El marco teorico de la integración

AutorAna Belén Valsera Prieto
Cargo del AutorLicenciada en Derecho y doctoranda en Marketing y Comercio Internacional

1. INTRODUCCIÓN

Los procesos de integración económica entre un grupo de países no constituyen un fenómeno nuevo. Durante el siglo XIX se registran algunas experiencias de integración, entre ellas, el ejemplo más citado es la formación del estado alemán a raíz de una unión aduanera. La primera guerra mundial supuso un cambio de dirección en los esfuerzos integradores y el caos económico imperante en el periodo de entreguerras impidió avanzar en este sentido. Después de la segunda guerra mundial, sin embargo, surgieron nuevos planteamientos encaminados a intensificar la cooperación a nivel internacional. Este esfuerzo favoreció el comienzo de algunas experiencias integradoras en los años sesenta con desiguales resultados, siendo la entonces CEE la que mayor grado de consolidación ha alcanzado.

Frente a este regionalismo que podríamos denominar de primera generación, asistimos desde hace dos décadas a una revitalización de la integración, disparándose en la de los noventa, y que, con mayor o menor profundidad, afectan a la mayoría de los países. En este sentido, recordamos que prácticamente todos los países miembros de la OMC tienen suscrito algún tipo de acuerdo regional superando en la actualidad los 200. De tal envergadura es la proliferación de los acuerdos que se da el hecho de que un país es miembro de varios tratados diferentes.

El estudio de la integración económica se ha abordado tradicionalmente desde los postulados de la teoría económica considerándose como una rama de los estudios del comercio internacional. No es hasta después de la segunda guerra mundial cuando la teoría de la integración se convierte en una parte diferenciada de la teoría del comercio internacional. En este sentido parece existir un consenso generalizado en atribuir el inicio del estudio del fenómeno de la integración a la obra de Viner sobre uniones aduaneras publicada en 1950. Su línea de pensamiento ha sido seguida y completada por relevantes autores haciendo que la teoría de las uniones aduaneras se constituya como el núcleo central de la teoría de la integración económica.

Desde este enfoque se han proporcionado argumentos y análisis que facilitan la comprensión de fenómenos complejos y proporcionan un buen punto de partida. Sin embargo, los desarrollos teóricos, partiendo de supuestos muy restrictivos de la realidad, han ido por detrás de los fenómenos reales que pretendía explicar. Por ello, este enfoque teórico debe ser completado con otros planteamientos y con el conocimiento de la realidad a la que se desea hacer referencia, abordando así los temas de integración económica desde una perspectiva económica más amplia que permite entenderlos mejor.

Podemos definir la integración como un proceso mediante el cual un grupo de países se comprometen a eliminar las barreras existentes entre ellos con el fin de crear un espacio común. Las características de este nuevo espacio dependerán de barreras que se vayan eliminando y de los compromisos asumidos por los países involucrados. De esta forma se da lugar a lo que denominamos formas de integración, también conocidas como etapas del proceso porque lo habitual es que los procesos de integración se desarrollen siguiendo una dinámica que los hace avanzar desde los estadios más elementales hasta los más complejos.

Todos los acuerdos de integración económica tienen un fuerte componente comercial, especialmente en las primeras etapas, por lo que en éstas se establecen periodos transitorios en función de la sensibilidad de los productos. En etapas más avanzadas se establecerán también periodos transitorios para el cumplimiento de las condiciones correspondientes. A medida que el proceso de integración se hace más complejo se requiere la creación de instituciones comunes y, por tanto, el traspaso o cesión de determinadas parcelas de la soberanía nacional a la institución o instituciones únicas.

Los procesos de integración suponen una excepción al principio de "no discriminación", y más concretamente de la "cláusula de la nación más favorecida del sistema GATT/OMC. Este principio supone que cualquier ventaja comercial concedida a un país deberá extenderse automáticamente al resto de los países GATT. Sin embargo, existen algunas excepciones a este principio y una de ellas es la integración según se recoge en el artículo XXIV.

2. FORMAS O ETAPAS DE LA INTEGRACIÓN

Los teóricos de la integración económica (Balassa, 1964) distinguen cinco9 etapas o formas de integración, que de menor a mayor grado son:

La Zona de Libre Comercio, en la que un grupo de países suprimen los obstáculos comerciales entre sí pero cada uno mantiene su propio régimen de comercio frente a terceros países.

Ejemplos de zonas de libre comercio son la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA)10 y la Zona de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA.

Las zonas de libre comercio plantean un importante problema práctico: las mercancías procedentes de terceros países estarán incentivadas a entrar en la ZLC a través del país con aranceles más bajos frente a terceros, para después circular libremente entre los países del área11.

La formación de una unión aduanera representa una etapa más avanzada de la integración económica. A las medidas adoptadas en el marco de una ZLC, es decir, la supresión de las barreras al comercio, hay que añadir la adopción de una política comercial común y, con ella, el establecimiento de un arancel aduanero común frente a terceros países. Como consecuencia, las mercancías procedentes del resto del mundo pueden entrar en igualdad de condiciones en cualquier Estado de la Unión, desapareciendo así el problema que afecta a las ZLC.

Al margen de las experiencias del siglo XIX como la unión aduanera francesa o la alemana, otros ejemplos son el Mercado Común de Centroamérica, que alcanzó la fase de unión aduanera en 1966 o la entonces Comunidad Económica Europea que consiguió esta misma fase en 1968.

Cuando una unión aduanera asume, no solo la libre circulación de mercancías sino también de factores de producción, se transforma en un mercado común. Esta forma de integración es, por tanto, un espacio económico caracterizado por la liberalización de los movimientos de mercancías, servicios, capitales y personas.

Una vez superados los problemas de otras etapas, las dificultades que entraña esta etapa del proceso se concentran básicamente en la liberalización de capitales y, sobre todo de personas, especialmente de trabajadores. En el caso concreto de la UE, estas dificultades condujeron al establecimiento de una nueva fase de integración que se denominó mercado interior o mercado único. Para algunos, es un mercado común perfeccionado y para otros, la verdadera consecución del mercado común, mediante la incorporación de medidas adicionales que garanticen la liberalización de los intercambios. Por ello, para alcanzar el status de mercado único se establecía la eliminación de las barreras físicas, técnicas y fiscales que pudieran entorpecer el libre comercio entre los estados miembros.

La Unión Económica y Monetaria constituye una etapa más en el proceso de integración, si bien es necesario diferenciar entre unión económica y unión monetaria.

Una unión económica se entiende como un espacio común en el que mercancías, servicios, capitales y personas pueden circular libremente y que exige la adopción de una serie de medidas que garanticen en la medida de lo posible el correcto funcionamiento del área integrada. Entre ellas, políticas comunes destinadas a favorecer el desarrollo regional y reducir las disparidades internas y la coordinación de diferentes políticas económicas.

El concepto de unión monetaria se refiere a la configuración de un espacio de estabilidad monetaria en el que se cumplan al menos estas tres condiciones: a) Las monedas de los países miembros serán convertibles b) Los tipos de cambio serán irrevocablemente fijos, c) Los capitales circularán libremente. La centralización de la política monetaria y la instauración de una moneda única son elementos de una integración mayor y permiten aprovechar al máximo las ventajas de una unión monetaria.

La UE es el único caso actual de UEM si se exceptúa el caso de la unión monetaria alemana.

Un proceso de integración culmina en la unión política, última etapa por tanto del mismo, en la que los países miembros pierden su identidad nacional y se configura un único país.

Pues bien, al mayor o menor grado de integración de cada una de estas fases, le correspondería un distinto sistema institucional de mayor o menor complejidad: una simple Secretaría con alguna conferencia de Ministros para las grandes decisiones, en una Zona de Libre Comercio; una estructura más compleja y permanente para recaudar, gestionar y gastar el Arancel Aduanero Común en el caso de la Unión Aduanera; o un...

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