La polémica entre Sevilla y Cádiz por el comercio de Indias

AutorIlmo. Sr. D. Vicente Romero Muñoz
Páginas549-571

Page 551

El regreso de Colón en 1493, con la certeza del Descubrimiento, abrió en Castilla unas expectativas vitales y mercantiles, que se polarizan en las dos ciudades andaluzas más adecuadas para encabezar el comercio de Indias: Sevilla y Cádiz.

Ambas habían mantenido contactos durante siglos anteriores con África, Portugal y resto de Europa, recientemente con las Islas Canarias (1480). Estaban situadas en el sur, con magníficos puertos, que serían plataformas de lanzamiento, y eran de dominio real, a diferencia de otras ciudades o puertos de titularidad nobiliaria, más exigentes y exclusivistas.

I Territorio y Población

El Reino de Sevilla tenía entonces 32.000 Km. cuadrados, comprendiendo las actuales provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. Sevilla, con 40 ó 50.000 habitantes era la mayor ciudad de España. Cerca, Jerez de la Frontera, podía contar 10.000. Cádiz, carece de término municipal, siendo una ciudad exclusivamente navegante y pesquera, no llegaba a cinco mil habitantes.

Sevilla, es centro de una rica región agrícola, productora de vino y cereales, y cruce de diversas rutas al centro y sur. Único puerto interior de la península, al abrigo de temporales y piratería, comercia con todo el mundo conocido, si bien los principales agentes son genoveses o venecianos, que aún teniendo prohibida su

Page 552

intervención, actuaban a través de familiares, criados o factores mercantiles, con poder expreso.

Cádiz, por su parte, es una ciudad impar de cara al Atlántico, la más antigua de Occidente que abre paso a una bahía interior, rodeada de pequeñas poblaciones, dedicadas como la capital a la pesca o al cabotaje, de exclusiva vocación comercial y marinera. Tenía almojarifazgo y empezó a liquidar con una Tabla de Indias1.

Ante las dificultades que entrañaba la propiedad nobiliaria de sus puertos, los Reyes Católicos fundaron en el centro de su bahía, Puerto Real en 1480, para tener libertad de movimientos.

La otra provincia del sur, Huelva, tenía también magníficas posibilidades, y sus puertos estaban acreditados desde los tiempos más remotos, pero siempre se sintió más sevillana que gaditana.

II Los Navegantes: La Casa de la Contratación

A partir del Descubrimiento de América, al tradicional gremio de mercaderes, de honda raigambre en Sevilla, se fue uniendo un grupo que comenzaba a enviar y recibir mercancías de las nuevas tierras. Recibió el nombre de Cargadores de Indias, una actividad específica, que pronto adquiriría importancia económica y social. Al igual que todos los comerciantes, se reunían en las gradas de la catedral y en caso de inclemencias meteorológicas, se refugiaban en las naves del templo, molestando a los asistentes al culto.

Por lo que respecta al comercio de Indias, el primer viaje de Colón, se hizo en la forma pactada en Santa Fe, con las dos carabelas de los hermanos Pinzón, y una nao, propiedad de Juan de la Cosa que el visionario bautizó como Santa María, pero una vez regresó en "La Niña" y Martín Alonso Pinzón en "La Pinta", en 1493, con las pruebas fehacientes del descubrimiento, los Reyes autorizaron una segunda expedición patrocinada por el Duque de Medina Sidonia con 17 buques y 1.500 hombres que salió de Cádiz (puerto preferido de Colón) y aún hubo otra tercera que partió de Sanlúcar en 1498, bajo el mando del Almirante que regresó en 1500, con la doble condición de acusado por desórdenes y descubridor del Orinoco. Los Reyes consideran preciso revisar las Capitulaciones de Santa Fe.

Cuando Colón negociaba con la Reina de Castilla, sabía más de lo que aparentaba, no queriendo descubrir a tantos la totalidad de sus secretos. Al regreso de sus viajes, obligado a justificarse, aparenta más de lo que sabe, temiendo por otra parte

Page 553

que sus competidores descubriesen el continente que su intuición o sus informaciones le predecían.

Los cuatro viajes de Colón fueron pactados directamente con la Corona, sin intervención de la Casa de la Contratación, ni siquiera los últimos. Para el tercero, no encontró tripulación dado su fama de ambicioso y arbitrario. El retorno del viaje -destituido y procesado- no puso fin a los sueños del Gran Navegante. Todavía consiguió en 1502 un cuarto viaje, con tres carabelas y regresó ya enfermo en 1504, habiendo explorado Honduras, Panamá y Veragua.

Entretanto, los Reyes habían decidido romper el monopolio colombino, auto-rizando las salidas de Vicente Yáñez Pinzón, Alonso de Ojeda y Diego de Lepe en 1499 y 1500.

En 1501 salen Rodrigo Bastida y media docena de expediciones más. El prestigio de los navegantes atrae a numerosos voluntarios, ansiosos de fama, de riqueza, de encontrar la fuente de la eterna juventud, eldorado, etc., todos los mitos anti-guos actualizados. Sevilla puerto y puerta de las Indias. Era la hora de la fantasía. Muchos modestos patrimonios se invirtieron en carabelas. Gente joven, familias completas rumbo a lo desconocido con mas ilusiones que planificación. Partían también de los puertos de Cádiz y Huelva.

Para controlar ese afán de aventuras, los Reyes Católicos designan Sevilla como único puerto de entrada y salida y crean la Casa de la Contratación en 1503. Su cometido era el tráfico marítimo y comercial con las nuevas tierras. Radicaría en Sevilla, en el Alcázar del Rey, concretamente en el Cuarto de Almirantes, si bien posteriormente se le añadió una finca contigua para darle salida independiente por la Plaza de la Contratación. La elección de Sevilla no era caprichosa, por ser puerto seguro y cabeza de una rica región agrícola exenta de jurisdicciones nobiliarias.

Entre sus cometidos estaban además de controlar el comercio con las Indias, regular la emigración, autorizar las flotas, depositar mercancías y ocuparse de la participación del Rey. Su primer gestor fue el arcediano Juan Rodríguez de Fonseca, persona de confianza de los Reyes Católicos, luego elevado a las sedes episcopales de Badajoz, Palencia y Burgos. Aunque Colón nunca quiso tratar con él, sino con la Corona. Después fue regida por un Factor, Tesorero y Escribano-Contador, todos de nombramiento real. Felipe II en 1557 crea el cargo de Presidente, para coordinarlos.

A medida que la experiencia lo demanda, la Casa de la Contratación va endure-ciendo los requisitos para permitir salida de flotas. Se crea el cargo de piloto mayor para Américo Vespuccio en 1508 y le siguen Juan de la Cosa, Juan Díaz de Solís, Vicente Yánez Pinzón, etc. que también son cartógrafos e imparten enseñanzas del arte de navegar. Luego, habría una cátedra de navegación y una Universidad de Mareantes. La protección militar a la flota fue necesaria por los ataques piratas de

Page 554

otras naciones europeas. Las expediciones a Panamá eran amparadas por ocho o doce galeones. El regreso se hacía desde la Habana en el mes de Abril.

La Casa disponía de cartas marítimas, con longitud, latitud, profundidad de las aguas, corrientes, etc. y desviación de la aguja magnética, que se facilitaban a los navegantes a condición de que las devolviesen rectificadas. De este modo se perfeccionaba la cartografía.

Su competencia en materia mercantil y aún criminal está descrita en las ordenanzas de 1552, con más de doscientos artículos. Tenía fiscal adscrito y en 1553 un Juez-Asesor. En 1583 se constituyó una Sala de Justicia y a partir de 1596, fue dotada de tres jueces, que actuaban en dos Salas: de Administración y de Justicia, con un Presidente común. Este último actuaba en todos los procesos criminales sin límite de jurisdicción territorial en cuantía inferior a 600.000 maravedíes sin poder imponer penas de muerte, confiscación o mutilación -reservado a la Corona-. Fueron impresas en 1585 y se integraron en el Libro IX de la Recopilación de las Leyes de Indias en 1680. Sus métodos, dice Haring2, eran sencillos pero eficaces.

Para desarrollar sus funciones, la Casa de la Contratación de Sevilla en 1537 creaba el Juzgado de Cádiz, como una avanzadilla judicial. En 1598 se autorizó a los navíos que importasen azúcar o cueros, para descargar en Cádiz y en 1601 a los barcos que llegasen en malas condiciones para remontar el Guadalquivir. Ello obligó el desplazamiento de funcionarios y empezaron a hacerse también operaciones de carga o descarga en detrimento de Sevilla. De hecho un tercio del tonelaje de los barcos se reservaba consuetudinariamente a la capital gaditana. Es momento de aclarar que tonelaje procede del número de toneles que, a modo de contenedores, puede cargar un navío.

III La Navegación

Desde finales de la Edad Media, aparece en los mares, la carabela, airosa embarcación de dos o tres palos, con dos castilletes, muy marinera, que suele llevar de reata un bajel o chalupa, para desembarcos. Con apenas cien toneladas de registro bruto, cubre fácilmente las costas de Europa y África. Por encima, están las naos, fragatas, carracas, urcas y sobre todo, los galeones, que pueden sobrepasar las mil toneladas.

Puede decirse que tanto Sevilla como Cádiz estuvieron ilusionadas con el tráfico de Indias, por otra parte, muy inseguro, por depender de las guerras, las tormen-

Page 555

tas, los piratas, etc., Cádiz se hizo pronto de una Tabla de Indias que le servía para despachar. Sevilla lograría después el monopolio con la Casa de Contratación.

Los barcos navegaban preferentemente en flotas. La capitana en cabeza, marcando tiempos y rumbos; La almiranta, en último lugar, cerrando la formación. En principio no había buques de guerra. Mas la necesidad obligó a artillar galeones y poner a su mando marinos experimentados.

Las naves se cargaban calculando el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR