Comportamiento ético/no ético en la empresa: revisión de los enfoques propuestos en la literatura para la mejora de su comprensión

AutorPablo Ruiz-Palomino
CargoDepartamento de Administración de Empresas, Área de Organización de Empresas, Universidad de Castilla-La Mancha
Páginas1-25

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1. Introducción

Durante las últimas décadas, la comunidad empresarial se ha visto invadida una y otra vez por determinados escándalos morales. Los escándalos protagonizados por grandes corporaciones norteamericanas como Andersen, Enron y WorldCom, se han visto complementadas por abusos morales también descubiertos por directivos de corporaciones europeas tales como la Royal Dutch/Shell y Parmalat. Es cierto, que debido a ello, y al impacto que estos desastres morales han supuesto en la sociedad –en términos de desconfianza, especialmente (Stevens, 1999)-, cada vez es más frecuente ver a la ética como un elemento inseparable de la agenda de directivos (Treviño y Nelson, 2004). Sin embargo, el interés que recibe la ética en estos momentos por parte

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de la comunidad empresarial requiere un mayor y mejor conocimiento sobre cómo promover el comportamiento ético entre los diferentes empleados de la empresa.

Así, pese a existir una amplia investigación sobre el tema -plasmada en el establecimiento de un gran número de modelos teóricos descriptivos sobre el proceso de toma de decisiones y comportamiento ético/no ético del empleado-, el conocimiento sigue siendo muy disperso y complejo en torno a la comprensión de las causas que inciden en el comportamiento ético/no ético del empleado. Es por ello necesario seguir trabajando para establecer mecanismos sobre los que agrupar factores bajo una misma denominación y naturaleza, de manera que con ello se permita mejorar la gestión de los directivos en torno al comportamiento y toma de decisiones ética/no ética de los empleados. Adoptando, por tanto, esta perspectiva, y con el propósito de avanzar en el conocimiento sobre la naturaleza de los factores que influyen en el comportamiento ético/no ético del empleado, en el siguiente trabajo realizaremos una revisión de los diferentes modelos teóricos que han sido elaborados en la literatura y que tienen un mayor impacto en la literatura sobre ética empresarial. De este modo se pretende, en primer lugar, establecer un marco de conocimiento profundo sobre todos aquellos aspectos que desde la literatura se han considerado importantes en la determinación del comportamiento ético/no ético del empleado, y en segundo lugar, a través de un cierto trabajo de síntesis, categorizar la diversidad de factores y mecanismos que influyen en todo el proceso de comportamiento y toma de decisiones éticas/no éticas.

2. Definiendo ética y comportamiento ético

Como paso previo a la revisión de los modelos teóricos elaborados en torno a comprender mejor el porqué del comportamiento ético/no ético del empleado, resulta necesario conocer qué se entiende por comportamiento ético. Así, mientras que ciertamente encontrar una definición clara y consensuada de la naturaleza de la ética ha sido un problema complejo para los filósofos morales, parece ser que ello ha podido suceder en parte por el exceso de especificidad impreso a la hora de definir la ética, logrando que la definición elaborada se ajuste perfectamente a una perspectiva ética concreta pero pierda, en cambio, la visión del resto de teorías sobre el fenómeno

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(Albert, Denise y Peterfreund, 1969)2. Así pues, el reconocimiento de los pormenores existentes en relación al intento de definir la ética a lo largo de la historia de la filosofía moral y el análisis realizado en lo que respecta a los diferentes enfoques morales desarrollados a lo largo de la historia, lleva a plantear una solución al problema que pasa por sostener una posición ecléctica, que tome en cuenta al unísono las principales teorías sobre ética que han sido desarrolladas hasta el momento: el enfoque teleológico –centrado en las consecuencias o el bien-, el enfoque deontológico-centrado en las obligaciones o las normas- y el enfoque de la virtud -centrado en la virtud-. Es a través de tomar en consideración estos tres teorías y sus elementos asociados (bien, norma y virtud) como se logra definir de una manera global e integradora el concepto de ética (Guillén, 2006; Fontrodona, Guillén y Rodríguez, 1998), una idea ésta ya compartida por el gran filósofo Aristóteles. En efecto, para Aristóteles cada uno de estos tres elementos se complementan en la comprensión del concepto de ética ya que el fin -identificado con la excelencia humana-, es el bien; la norma -la razón por buscar el bien-, es la guía; y la virtud-resultado del esfuerzo de la voluntad por practicar el bien- es su puesta en práctica (Guillén, 2006: 328).

Así, Aristóteles asume que el ser humano tiene capacidades inherentes que son las que verdaderamente constituyen el fundamento último de la ética y que las acciones son evaluadas en función de si éstas promueven o no/coinciden o entran en conflicto con tales capacidades (Gini, 2005). Como diría Aristóteles, al igual que una bellota, que tiene la potencialidad, no de convertirse en un olmo, cedro o roble pequeño, sino de convertirse en el roble más robusto posible, el ser humano tiene una serie de potencialidades inherentes a su persona que giran en torno a la perfección de la naturaleza humana o, dicho de otro modo, en torno a la excelencia (Gini, 2005). En su acción, por tanto, estriba su felicidad, pues aquélla siempre puede ser mejor, de manera que este poder llegar a ser se constituye en el deber ser que, a diferencia del deber kantiano, es resultado de la búsqueda del bien y que es el que determina la voluntad de la persona hacia su perfección (Guillén, 2006). Queda claro, entonces, que la teoría desarrollada por Aristóteles se presenta como una teoría integradora y global pues agrupa las diferentes dimensiones del fenómeno moral (teleológico, deontológico y

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virtud) que han sido profunda e indistintamente analizadas en la historia de la filosofía moral. En consecuencia, es tomando como base esta concepción tridimensional (ver figura 1), como podemos llegar a una definición lo más acertada, global e integradora posible sobre el concepto.

Así, podemos definir la ética como un tipo de saber práctico que quiere enseñarnos a obrar racionalmente bien en el conjunto de nuestra vida para conseguir lo máximo de ella (Cortina, 1994) y que pretende conducirnos hacia la excelencia y auto-perfección (Argandoña, 1999; Guarnizo, 2006). Consecuentemente, entonces, podemos definir el comportamiento ético, aplicable a cualquier ámbito específico de actuación humana –incluido el ámbito de la empresa-, como aquél que “contribuye al desarrollo de las cualidades propias del ser humano o lo que es lo mismo, cuando hace al individuo mejor persona” (Guillén, 2006: 4), de manera que sólo aquella actuación que incremente la calidad humana de quien lo ejecuta (Guillén, 2006) y contribuya al bienestar general de la sociedad (Guillén, 2006) puede considerarse como ético.

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3. Modelos teóricos sobre comportamiento ético/no ético en la empresa: una revisión de la literatura

Para conocer y comprender mejor cómo y porqué se sucede el comportamiento ético/no ético en la empresa, desde la literatura se ha incidido enormemente en la explicación y predicción del comportamiento real y efectivo del individuo en la empresa. Ello ha llevado a proponer diferentes y numerosos modelos teóricos sobre

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decisión y comportamiento ético/no ético en el ámbito de la empresa, a través de los cuales se ha tratado de comprender la naturaleza de la decisión y comportamiento ético/no ético del empleado cuando éste se enfrenta a dilemas morales, mostrando causas y efectos entre variables relacionadas. En concreto, estos modelos, o al menos gran parte de los mismos, se han centrado en describir los factores que influyen en el comportamiento y decisiones éticas/no éticas de los empleados.

Sintetizando, podemos incluir entre los modelos descriptivos más importantes, completos y que mejor guía han provisto a la comunidad científica, los siguientes: la teoría contingente de Ferrell y Gresham (1985), el modelo de Hunt y Vitell (1986, 1993), la perspectiva interaccionista de Treviño (1986), el modelo de Dubinsky y Loken (1989), el modelo integrado de Ferrell, Gresham y Fraedrich (1989), el marco teórico de Wotruba (1990), el modelo de Stead, Worrell y Stead (1990), el modelo de Fritzsche (1991) y, finalmente, el modelo de Jones (1991), el cual incide especialmente en definir el rol desempeñado por la naturaleza del asunto/dilema moral, introduciendo el concepto de intensidad moral e imprimiendo con ello un complemento perfecto al resto de modelos teóricos descriptivos elaborados hasta el momento.

El modelo contingente de Ferrell y Gresham (1985)

El primer modelo que expondremos es el de Ferrell y Gresham (1985) (figura 2), cuyos componentes principales incluyen factores individuales -conocimiento, valores, actitudes e intenciones- y factores organizacionales. Entre estos últimos, Ferrell y Gresham (1985) distinguen dos tipos:

Por un lado, menciona ciertos factores que hacen...

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