Paul Ourliac y los historiadores del Derecho en España a través de su correspondencia

AutorManuel J. Peláez
Páginas665-671

Page 665

La muerte de Paul Ourliac no puede pasar desapercibida entre los historiadores del Derecho españoles como si se tratase de algo pasajero, por varias razones, pero singularmente por dos de ellas. La primera es que Ourliac es uno de los más grandes iushistoriadores del siglo XX, precisamente en Francia, la nación por antonomasia en lo que a los estudios históricos e histórico-jurí-dicos en particular se refiere. La segunda obedece a la especial vinculación que Ourliac mantuvo con nuestro país, la cual le permitió colaborar en varias empresas científicas españolas y participar en diversos homenajes, junto a haberse hecho eco en la Revue historique du droit francais et étranger, en los Annales de la Faculté de droit et des sciences économiques de Toulouse y en la Tijdschrift voor Rechtsgeschiedenis de algunos de los resultados a que habían llegado las investigaciones de autores españoles.

Conocedor y estudioso de los Fors de Béarn, se preocupó de analizar para una colaboración suya en el Anuario del año 1953, pp. 642-654, «Las costumbres del Sudoeste de Francia», aunque su obra magna al respecto tardaría muchos años todavía en llegar, Les Fors anciens de Béarn, en maridaje científico con Monique Gilíes, publicada en París por el Centre National de la Recherche Scientifique, 1990, en un volumen de 738 páginas. Colaboró también en España en los homenajes a Ramón d'Abadal i de Vinyals («L'ancien droit des Pyrénées», en Studies in Román Law and Legal History in Honour of Ramón d'Abadal i de Vinyals on the Occasion ofthe Centenary, Barcelona, pp. 151-173), a Alvaro d'Ors («La parole et l'écriture dans les fors de Béarn», en Estudios de Derecho Romano en honor de Alvaro d'Ors, Pamplona, 1987, pp. 961-979), a Ferran Valls i Taberner («La justice et la paix dans les fors de Béarn», en Fundamentos culturales de la paz en Europa, vol. II, EstudiosPage 666 interdisciplinares en homenaje a Fernando Valls Taberner con ocasión del centenario de su nacimiento, Barcelona, 1986, pp. 387-405), a José Orlandis Rovira («La pratique et la loi. Note sur les actes trancáis et catalans du Xéme siécle», en Orlandis 70: Estudios de Derecho Privado y Penal Romano, Feudal y Burgués, Barcelona, 1988, pp. 93-118) y a Gonzalo Martínez Diez («Les fors de Bigorre», en Estudios de Historia del Derecho europeo. Homenaje al profesor G. Martínez Diez, vol. I, Madrid, 1994, pp. 191-206). No lo hizo en el de Lalinde Abadía, fundamentalmente por tratarse de una temática de Derecho público que se le antojaba algo lejana («j'ai un peu délaissé le droit public pour le droit privé et craindrais de ne pouvoir vous donner un article qui soit digne du jubilaire», en ll-VÜ-1988) y tampoco apareció en Una oferta científica iushistórica internacional al doctor J. M. Font i Rius por sus ocho lustros de docencia universitaria, Barcelona, 1985, ya que tanto Jesús Fernández Viladrich como yo no caimos en la cuenta de invitarle.

Con Valls trabó sus primeros contactos en París, a través de la Société d'Histoire du Droit, volviendo a encontrarse con él en Roma en 1933 y luego en 1936-37, mientras el primero estaba en el exilio y Ourliac ampliaba sus estudios en la ciudad eterna. En los años treinta, «Valls Taberner venait sou-vent aux réunions de la Société; manifestement, il se plaisait dans ce milieu qu'il connaissait bien et qui lui marquait beaucoup de sympathie et une tres grande considération. II en imposait par sa prestance, par ses travaux, mais aussi par ses interventions. II était fort lié avec Paul Fournier qui suivait de fort prés ses recherches sur les canonistes catalans et á qui il fit hommage du bel article publié dans les Mélanges qui lui furent offerts par la Société (se refiere aquí Ourliac a F. Valls, «Le juriste catalán Pierre de Cardona, cardinal de l'Église romaine sous Alexandre III», en Melantes Paul Fournier, Paris, 1929, pp. 743-746). Sachant que j'étais eleve de l'Ecole de charles (dont il avait suivi un moment les cours, avec l'abbé Tarré) et que je faissais ma thése sur le droit du midi, Valls Taberner m'avait fort amaiblement prodigué ses conseils et je lui en avais beaucoup de reconnaissance. Je quittai en 1936 Paris pour Rome et j'eus la surprise -sans doute dans l'hiver 1937-38- de le retrouver aux Archives du Vatican. II avait toujours la méme gentilesse...

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