Impugnaciones impresentables

Autor# 26

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Alguien debe haberles dicho a algunos compañeros, o como se llamen, que impuganr las minutas de contrario en las tasaciones de costas es cosa de ser un gran abogado. Vamos, una auténtica eminencia. Y lo malo es que se lo han creído... y así les luce el pelo poniendo su firma sin el menor escrúpulo, bajo cualquier escrito de mamaracho, ufanos y orgullosos de que por ello están tocando la gloria del Foro.

No saben que son centro de comentarios sarcásticos, en el mejor de los casos, en sedes y pasillos judiciales, en improvisadas tertulias, quedando siempre su prestigio, por decir algo, a la altura de una babuchita de las antiguas.

En algún tablón de anuncios, y para buen cachondeo, buen castigo, se ha expuesto alguna impugnación, que ni del mismísimo Mingote... Es como si la hubiese hecho Marianico el torpe. Y es que “quod scripsi, scripsi” y ponerse alegremente a escribir estas cosas. Claro que no negamos el derecho a la Impugnación, derecho de la parte, de unos honorarios ya indebidos, ya excesivos. Pero siempre que se trate de algo razonable, discutible u opinable.

Contra lo que estamos es contra la hiel que destilan algunas (demasiadas impugnaciones) por donde respira el resentimiento (cabreo) por haber perdido el pleito, la indisimulable intención de dilatar o alargar el cobro de las costas, el ánimo de “jorobar”, etc... Todo ello teñido de unas expresiones que mueven a mordaz risa. Poco respeto tienen a su persona y a la profesión que ejercen –es un decir– quienes firman lo que firman... y, además, denotan, en el mejor de los casos, una ignorancia que brilla con luz propia. (Son la “luz, el foro; son la luz del mundo...”).

Siempre se ha tenido la gentileza de pasar las costas al Letrado de la parte condenada a su pago; de modo privado, precisamente, para que, en su caso, pusiera las objecciones que tuviera por oportunas o, caso de acuerdo, proceder a su pago extrajudicial, incluso el fraccionamiento, evitando “dar cuartos al pregonero” y, siguiendo la básica norma de compañerismo y elegancia (aunque no a todo bicho viviente puede pedírsele que sea elegante en la selva...) que parece que cada vez nos distingue menos.

¿Para qué poner a trabajar a las Secretarías Judiciales y...

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