Estimación de la evolución de un índice de los "verdaderos" riesgos laborales no sesgado por la composición ocupacional: una aplicación para las regiones españolas

AutorÁngel Martín Román.Alfonso Moral De Blas
CargoUniversidad de Valladolid.
Páginas169-198

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1. Motivación y objetivo

Los costes económicos de la siniestralidad laboral son inmensos. En una referencia que ya se ha convertido en clásica (Krueger, 1990), se señala que en un año típico en los Estados Unidos se pierden más de cincuenta veces más jornadas laborales por motivo de los accidentes laborales que por las huelgas. Para el caso español, Martín- Román y Moral de Blas (2005a), llevan a cabo un cálculo similar para el sector industrial de un conjunto de Comunidades Autónomas en el periodo 1999-2002, encontrando unas cifras algo más modestas que en el caso norteamericano, pero en cualquier caso muy elevadas. En todas estas Comunidades Autónomas se pierden más jornadas por bajas debidas a siniestros laborales que por huelgas, en muchos casos diez veces más y en el caso más llamativo veintisiete veces más. Además, en un informe realizado por Comisiones Obreras (CC.OO., 2004) se ha calculado que el coste de los accidentes laborales en España ascendió a

11.988 millones de euros de 2002, lo que significa un 1,72% del Producto Interior Bruto de dicho año 20021.

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La magnitud de estos números justificaría un análisis minucioso de la siniestralidad laboral desde una perspectiva eminentemente económica. La economía se ha mostrado muy capaz de estudiar fenómenos sociales que en una visión estrecha de esta ciencia social parecerían estar fuera de los límites de ella. Además, la ciencia económica se ha caracterizado por generar importantes avances en el conocimiento de los fenómenos sociales a través de un intenso uso de herramientas estadísticas y econométricas. Algunas de ellas permiten deslindar los diferentes efectos que habitualmente concurren simultáneamente en los datos agregados. El presente trabajo es una contribución en esa línea de investigación de un fenómeno social, que aunque ciertamente poliédrico, se abordará desde una perspectiva económica y utilizando los métodos de los economistas.

Siguiendo este razonamiento, hay que apuntar que el análisis de la siniestralidad laboral desde un punto de vista esencialmente económico goza de una gran tradición en Norteamérica desde hace más de treinta años. La producción científica en este campo de estudio en Estados Unidos y Canadá posee ya un importante volumen. Para revisar este tipo de bibliografía -sin ánimo de ser exhaustivos- se pueden consultar los trabajos de Fortín y Lanoie (2001) y Shapiro (2000). En España, también se han publicado trabajos sobre la accidentalidad laboral aunque son menos numerosos. Además se han concentrado en el estudio de la contratación temporal y sus efectos en la accidentalidad laboral. En esta línea se encuentran los trabajos de Pita y Domínguez (1998), Amuedo (2002), Guadalupe (2003) y Hernanz y Toharia (2004). Un trabajo que analiza la cuestión desde una perspectiva muy amplia es García y Montuenga (2004). Un artículo reciente que estudia el comportamiento cíclico de la siniestralidad laboral es Martín-Román (2006).

En otro orden de cosas, en los análisis económicos regionales las comparaciones entre las diferentes Comunidades Autónomas son muy comunes. El objetivo de estas comparaciones es averiguar la posición que ocupa una región dentro del conjunto nacional para, eventualmente, establecer medidas de política económica. De este modo, por ejemplo, si la tasa de desempleo de una región está muy por encima de la de las otras regiones, los responsables de política económica podrían intensificar las políticas activas de empleo. En este sentido hay que apuntar que utilizar los índices de siniestralidad laboral agregados publicados en la Estadística de Accidentes de Trabajo (EAT) para medir y comparar los riesgos laborales de las diferentes regiones no es muy correcto. Esto es así porque esos índices son muy sensibles a la composición ocupacional de la población empleada. Y dicha estructura ocupacional es muy diferente en las distintas Comunidades Autónomas españolas y, lo que es más importante, ha cambiado significativamente en los últimos años. La presente investigación pretende elaborar unos índices de siniestralidad más homogéneos y corregidos del sesgo ocupacional para establecer cómo han evolucionado los riesgos laborales en Castilla y León dentro del conjunto de las regiones españolas.

Como se apunta en Dorman (1994, p. 14), las estadísticas sobre seguridad ocupacional pueden oscilar debido cambios reales en la seguridad en el puesto de trabajo, pero pueden también fluctuar debido a los cambios en la composición ocupacional de la economía. Algunos tipos de trabajos son significativamente más seguros que otros y, con el tiempo, los trabajos más seguros pueden haber agrupado más trabajadores que los menos seguros. Incluso sin que se produzca ningún cambio en el nivel de seguridad de cada tipo de trabajo, esta clase de cambios ocupacionales tendrá el efecto de provocar la apariencia de que la seguridad en el puesto de trabajo ha mejorado. Para medir la evolución de los 'verdaderos' riesgos laborales en el sentido de Dorman (1994) es necesario controlar este tipo de efectos. Siguiendo este espíritu, pero con una estrategia empírica diferente de la de Page 171Dorman (1994) en el presente trabajo se construyen unos índices de siniestralidad laboral que pretenden evitar este tipo de objeciones.

El resto del artículo se organiza como sigue. En el siguiente apartado se explica la metodología y la fuente de datos utilizada para lograr los principales resultados. En el apartado 3, se presentan y se comentan dichos resultados referidos al conjunto nacional. En el apartado 4 se comentan los principales hechos estilizados observados en cada una de las diecisiete Comunidades Autónomas españolas. Para finalizar, en el apartado 5, se redactan las conclusiones más importantes alcanzadas.

2. Fuente de datos y metodología

En este apartado, se explica cómo se obtienen los índices de siniestralidad laboral regionales que descuentan el efecto de la estructura sectorial y que se denominarán virtuales. El punto de partida es la construcción de un modelo econométrico que explique la tasa de crecimiento de los accidentes laborales. Este modelo permitirá reconstruir las series de accidentes y calcular esos índices virtuales. El procedimiento utilizado se encuentra en la línea de los trabajos realizados por Stockman (1988), Costello (1993) o Marimon y Zilibotti (1999), aunque ninguno de ellos utiliza la metodología para estudiar el tema de la siniestralidad laboral.

2.1. Base de datos

Los datos utilizados provienen de la EAT. La principal serie que se emplea es la denominada 'Accidentes de trabajo con baja según gravedad, por sector y rama de actividad'. Se ha seleccionado esta serie porque proporciona los datos con una desagregación conveniente y con un desglose por Comunidades Autónomas. Hay que hacer notar dos cuestiones relativas a los datos. En primer lugar, existe un cambio metodológico en la clasificación de ramas de actividad. Esta clasificación pasa de ser la CNAE 74, aplicable hasta 1992, a la CNAE 93. En segundo lugar y debido al alto grado de desagregación, aparecen valores excesivamente bajos (en muchos casos nulos) del número de accidentes para la desagregación a dos dígitos de algunas ramas. Para solucionar estos problemas se toman dos medidas. Por un lado se realiza una agregación de actividades que reduce las 44 ramas iniciales a solo 9 grupos de actividad (AC, IP, IM, IC, CO, CR, TC, BS y SS)2. Por otro, se agrupan los accidentes graves y los mortales en un solo grupo. De esta manera se consigue, por un lado, homogeneizar los grupos de actividades entre los años anteriores y posteriores al cambio metodológico de la CNAE, y por otro, se obtienen datos no nulos que nos permiten realizar un adecuado análisis econométrico.

La base de datos utilizada abarca desde 1988 hasta el año 2002 (ambos incluidos). Se trata de un periodo de 15 años en el que los cambios en la estructura ocupacional pueden generar importantes efectos sobre las estadísticas de siniestralidad laboral. A partir de 2003 la EAT experimenta cambios metodológicos en las preguntas del cuestionario utilizado para su elaboración. Aunque estos cambios no son demasiado profundos, se ha preferido mantener la mayor homogeneidad de los años previos como referencia para esta investigación y por ello se restringe el periodo de estudio a los años ya citados.

2.2. Metodología

De acuerdo con la teoría econométrica, y en la línea de lo desarrollado por Neter et al. (1990), el análisis de la varianza permite des- Page 172componer la suma total de cuadrados de un modelo en la suma de cuadrados que explica la regresión y la referida a los errores. Esa suma de cuadrados de la regresión se puede dividir en la suma referida a cada factor individual y la que se debe a cada una de las interacciones que se puedan producir entre ellos. Estas descomposiciones son las que proporcionan los factores e interacciones susceptibles de formar parte del modelo.

La variable dependiente utilizada en este trabajo es la tasa de crecimiento de los accidentes laborales (a). Para explicar su evolución a lo largo del tiempo se lleva a cabo un análisis estadístico que permitirá descomponer esa variable en la suma de una serie de factores, y a posteriori, determinar los que tienen relevancia en el modelo. El primero de ellos, el factor regional r, tomará 17 valores distintos, uno por comunidad autónoma. El segundo factor es el sectorial s, éste presenta 9 niveles distintos, tantos como grupos de actividades económicas. Por último aparece el factor temporal t, estará representado por 14 categorías, una por cada año. Eventualmente en esa suma también se incluyen las posibles interacciones que puedan existir entre los factores anteriores. Así por ejemplo, la interacción entre región y año rt, la interacción entre sector y año st, la referida a la región y el sector rs y finalmente la interacción entre los tres factores rst. Formalmente esto se puede expresar como indica la expresión (1):

(1)

donde, por lo tanto, aijk será la tasa de crecimiento de los accidentes cuando se está en la región i (i = 1,..., 17), en la rama de actividad j (j = 1,..., 9) y en el año k (k = 1,..., 14) y c es el término independiente y representa una tasa de crecimiento media independiente de la actividad, de la región o del año considerado. Una vez calculados los correspondientes test de selección de factores de acuerdo a lo detallado en el apéndice, se comprueba que sólo son relevantes los efectos s y t, y las interacciones rt y st, de modo que el modelo relevante podría expresarse como recoge la expresión

(2):

(2)

La elaboración de las series virtuales de accidentes corregidas del efecto sectorial es bastante simple a partir de las estimaciones que se han realizado. En primer lugar es necesario elaborar las nuevas series de tasas de crecimiento eliminando de (2) los factores s y la interacción st, (debido a que incluyen el efecto de la rama de actividad) tal y como se indica en la expresión (3):

(3)

a ijk = c + s j + t k + rt ik + st jk a ijk k virt rt

t =c + + ik

Tomando como base esas tasas de crecimiento virtuales de los accidentes se construyen, en primer lugar, la nueva serie de accidentes virtuales suponiendo constante la estructura sectorial de 1988 (primer año de la muestra), y en segundo lugar, unos nuevos índices de incidencia de siniestralidad laboral como el cociente entre los accidentes virtuales (multiplicados por mil) y las personas ocupadas sometidas al riesgo de accidente. Estos índices de incidencia difieren de los oficialmente publicados en la EAT en el numerador, ya que los oficiales incluyen en el numerador los accidentes realmente producidos3. Debido a que los efectos del cambio en la estructura ocupacional sobre la siniestralidad laboral son eliminados en la construcción de los índices virtuales, éstos se revelan como unos mejores instrumentos para llevar a cabo un análisis comparativo entre las regiones españolas. En otras palabras, los índices virtuales son una herramienta más adecuada para comparar la gestión de los verdaderos riesgos laborales entre las diferentes Comunidades Autónomas. Esto es así porque se elimina el 'ruido' que la variación en la estruc- Page 173tura ocupacional de las regiones introduce en el análisis. Un ejemplo ayuda a comprender esto mejor: si un sector muy peligroso -digamos el sector X- pierde peso relativo en el conjunto del empleo y lo gana un sector menos peligroso -llamémoslo sector Y- los índices de incidencia de una economía tenderán a reducirse. Pero esa reducción no significa una reducción real de los riesgos laborales. En un análisis comparativo regional la cuestión se complica si, como sucede en el mundo real, la composición sectorial de la mano de obra difiere entre las Comunidades Autónomas consideradas. Así, las regiones intensivas en la producción del sector X reducirán relativamente sus índices de accidentalidad laboral frente aquellas otras cuya producción se concentre en otros sectores. Pero hay que tener claro que tal reducción sería un mero efecto estadístico y no una reducción real de los riesgos laborales.

3. Presentación e interpretación de los resultados

En este apartado y en el siguiente se comentan los principales resultados conseguidos a partir del análisis de los índices construidos de acuerdo a la metodología detallada en la sección anterior4. Debido al elevado volumen de cifras obtenidas -que dificultan una clara interpretación de los hechos estilizados más destacables- los detalles anuales de los índices para las Comunidades Autónomas se dejan, para ser consultados, en el apéndice. Así, la información relativa a la evolución de los índices reales y virtuales se muestra en el cuadro A.4, en el caso de los accidentes leves, y en el cuadro A.5, en el caso de los accidentes graves y mortales. No obstante, en las figuras 1.1 hasta 1.18, se presenta toda esta información resumida gráficamente facilitando la identificación de regularidades empíricas. Así, se presenta para cada región -y también para la media de todo el conjunto de regiones- la evolución de los cuatro índices de incidencia que se consideran en este trabajo. En las figuras, la leyenda de las series de datos es la siguiente: IRL, se refiere al índice real de los accidentes leves, IVL, hace referencia al índice virtual de los accidentes leves, mientras que IRG-M e IVG-M son, respectivamente, los índices reales y virtuales de los accidentes graves y mortales.

Debido a que en la construcción de los índices virtuales se toma como punto de referencia la distribución sectorial de la ocupación en 1988 y, por lo tanto, es un dato común para dicho índice y para el índice real, se ha deci- dido normalizar ambos índices a la unidad en el año 1988 para facilitar las comparaciones a lo largo del tiempo en cada una de las zonas geográficas, así como entre las distintas zonas o entre los distintos índices. La inter- pretación, pues, de la información contenida en los citados cuadros A.4 y A.5 y en las figuras 1.1 hasta 1.18, por consiguiente, se debe interpretar del siguiente modo: si, por ejemplo, el índice virtual en una determinada región en 1998 es 1,4, se puede afirmar que se ha producido un aumento de un 40% de los riesgos laborales medidos a través de dicho índice entre 1988 y 1998. El resto de los datos se interpretarían de idéntica manera.

Adicionalmente, en el cuadro 1, se presentan ordenadas las 17 Comunidades Autónomas de acuerdo a su tasa de variación de los cuatro índices entre el primer año considerado (1988) y el último (2002). Este cuadro es un buen resumen de la evolución de los riesgos laborales con la medida convencional y con la propuesta en este trabajo para medir de forma más fidedigna los verdaderos riesgos asociados al trabajo.

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[NO INCLUYE TABLA]

Hay que advertir que el motivo de estudiar los índices de incidencia de los accidentes leves, por un lado, y los de los accidentes graves y mortales, por otro, tiene su justificación en la literatura económica sobre siniestralidad laboral. Es muy habitual en esta bibliografía hablar del llamado 'efecto informe'. Este concepto hace referencia a los cambios que la propensión a informar de accidentes por parte de los trabajadores puede provocar sobre los índices de siniestralidad laboral. Es un hecho ampliamente analizado y establecido -especialmente en la literatura económica sobre el tema en Norteamérica- que los trabajadores cambian su comportamiento informador ante cambios en los incentivos económicos. Así, las modificaciones normativas que otorgan o retiran derechos a los trabajadores, los cambios en la prestación económica por accidente laboral o el propio estado macroeconómico (por ejemplo, una mayor o menor tasa de desempleo) pueden provocar que ante un mismo acontecimiento objetivo en unas ocasiones se declare un accidente de trabajo y en otros casos no.

Algunos trabajos en los que expresamente se plantea la cuestión del 'efecto informe' -sin la pretensión de hacer un listado completo- son Neumann y Nelson (1982), Chelius (1982), Butler y Worrall (1983), Ruser (1985), Curington (1986), Nichols (1994), Boone y Van Ours (2002) o Martín-Román (2006). Este tipo de conducta puede generar distorsiones estadísticas en las comparaciones a lo largo del tiempo. Debido a que los cambios en la conducta informadora son más susceptibles de producirse en los accidentes leves que en los graves e indudablemente imposible en el caso de los accidentes mortales, una estrategia empírica común ha sido utilizar esta información para mensurar de alguna forma el sesgo que introduce el cambio en el comportamiento informador. En otras palabras, el procedimiento habitual ha sido comparar los índices de incidencia de los accidentes leves con los de los accidentes de mayor gravedad. Por este mismo motivo, en la presente investigación estudiamos de forma separada los índices de incidencia relativos a los accidentes leves y los índices de incidencia referentes a los accidentes graves y mortales.

Un indicador sintético que resume lo que ha ocurrido en el conjunto del territorio español se obtiene con los índices elaborados para España5. En la figura 1.1, se muestra esta evolución. Lo que reflejan los índices virtuales no es muy alentador. En ambos casos (accidentes leves y accidentes graves y mortales) los riesgos laborales evolucionan de una manera más adversa de lo que indicarían los índices reales. Así, mientras el índice de incidencia real en el caso de los accidentes leves señalaría un incremento del 18% de este tipo de siniestros en 2002 con respecto a 1988, el índice virtual revela que, si la estructura ocupacional se hubiese mantenido constante en 2002 con respecto a 1988, los siniestros laborales de carácter leve habrían aumentado un 51%. En otras palabras, los verdaderos riesgos laborales asociados a los accidentes leves han aumentado más de lo que indicarían los índices de incidencia reales de los accidentes leves, dado que se ha producido una distribución de la mano de obra trabajadora hacia ocupaciones más seguras. El detalle anual pone de manifiesto un comportamiento procíclico de los índices que es mucho más evidente en el caso del índice real que en el del virtual6. En este sentido, el cambio ocupacional parece producirse con especial intensidad en los 1992 y 1993 (años de atonía económica), en los cuales la divergencia entre los índices reales y virtuales es más acusada. Además se observa que los verdaderos riesgos laborales asociados a los accidentes leves alcanzan un máximo en el año 2000, reduciéndose durante los años 2001 y 2002.

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[GRAFICOS DISPONIBLES EN PDF ADJUNTO]

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Pero más preocupante son las conclusiones que se extraen del análisis de los índices de los accidentes graves y mortales. El índice de incidencia real de este tipo de accidentes indica una fuerte reducción del 42% en este tipo de siniestros laborales en el periodo considerado. Estos índices minimizan el problema asociado al denominado 'efecto informe' y muestran un escenario bastante diferente al que presentan los accidentes leves. El planteamiento que suele hacerse ante esta evidencia empírica es que, conforme se avanza en la lucha contra la siniestralidad laboral y se promueve la prevención de riesgos laborales, por ejemplo mediante la promulgación de legislación a tal efecto7, se han reducido los accidentes de mayor gravedad pero se denuncian accidentes leves que antes no se denunciaban. Según esta visión de los hechos, las medidas tomadas han conseguido reducir efectivamente los accidentes graves y mortales, mientras que el aumento de la accidentalidad leve puede ser debida, en gran parte, al 'efecto informe'. Sin embargo, la metodología utilizada en el presente trabajo cuestiona ese punto de vista. De acuerdo a los índices virtuales construidos, no existe ninguna reducción real de los riesgos laborales. Lo que ha sucedido realmente es que se ha producido un desplazamiento de los trabajadores hacia puestos de trabajo menos peligrosos. Esta reordenación ocupacional deprime los índices de incidencia de los accidentes graves y mortales oficiales, pero se trata de un efecto esencialmente estadístico porque los riesgos laborales intrínsecos a cada puesto de trabajo no se reducen. Más bien al contrario, parece que aumentan. El índice virtual de los accidentes graves y mortales reflejaría un aumento del 3% en este tipo de riesgos.

Es difícil precisar los motivos reales que están detrás de la evolución de estos índices virtuales, para lo cual sería necesario llevar a cabo una investigación ad hoc más profunda. Algunas explicaciones tentativas que a veces se han planteado son los mayores ritmos de trabajo que imponen los empleadores o la utilización más intensiva de contratos de duración determinada. En cualquier caso, la conclusión importante que debe obtenerse es que los riesgos laborales han estado evolucionando de forma más adversa de lo que se creía, dado que esta creencia estaba fundamentada en los índices publicados en la EAT, que presentan las limitaciones ya explicadas.

A partir de las estimaciones de lo que hemos llamado verdaderos riesgos laborales se puede hacer una evaluación de la incidencia de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención de riesgos laborales. Hay que advertir, no obstante, que esta evaluación no es muy rigurosa debido a que no se controlan otros factores que pueden covariar con los índices de siniestralidad laboral. Pero en la observación de los índices virtuales estimados se aprecia un fuerte aumento en el periodo 1996-2000 de los accidentes de carácter leve, lo que podría parecer contradictorio con la implementación de la Ley 31/1995. Una explicación tentativa es que dicha ley puede haber generado un nuevo marco institucional que favorezca el reporte de accidentes laborales. En el caso de los accidentes graves y mortales no se aprecia ningún cambio significativo en los años de vigencia de la Ley 31/1995.

4. Detalle regional de los resultados

Los índices de Andalucía se muestran en la figura 1.2. Cualitativamente, el comportamiento de dichos índices es muy similar al observado para el conjunto de la nación. En el caso de los accidentes leves, sin embargo, el índice real aumenta en el periodo considerado un 30,7%, mientras que los verdaderos riesgos laborales aumentan un 42,1%. Esto provoca una menor discrepancia entre ambas medidas que en el conjunto de España.

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Además, como se aprecia en el cuadro 1, Andalucía pasa de ser la sexta región en la que más aumentan los accidentes leves a ser la decimotercera cuando se emplean índices virtuales. Con respecto a los accidentes graves y mortales, el índice real indicaría una caída de aproximadamente unos 20 puntos porcentuales en la incidencia de los accidentes de mayor gravedad de forma prácticamente constante desde 1992 hasta 2002. Pero los riesgos laborales medidos con el índice virtual reflejan un aumento de un 3,8% al final del periodo. A pesar de estos datos, desde un punto de vista comparativo con otras regiones españolas, Andalucía pasa de ser la tercera región en la que menos se habían reducido los accidentes laborales graves y mortales a ocupar el puesto mediano de la distribución de Comunidades Autónomas. En resumen, Andalucía empeora en términos absolutos sus cifras de siniestralidad laboral grave y mortal cuando se mide con los índices virtuales (cosa que, por otra parte, como se muestra en el cuadro 1, ocurre con todas las regiones al final del periodo) pero mejora su posición relativa en la distribución regional de la evolución de los verdaderos riesgos en el puesto de trabajo.

El caso de Aragón se presenta en la figura 1.3. Esta región era la que presentaba un mejor comportamiento de la siniestralidad leve, en el periodo analizado, con una reducción en un 5,6% de los índices de incidencia de la EAT. Sin embargo, al descontar los efectos ocupacionales, lo que se encuentra es algo muy distinto: un aumento del 64,5% de los verdaderos riesgos laborales en los accidentes leves, llevándola a ocupar el quinto puesto de las regiones en las que más han aumentado dichos riesgos. Por lo que hace referencia a la siniestralidad grave y mortal, aunque las cifras de la EAT indican una reducción de un 48,7% en los accidentes de este tipo, los índices virtuales señalan un aumento de 13,4% de los riesgos laborales más graves, ubicando a esta región en el cuarto lugar de las regiones en las que se ha experimentado una evolución más adversa en dichos índices. Si bien se puede destacar que se aprecia una fuerte reducción en los riesgos laborales de mayor gravedad durante los años 2001 y 2002.

Las cifras relativas a Asturias se muestran la figura 1.4. El estudio de la siniestralidad leve de esta región es muy revelador. Mientras los índices publicados en la EAT únicamente muestran un aumento del 1,3% en los accidentes laborales (siendo la cuarta región en la que menos aumentarían), la estimación de los verdaderos riesgos señalaría un fuerte avance de estos riesgos de casi 94 puntos porcentuales, lo que prácticamente significaría que, descontando los efectos ocupacionales, la tasa de siniestralidad en los accidentes leves en 2002 casi sería el doble que en 1988. Esto sitúa a Asturias como la región en la que peor evolucionan los accidentes leves. Los índices reales y virtuales de los accidentes graves y mortales evolucionan de forma sincronizada en Asturias hasta el año 1994. En el año 1995 se produce un fuerte aumento de los verdaderos riesgos laborales que abre una importante brecha entre los dos indicadores que se mantiene hasta el final del periodo. En el conjunto del periodo, Asturias pasa de ser en la región en la que menos se habían reducido los accidentes graves y mortales (un 15,2%) a ser la segunda, tras Castilla y León, en la más aumentan los índices virtuales de este tipo de accidentes (un 25,8%).

Baleares (figura 1.5) exhibe una evolución muy parecida en los índices reales y virtuales relativos a los accidentes leves durante prácticamente todo el periodo de tiempo considerado. Si cabe, mencionar que en la parte baja del ciclo económico (años 1992 y 1993) se produce una pequeña divergencia que desparece en los últimos años. De todas formas, esto implica que pasa de ser la quinta región en la que más habían aumentado los accidentes leves a ser la decimocuarta en la clasificación de los verdaderos riesgos asociados a este tipo de siniestros. Los índices virtuales vincula- Page 184dos a los accidentes graves y mortales experimentaron una evolución muy adversa en Baleares entre los años 1991 y 1996. Pero en los últimos años se revierte la situación y logra situarse en la decimoquinta posición del ranking de los verdaderos riesgos con una reducción de un 13,6% en el indicador que mide éstos.

Como en el caso de Baleares, en la región de Canarias (figura 1.6) se produce prácticamente un solapamiento de los índices reales y virtuales de los accidentes leves a lo largo del periodo. De nuevo, esto implica una mejora relativa en la posición del ranking del cuadro 1, cuando se utilizan los índices virtuales, debido a que, en general, las regiones experimentan un peor comportamiento relativo con los índices virtuales de los accidentes leves de lo que indicarían las cifras de la EAT. Por lo que respecta a los accidentes graves y mortales, hay que apuntar que los años 1993 y 1994 fueron años malos, pero en general se observa una reducción secular de los verdaderos riesgos en el periodo, si bien de menor intensidad de lo que indican los guarismos de la EAT (- 61,6% en la EAT frente a -22,6% en los índices virtuales). En cualquier caso, Canarias es la región en la que la evolución de la siniestralidad laboral de mayor gravedad mejor se ha comportado en los años estudiados.

A diferencia de las dos regiones anteriores, en Cantabria (figura 1.7) los índices reales y virtuales de los accidentes leves se separan claramente en el año 1992 y la brecha tiende a aumentar en el resto del periodo. La consecuencia de ello es que al final de dicho periodo la región cantabra ocupa el cuarto lugar de las regiones en las que más han aumentado los verdaderos riesgos laborales de los accidentes leves (con un incremento del 65,8%), cuando con los datos originales de la EAT ocupaba el puesto mediano (es decir, el noveno) de la distribución regional. Tampoco es muy halagüeña la perspectiva que muestra la evolución de los índices de los accidentes graves y mortales. El índice real tiene una clara tendencia de reducción sostenida en los 15 años estudiados, que al final del periodo se traduce en una reducción en un 50,2% en este tipo de accidentes (siendo la cuarta región en la que más se reducen). Pero el índice virtual muestra importantes repuntes en los años 1993, 1998 y 1999. Así -y a pesar de las importantes reducciones de los riesgos en los años 2001 y 2002- Cantabria se encuentra en al final el periodo con un índice virtual un 12,5% más alto que en el año 1988, convirtiéndose en la quinta región en la que más aumentan estos riesgos.

Los índices de Castilla-La Mancha se presentan en la figura 1.8. Por lo que se refiere a los siniestros leves, los indicadores reales y virtuales son prácticamente idénticos desde 1988 hasta 1992. A partir de 1993 se separan algo, aunque la brecha no es tan grande como la observada en otras regiones y, además, en los últimos años se vuelven a aproximar. Esto hace -como ya se ha comentado en el caso de otras Comunidades Autónomas- que la posición relativa de Castilla-La Mancha mejore al tomar los índices virtuales. De esta forma, pasa de ser la segunda región en la que más aumentan los accidentes leves (según los datos de la EAT) a ser la octava en la que más aumentan los riesgos leves con los índices virtuales. El índice real de los accidentes graves y mortales se reduce al final del periodo en un 45,9%, siendo así Castilla-La Mancha la octava región en la que menos se reducen. El índice virtual de los accidentes de mayor grave- dad repunta en 1996, en 1999 y en 2000, aunque, tras la fuerte reducción de 2002, Castilla-La Mancha se convierte en una de las siete regiones que presentan una reducción en los verdaderos riesgos laborales al final de los 15 años.

La información referente a la Comunidad Autónoma de Castilla y León se presenta en la figura 1.9. El patrón de comportamiento del índice real de los accidentes leves de Castilla y León es bastante convencional, con la consabida conducta cíclica que hace que se reduzca el índice en los años 1993 y 1994 por debajo del valor de 1988. El aumento final del Page 185índice real -que indica un aumento del 21,9% en la tasa de accidentalidad sitúa a esta región como la séptima en la que más aumentan los accidentes leves. Sin embargo, lo que reflejan los índices virtuales es peor. Los verdaderos riesgos laborales de los accidentes leves, medidos a través del índice virtual, aumentan un 76,3%, ubicando a Castilla y León como la segunda región en la que más aumentan, detrás únicamente de Asturias. El escenario de los accidentes graves y morales es incluso más adverso. Siendo Castilla y León la quinta región en la que menos se habían reducido los índices de los accidentes de mayor gravedad, cuando se descuentan los efectos de composición sectorial de la mano de obra se encuentra que es en la región en la que más han crecido (un 26,8%) los riesgos laborales de los accidentes más graves.

Cataluña (figura 1.10) presenta un índice real de los accidentes leves en 2002 muy similar al del año 1988. Esto hace que se convierta en una de las regiones en las que la tasa de siniestralidad ha evolucionado de forma más favorable. En concreto sería la tercera región en la que mejor evolucionan los accidentes leves. No obstante, cuando se utiliza el índice virtual de los accidentes leves la situación empeora y pasa a ocupar el puesto mediano de la distribución regional. En el caso de los accidentes graves y mortales ocurre algo parecido. Con el índice real Cataluña ocupa el quinto puesto entre las regiones que más han reducido la tasa de siniestralidad de los accidentes más graves (o, si se quiere, el puesto decimotercero en el ranking del cuadro 1). Pero, de nuevo, al medir los riesgos laborales con el índice virtual la situación empeora. Los riesgos laborales que implican dicho índice aumentan un 9,4% y Cataluña asciende al sexto puesto en la clasificación regional de mayores aumentos de los riesgos laborales.

Los perfiles de la evolución de los riesgos en el puesto de trabajo de la Comunidad Valenciana se representan en la figura 1.11. Los índices reales y virtuales de los accidentes leves se separan de forma acusada en el año 1993. Posteriormente el comportamiento cualitativamente es similar (aunque la brecha entre ambos tiende a aumentar progresivamente), alcanzando un máximo en el año 1999 y reduciéndose ambos en los últimos tres años. La posición relativa en el ranking del cuadro 1 pasa del puesto undécimo con los índices reales al decimoquinto con los índices virtuales. Los índices relativos a los accidentes graves y mortales también se van separando a lo largo de los 15 años estudiados, mostrando, al final del periodo, una reducción del 47,6% en el caso del índice real y del 4,7% en el caso del virtual. Es destacable sin embargo, que la Comunidad Valenciana pertenezca al grupo de siete regiones en las que se reducen efectivamente los verdaderos riesgos laborales de los accidentes más graves.

Los índices de Extremadura se muestran en la figura 1.12. Los relativos a los accidentes leves (real y virtual) evolucionan de forma acompasada y sin grandes diferencias. De hecho, en el año 2001 se encuentran muy próximos, aunque en 2002 se separan algo. En cualquier caso, Extremadura pasa de ser la región en la que más había aumentando la tasa de siniestralidad de los accidentes leves a ocupar un más favorable séptimo puesto relativo en la clasificación de la evolución de los verdaderos riesgos laborales de los siniestros leves. Con respecto a los accidentes graves y mortales, el hecho más destacable es el repunte del índice virtual durante los años 1990, 1991 y 1992, así como la fuerte reducción del mismo en 1993. También es muy destacable el repunte de 2002. Si no fuera por ese aumento en el índice virtual, Extremadura sería probablemente la región en la que más se hubiesen reducido los verdaderos riesgos laborales más graves. De hecho, eso es lo que ocurría en el año 2001. A pesar de ello, ocupa un buen lugar (el quinto) entre las regiones que más han reducido el índice virtual al final del periodo de estudio.

Los gráficos de accidentalidad laboral de la Comunidad Autónoma de Galicia se presentan en la figura 1.13. El índice virtual y elPage 186índice real de los accidentes leves presentan una evolución temporal similar en términos cualitativos, sin embargo se van separando gradualmente a lo largo de los 15 años tomados en cuenta. Al final del periodo, el índice real aumenta un 39,5% y el índice virtual un 66,8%. De todas las maneras, esto no modifica la posición relativa de la región gallega, pues con los dos índices ocupa el tercer lugar del ranking del cuadro 1. Esta posición relativa si se ve ligeramente modificada cuando se examinan los indicadores de los accidentes más graves. Así, Galicia ocuparía el cuarto lugar de la clasificación del cuadro 1 cuando se toma como referencia el índice real (que reflejaría una reducción del 27,4% en la tasa de accidentalidad de los accidentes de mayor gravedad) y empeoraría su situación comparativa, subiendo un puesto, cuando se toma el índice virtual (que estaría señalando un aumento de un 20,8% en los verdaderos riesgos laborales).

Los índices referidos a los accidentes leves de la Comunidad Autónoma de Madrid (figura 1.14) se mueven de forma simultánea y sin grandes diferencias observables entre ellos a lo largo del periodo de análisis. Si cabe, se puede destacar el aumento que experimentan ambos índices en el año 1999. Pero, como ya ha sido observado en otras regiones, esto supone una mejora relativa en la clasificación del cuadro 1. Con los datos de la EAT Madrid sería la cuarta región en la que más habría aumentado la tasa de siniestralidad de los accidentes leves, sin embargo, pasaría a ser la undécima en la que más habrían aumentado los verdaderos riesgos laborales asociados a los accidentes leves si se utilizan los índices virtuales. Al examinar los índices relativos a los siniestros graves y mortales de la Comunidad de Madrid se aprecia que desde 1992 las tasas de crecimiento se diferencian en más de 5 puntos porcentuales y la brecha continúa abriéndose en el resto del periodo, concluyendo al final de los 15 años en una reducción de un 22,5% de la tasa de siniestralidad grave, por un lado, y en un aumento del 9,0% del índice virtual, por otro lado. Se constata, por lo tanto, que los verdaderos riesgos laborales graves han crecido en Madrid aunque el ratio de la accidentalidad más grave haya caído. Pero dado que esto es un comportamiento generalizado en la mayoría de Comunidades Autónomas, y que en Madrid se produce con una menor intensidad, esta región mejora relativamente en la clasificación del cuadro 1, pasando del segundo peor lugar con los índices reales a un mejor octavo puesto (eso sí, muy próximo al séptimo) con los indicadores virtuales.

La representación gráfica de los indicadores de accidentalidad de la región de Murcia se muestra en la figura 1.15. Por lo que se refiere a la siniestralidad más leve, el hecho más destacable es la separación entre el índice virtual y el índice real en el año 1993. A partir de ese momento la brecha entre ambos no aumenta y, por el contrario, tiende a reducirse ligeramente. Como se puede observar en el cuadro 1, a pesar de detectarse un incremento de los verdaderos riesgos laborales vinculados a los accidentes leves del 15,5% frente a una reducción del índice de incidencia publicado en la EAT del 1,8%, Murcia gana relativamente un puesto con la clasificación de los índices virtuales, convirtiéndose en la región en la que menos crece dicho indicador. En el caso de la siniestralidad más grave, la situación comparativa de Murcia empeora frente a otras regiones. Con los índices de incidencia de la EAT, Murcia sería la segunda región en la que más se habría reducido la accidentalidad laboral. Con los índices virtuales construidos en este trabajo, Murcia pasaría a ser la cuarta región en la que más se reducen los verdaderos riesgos laborales. No obstante, hay que señalar que sigue siendo una de las regiones destacadas -en sentido positivo- en el ranking del cuadro 1.

El caso de la región de Navarra se muestra en la figura 1.16. La accidentalidad leve presenta un patrón de comportamiento ya observado en otras regiones: un evidente mayor aumento de los riesgos laborales si se consi- Page 187dera el índice virtual (42,2% al final del periodo) que si considera el más tradicional índice real (5,2% al final del periodo). Sin embargo, este comportamiento es tan habitual que no cambia de posición relativa en el ranking del cuadro 1, manteniéndose en ambos casos en el duodécimo puesto. Por otra parte, los índices reales y virtuales de los accidentes graves y mortales de Navarra prácticamente coinciden hasta el año 1993. Durante los años 1994, 1995 y 1996 se produce un importante incremento de los verdaderos riesgos laborales graves que no se traduce en un aumento de igual magnitud del índice de incidencia de este tipo de accidentes en la EAT. Esto genera una brecha entre ambos indicadores que permanece hasta el final del periodo. No obstante, como se puede comprobar en el cuadro 1, la situación relativa de Navarra mejora al tomar en consideración los índices virtuales.

La representación diagramática de los índices del País Vasco se muestra en la figura 1.17. Aunque el índice real de los accidentes leves del País Vasco solamente aumenta un modesto 4,4% durante el periodo considerado, ubicando a esta región en el lugar decimotercero del ranking del cuadro 1, parece que este buen comportamiento se debe fundamentalmente a un favorable efecto de composición en la evolución de población ocupada. Esto es así porque el índice virtual progresa un 61,4% y, además, sitúa al País Vasco en un menos favorable sexto lugar en la clasificación de la evolución de los riesgos laborales leves. El índice real de los accidentes graves y mortales del País Vasco se reduce un 46,3% en el periodo 1988-2002, lo que ubica a esta región justo en el puesto mediado de la clasificación del cuadro 1. No obstante, el índice virtual aumenta un 9,0%, colocando al País Vasco en un peor séptimo lugar (aunque bien es cierto que muy próximo del octavo).

Por último, la información relativa a la siniestralidad en el trabajo de La Rioja se encuentra representada en la figura 1.18. Hasta 1992, los índices virtuales y reales referidos a los accidentes leves de La Rioja evolucionan prácticamente sin discrepancia. Pero en 1993, un considerable aumento del índice virtual junto con una suave reducción del real provoca una importante brecha entre ambos. Al final del periodo, los dos indicadores tienden a converger debido a la mayor reducción que experimenta el índice virtual en los años 2001 y 2002. Comparativamente, La Rioja ocupa lugares cercanos al mediano en la distribución regional del cuadro 1 con ambos indicadores. Por los que se refiere a los accidentes de mayor gravedad, el brusco comportamiento del índice virtual -con un movimiento de ida y vuelta- contrasta con la evolución más parsimoniosa del indicador real. Así, como sucedía con los siniestros leves, hasta el año 1992, los dos índices se mueven a la vez. Pero a partir de 1993 se inicia una pronunciada ascensión del índice virtual que se prolonga hasta 1998, con la única excepción de la débil reducción de 1997. De este modo, en 1998 el índice de incidencia de los accidentes graves y mortales de la EAT había caído 18 puntos porcentuales con respecto a 1988, mientras que el índice virtual señalaba un aumento de 76 puntos porcentuales en los verdaderos riesgos laborales. No obstante, en los últimos cuatro años, el indicador virtual experimenta una drástica reducción que se traduce en una fuerte convergencia con el índice real. Además, esto hace que La Rioja sea la segunda región en la que más se han reducido los verdaderos riesgos laborales de los accidentes más graves, únicamente superada por Canarias.

5. Resumen y conclusiones

En este trabajo se han construido unos índices de siniestralidad virtuales con el objetivo de establecer comparaciones interregionales a lo largo del tiempo que no estén sesgadas por los cambios producidos en la estructura ocupacional. De este modo, se puede analizar con mayor precisión y corrección la evolución de los verdaderos riesgos laborales. Con este tipo de indicadores, la evolución

Page 188de la siniestralidad laboral es más negativa de los que reflejarían los índices publicados en la EAT. De ello se concluye que el cambio producido en estos años en la estructura del empleo ha enmascarado, al menos en parte, la verdadera evolución de los riesgos laborales.

Especialmente relevante es el hecho de que los riesgos asociados a la accidentalidad más grave, lejos de haberse reducido para todas las regiones como indican los datos de la EAT, han aumentado en el caso de la mayoría de las regiones. Más concretamente -y ordenando las regiones de mayores incrementos de los riesgos a menores- han aumentado en Castilla y León, Asturias, Galicia, Aragón, Cantabria, Cataluña, País Vasco, Madrid, Andalucía y Navarra. Por otro lado, en siete regiones si que se encuentra una reducción de los verdaderos riesgos laborales de los accidentes más graves. La Comunidad Autónoma en la que se reducen más dichos riesgos es Canarias, seguida por La Rioja, Baleares, Murcia, Extremadura, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha.

Además de la evolución absoluta de los riesgos laborales dentro de cada región, el ejercicio econométrico desarrollando en este trabajo se puede utilizar para realizar comparaciones entre las diferentes regiones en la evolución de los riesgos laborales. En el cuadro 1, se presenta una ordenación de Comunidades Autónomas según la tasa de cambio en los índices de siniestralidad. Por lo que se refiere a los accidentes leves, el grupo de regiones que ganarían posiciones relativas al tomar en cuenta el índice virtual para medir la evolución de los riesgos estaría compuesto por Andalucía, Baleares, Comunidad Valenciana, Castilla La-Mancha, Canarias, Extremadura, Madrid, Murcia y La Rioja. Las regiones que empeorarían relativamente serían Aragón, Asturias, Castilla y León, Cantabria, Cataluña y el País Vasco. Final- mente, Galicia y Navarra mantendrían su posición relativa.

El mismo ejercicio puede realizarse en la cuestión de la evolución de los accidentes graves y mortales. En este caso el elenco de regiones que ganan posiciones relativas al utilizar los índices virtuales en lugar de los reales es el siguiente: Andalucía, Asturias, Baleares, Comunidad Valenciana, Castilla La-Mancha, Extremadura, Madrid, Navarra y La Rioja. En sentido opuesto, el grupo de regiones que pierden posiciones relativas estaría formado por Aragón, Castilla y León, Cantabria, Cataluña, Galicia, Murcia y el País Vasco. Canarias repetiría el último lugar en el ranking -esto es, el mejor puestoindependientemente del indicador utilizado.

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[1] Para llevar a cabo dicho cálculo, se consideran tanto los costes explícitos como la estimación de un conjunto de costes implícitos, además de las sanciones de la Inspección de Trabajo. Los detalles se pueden consultar en CC.OO. (2004)

[2] En el primer apartado del apéndice aparecen los detalles concretos de esta agregación, así como la denominaci ón concreta de cada uno de los grupos de actividad.

[3] Además hay que advertir que se han incluido dentro de los siniestros laborales los accidentes in itinere, estos es aquellos producidos en el trayecto normal de ida o vuelta del trabajo.

[4] El detalle regional de todos los índices y para todos los años puede encontrarse en MARTíN-ROMáN y MORAL DE BLAS (2005b) y está disponible previa solicitud a los autores.

[5] No obstante, hay que advertir que estos índices son una media no ponderada por la población trabajadora de los índices de las 17 Comunidades Autónomas, por lo que podrían diferir ligeramente de la evolución de las cifras para el conjunto nacional.

[6] Puede consultarse MARTíN-ROMáN (2006) para profundizar en las relaciones entre el ciclo económico y la siniestralidad laboral.

[7] Una prueba de ello es la de Prevención de Riesgos Laborales y la reglamentación derivada de ella.

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