Las Novelas y la escuela. Vidas de textos y biografía (colectiva) de la Historische Rechtsschule

AutorEsteban Conde Naranjo
Páginas243-261

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    Traducción de Cristina Vano, "La Scuola Storica tedesca, le Novelle e un appun-to ritrovato: 'nuovi' approcci alia tradizione dei testi", en Luca Loschiavo y otros, Novellae Constitutiones. L'ultima legislazione di Giustiniano tra Oriente e Occidente da Tribonia-no a Savigny, Napoli, Ed. Scientifiche Italiane, 2011, 303-320.
I Presentación

Muchos cánones de investigación, metodologías de estudio y técnicas de edición, puestos a punto en la Alemania del primer cuarto del siglo XIX y fijados en límpidas fórmulas por Savigny en su modo de aproximación a la tradición medieval impresa y manuscrita de las fuentes justinianeas, resultan sorprendentemente persistentes y siguen en uso por la historiografía jurídica hasta nuestros días1. "Die Rechtsgeschichte des Mittelalters, deren Begriff hier begrundet worden ist", la Historia del derecho medieval entendida como disciplina, de la que, con tales palabras, Savigny se atri yó sin más la paternidad, permanece en resumen bastante fiel a ciertas prescripciones del fundador2.

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Esta simple constatación, unida a otra, que ha visto en los últimos decenios alejarse cada vez más los caminos de la historia del derecho medieval y los de la historia del derecho moderno, ha sugerido la idea de que bien podría intentarse poner en relación, al respecto de objetos precisos, las competencias hasta ahora "separadas" de medievalistas y contempo-raneístas, con un doble objetivo: de un lado, hacer más intelegible el paradigma disciplinar en cuyo seno, con razón o sin ella, siguen moviéndose investigaciones complejas y eruditas de las fuentes medievales; de otro lado, relanzar algunas perspectivas de estudio sobre la Forschungsgeschichte y la Wissenschaftsgeschichte que nos suministren intrumentos para conocer mejor las dinámicas de construcción de los saberes jurídicos en el siglo XIX (la historia del derecho medieval entre ellos). Evidenciando y poniendo en valor algunos "estratos" de la pesquisa medievística acaso podamos responder, en último análisis, a interrogantes más generales de la historia cultural del derecho3.

Las vidas de textos que promete el título de este breve trabajo se refieren, pues, a dos planos distintos: en cuanto al contenido, quisieran destacar -ilustrando algún matiz- el carácter basilar y resistente de la impostación savignyana de la investigación histórico-jurídica relativa a las fuentes antiguas y medievales, así como la carga de novedad radical que tuvo en su tiempo4; en el plano prospectivo aluden a una idea de cola-

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boración sobre la que se ha montado hace poco un ambicioso proyecto de carácter más bien instrumental que, girando sobre el estudio de manuscritos jurídicos medievales, intenta combinar competencias diversas5. Ahí ha encontrado su lugar, entre otras cosas, un núcleo temático dedicado al Authenticum que atiende especialmente a su tradición manuscrita preac-cursiana y a la historia de los estudios que de ella se ocuparon. Las líneas que siguen han nacido de algunos datos recopilados y organizados en el marco de tal investigación.

II Un apunte decimonónico (como tantos otros) en un manuscrito medieval del authenticum

Pasando las hojas de un manuscrito miniado que se conserva en la Biblioteca universitaria de San Petersburgo, datable en la segunda mitad del siglo XII, con el texto del Authenticum glosado en época preacur-

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siana6, al final del códice, tras un pergamino decorado con una hermosa Imago Christi de corte bizantino, aparecen dos folios sueltos de papel, también manuscritos, de un tiempo muy posterior. Con anotaciones en alemán, compiladas pulcramente en cursiva fraktur y bajo el enunciado, un poco a modo de título, "Codex Manuscriptus Authenticorum", describen de manera esquemática el contenido y varias características del texto al que van unidos7. Se trata de notas anónimas y sin fecha, que sin embargo pueden adscribirse a simple vista al circuito de la Escuela histórica alemana y, en particular, a la intensa labor realizada por sus miembros en la catalogación y análisis de testimonios manuscritos o viejas ediciones de obras jurídicas, no sólo para fines personales de estudio, sino casi siempre también con propósitos ulteriores, más generales.

Hay que recordar que desde inicios del siglo XIX, acompañando al programa y las actividades de la Escuela histórica8, se había abierto paso la convicción de la necesidad de proceder a una recuperación sistemática del mayor número posible de manuscritos y ediciones para contar con versiones "correctas" y precisar la historia de la tradición de los textos, al objeto de lograr un cuadro, lo más completo y fiable que fuera posible, de las fuentes históricas del derecho. Si algo antes, las bibliografías y la historia literaria de Christian Gottlieb Haubold y el río de manuales e índices producidos por Gustav Hugo representaron importantes intentos en esa dirección9, si la Geschichte de Savigny constituyó finalmente el ar-

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quetipo, desde luego no se trataba de unos objetivos de logro instantáneo ni individual.

El precio de la Einsamkeit en esta clase de trabajos fue oportuna y lúcidamente calculado en las "enormes dificultades" que separarían del "éxito". Savigny intuyó y anotó el único remedio: «so ist die allmáhliche Ergánzung des fehlenden nur von den vereinten und anhaltenden Sorgfalt Vieler zu erwarten» ("la paulatina integración de lo que falta tan sólo puede esperarse del esfuerzo colectivo y constante de muchos investigadores"). Era indispensable contar con múltiples aportaciones, ya fuera para aumentar el potencial cuantitativo de una investigación que parecía dificilísima sobre todo en relación a las fuentes medievales, ya fuera para mantener vivo el cotejo, el disenso, el control recíproco de los resultados10.

El estudio de los archivos y los epistolarios de los juristas de la Escuela histórica, Savigny principalmente, tan intenso en los últimos decenios, más allá de la diversidad de propósitos y métodos de los especialistas11 nos ha enseñado que sus indicaciones no sólo se quedaron en buenos deseos. Por el contrario, produjeron un cambio sustancial en la forma de entender y realizar las investigaciones mismas, progresivamente llevadas y coordinadas con la adopción de métodos comunes que transformaron búsquedas aisladas en verdaderas exploraciones sistemáticas y organizadas. Si tenemos presente este aspecto al leer las dedicatorias, los prólogos, las notas de manuales y aparatos críticos de ediciones, las portadas de

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más y menos célebres empresas vinculadas a cierto autor, encontraremos una multitud de nombres pertenecientes a otros juristas y filólogos de la Escuela. Hoy parece claro que reconstruyendo los contactos, persiguiendo el intercambio de libros, manuscritos y noticias, ojeando cartas y considerando el modo en que la correspondencia era utilizada, copiada, coleccionada y archivada, nos encontramos en condiciones de simular el funcionamiento del sistema circulatorio que mantenía unida la Escuela: una potente máquina operativa que hizo posible proponer y, con frecuencia, conseguir metas y objetivos comunes y colectivos12 y, al mismo tiempo, ejecutar poco a poco partes singulares del ambiciosísimo proyecto savig-niano de restituir en su totalidad y "autenticidad" el corpus de las fuentes. La progresiva mejora de la organización de la investigación fundada sobre la gemeischaftliche Arbeit se tradujo en una serie de consecuencias prácticas, entre otras la producción de una masa infinita de apuntes con transcripciones y descripciones de manuscritos que debían constituir las teselas diminutas del imponente mosaico en construcción. Teselas que se cortaban según criterios precisos para que pudieran encajar en el diseño del conjunto. Por eso fue necesario adoptar unas directrices uniformes. Savigny, sobre todo, se encargó de dictarlas, y a veces con sorprendente penetración: sus minuciosas instrucciones se distribuían de varias maneras entre los colegas y los colaboradores - a veces ad personam13, a veces

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como cartas circulares que especificaban los standards exigidos por la tipología de la fuente a describir, manuscrita14 o impresa15. Con frecuencia reproducidas, esas instrucciones pasaban de un destinatario a otro y en algún caso terminaron por encontrar un lugar en las bibliotecas a disposición de cuantos las visitaran en viaje de estudios: de modo que sucedía, valga el ejemplo, que un Friedrich Clossius, buscando palimpsestos en San Petersburgo, pudiese un buen día reconocer de un vistazo «la caligrafía» de Savigny en una «Vorschrift» que estaba allí mismo, donde se

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explicaba el "modo de empleo" de los manuscritos - como si fuera un verdadero manual de uso16.

Las indicaciones de Savigny se detenían incluso en detalles que iban más allá de los aspectos filológicos, bibliográficos y científicos del trabajo y se atrevían incluso a regular cuestiones externas y aparentemente secundarias, hasta el extremo de sugerir, por ejemplo, colocar cierto tipo de apuntes -particularmente las descripciones de códices manuscritos-«cada una en folio aparte» y no directamente en el cuerpo de la carta que los transmitían17. Sirvieron para uniformar el "producto de grupo" desde luego en la fase de investigación, pero también en la fase editorial y de constitución de los textos.

Las dos hojas encontradas en el Ms. lat. 5, de San Petersburgo pertenece a este género específico e instrumental de la producción cotidiana de los juristas de la Escuela histórica: son, en una palabra, dos hojas como tantas, tantísimas otras. Y por eso precisamente resultan aquí relevantes: interesan en cuanto elementos de un sistema comunicativo, no por la información específica que nos transmiten...

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