Redes de personas, Internet y la lógica de la abundancia: un paseo por la Nueva Economía.

AutorJuan Urrutia
CargoCatedrático. Presidente del Consejo Social de la Universidad Carlos III de Madrid. Presidente del Consejo Editorial de Expansión y Actualidad Económica
Páginas11-34
  1. INTRODUCCIÓN Y MOTIVACIÓN: LA NUEVA ECONOMÍA Y SUS DETRACTORES

    Si queremos tener una idea cabal de la importancia económica de las redes de personas es conveniente enmarcar la cuestión dentro del contexto de lo que ha dado en llamarse la Nueva Economía. Este es un concepto resbaladizo que sin embargo hay que tratar de captar si queremos entender muchos acontecimientos del último lustro del 2000 y pretendemos avizorar el futuro económico que nos espera. La tarea no es, sin embargo, fácil a pesar de que el término es de uso corriente en los Estados Unidos desde hace no menos de cuatro años y entre nosotros desde hace al menos unos dos. Y no es fácil porque ningún economista con nombre reconocible y reputación respetable reivindica su autoría y, en consecuencia, no sabemos a donde volver la atención para caracterizar esta Nueva Economía. Sin embargo, la Nueva Economía inunda la páginas de sus periódicos, el hombre de la calle se malicia que algo nuevo está surgiendo a través de Internet y los entendidos, ade-

    más de explorar sus aspectos más evidentes relativos a cambios

    en la productividad o a singularidades en la formación de los precios, no tienen más remedio que referirse a ella como fenóme-

    no curioso, aunque sólo sea para afirmar que la economía es la economía y que sus leyes básicas no parece que vayan a ser superadas 1. En relación con este aspecto de fenómeno curioso, hay que decir que, si bien es cierto que esta Nueva Economía no quiere romper con desarrollos teóricos bien establecidos, no es menos es cierto que pone en juego algo todavía mucho más básico: la noción clásica de que el desarrollo económico tiene su final, poco brillante, en un estado estacionario en el que ya nada relevante crece. Que pueda pensarse en un crecimiento continuo de la renta per capita, tal como sugiere la Nueva Economía, justifica parte del título de este trabajo (la relativa a la lógica de la abundancia) y constituye una novedad rigurosa cuyos orígenes pueden ser examinados brevemente.

    Las ideas más corrientes que tratan de explicar que la abundancia es posible giran alrededor de la intuición de que el crecimiento incuba más crecimiento. Esto es así, bien porque el desarrollo activa algún factor oculto que produce rendimientos crecientes en la producción de bienes, bien porque este desarrollo potencia unas externalidades generalizadas que acaban generando un círculo virtuoso. En efecto, la competencia generalizada en mercados cada vez más libres, la globalización de los mercados de capitales y su mayor transparencia, la consolidación del «venture capital», así como la reducción dramática de los costes de transacción que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) traen consigo, han liberado fuerzas creativas antes aprisionadas. Este último factor tecnológico [acquisition, processing and transformation, and distribution of information (Nordhaus 2000c)], es para muchos el signo distintivo de la Nueva Economía y adquiere su importancia en conexión con esas externalidades que se dan cuando el coste de producir algo en una empresa cae con el nivel de producción de ese algo por todas las empresas. Estas externalidades, vistas desde la parte de la oferta, son bien conocidas en la vieja economía a partir, entre otras, de esa antigua idea del aprendizaje por la experiencia que nos alerta de la dependencia de la estructura de costes de fabricación de un avión, por ejemplo, respecto al número de aviones fabricados con anterioridad. Tam-

    bién son propias de la vieja economía algunos otros efectos que

    generan rendimientos crecientes en sectores organizados en red. Pero lo más propio de la Nueva Economía son las externalidades que generan rendimientos crecientes, pero desde el lado de la demanda. Por ejemplo, la utilización del teléfono es tanto más conveniente para una persona dada cuanto más teléfonos hay instalados de forma que cuantos más de estos hay, mayor es la demanda de los que no lo tienen y el coste unitario de producción puede disminuir.

    Pues bien, a mi juicio la idea central de la Nueva Economía es que estas externalidades, denominadas respectivamente «aprendizaje por la experiencia» y «efecto red», y especialmente este último, adquieren una importancia crucial en presencia del desarrollo de las TIC. En efecto cualquier cosa que puede ser reducida a bits y comprimida para su transporte por la Red (y la información sobre cómo construir aviones así como la comunicación de datos entre miembros de una red telefonía son dos ejemplos paradigmáticos) puede ser reproducida a coste prácticamente nulo. Y son estos rendimientos crecientes a escala consecuentes, por ejemplo, al «efecto red» los que están en el origen de la posibilidad del crecimiento continuo (con independencia de la dificultad que las correspondientes no-convexidades plantean a los teóricos a efectos de probar existencia de equilibrio).

    Se ha llegado a decir que estamos pasando de la lógica de escasez propia de la vieja economía a la lógica de la abundancia propia de la Nueva Economía y que este paso habrá de traer consecuencias sobre las estrategias empresariales, sobre las formas de gestión y sobre la política de competencia, ideas estas últimas que aparecen magníficamente expuestas en Information Rules de Shapiro y Varian (1999) que es para los economistas la Biblia de la Nueva Economía.

    El objetivo principal de este trabajo es precisamente el de clarificar esta idea central de la Nueva Economía a partir de ideas muy básicas de Teoría Económica y del hecho, generalmente pasado por alto, de que el Netweaving (o actividad de tejer redes) que la generalización de internet hace posible, puede reforzar ese «efecto red» que podría estar, junto con otras externalidades, en el origen de la Nueva Economía 2. Pero este objetivo principal no es el único. De hecho la motivación para tratar de explorar la lógica de la abundancia propia de la Nueva Economía, surge de la reacción de muchos economistas contra la Nueva Economía en cuanto ésta ha empezado a dar signo de debilidad. Hacer ver con claridad que esta reacción es poco razonable constituye el objetivo secundario de este trabajo y, para enmarcarlo, comenzaré por admitir que, desde luego, la Nueva Economía tiene algo de mito; pero de mito eficaz. En efecto, ni siquiera la información, que es el ejemplo elemental de bien comprimible en la red y cuya producción puede, en principio, ser aumentada infinitamente (pues cabe siempre la información sobre la información... sobre la información), puede ser demandada en grandes cantidades ya que choca con la capacidad de asimilación del cerebro humano. Pero el mito influye en la realidad. El saber que se puede retrasar el advenimiento del estado estacionario produce la misma euforia que saber que se alarga la esperanza de vida de nuestra cohorte poblacional. Y esta euforia tiene el efecto inmediato de alargar el horizonte de cálculo de los agentes económicos. Este alargamiento, a su vez, genera una revalorización brutal de algunas empresas en Bolsa y un tono general positivo que, a su vez, y por el efecto riqueza, sostiene un incremento de la demanda agregada que puede ser satisfecho, sin presión sobre los precios, debido al incremento en productividad propio de los rendimientos crecientes. Este mito eficaz explica los resultados de la era Clinton en los Estados Unidos. Sin embargo, la euforia bolsística en que se traducía este fenómeno de la Nueva Economía se viene desinflando desde hace un año lo que explica la reacción de los agoreros. Pues bien esa reacción esté equivocada porque ignora aspectos que yo pretendo destacar.

    Para alcanzar los dos objetivos reseñados seguiré la siguiente estrategia. En la siguiente sección trataré de mostrar cómo la actividad de Netweaving puede incrementar la productividad del sistema económico, no por la reducción de los costes de transacción sino por el incremento de output que se producirá cuando la proliferación de redes nos lleve en el límite a una situación de competencia perfecta. En la sección tercera trato de poner de manifiesto la complicada relación que, a través de las redes de personas, se establece entre identidad y confianza mutua, algo muy a tener en cuenta para juzgar el futuro de la Nueva Economía y de las consecuencias e implicaciones que a ésta se atribuyen. En la sección cuarta y quinta tengo en cuenta los efectos de esa complicada dinámica de la confianza mutua sobre las estrategias y formas de gestión empresariales y sobre la política de la competencia respectivamente. En la sección sexta exploro las posibles consecuencias de las ideas anteriores para el debate sobre la paradoja de la productividad, para las ideas sobre el ciclo económico y para la polémica sobre la distribución. En la última sección resumo las conclusiones y destaco su fundamento teórico.

  2. LA POTENCIA DE INTERNET

    Acabo de sugerir que mediante el uso de las TIC se puede generar un continuo crecimiento no inflacionario del output per cápita a través de externalidades producidas por diversos efectos (entre los que destaca el «efecto red») que permiten la existencia de rendimientos crecientes a escala y generan el consiguiente incremento en la productividad del sistema económico. Pues bien este incremento de la relación output/trabajo puede alcanzarse mediante una reducción del denominador o mediante un incremento del numerador y del contraste entre ambas vías aprendemos una lección interesante.

    La utilización sistemática de las TIC disminuye significativamente los costes de transacción y, por consiguiente, disminuye el coste de generar el output, es decir el denominador del output per capita cuando el trabajo se mide en términos de eficiencia. Que esto es así lo observamos al darnos cuenta de que las empresas en general están comprando en el mercado lo que antes producían internamente y de que incluso están cambiando su naturaleza. Para una empresa eléctrica puede ser más inteligente dejar de producir y concentrarse en...

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