Representaciones de la madre: la madre de Woody Allen, la de Philip Roth, incluso la de Otto Weinenger (la madre judía)

AutorMaya Siminovich
Cargo del AutorGrupo Kóre de Estudios de Género
Páginas121-132

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La madre judía está representada a través de obras de ficción, también ensayos psicológicos, sociológicos y libros de chistes. La conocemos gracias a las películas de Woody Allen, por ejemplo, y a los libros de Philip Roth, quien arranca su Lamento de Portnoy del siguiente modo: "Estaba tan profundamente inmersa en mi consciencia que durante mi primer año de escuela creía que cada una de mis maestras era mi madre disfrazada. En cuanto sonaba el último timbre corría hacia casa preguntándome durante la carrera si lograría llegar a nuestro apartamento antes de que a ella le diera tiempo a transformarse. Cuando yo llegaba, ella, invariablemente, estaba ya en la cocina preparándome la leche con galletas. Este hecho, en lugar de hacerme renunciar a mis fantasías tan sólo intensificaba el respeto que sentía hacia sus poderes"1.

Así pues, la ubicuidad es uno de los "poderes" de esta madre con no pocas consecuencias para los hijos, durante su crecimiento y después como adultos, ya que la leyenda cuenta que la madre judía invade como una hidra todos los rincones de la existencia de los hijos. Se cuenta que aun estando en pañales se refiere a su hijo como "mi hijo el médico", "o mi hijo el

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ingeniero" o "mi hijo el abogado" y que cuando ya es médico, ingeniero o abogado su siguiente preocupación es encontrarle la esposa adecuada (si es una hija la preocupación es sólo una: encontrarle un marido rico). En la eventualidad de que el varón no logre ser médico, ingeniero o abogado, o en la contingencia de que la chica esté gorda y no se cuide, su progenitora le recordará su estatus de perdedor o perdedora, pero intentará igualmente encontrarle un cónyuge adecuado.

Además de la ubicuidad, la madre judía utiliza el poder de la culpa para lograr sus propósitos. Esto queda explicado a través de este viejo chiste: "¿Cómo cambia una bombilla una madre judía? Diciendo con voz lastimera (y acento yidish) "no, no os preocupéis, me quedaré aquí sentada sola, en la oscuridad..."

Además de omnipresente, chantajista e intervencionista, es también pesimista. Aunque ella lo llama realista. La sobreprotección a los hijos se debe, entre otras cosas, a su creencia de que todo en el mundo exterior es peligroso y toda acción es susceptible de ocasionar catástrofes. Según esta misma leyenda, la madre judía también está convencida de que fuera de su casa todo lo que hay es un desierto sin comida ni bebida, por eso ha de proveer a su prole de alimento cuando van al colegio, a sacar a pasear al perro o a trabajar al despacho de ingenieros, al hospital o al bufete de abogados...

I Ingenieros, médicos, abogados. víctimas masculinas de la madre exorbitada

El invento del estereotipo de esta madre judía en particular, dominante y grotesca, es un constructo cultural desarrollado por escritores varones norteamericanos durante la segunda mitad del siglo veinte, coincidiendo con la segunda ola de feminismo en aquel país. El estereotipo de la madre, transmitido a través de la cultura popular y con el crédito que le

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proporcionaron académicos tratándolo en las universidades, se convirtió en una metáfora reconocida de una madre entrometida, quejosa y provocadora de culpa. Las feministas del momento, entre otras cosas, esperaban acabar con los estereotipos negativos exponiendo la misoginia que se ocultaba tras ellos, sin embargo, la representación de la madre judía como una molesta guardiana de la identidad étnica al mismo tiempo que la personificación de los peores atributos de esa identidad, continuó fluyendo en nuevas versiones de las plumas de los cómicos judíos de la diáspora.

Pero antes que eso, durante los años cuarenta y cincuenta, la antropóloga Margaret Mead investigó a los inmigrantes que llegaban del shtetel a Nueva York, y a través de sus 128 entre-vistas a judíos europeos descubrió un panorama amplio con diversas estructuras familiares y experiencias. Sin embargo, las publicaciones que se derivaron del estudio y muchas de las citas en los medios de comunicación desembocaron en el estereotipo de la madre judía.

Y aún antes, según explica Joyce Antler en su libro You never call! You never write!2, durante la primera gran migración de judíos del Este de Europa a Estados Unidos, entre los años 1880 y 1920, los nuevos autores del shtetel como I.L. Peretz, Sholem Aleichem y Mendele Mokher Seforim, apuntaban sus sátiras hacia las costumbres anticuadas de los hombres y ya no hacia las debilidades de las madres. Sin embargo más adelante, durante el cataclísmico período asociado con la transición hacia la modernidad, la imagen y el papel de la madre judía se des-sentimentalizan y adquieren las proporciones desproporcionadas de la madre judía.

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¿Tendrá que ver la diáspora con la resistencia del estereotipo?

En la diáspora el judío es el Otro del cristiano; y ese Otro varón del cristiano antagoniza con su Otra particular, la mujer, estereotipándola y así, tal vez, distinguiéndola de las otras Otras del contexto. Cabe pensar que en el proceso de asimilación, los autores judíos norteamericanos parodiaban las viejas costumbres, el viejo mundo y su representación caricaturizada en la madre exagerada como un mecanismo asimilatorio.

Sin embargo en Israel, en el hogar judío, el hogar del Otro, la madre judía no es un concepto que se diluye...

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