La movilidad urbana en las ciudades del futuro

AutorJochen Naegele y Matthias Weber
CargoIPTS

Una de las características esenciales de las ciudades donde resulta agradable vivir es la movilidad de individuos y mercancías. Permite el acceso a personas, lugares y servicios y cumple, por tanto, una importante función social y económica para conseguir una calidad de vida sostenible. La movilidad y el transporte son de vital importancia para la creación de riqueza y empleo en las industrias competitivas a nivel mundial. Además, hacen posible el ocio y desempeñan un papel importante en la propia realización del individuo.

En las últimas décadas han aparecido una serie de externalidades negativas e ineficacias de nuestros sistemas de transporte. En particular, en las grandes ciudades y en las áreas densamente pobladas, la congestión se ha convertido en un fenómeno generalizado. El uso del suelo para fines de transporte está alcanzando sus límites físicos, y el consumo de recursos energéticos para operar nuestros actuales sistemas de transporte difícilmente se podrá mantener en el futuro. Una serie de impactos medioambientales negativos, por ejemplo contaminación atmosférica y ruidos, han despertado la preocupación sobre las posibilidades de mantener nuestro actual sistema para conseguir la movilidad. Este problema resalta más aún cuando se tiene en cuenta el esperado aumento de movilidad y las necesidades de recursos en los países en desarrollo.

En la discusión sobre cómo serán nuestros futuros sistemas de movilidad urbana, aparecen necesidades e intereses contrapuestos. En documentos políticos recientes, como el Libro Verde de la Comisión Europea sobre "La red del ciudadano", no sólo se han subrayado estos conflictos, sino que también se han formulado recomendaciones para avanzar hacia sistemas de transporte urbano más sostenibles, desde los puntos de vista económico, social y medioambiental. Se reconoce ampliamente que la movilidad urbana es un asunto muy complejo, y que no hay una solución fácil para los problemas y conflictos que implica. Para resolverlos se necesita algo más que las nuevas tecnologías y vehículos de transporte. También son necesarios cambios en las preferencias individuales, innovaciones en el planeamiento, coordinación y gestión de los diferentes sistemas de tráfico, y modificaciones en la distribución estructural de actividades en las ciudades.

Además, las ciudades europeas son muy diferentes unas de otras, y sus problemas actuales son el resultado de un largo proceso histórico, caracterizado por prioridades individuales y políticas diferentes de las que existen actualmente. Mientras en el pasado se consideraba deseable separar las áreas de vivienda y de trabajo, esto se percibe actualmente como un obstáculo para la reducción del tráfico. Este ejemplo indica también que puede ser difícil resolver los problemas del transporte urbano simplemente mejorando los aspectos técnicos e infraestructurales. No está claro si será posible ejecutar (y de qué manera) una estrategia más amplia y sostenible para transformar las ciudades y sus sistemas de movilidad.

Debido a esta complicada situación, existen distintos puntos de vista y enfoques sobre cómo puede y debe conseguirse la movilidad en el futuro. Algunos autores propugnan una estrategia de aumento para mejorar nuestros actuales sistemas de transporte, complementándolos con nuevas innovaciones cuando sea razonable (por ejemplo, por medio de mejores vehículos o utilizando tecnologías de la información y las telecomunicaciones). Otros abogan por un cambio del transporte privado al público y también se han propuesto estrategias a largo plazo para cambiar las estructuras y los requisitos de movilidad en las ciudades.

Los seis artículos reunidos en este número especial del IPTS Report sobre "Movilidad urbana" tratan de arrojar alguna luz sobre el abanico de opciones de futuro, estudiando posibles innovaciones, tanto en la provisión de nuevas tecnologías como en la ejecución de nuevas estrategias de movilidad en las ciudades.

En el primer artículo, de Christian Neuhaus, se presentan dos modelos futuros diferentes de ciudad bajo los títulos de "Urbanismo Planificado" y "Autorregulación". Dentro de estos dos marcos desempeñarán un papel principal las diferentes tecnologías del transporte. El artículo también proporciona el contexto para los otros cinco artículos.

La segunda contribución refleja algunos de los principales esfuerzos que tienen lugar en la industria europea de la automoción. Se destaca cómo la mejora de la tecnología del automóvil puede contribuir a favorecer al medio ambiente y a resolver los problemas asociados al transporte urbano.

Nos referiremos a las tecnologías telemáticas avanzadas aplicadas al transporte (ATT) como a unas de las tecnologías "genéricas" de las que se espera un papel más importante para la movilidad en el futuro. Se pueden utilizar como complemento a los diferentes modos de transporte y para facilitar su integración. En el artículo de Fabiana Scapolo se discuten algunos resultados de un estudio reciente realizado por el IPTS sobre las previsiones y los impactos sobre la congestión y el volumen de tráfico que las ATT tendrán en el futuro. Se confirma el interés de los recientes programas de la Comisión para fomentar las ATT, pero también se destacan algunos temas críticos tales como la normalización y la competencia entre los diferentes sistemas de ATT.

El artículo de John Whitelegg destaca algunos de los principales costes externos de nuestros sistemas de movilidad actuales, que se basan fundamentalmente en el uso generalizado del coche particular. Apoya firmemente la viabilidad de una mejor reorientación de nuestros sistemas de movilidad, modificando la planificación del transporte urbano para hacerlo menos dependiente del vehículo privado.

El quinto artículo, de Celia Greaves, avanza un paso más, analizando las opciones que existen a nivel local para establecer una vía hacia el sistema de movilidad sostenible. Subraya la importancia de la integración de una amplia serie de medidas posibles dentro de una estrategia completa, teniendo en cuenta las complementariedades entre las medidas particulares y los mecanismos para el aprendizaje de las experiencias.

En la última contribución, Roel ter Brugge y Win Dunnewold presentan una visión del transporte urbano de mercancías desde la perspectiva de la gestión de la cadena de suministro. Identifican los intereses privados-comerciales como la fuerza motriz que lleva a las cadenas ajustadas de abastecimiento, al mejor servicio al cliente y a la reconfiguración de la colaboración en la cadena logística. Para conducir estos desarrollos en una dirección sostenible, ven la necesidad de que las autoridades urbanas adquieran un conocimiento en profundidad de las logísticas diferenciadas y los conceptos sobre mercancías, y de que la UE actúe como catalizador global.

A pesar de las diferencias de tema y perspectiva, se pueden identificar en los seis artículos una serie de argumentos y puntos de vista comunes. En primer lugar, todos comparten la convicción de que es preciso hacer algo en el campo de la movilidad urbana, y de que las medidas propuestas hasta ahora no son suficientemente drásticas para resolver los problemas de congestión, contaminación y consumo de recursos. También se insiste varias veces en que las innovaciones tecnológicas solas no serán suficientes. Jugarán un papel importante, aunque auxiliar, dentro de una estrategia más amplia que considere cambios organizativos y estructurales para conseguir la movilidad. Las tecnologías de información y telecomunicación se consideran de la mayor importancia, ya que permiten ciertos cambios organizativos para integrar los sistemas de transporte. También se señala que los problemas actuales sólo se podrán paliar mediante un amplio conjunto de actividades, como parte de una estrategia de movilidad. Otra idea compartida en la mayoría de los artículos es que tales tipos de estrategias de integración, y su éxito, dependen mucho de las iniciativas locales y de la comprensión del contexto local. Sin embargo, se ha identificado una serie de problemas y barreras horizontales, que deberían abordarse a nivel nacional o europeo. Por ejemplo, el intercambio de información, la normalización de ciertas tecnologías o la orientación de los esfuerzos de I+D industriales. Por último, se propugnan esfuerzos que vayan más allá de la mejora de los sistemas de transporte existentes y de los cambios en los mismos. Se necesitan medidas para reestructurar nuestras ciudades y nuestros estilos de vida individuales, para reducir la demanda de movilidad física y transporte.

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