Exclusión social: Indicadores para su estudio y aplicación para el trabajo social

AutorEsther Raya Diez
CargoProfesora titular de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Rioja.
Páginas155-172

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Introducción: Marco general del estudio

En este artículo se presentan de forma resumida las conclusiones del trabajo de investigación sobre Indicadores de Exclusión Social1 cuya finalidad ha consistido en profundizar en la construcción de herramientas para la medición de la exclusión social. El objetivo general del proyecto se ha definido en los siguientes términos: "establecer un sistema de medición de los procesos de exclusión y de incorporación social que permita obtener un visión multidimensional de la problemática objeto de estudio; a su vez que sirva como herramienta de trabajo para la realización de diagnósticos profesionales en el ámbito de la intervención social." Y lo hemos estructurado en tres objetivos específicos, el primero consistía en definir operativamente las variables e indicadores intervinientes en los procesos de exclusión e incorporación social. Para ello hemos analizado diferentes estudios sobre exclusión social realizados en España en el periodo 1999-2004. Hemos realizado una revisión de los indicadores utilizados, lo que nos ha permitido extraer conclusiones en torno a las dimensiones sobre las que se asientan las baterías de indicadores en cada uno de los ámbitos vitales. También nos ha permitido comprobar la existencia de ámbitos en los que se observa una amplia convergencia de indicadores mientras que en otros sería necesario realizar un esfuerzo de concreción y consenso para delimitar y perfilar el universo de la exclusión con mayor homogeneidad.

El segundo objetivo específico ha consistido en ponderar el peso específico de cada uno de los indicadores, para obtener un sistema que permita medir la interrelación de los factores objeto de estudio y su grado de intensidad en los procesos de exclusión y de incorporación Page 156 social. Para ello, a partir del análisis de los indicadores observados en los estudios recientes hemos realizado una consulta a expertos en exclusión social2. Esta consulta nos ha permitido establecer un orden de prioridad de los ámbitos vitales sobre los que gira la exclusión, identificar el grado de consenso respecto a los ámbitos vitales en general y sobre cada uno de los indicadores en particular.

El problema de la exclusión social ha generado en los últimos años una nueva línea de investigación sociológica, en la doble vertiente de aproximaciones teóricas al concepto y de estudios sobre los grupos sociales en situación o riesgo de exclusión. No obstante, se observa un limitado número de estudios que se hayan preocupado de la definición operativa de las dimensiones del concepto y particularmente de su interrelación para un estudio completo de la misma. De ahí que nuestro primer objetivo pretenda profundizar en las variables e indicadores intervinientes en los procesos de exclusión y de incorporación y, en el segundo objetivo, tratemos de interrelacionar los factores intervinientes mediante la ponderación que nos permitan medir operativamente el carácter multidimensional del tema objeto de estudio.

Establecíamos un tercer objetivo operativo que trataba de diseñar un sistema de recogida de información dirigido a la realización de diagnósticos profesionales que incluya los indicadores relevantes y significativos en relación a los procesos objeto de estudio. Se ha optado por no realizar una propuesta de herramienta, ante la falta de consenso de los indicadores principales para medir la exclusión pensamos que el reto pendiente consiste en crear una herramienta de consenso y para ello es necesario profundizar en los indicadores sobre los que hemos detectado una elevada proporción de discrepancia; depurar las ponderaciones y en definitiva definir qué se entiende operativamente por exclusión social y por qué. Puesto que a nadie se le puede pasar por alto que estamos ante un concepto no sólo complejo por su carácter dinámico y multidimensional, sino sobre todo por su carácter político. En los procesos de incorporación social serán objeto de intervención aquellas personas o colectivos que se definan como tales, en función de los intereses concretos de las políticas sociales. Por ello pensamos que en esta tarea debe implicarse un mayor número de instancias tanto desde la Administración Pública como del Tercer Sector, objetivo que escapa a las posibilidades del presente proyecto.

Indicadores en Ciencias Sociales

El uso de los indicadores sociales como metodología de aproximación a la realidad en las Ciencias Sociales se ha desarrollado desde una doble vertiente. Por un lado, a partir del "movimiento de los indicadores sociales" (Duncan, 1969) que trata de obtener informaciones rigurosas sobre el punto de partida y las consecuencias de diferentes actuaciones sociales, derivadas de decisiones políticas. Y por otro lado, desde una vertiente más conceptual y menos empírica aparece la cuestión de los indicadores entendidos como "pista precientífica" para aprehender los conceptos que no son directamente observables. En esta línea se sitúa Lazarsfeld, quien identifica el indicador con los datos observables relacionados con la estructura latente de un concepto.

La diferencia sustancial entre los autores vinculados al movimiento y estos últimos podemos representarla gráficamente a través de su visión de la relación entre indicador y objeto indicado. Mientras que para los primeros el objeto indicado es la Realidad para los segundos consiste en el Concepto, puesto que la realidad no puede aprehenderse de forma Page 157 directa sino a través de construcciones conceptuales de la misma.

Si definimos los indicadores como instrumento útil para aproximarnos al conocimiento de algún fenómeno empírico, podemos señalar que el uso de los indicadores está vinculado al estudio de los fenómenos sociales más complejos y de conceptualización más abstracta. Un procedimiento metodológico riguroso de investigación científica utilizando indicadores nos permite aproximarnos procesualmente al conocimiento de estas realidades, procurando establecer relaciones progresivamente más sólidas entre los datos disponibles y las dimensiones y conceptos que se pretenden estudiar (Casas, 1989:116).

Lazarsfeld señala que la construcción de indicadores requiere partir de la representación literaria del concepto, para identificar las dimensiones relevantes, que permitan establecer los indicadores observables de cada dimensión y finalmente determinar los índices que en mayor medida sintetizan el concepto estudiado. Esto puede representarse gráficamente de la siguiente manera:

El concepto de exclusión social

En los últimos años se ha avanzado en la realización de estudios sobre el fenómeno de la exclusión social, aceptándose una cierta aproximación conceptual, en cuanto a su vinculación con los procesos de cambio en el mercado de trabajo, en las políticas sociales y en los sistemas de relación interpersonal. Ahora bien, se trata de un concepto y un fenómeno relativamente reciente sobre el que las Ciencias Sociales y Page 158 en particular la Sociología están construyendo y reconstruyendo sus marcos teóricos y analíticos. Se puede decir que todo está por construir (Marco, 2000; Mateo y Penalva, 2000; Brugué, Gomá y Subirats, 2002). Prueba de ello es que bajo el mismo término se denotan diferentes realidades sociales: la exclusión equiparable a otras formas históricas de desigualdad y estratificación; la exclusión como concepto equivalente al de marginación; o, finalmente, la exclusión enmarcada en los procesos postindustriales.

Desde nuestro planteamiento consideramos que en el nuevo contexto postindustrial y de globalización de las sociedades occidentales avanzadas la exclusión, como forma de desigualdad social, muestra nuevas formas de fractura de la integración y la cohesión social, que parten del mundo del trabajo y alcanzan diferentes formas de participación social. En este contexto ubicamos el concepto de exclusión social, cuya definición encierra una doble dificultad: su complejidad, dado el carácter dinámico y multidimensional del mismo por un lado y por otro lado, la intencionalidad, o ambigüedad interesada, para generar la sensación de que cualquier medida de política social es válida para atender un problema tan complejo. En el siguiente (Cuadro 1) recogemos algunas definiciones "oficiales" sobre exclusión social:

Cuadro 1
"Existe exclusión social cuando (los menos favorecidos): a) sufren desventajas generalizadas en términos de educación, formación profesional, empleo, recursos de financiación de vivienda, etc.; b) sus oportunidades de acceder a las principales instituciones sociales que distribuyen estas oportunidades de vida son sustancialmente inferiores que las del resto de la población; c) estas desventajas persisten en el tiempo." (Comisión Europea en el marco del Tercer programa de Pobreza, 1990-1994, conocido como Pobreza 3) "El fracaso de, al menos una de las cuatro integraciones civil, económica, social o interpersonal, correspondientes a cada uno de los sistemas legal y democrático; mercado de trabajo; estado de bienestar, familia y comunidad". (Observatorio de Políticas Nacionales para combatir la exclusión social3) "La ruptura del vínculo social, una desconexión social por sus graves dificultades para incorporarse a la participación" y aclaran que se trata de un término más reducido que el de pobreza (Subcomisión para el estudio de la exclusión social en España4)

Finalmente, una definición de síntesis puede ser la facilitada por Estivill, en su informe titulado "Panorama de lucha contra la exclusión social" donde destaca que "la exclusión social puede ser entendida como una acumulación de procesos concluyentes con rupturas sucesivas que, arrancando del corazón de la economía, la política y la sociedad, van alejando e "interiorizando" a personas, grupos, comunidades y territorios con respecto a los centros de poder, los recursos y los valores dominantes" (Estivill, 2003:20).

Lo que nos interesa subrayar en este apartado, además de la variedad de definiciones para delimitar el concepto que nos ocupa, es reconocer por un lado la noción dinámica del concepto, que atraviesa al sujeto modificando y reorientando su conducta en función de su situación y, por tanto, generando una historia personal de sujeto excluido, susceptible de Page 159 variación. Y por otro lado, destacar su carácter multidimensional que se manifiesta no sólo en la escasez de recursos económicos, sino en la exclusión de la participación en los intercambios, prácticas y derechos sociales que constituyen la integración social y, por tanto la ciudadanía. Ambos aspectos deben ser tomados en consideración en cualquier intento de análisis y conceptualización de este fenómeno que afecta a nuestras sociedades planteando un reto para las políticas sociales en todos sus niveles de intervención, desde el ámbito local hasta el internacional.

Considerando la exclusión social como un fenómeno específico de las sociedades postindustriales, enmarcada en los procesos de cambio anteriormente señalados, nos encontramos por tanto ante un fenómeno complejo, tanto por la propia naturaleza del mismo, como por una cierta intencionalidad o cuando menos, conveniencia política de mantener la ambigüedad del mismo para dar la sensación de que cualquier política que se encamine hacia la lucha contra la exclusión social responde a un objetivo "políticamente correcto" por escaso que sea, puesto que difícilmente puede solventar el problema en su conjunto (Estivill, 2003).

El avance en la regulación de políticas y programas sociales para combatir la exclusión social contrasta con la insuficiencia de los sistemas conceptuales y analíticos en torno al problema. "Cada aproximación científica intenta construir un campo propio haciendo bascular la exclusión hacia él" (Estivill, 2003:51)5.

Estudio empírico de la exclusión social

En este apartado vamos a presentar los principales resultados obtenidos a partir del trabajo de investigación realizado en torno a los indicadores de exclusión social. En primer lugar, a partir del análisis comparativo de estudios sobre exclusión social realizados en España desde 1998 a 2005; y, en segundo lugar, a través de la consulta a expertos sobre una batería de indicadores propuesta.

En relación a la primera parte del trabajo, nuestro interés se ha centrado en analizar el sistema de indicadores utilizados en diferentes estudios sobre exclusión social, buscando los puntos de convergencia y divergencia con la finalidad de extraer conclusiones que permitan proponer una batería de indicadores que sirvan como base de herramienta de análisis y/o diagnóstico de los procesos de exclusión social6. Los criterios para la selección de estos trabajos han sido principalmente su accesibilidad, son estudios publicados o consultables a través de los servicios de documentación; parten de un concepto de exclusión social vinculado a los procesos de cambio y transformación social en las sociedades pos-Page 160tindustriales y la metodología de aproximación al problema se realiza a través de indicadores sociales a nivel microsociológico. Por tanto, se trata de estudios comparables entre sí y coherentes con nuestra conceptualización del fenómeno objeto de estudio.

En primer lugar, hemos considerado la definición del concepto de exclusión (Cuadro 2), como punto de partida para el análisis de los indicadores, siguiendo el esquema de Lazarsfeld, anteriormente comentado.

En el análisis comparativo de las diferentes definiciones aportadas por los estudios (Cuadro 2), cabe subrayar en primer lugar diferencias en cuanto al grado de concreción del concepto. Los estudios de Laparra, 1999; Comunidad de Madrid, 2003 y Subirats, 2004 ofrecen una definición descriptiva del concepto de exclusión social, situándose en lo que Lazarsfeld denomina la fase de representación literaria del concepto. Por su parte, el estudio del Gobierno de Navarra, 1999, el del Observatorio de Procesos de Exclusión e incorporación social, 2002 y el de la Diputación de Barcelona ofrecen un definición más operativa para la aprehensión del concepto, siendo los dos primeros los que en mayor medida establecen criterios predeterminados para identificar las situaciones de exclusión.

Desde el punto de vista del contenido, se observan mayores disimilitudes en las definiciones, si bien todos los estudios convergen en considerar la exclusión social como un fenómeno enmarcado en los procesos sociales de cambio de las sociedades postindustriales y sus consecuencias en términos de integración y ciudadanía social. La más llamativa de las divergencias se produce entre Laparra, 1999 y Mur i Petit, autora del estudio de la exclusión social en Barcelona. Ambos señalan la relación entre el concepto de exclusión social y los de pobreza absoluta y relativa. Ahora bien, mientras que para Laparra, el concepto de exclusión se asimilaría al de pobreza absoluta, y el de vulnerabilidad al concepto de pobreza relativa; Mur i Petit plantea la vinculación del concepto de exclusión en su dimensión económica con un enfoque relativo, asociado a la insuficiencia o carencia de ingresos, y considera el resto de situaciones de exclusión desde un enfoque absoluto.

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El carácter gradual o dinámico de los procesos de exclusión aparece en el conjunto de las definiciones analizadas. En Laparra, 1999 y Observatorio, 2002 se plantea de forma explícita. El primero diferencia tres situaciones en el espacio social de la exclusión (vulnerabilidad, exclusión y marginación) y en el segundo se identifican tres niveles de intensidad de la exclusión social (grave, moderada y leve) para cada ámbito vital y para la variable de conjunto (posición social). También en el estudio sobre pobreza y exclusión social (Subirats, et al, 2004) se plantean teóricamente las diferencias de grado entre exclusión y vulnerabilidad, aunque no en el estudio empírico, donde se centran en determinar los factores de exclusión social propiamente dichos.

Respecto a la cuestión de la multidimensionalidad, puede observarse a partir de la consideración de los ámbitos vitales que cada estudio incluye en su análisis la exclusión social (Cuadro 3).

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En general, se observa una confluencia de ámbitos vitales. En todos los estudios se consideran los relacionados con las formas de integración social primarias, como son el empleo, los recursos económicos, la vivienda y la educación. La salud es considerada en todos los casos, excepto en el estudio de la Diputación de Barcelona, y la cuestión de la integración social y familiar y las relaciones sociales recibe un tratamiento diferente de unos estudios a otros, como veremos posteriormente.

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La segunda parte del estudio ha consistido en la realización de una consulta a un grupo de expertos7 sobre los indicadores seleccionados a partir del análisis comparativo comentado anteriormente. Se le pedía que se posicionaran sobre dos aspectos. En primer lugar, la priorización de los ámbitos vitales en relación a las situaciones de exclusión, en una escala de 1 a 7, donde 1 significa mayor influencia y 7 menor influencia. El objetivo de esta cuestión es conocer en qué medida se puede dar mayor peso a un ámbito vital sobre el resto en el estudio e intervención en los procesos de inserción e incorporación social. Los resultados obtenidos en relación con esta cuestión se ofrecen en la tabla 1.

La situación económica seguida de la situación laboral aparecen como los ámbitos vitales que mayor repercusión tienen en los procesos de exclusión social. Por su parte, el ámbito denominado de brecha digital y en menor medida el ámbito de la educación aparece en último lugar de prioridad, es decir, con menor incidencia en los procesos de exclusión. El resto de los ámbitos vitales considerados queda situado en las posiciones intermedias, con ligeras variaciones en función del estadístico de aproximación. La brecha digital no es percibida como una situación de exclusión social propiamente dicha. De forma unánime la puntuación es de 7, es decir, mínima incidencia. En el caso de la educación se observa mayor dispersión en las respuestas, con puntuaciones que oscilan entre la posición 4 y la posición 6, siendo esta última la más determinante. Por su parte, los ámbitos de relaciones sociales, salud y vivienda, estarían en zona de alerta con respecto a los procesos de exclusión. Y son la situación económica y laboral, las que se perciben como de mayor incidencia.

El segundo aspecto a considerar por parte de los expertos consistía en la ponderación que darían a una batería compuesta por 153 indicadores distribuidos por ámbitos vitales en una escala de 1 a 10, donde 10 es el máximo valor y 1 mínimo valor del indicador respecto a dicho ámbito. Asimismo podían dar valor 0 a los indicadores que considerasen sin relevancia para el tema objeto de estudio.

Antes de describir las respuestas obtenidas en cada uno de los ámbitos vitales conviene hacer un balance general de las respuestas obtenidas del cuestionario, que permitan contextualizar el análisis individualizado de cada ámbito. En la tabla 2 se ofrece un resumen de los datos extraidos del cuestionario:

El ámbito de la salud presenta el mayor número de indicadores propuestos para su valoración, seguido de vivienda y empleo, y después la situación económica; a cierta distancia se sitúan los indicadores de brecha digital y de educación. Teniendo en cuenta el número de indicadores propuestos se ha calculado la ratio de respuestas de acuerdo al grado de consenso. Este ratio lo hemos definido a partir del coeficiente de variación8. En la tabla se expresa la relación entre el número de indicadores según el grado de consenso y los indicadores totales correspondientes a cada uno de los ámbitos vitales considerados.

Los ámbitos vitales de situación económica y vivienda presentan un amplio consenso, considerando de forma conjunta las respuestas de unanimidad y consenso supera en el primer caso el 70% de los indicadores y en el segundo el 56%.

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Los ámbitos de empleo, salud y educación presentan unas tasas de consenso aceptables, si tenemos en cuenta la adición entre las respuestas de consenso y las de mayoría. Finalmente, los ámbitos de relaciones sociales y brecha digital, especialmente este último, presentan elevadas tasas de divergencia, que apuntan la necesidad de una revisión en profundidad de las baterías de indicadores utilizadas.

También del análisis de conjunto cabe destacar como los indicadores que obtienen mayor grado de consenso son los que tienden a puntuarse con los valores superiores en la escala de exclusión (1-10), mientras que los indicadores con posiciones divergentes muestran valores más bajos, e incluso de 0 (indicador rechazable).

Dimensiones e indicadores de la exclusión social por ámbitos vitales

En las próximas páginas se exponen los principales resultados obtenidos de la investigación para cada uno de los ámbitos vitales considerados.

El primer ámbito analizado ha sido el relativo a la situación económica, por ser éste el que aparece como prioritario en la consulta realizada a los expertos. Los estudios plantean indicadores respecto a tres dimensiones relacionadas con la situación económica: el volumen de ingresos, la procedencia de los mismos y los hábitos de consumo. La primera Page 164 dimensión vincula claramente el concepto de exclusión con el de pobreza y con las metodologías de aproximación a la misma a partir del cálculo de los ingresos del hogar en relación a los ingresos medios (o medianos) de la sociedad en su conjunto. Se observan diferentes escalas, desde quienes plantean únicamente dos situaciones hasta quienes diferencian cuatro intervalos. La dimensión de la procedencia de los ingresos estima la situación de exclusión a partir de la naturaleza de los ingresos, considerando tanto los procedentes del Sistema de protección social público como de asistencial o comunitario y/o familiar. La tercera dimensión identifica hábitos de consumo, en términos de recensiones o privaciones a las que se ha visto sometido el hogar como consecuencia de la situación económica.

En líneas generales se constata una amplia similitud en la propuesta de indicadores en todos los estudios analizados, en las diferentes dimensiones. No obstante, hay que señalar que algunos estudios sólo plantean indicadores en la primera dimensión mientras que otros únicamente utilizan datos procedentes de la última. Esta variación puede estar relacionada con la disponibilidad de los datos en los estudios. Desde nuestro punto de vista y en de cara a plantear una herramienta de análisis / diagnóstico de la exclusión social sería conveniente considerar indicadores en las tres dimensiones, puesto que si bien los relativos al volumen de ingresos pueden ser los más fiables para determinar el grado de exclusión de una persona o unidad familiar, no siempre está disponible este dato y el conocer la fuente de los ingresos por un lado y las privaciones del hogar por otro, pueden ser informaciones complementarias. También hay que destacar cómo de la consulta realizada a los expertos en este ámbito vital se observa un elevado grado de consenso, particularmente en lo relativo al volumen de ingresos, pero también en el resto de dimensiones.

El alto grado de similitud en los estudios y de convergencia entre los expertos en el ámbito económico contrasta con la mayor dispersión observada en el ámbito laboral. Cada estudio plantea una forma particular de agrupar las variables relacionadas con este ámbito. Las dimensiones básicas en las que pueden estructurarse los indicadores son: la relación entre situación laboral y económica; relación entre empleo y nivel de estudios; situación de desempleo y, finalmente, condiciones laborales. Algunos estudios plantean indicadores para todas las dimensiones aunque la mayoría se centra en los dos últimos aspectos. También cabe destacar que algunos estudios plantean indicadores teniendo únicamente en cuenta la situación de la persona entrevistada mientras que otros consideran la situación del hogar.

La mayor confluencia en los estudios se observa en los indicadores relativos a la situación de desempleo, considerándose como mayor exclusión la de los hogares donde la persona sustentadora principal está en situación prolongada de desempleo. La relación entre exclusión y desempleo es manifiesta. Sin embargo, como han señalado García Serrano y Malo (2003:119), el desempleo se vincula a la exclusión cuando se prolongue tanto en el tiempo que suponga un grave problema el retorno al empleo, por desgaste del capital humano y cuando no se disponga de fuentes alternativas de ingresos suficientes para no estar en situación de pobreza. También se vincularía en aquéllos casos en los que aun no prolongándose de forma continuada en el tiempo, la persona sufre tantos periodos de desempleo que le impiden desarrollar una verdadera carrera laboral. La mayor parte de los estudios niega la asimilación absoluta entre ambas realidades y plantea también indicadores que destacan riesgo de exclusión en función de las condiciones laborales, poniéndose de manifiesto la existencia de personas que trabajan y están en situación o riesgo de exclusión.

La consulta realizada a expertos sobre este ámbito vital muestra un alto nivel de consenso respecto a un limitado número de indica-Page 165dores que perfila la exclusión al mercado de trabajo de todos los miembros del hogar, o al menos de la persona sustentadora principal. Este tipo de indicadores son ponderados con valores altos en la escala, lo que manifiesta situaciones de exclusión de alta intensidad. Con un menor grado de consenso y también con una menor valoración en la escala de intensidad aparece un grupo de indicadores que presentan situaciones de vulnerabilidad o precariedad laboral. Queda un amplio número de indicadores, (que suponen un 40% de los indicadores planteados relativos a dicho ámbito) que deberían ser reformulados o revisados antes de ser considerados como indicadores de exclusión. Se trata de indicadores que presentan situaciones de desventaja social o desfavorecida, pero que no implican a priori necesariamente una situación o riesgo de exclusión, como por ejemplo la de hogares cuyo sustentador principal no tiene empleo fijo y a jornada completa o la de hogares sin ningún ocupado con empleo fijo.

El ámbito de la vivienda presenta una amplia convergencia en cuanto a los indicadores propuestos en los estudios considerados. Generalmente tienden a subrayarse tres dimensiones: la accesibilidad y el régimen de tenencia; las características de la vivienda y el equipamiento. Si se observan algunas divergencias en indicadores concretos como es el de hacinamiento, algunos estudios se refieren al tamaño de la vivienda en general sin considerar el número de miembros; en otros se establece un número de metros cuadrados o de huecos por persona. También se observan diferencias de matiz importante en cuanto a los equipamientos, en algunos estudios se hace referencia a la carencia de determinados bienes, mientras que otros matizan el motivo económico de dicha carencia, puesto que no es equiparable no disponer de coche por voluntad propia a que sea por falta de recursos económicos para adquirirlo. Ciertamente estas diferencias que a priori pueden parecer poco relevantes pueden representar graves diferencias en el tratamiento que a posteriori se hace de los datos, incidiendo claramente en los resultados.

La consulta realizada a los expertos en materia de vivienda muestra también un alto grado de consenso (56% de los indicadores propuestos). Contrariamente a lo que cabía esperar, lo ausencia de vivienda no ha sido la característica más sobresaliente como indicador de exclusión en este ámbito. Los indicadores que obtienen la unanimidad de las respuestan tienden a reflejar la incapacidad para manternerla (proceso de expulsión) o adecuarla a los estándares de calidad de vida de nuestra sociedad (carencia de servicios básicos o deterioro). Mientras que los indicadores con un alto consenso se refieren a la ausencia de vivienda, la carencia de equipamientos básicos que garanticen la salud o autonomía de las personas y carencias en el entorno.

Otras situaciones que son también una manifestación de la carencia de vivienda, como la dificultad para la emancipación o pobreza encubierta de los jóvenes que viven en el hogar paterno por falta de recursos económicos, obtienen menor grado de consenso. También dentro de este grupo se incluyen algunos de los indicadores relativos al hacinamiento. Este aspecto no parece un indicador muy aceptable para establecer la exclusión en relación a la vivienda, si consideramos que otras definiciones de indicadores que lo incluyen se sitúan en la zona de discrepancia, al igual que algunos de los indicadores que presentan diferentes formas de ausencia de vivienda (personas que habitan en viviendas cedidas gratuitamente u ocupadas ilegalmente), y también indicadores que muestran un elevado grado de endeudamiento o algunos de carencia de equipamiento por motivos económicos.

La salud como ámbito vital relacionado con la exclusión es abordada en los estudios teniendo en cuenta diferentes dimensiones. La mayoría de los indicadores está relacionada con definiciones descriptivas del estado o Page 166 situación sanitaria a nivel de personas o colectivos. De forma complementaria, los estudios también destacan indicadores relacionados con la situación de personas u hogares con problemas de salud que necesitan apoyo o cuidados para la vida diaria. También se incluirían en este grupo los indicadores que relacionan la situación económica con el estado de salud de las personas o familias. Otro grupo de indicadores gira en torno a la cuestión del acceso al sistema sanitario; se trata de indicadores que por un lado destacan la cobertura del mismo y por otro el uso de servicios sanitarios por parte de la población. De hecho, en teoría, en sociedades con sistemas sanitarios universales, se supone que no existe problema de cobertura sanitaria, pero las diferencias se forjan principalmente en cuanto a los usos de los servicios sanitarios. Algunos de los estudios también consideran el tema desde la perspectiva subjetiva, destacándose por un lado la percepción del estado de salud individual o familiar y por otro lado, la percepción sobre derechos sociales de carácter sanitario.

Este apartado que sobresale como el más fecundo en cuanto al número de indicadores encontrados muestra también una gran variedad en la naturaleza de aquéllos. Así vemos que algunos indicadores son excesivamente amplios y difícilmente discriman situaciones de exclusión de otros problemas sociales. Por ejemplo, indicadores relativos al estado de salud de la población infantil; población según internamiento en centros, personas con tuberculosis, personas con SIDA, etc. Todos estos indicadores responden más a descriptores de una determinada realidad que a una construcción teórica de un concepto analítico. En el extremo opuesto algunos indicadores son excesivamente restrictivos que por su significado cabe preguntarse si responden al concepto de exclusión social, por ejemplo, algunos de los aportados por el estudio de Subirats (2004): "personas con un índice de masa corporal superior a 30, que sufren obesidad grave o mórbida" o "personas que han visitado a un médico más de diez veces al año". Ante este tipo de indicadores nos parece necesario interrogarse sobre la existencia de relación entre un problema de salud (obesidad mórbida) y la exclusión social, o como en el segundo ejemplo, ¿el número de consultas al médico puede indicar un riesgo de exclusión social?

La interrelación entre exclusión y salud debe analizarse más detenidamente, con el fin de afinar mejor los instrumentos de estudio. Pensamos que la variedad de indicadores observada en los estudios analizados puede estar señalando una falta de consenso y de concreción sobre el significado y las repercusiones de la exclusión respecto a la salud y el ámbito sanitario.

La afirmación anterior también se confirma con el análisis del grado de consenso entre los expertos consultados. Los indicadores que obtienen mayor grado de consenso hacen referencia a la situación sanitaria de los hogares o individuos y también en la interrelación entre salud y situación económica, con índices de exclusión de 7 y 8. Estos índices harían referencia a situaciones de exclusión grave pero no de extrema exclusión.

Otra serie de indicadores logra menor grado de consenso entre los expertos, pero obtiene ponderaciones superiores, es decir, se consideran situaciones de mayor exclusión, entre las que se incluyen indicadores de uso del sistema sanitario, de cobertura y también indicadores que interrelacionan la situación económica y sanitaria.

Asimismo es destacable que un 43% de los indicadores propuestos en la consulta obtiene un coeficiente de variación que los ubica en zona de discrepancia entre los expertos. Lo que debería llevarnos a la necesidad de su revisión o reformulación. En este grupo de indicadores se incluye la mayor parte de los indicadores relativos a cobertura y uso. También los que hacen referencia a la tenencia de determinadas enfermedades así como indica-Page 167dores hipotéticos sobre la mejora de la situación económica en función de la política sanitaria.

La discrepancia también está presente en el ámbito de las relaciones sociales, tanto en el análisis comparativo de los estudios como en la consulta realizada a los expertos. Hemos incluido bajo el epígrafe de Relaciones sociales tanto los enfoques de las relaciones sociales desde diferentes manifestaciones de conflicto o anomía (conflictos familiares, conductas asociales, conductas delictivas) como los enfoques que abordan la cuestión de las relaciones interpersonales y de participación social. Pensamos que los diferentes indicadores pueden analizarse desde la teóría de redes sociales, identificándese algunos con el concepto de Red Social. Este concepto se asocia con las características estructurales de las redes sociales. En este primer grupo se incluyen todos aquellos indicadores que tratan de contabilizar la cantidad de las relaciones sociales que tiene una persona. Por su parte el Apoyo Social recoge las funciones que cumplen las personas o grupos que configuran la red social de un individuo y los efectos que tienen en el bienestar individual. En este apartado se incluyen los indicadores que relacionan las situaciones de exclusión con las problemáticas existentes en la biografía personal o familiar de un individuo, poniéndose de manifiesto la calidad (o ausencia de calidad) de la misma. Por último, está lo que el autor denomina Red de Apoyo y se refiere al subconjunto de esas relaciones con funciones de apoyo en momentos críticos de necesidad y demanda de apoyo, en este caso, como indicador de exclusión se incluiría el que hace referencia a la ausencia de red de apoyo.

También, en algunos estudios se destaca la perspectiva de la participación social como condición de ciudadanía, y se señalan indicadores de ausencia de participación social por un lado, y de carencia o limitaciones en participación en actividades lúdicas o de ocio, por otro lado.

El análisis comparativo realizado en este ámbito vital permite afirmar un bajo nivel de convergencia en la propuesta de indicadores entre unos estudios y otros, lo que por un lado no sólo supone dificultades comparativas entre los resultados de unos estudios y otros sino también dificultades para establecer cómo afectan las relaciones sociales a los procesos de exclusión, cuando diferentes experiencias ponen de manifiesto la influencia de aquéllas para paliar los efectos devastadores de los procesos de exclusión y, al mismo tiempo, conferir garantías de éxito a los procesos de incorporación social.

La consulta realizada a los expertos en torno a los indicadores de ámbito relacional nos lleva a conclusiones similares. Se observan discrepancias en el 57% de los indicadores propuestos. Este dato nos debe llevar a pensar en la necesidad de redefinir con mayor precisión la interrelación entre exclusión y relaciones sociales. Dentro de este grupo de indicadores aparecen cuestiones como la ausencia o carencia de relación con el padre o la madre, con otros familiares; la falta de participación política o sindical; limitación en el ocio relacional (salir de vacaciones, ir a restaurantes, etc.). También es destacable la falta de consenso en el indicador que señala el hecho de "no acudir a nadie en caso de problemas personales o afectivos". A priori parece ser ésta una manifestación básica de los procesos de exclusión, esto es, cuando una persona se encuentra en situación de aislamiento social. Sin embargo, un análisis detallado sobre estos indicadores nos podría aclarar si la discrepancia reside en la definición del indicador - que en sí mismo no aclara el motivo de no acudir a nadie, esto puede ser por problemas de aislamiento social y entonces se relacionaría con la exclusión social o puede responder a otros motivos (superación individual de los problemas personales) y, por lo tanto, estaríamos ante una situación diferente - o, por el contrario, la discrepancia se debe a la falta de acuerdo en la interrelación entre aislamiento y exclusión social.

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El ámbito vital de la educación suele ser considerado como uno de los elementos básicos presentes en los procesos de exclusión. La consulta realizada a los expertos sobre la prioridad de los ámbitos vitales nos lleva a situarlo en las posiciones de menor prioridad, justo antes del ámbito de la brecha digital. También hay que destacar la observación de un mayor nivel de convergencia en relación a las dimensiones e indicadores propuestos en los estudios analizados que el constatado en otros ámbitos, como son el del empleo, la salud o las relaciones sociales.

Los diferentes analistas de la educación señalan la amplitud de marcos donde las personas adquieren formación y aprendizaje para el desarrollo de su vida. El avance de la sociedad de la información y el conocimiento reduce el protagonismo esencial del espacio académico como fuente de saber y conocimiento. Este aspecto aparece bien explícitamente bien implícitamente en las investigaciones sobre exclusión social revisadas en nuestro trabajo. No obstante, la mayor parte de los sistemas de indicadores propuestos se circunscriben a la educación reglada o académica. Los estudios tienden a subrayar el nivel de competencias alcanzado, y en relación a la exclusión, las carencias en relación a los mínimos legalmente obligatorios. También tienden a señalar la existencia de fracaso escolar síntoma de exclusión social.

Los otros espacios educativos tienen un peso residual articulado a través de la formación ocupacional. Todavía no se incluyen indicadores que muestren la interrelación entre educación y sociedad del conocimiento. Quizá dentro de unos años nos encontremos con desarrollos teóricos y metodológicos que comiencen a incluir también esta dimensión en los análisis. La construcción de los indicadores de formación académica es bastante similar entre unos estudios y otros, aunque varían sensiblemente las edades de corte para delimitar las situaciones de exclusión frente a las de vulnerabilidad.

Respecto a la formación ocupacional se considera un complemento educativo directamente relacionado con la posibilidad de acceso al mercado de trabajo. Algunos indicadores identifican situaciones de exclusión o riesgo de la misma en función de la ausencia de formación ocupacional en personas desempleadas mientras que otros indicadores describen la situación de las personas en cuanto a la realización (o no) de actividades de formación ocupacional y su situación en el mercado de trabajo.

De la consulta realizada a expertos cabe destacar un nivel aceptable de consenso frente a un limitado, pero significativo número de indicadores con discrepancia. Los indicadores que consiguen un alto grado de consenso son los que muestran situación de baja o nula escolarización y nivel de estudios. Junto a éstos hay que destacar los que obtienen un consenso de mayoría, con una mezcla de indicadores tanto de formación reglada como ocupacional. Finalmente, los indicadores con discrepancia describen situaciones que pueden identificar vulnerabilidad pero no necesariamente exclusión social.

Por último, hemos incluido en el estudio la dimensión de la Brecha digital, conscientes de que resulta totalmente novedoso, si nos atenemos a las dimensiones que se incluyen en los estudios "clásicos" sobre el tema objeto de estudio. Sin embargo, nos parece un ámbito sobre el que hay comenzar a trabajar en el desarrollo de marcos teóricos y analíticos para que la brecha digital no se convierta en otra forma de exclusión social adicional. El avance de la sociedad del conocimiento se convierte en un riesgo de incremento de la exclusión social de quienes parten de una infraposición. Además, si consideramos la población afectada por la brecha digital como un todo homogéneo se corre el riesgo de derivar el gasto público en reducir la distancia social entre los colectivos "conectados" a Internet y los "desconectados" de Internet, sin modificar la situación "digital" de la población excluida socialmente.

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La novedad de este ámbito vital conlleva la carencia de modelos claros y asentados que permitan enmarcar el análisis. Los estudios sobre brecha digital tienden a mezclar los niveles micro y macrosociales, y a describir las fronteras entre quienes están conectados frente a quienes están al margen. No se establecen medidas para conocer cómo están digitalmente hablando quienes están al margen en otros ámbitos de lo social; qué riesgos son previsibles de suponer para quienes no están conectados o alfabetizados digitalmente, y en particular, para quienes desde una posición de exclusión social también suman la digital.

Si aceptamos que Internet tiene un potencial igualador al romper fronteras espacio temporales habrá que explorar los beneficios, las fortalezas y oportunidades para la población en situación o riesgo de exclusión, buscar los mecanismos de reducción de las desigualdades en el acceso y el uso de Internet, haciéndolo extensible de forma particular a este sector de población. La red abre las puertas a un amplio sector de la población, pero también se las cierra a los más desfavorecidos, ampliando las diferencias entre los distintos colectivos. Abogamos porque no ocurra lo mismo en su estudio, como paso previo para corregir las diferencias en su desarrollo.

Las dimensiones e indicadores señalados acerca de la brecha digital nos muestran pautas a tener en cuenta cuando hacemos referencia a la exclusión en el ámbito citado. La exclusión social es un fenómeno multidimensional, por tanto, su análisis debe evitar planteamientos unidireccionales, que induzcan a sesgar el análisis, considerando como excluidas a personas por una única dimensión. Al igual que toda la población desempleada no está excluida socialmente, toda la población excluída digitalmente no está excluída socialmente, ni toda la población excluida socialmente está necesariamente excluida digitalmente. Para realizar un análisis que refleje la realidad social debemos de tener en cuenta todo el conjunto de variables, y para ello, es preciso que avancemos en la construcción integrada de indicadores, que en este caso pasan por la definición y redefinición de la relación entre brecha digital y exclusión social.

Nuestra propuesta de indicadores pasa por considerar por un lado, indicadores descriptivos de la brecha digital en relación a la población en situación de exclusión, a partir de las dimensiones de equipamiento, acceso, alfabetización digital y uso de Internet. Por otro lado, pensamos que también cabe redefinir los indicadores propuestos en cada ámbito vital incluyendo explícitamente aspectos relativos a la brecha digital. No obstante, en rigor hay que decir que nos encontramos en una fase muy temprana en este tema cuyo principal objetivo se conforma con apuntar una dirección en la que esperamos surjan nuevas investigaciones en próximos años.

En la consulta realizada a los expertos decidimos incluir la cuestión de la brecha digital, aun siendo conscientes de la necesidad de ahondar en su análisis. Lógicamente los resultados han sido los esperados. El índice de discrepancia en las respuestas ha sido elevado, no considerándose los indicadores propuestos como indicadores de exclusion social, y en su caso, éstos marcarían vulnerabilidad o exclusión leve.

Conclusiones

Respecto a la primera operación, relativa al análisis comparativo de los estudios sobre exclusión social hemos constatado diferencias en cuanto al grado de concreción del concepto de exclusión social. Algunos estudios se sitúan en lo que Lazarsfeld denomina fase de representación literaria del concepto, mientras que otros ofrecen una definición más operativa para identificar las situaciones de exclusión social. En cuanto al contenido del concepto, se observan algunas diferencias significativas aunque todos tienden a subrayar el carácter dinámico y multidimensional de la misma.

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Este último aspecto, desde nuestro punto de vista, no aparece bien resuelto en las investigaciones. Creemos que en la medida que la exclusión social es un fenómeno multicausal es preciso realizar aproximaciones que interrelacionen los diferentes factores coexistentes en una misma situación, para determinar su situación o grado de exclusión social. En la mayoría se plantea como una amalgama de problemáticas sin considerar su interrelación. Así se plantean análisis descriptivos para cada una de las dimensiones sobre la que se estructura la exclusión social, sin establecer criterios explícitos para determinar la influencia de la multidimensionalidad. Este aspecto también se observa en los Planes de Inclusión Social aprobados por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en los que se ofrece una visión global de la exclusión social, a través la descripción de situaciones de diferentes colectivos y grupos susceptibles de padecer exclusión social.

Por tanto, consideramos preciso y necesario profundizar en el diseño de metodologías que introduzcan operativa y empíricamente el carácter multidimensional de la exclusión, que permitan obtener una fotografía dinámica de los procesos de exclusión y de incorporación social. Este tipo de instrumentos deben servir al mismo tiempo para el diseño de herramientas de diagnóstico, que lejos de complejas operaciones matemáticas y algorítmicas, informen de forma sencilla a los profesionales sobre los procesos de exclusión - incorporación de las personas con las que trabajan.

En conexión con las consideraciones anteriores, hay que subrayar la necesidad de avanzar en el diseño de indicadores precisos que permitan aproximaciones adecuadas al concepto de exclusión. Hasta el momento, gran parte de los estudios se basan en indicadores elaborados de acuerdo a la disponibilidad de datos procedentes de fuentes secundarias de información (PHOGUE, Estadísticas de servicios sociales, EPA, etc.). Este tipo de indicadores presenta, en ocasiones, dudas respecto a su vinculación con la exclusión social definida teóricamente; pueden ser indicios, sin embargo, ante la ausencia de datos más precisos se toman por válidos. Consideramos que es necesario el desarrollo de estudios ad hoc que -partiendo de una batería consensuada de indicadores- contrasten la utilidad de los mismos y que a medio plazo puedan influir en el diseño de indicadores estadísticos secundarios y no a la inversa, como parece ser la tendencia actual.

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[1] Indicadores de Medición de los Procesos de Exclusión - Incorporación Social, financiado por la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV0018.160-H-15427/2003) en el periodo 2003- 2005, El informe completo puede consultarse en Raya Diez, E. (2005) Indicadores de Exclusión Social. Una aproximación al estudio aplicado de la exclusión, ed. Universidad del País Vasco, Leioa.

[2] Se ha consultado a expertos procedentes del ámbito universitario con actividad docente y/o investigadora en Trabajo Social y Ciencias Políticas; del ámbito profesional tanto de la Administración Pública como del Tercer Sector con funciones de dirección y gestión de proyectos y también en atención directa con población en situación o riesgo de exclusión.

[3] El Observatorio de Políticas Nacionales para combatir la exclusión social fue creado por la Comisión en 1990 y eliminado en 1994.

[4] Informe de la Subcomisión para el estudio de la exclusión social en España, para el estudio de sus causas y consecuencias, así como de las medidas de todo tipo de apoyo que es preciso adoptar para desarrollar políticas específicas tendentes a solucionar este problema, en Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, Serie D, 18 de noviembre de 1997, nº 26.

[5] Prueba de ello es que desde 1998 se ha avanzado en la elaboración de Planes de lucha contra la Exclusión Social, tanto a nivel europeo como estatal y autonómico, sin que se disponga de una definición homogénea sobre este concepto. En los últimos años se ha avanzado lentamente en la construcción de indicadores macrosociales que permitan comparar las políticas europeas en este ámbito, sin determinar qué es la exclusión desde un punto de vista microsocial.

[6] LAPARRA, M. (1999) El espacio social de la exclusión. El caso de Navarra, Tesis doctoral. Gobierno de Navarra (1999). Plan de Lucha contra la Exclusión Social en Navarra 1998-2005, dpto de Bienestar Social, Deporte y Juventud. Comunidad de Madrid (2002) La exclusión multidimensional en el espacio urbano. Investigaciones de base para la elaboración del Plan de Lucha contra la Exclusión Social en la Comunidad de Madrid, Consejería de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid. Federación Sartu (2002) Estudio de Trayectorias de Incorporación Social del Observatorio de procesos de Exclusión y de incorporación social, Federación SARTU, Fondo Social Europeo, BBK Gaztelanbidea. Diputació de Barcelona (2003) Situacions de pobresa i exclusió social a la provincia de Barcelona, Institut d"estudis regionals i metropoltans. SUBIRATS, J. (dir.) (2004), Pobreza y exclusión social, un análisis de la realidad española y europea, Colección de Estudios Sociales, nº 16, Fundación La Caixa.

[7] Se invitó a participar a 25 expertos procedentes de diferentes instituciones cuya actividad o trayectoria profesional estuviera vinculada con el tema de la exclusión social. Se han recogido 15 cuestionarios. 7 de los cuales proceden del ámbito universitario, 7 del tercer sector y 1 de la Administración pública; la actividad principal de las personas es docencia (6 casos), investigación (3), gestión de programas y proyectos (3) y atención directa (3).

[8] Coeficiente de variación es el cociente entre la desviación típica y la media e indica la dispersión de las respuestas del grupo. Cuanto menor es el porcentaje menor es la dispersión y, por tanto, es mayor el consenso del grupo. Hemos considerado Unanimidad en las respuestas, cuando el porcentaje es inferior al 10%; Consenso, cuando se sitúa entre 10 y 25%, Mayoría, para los indicadores que obtienen entre un 25 y un 40% de las respuestas y divergencia en los que presentan un coeficiente superior al 40%.

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