en puntuación, a menudo sufren lo que puede llamarse un "fallo en la cadena de suministro". Estas empresas necesitan comprender mejor y desarrollar estrategias que estén dirigidas hacia los clientes. No se trata simplemente de implantar prácticas empresariales para mejorar la productividad, reducir costes, etc. Se concluyó que allí donde la principal fuente de datos para alcanzar los mejores métodos dentro de la empresa es la cadena de suministro, debería asumirse que la mayor fuente de información para conseguir los mejores métodos de trabajo son los clientes. Esto significa que sólo cuando se dan unas relaciones de aprendizaje estrechas y continuas entre diseñador, fabricante, distribuidor y consumidor puede alcanzar una empresa altos niveles de rendimiento y por tanto ser más competitiva.

La naturaleza del mundo de los negocios de hoy ha transformado las bases de la competitividad industrial: un claro mandato competitivo es la exigencia de intensificar el papel primordial de los clientes y ello implica actuar sistemáticamente para incorporar la "voz del cliente" a la empresa. La investigación señala que las organizaciones de fabricación de nivel mundial están mejor capacitadas que sus competidoras para acomodar sus productos a las necesidades y apetencias de sus clientes. Alcanzar este objetivo requiere un intercambio continuo entre el cliente y el fabricante, diseñador y distribuidores.

Otro estudio, Fabricación de nivel mundial (Andersen Consulting, 1994) investigó las prácticas de gestión y rendimientos en la fabricación de piezas del automóvil en nueve países de todo el mundo - Japón, Estados Unidos, Canadá, México, Francia, Alemania, Italia, España y Reino Unido. El estudio reveló algunos datos interesantes apuntando que, al contrario de la idea comúnmente aceptada de que el rendimiento de nivel mundial en la industria del automóvil depende de la total implantación del sistema de producción tipo japonés, éste no era el caso en algunas empresas europeas de nivel mundial. Aunque los fabricantes a nivel mundial tienen la oportunidad de combinar conocimiento y aprendizaje de diferentes países, necesitan alcanzar un equilibrio entre los "métodos corporativos" y la situación local en la que operan. Esto se hizo evidente por el hecho de que las fábricas japonesas generalmente no lo están funcionando bien fuera del Japón y algunas fábricas europeas funcionan bien con métodos locales. El estudio llama la atención sobre el hecho de que los factores locales pueden jugar un importante papel en la mejora de resultados. Estos descubrimientos pueden tener implicaciones para las políticas regionales o locales y remarcan el hecho importante de que, dentro de Europa, las regiones tienen factores endógenos singulares de tipo cultural, social y otros que pueden requerir mayor atención.

Conclusiones

Desde el punto de vista de las empresas privadas, el benchmarking puede ayudarlas a conseguir los objetivos de mejorar la competitividad e incrementar los beneficios y ganancias, mejorando las prácticas empresariales, los procedimientos operativos, etc. En cualquier caso, para las autoridades públicas, más estudios de benchmarking desde el punto de vista académico o analítico, ayudan a tener una visión más amplia de la situación actual de la industria, aportando datos sobre lo que pueden ser los factores impulsores de la competencia en el futuro, y suministrando alguna información válida de fondo sobre la política que puede ser formulada.

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