Mala conciencia

AutorFernando Zunzunegui

La CNMV tiene mala conciencia. Piensa que no ha sabido cumplir eficazmente con su objetivo de proteger al inversor. Todo indica que no lo hizo en relación con los clientes de la agencia AVA, ni lo ha hecho ahora con los de Gescartera. La historia se repite. Una agencia con registro oficial capta fondos del público para inversiones en valores y les da un destino bien distinto.

Hay mala conciencia porque en uno y otro caso se detectó el problema a tiempo pero no se actuó de forma oportuna. Hay mala conciencia porque parece que la arquitectura jurídica la proporcionaron personas con lazos personales con la CNMV, porque parte de los fondos se captaron mediante representantes no registrados oficialmente, y se utilizaron contratos que otorgaban a la agencia poderes en blanco, contrarios a las buenas prácticas financieras. En el caso Gescartera, la desaparición de 13.000 millones de una agencia de valores cuatro meses después de haber sido inscrita en los registros oficiales es un hecho muy extraño que demuestra que no han funcionado los sistemas de alerta.

Hay mala conciencia porque el remedio incorporado en 1998 a la Ley del Mercado de Valores (la creación de un fondo de garantía con la finalidad de cubrir en caso de fraude del intermediario las pérdidas de los clientes), no ha sido aplicado. Por otro lado, no se ha denunciado en ningún momento la tardanza en la aprobación del Reglamento de este tipo de Fondos que habría posibilitado de un modo automático el reembolso parcial de las pérdidas de los clientes de estas agencias. Y es lo cierto que el borrador de reglamento ha permanecido...

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