Tributación eclesiástica. Congregaciones, fundaciones, fieles, de S. Colmenar Valdés y L. Stampa Sánchez.

AutorJosé María Chico y Ortiz
Páginas1627-1630

Page 1627

    COLMENAR VALDÉS, S., Y STAMPA SÁNCHEZ, L.: Tributación eclesiástica. Congregaciones, fundaciones, fieles. Editorial Derecho Financiero. Madrid, 1980.

Llega a mis manos, con una amable dedicatoria de uno de los autores, este estudio de una materia que puede producir extrañeza en aquellos que todavía recuerdan la tradicional fórmula del quinto mandamiento de la Santa Madre Iglesia: «pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios», que, tras el Concilio, se ha quedado en eso de «ayudar a Ja Iglesia en sus necesidades». Sí, por supuesto, existe una tributación eclesiástica en un conjunto de supuestos a los que el estudio se refiere específicamente desarrollando el Convenio Económico celebrado para las relaciones Iglesia-Estado el 3 de enero de 1979 y que toca esencialmente la regulación fiscal de las mismas.

Esta publicación inicia la serie de «Cuadernos Fiscales» que la Editorial EDERSA brinda al público bajo la idea de «comentar aquellas disposiciones que, por la extensión de su estudio, superen la normal de un artículo de revista, sin que lleguen a la acostumbrada para que formen un libro, aunque el resultado supere al propósito». Buen propósito si con ello se logra otra de las finalidades que la editorial pretende: enfocar la materia fiscal para encuadrarla, en forma exigente, dentro de las directrices más exactas del Derecho. Deseemos buen camino a estos planes de EDERSA -nombre comprimido en respuesta a la brevedad urgente de nuestros tiempos- como hace poco se los dediqué a la guipuzcoana NICOLASA -nombre sin comprimir y tradicional del buen comer- para que siga su vieja tradición.

Son once los capítulos de la obra, precedidos de un prólogo y seguidos de dos apéndices legislativos: los acuerdos económicos y jurídicos entre la Santa Sede y el Estado español. Creo que es importante el enfoque inicial que los autores dan al tema, pues la «doble realidad» de la Iglesia obliga a contemplar los Convenios que ella ha celebrado con el Estado desde las dos facetas. Estoy de acuerdo en que hemos llegado a la «estación término» y que al tranvía o la locomotora que nos ha llevado hasta los topes que frenan su impulso hay que darle la vuelta en esas plataformas giratorias -estilo San Francisco de California- para intentar recuperar esa espiritualidad dejada en el camino de ida. Al pueblo hay que hacerle leer, racionarle el opio televisivo y llenarle de ideas, limitándole los gestos... y, se me olvidaba, a los afiliados al partido...

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