Discriminación de género y fomento de nuevas empresas

AutorJosé Antonio Belso Martínez
CargoUniversidad Miguel Hernández.
Páginas15-38

Discriminación de género y fomento de nuevas empresas: Conclusiones a partir de un análisis multivariante sobre las pymes valencianas de reciente creación

JOSÉ ANTONIO BELSO MARTÍNEZ

  1. INTRODUCCIÓN

    Tratar de ofrecer una explicación al entrepreneurship y la performance de las nuevas pymes supone uno de los objetivos más importantes en el campo de la investigación relacionada con la creación de empresas (Cooper y Gimeno, 1992; Boden y Nucci, 2000). Y esto por que, en un contexto donde las grandes empresas no gozan de la posición estelar de los años sesenta y setenta, las pequeñas y medianas empresas se convierten en un yacimiento de empleo y un motor de crecimiento económico esencial.

    En el entorno económico que nos rodea, las nuevas empresas aportan decisivamente a la reducción del desempleo y a la estabilidad social. En esta línea, recientes investigaciones econométricas señalan a los procesos de creación de nuevas empresas como un elemento determinante del crecimiento económico (Audretsch y Thurik, 2000; Audretsch et al., 2001; Carree et al., 2001). Pero sobretodo, y esto resulta de capital importancia para algunas economías desarrolladas con predominio de sectores maduros en su tejido productivo, representan un vehículo indispensable para alcanzar altas cotas de competitividad e innovación (Wennekers y Thurik, 1999).

    Ante la realidad de esta contribución y de su perpetua preocupación por reducir la tasa de desempleo o por mejorar la capacidad competitiva de las empresas en el entorno global, los policy makers vienen respondiendo con el desarrollo de múltiples medidas para la promoción de nuevas empresas (Reynolds et al., 2000). Bien es cierto que, en el caso europeo y español, frecuentemente sin una visión clara y organizada del fenómeno. Esto explica la variabilidad de las actuaciones implementadas y los resultados obtenidos (Comisión Europea, 2000 y 2001). Así como la falta de coordinación y las múltiples duplicidades detectadas en las actividades diseñadas por el sector público (Velasco, 1998).

    La reducción de barreras de entrada en los mercados, la simplificación de los trámites burocráticos para la puesta en marcha del negocio o la accesibilidad del emprendedor a

    Universidad Miguel Hernández.

    los recursos aparecen como reiterativas áreas de actuación desde la posición del policy maker. Dentro de este grupo, a tenor de su constante e intenso desarrollo, mención especial requiere un abanico de programas encaminados a mejorar la tasa de participación de la mujer entre el conjunto de los emprendedores.

    Sólo el 24,8% de los empresarios son mujeres en España, mientras que este porcentaje es del 37,7% cuando se trata de empleados por cuenta ajena (INE, 2002). A la luz de este diferencial, numerosos autores vienen tratando de establecer distinciones entre los procesos de creación de empresas sobre la base del género al que pertenece el empresario y utilizando dichas distinciones como objetivos de propuestas de actuación encaminadas a reducir el gap existente entre el número de empresarios frente al de empresarias (Birley, 1989; Gunnerud, 1997; Brush, 1999).

    Es en esta línea de investigación donde debemos enmarcar nuestra aportación. Una vez detectadas teóricamente las especificidades vinculables al género dentro del entrepreneurship, intentaremos verificar empíricamente las particularidades entre las trayectorias emprendedoras de hombres y mujeres. A partir de esto, bien procuraremos presentar ciertas aportaciones que faciliten al policy maker alcanzar mayores cotas en lo que a nuevas aventuras empresariales femeninas se refiere, o bien optaremos por reflejar la inexistencia de distinciones estadísticamente relevantes entre ambos grupos y lo superfluo de intervenciones concretas para el colectivo femenino.

  2. EL PROCESO DE CREACIÓN DE EMPRESAS Y EL EMPRENDEDOR: LA CUESTIÓN DEL GÉNERO

    2.1. Algunas generalidades sobre el entrepreneurship

    Como ya hemos apuntado con anterioridad, los estudios sobre la figura del emprendedor y sobre el proceso de creación de empresas en general han proliferado desde mediados de la década de los ochenta; siendo la causa de esta proliferación la nítida vinculación establecida entre las nuevas aventuras empresariales de éxito con el progreso económico y social de una comunidad. En las sucesivas aproximaciones realizadas sobre el fenómeno de la creación de empresas han sido llevadas a cabo investigaciones relacionadas con: por un lado los factores del entorno que influyen en la aparición y desarrollo de las nuevas empresas; y por otro lado, sobre el perfil del propio empresario.

    Con referencia al entorno, los estudiosos de la ciencia han venido sistemáticamente ofreciendo soporte a un marco teórico donde se otorga una especial atención a la capacidad de influencia del entorno sobre el proceso de puesta en marcha de una nueva aventura empresarial. Consecuencia de esto, diversas variables pueden ser identificadas a la hora de evaluar el carácter benigno o perjudicial del entorno que rodea a la nueva empresa en el momento de la creación. Es más, la literatura es profusa y, en ocasiones, incluso contradictoria en lo referente a esta cuestión. Sin embargo y pese a todo, resulta factible encontrar un consenso más o menos generalizado sobre el sentido del efecto que algunas de estas variables del entorno poseen en relación con la fluidez y la tasa de éxito de los procesos de creación.

    Así, existe una coincidencia más o menos generalizada sobre el efecto negativo, o positivo en función del planteamiento de la hipótesis, que puede ejercer un entorno socio-económico donde: la presión competitiva sea muy elevada o la demanda efectiva reducida (Green, 1998; Westhead y Moyes, 1992; Hart y Gudgin, 1994; Gartner), las infraestructuras no resulten adecuadas o las empresas se radiquen de forma dispersa y mal comunicada (Krugman, 1991; Audretsch y Fritsch, 1994; Glasser et al., 1992), la disponibilidad de recursos financieros susceptibles de ser

    empleados en nuevas aventuras empresariales sea escasa (Gompers, 1999; Comisión Europea, 2000; Gastón, 1989); la accesibilidad a materias primas, tecnologías innovadoras, servicios o recursos humanos sea compleja (Birley y Westhead, 1993; Bamford et al., 1996; Hart y Gudgin, 1994; Keeble y Walker, 1994; Garofolli, 1994), el entorno legal y administrativo estén excesivamente regulados o poco sensibilizados (Welsch et al., 1996; Hart y Gudgin, 1994;Begley et al., 1998).

    Junto a estos factores del entorno capaces de determinar la puesta en marcha de nuevas aventuras empresariales, también podemos tratar de apuntar un conjunto más o menos claro de rasgos, aspiraciones y comportamientos extendidos entre los empresarios. No obstante, hemos de hacer mención explícita del intenso debate sobre el carácter innato o adquirido de estas habilidades y comportamientos empresariales. Bien es cierto que, pese a reconocer el carácter congénito de una parte de los atributos del emprendedor, más o menos generalizadamente se puede admitir un consenso sobre la posibilidad de formarse en algunos de los conocimientos y aptitudes propios del empresario (Fernández y Junquera, 2001; Timmons, 1997).

    Con independencia de esta controversia, la literatura incide sistemáticamente sobre algunos aspectos que suelen coincidir en la figura del emprendedor y tienden a desembocar en la puesta en marcha de una empresa: la necesidad de logro (Ripollés, 1995b; Entrialgo et al., 1999; Shane et al., 1991); la propensión a un riesgo calculado (Garter, 1990; Lambing y Kuehl, 1997); el control interno (Kaufman et al., 1995; Gartner, 1990); la necesidad de independencia (Shane et al., 1991; Jenssen y Kolvereid, 1992); el caer en situaciones personales de signo negativo -desempleo o bloqueo profesional(García, 1991; Ripollés, 1995a); el entorno familiar, la formación y la experencia (Reynolds, 1997; Timmons, 1997; Zapalska, 1997).

    2.2. El género y la actividad emprendedora

    Prácticamente la totalidad de los estudios llevados a término hasta la década de los noventa, a partir de los cuales se detectaron gran cantidad de los rasgos o factores presentados con anterioridad, obviaron la potencial influencia que el género del emprendedor puede tener en los perfiles del proceso de creación de nuevos negocios y sobre su viabilidad en el tiempo. A partir del abandono del perfil neutro o gender blind de los estudios sobre entrepreneurship, encontramos como las diversas revisiones realizadas alrededor de esta cuestión presentan resultados poco nítidos (Bird, 1993; Brush, 1992; Gatewood et al., 1995).

    En ocasiones, se detecta que las emprendedoras poseen motivadores y obstáculos a la puesta en marcha de su propio negocio diferentes de los empresarios varones. Es el caso, por poner dos ejemplos de: la búsqueda de mayores cotas de flexibilidad laboral, una flexibilidad capaz de permitir mayor compatibilidad entre su desarrollo profesional y su dedicación familiar (Brush, 1990; Huq y Richardson, 1997; Otero, 1987); o también del mayor acento que suelen poner en la existencia de un «techo de cristal» que impide un desarrollo profesional, en el rol de directivo de empresa, tan fluido como en el caso de los hombres (Freeman, 1990; Turner, 1993; Reskin y Roos, 1990; Mitra, 1999) 1.

    Sin embargo, no debemos de limitar las asimetrías entre procesos de creación de empresas llevados a cabo por emprendedores de distinto género a motivadores tan significativos como los citados anteriormente. De hecho, una revisión de algunas de las aporta-

    1 Bien es cierto que varios estudios rechazan conceder una elevada importancia a la discriminación fundada en el género como un motivador clave a la hora de desencadenar un proceso emprendedor encabezado por una mujer (Morris, 1995; Konrad and Langton, 1991; Buttner y Moore, 1997).

    ciones realizadas en al ámbito de las nuevas empresas propiedad de mujeres señala múltiples diferencias entre hombres y mujeres. Divergencias que van desde motivadores particulares para cada género, como los apuntados previamente para las emprendedoras, hasta meramente disparidades en la intensidad del impacto de los distintos obstáculos a la puesta en marcha del negocio (Carr, Chen et al., 1996) 2. Entre otras diferencias podemos señalar:

    1. Los negocios puestos en marcha por mujeres se centran sobretodo en el sector servicios y son generalmente de menor tamaño, de más reciente creación, e incluso presentan menores tasas de rentabilidad que los negocios gestionados por hombres (Coleman y Carsky, 1996; Riding y Swift, 1990; Coleman, 1998; Glas y Petrin, 1998; ILO, 1999). Esta problemática intrínseca en lo que a tamaño y perfil sectorial se refiere, aparece directamente relacionada con la tendencia femenina a crear negocios donde barreras a la entrada o salida son relativamente bajas. Algo que a medio y largo plazo puede redundar en mayor intensidad de competencia y achatamiento de los márgenes (Kantor, 1999).

    2. Existen estudios que avalan las diferencias entre negocios de propiedad femenina y masculina en lo que aspectos financieros se refiere. De hecho, algunas investigaciones reflejan la existencia de mayores dificultades entre las emprendedoras a la hora de negociar y llegar a acuerdos con los bancos (OCDE, 1998; Brush, 1992; Stoner et al., 1990, De Groot, 2001). Fruto de esto, generalmente, aquellas mujeres que optan por la puesta en marcha de su propia empresa suelen presentar una menor predilección por el préstamo bancario que el caso de sus antagonistas del sexo masculino (Coleman y Carsky, 1996; Scherr et al., 1993).

    3. Generalmente los emprendedores del sexo masculino presentan mayores niveles de comunicación externa y, por tanto, facilidad para establecer e integrarse en redes de empresa. Aldrich (1989), entre otros autores (Spalter-Roth et al., 1994; OCDE, 1998; ILO, 1999; De Groot, 2001), señala como las emprendedoras poseen redes más reducidas en comparación al sexo opuesto. Esto contribuye a una menor accesibilidad a información, capital o dirección. Sin embargo, también podemos encontrar investigaciones que rechazan esta hipótesis sobre la existencia de diferencia alguna en el comportamiento de los empresarios de uno y otro sexo en lo que a networking se refiere (Envick y Langford, 1998; Leahy y Eggers, 1998).

    4. Consecuencia parcial de las mayores dificultades encontradas por las emprendedoras en lo que obtención de financiación e información se refiere, emergen dos nuevos problemas contrastados para el caso de las mujeres empresarias: por un lado, la disponibilidad de una tecnología moderna capaz de incrementar las cotas de productividad; y, por otro lado, la accesibilidad a los mercados de inputs y bienes intermedios (Mayoux, 1993 y 1995; Levitsky, 1996; De Groot, 2001).

    5. Fruto quizás de la problemática aludida sobre el techo de cristal y la percepción de un menor apoyo social y gubernamental, las emprendedoras tienden a otorgar mayor valor al reconocimiento social y al logro de una realización profesional que los hombres (Glas y Petrin, 1998).

    Pese a todas estas contrastadas diferencias, existen autores que sugieren un carácter no diferenciable entre los procesos de creación de empresas iniciados por emprendedores de distinto género. Apoyándose también en estudios empíricos, argumentan que las diferencias existentes entre empresarios de diferente sexo no son relevantes. Y, por tanto,

    2 Los mismos autores justifican la disparidad del impacto ejercido por los obstáculos a la puesta en marcha del negocio mediante el rol social establecido a la mujer y las desigualdades de poder (Carr, Chen et al., 1996).

    los valores o motivadores de hombres y mujeres en el momento de optar por poner en marcha su empresa convergen más que divergen (Fageson, 1993; Sexton y Bowman-Upton, 1990). Así, más concretamente, encontramos como mujeres que desarrollan su actividad empresarial en industrias tradicionalmente controladas por hombres poseen similares motivadores a los de estos a la hora de optar por crear su propia empresa: deseo de independencia (Smith et al., 1992; Huq y Richardson, 1997), necesidad de logro (Hisrich et al., 1996; Fagenson, 1993); espíritu aventurero, ansia de éxito y optimismo (Fagenson, 1993; Hisrich et al., 1996a).

    Es importante incidir en que los aspectos principales de las variables presentadas en futuros apartados sean contemplados en nuestra investigación mediante preguntas expresas al emprendedor sobre la valoración que cada una de las variables del entorno merece en el caso de su propia aventura empresarial. Esto nos permite: destacar cuales de ellas han resultado clave para los empresarios sujetos a encuesta y tratar de detectar las posibles diferencias relacionadas con el género. Y, no solo esto, partiendo de una realidad como es que las políticas públicas afectan a las tasas de creación de nuevas empresas, nos permitirán definir algunas pautas de actuación capaces de incrementar

    el porcentaje de entrepreneurs en el conjunto del mercado laboral que configura una determinada economía (Storey, 1994 y 1999).

  3. ACTUACIÓN PÚBLICA, CREACIÓN DE EMPRESAS Y GÉNERO

    3.1. Fomentando la creación de empresas: un examen de las políticas públicas para el entrepreneurship

    Hasta ahora hemos apuntado la razón fundamental para la implementación de una política de fomento del entrepreneurship: la posibilidad de utilizarlo como instrumento que nos permita alcanzar diversos objetivos de política macro o microeconómica. Más concretamente, una actuación para el fomento de nuevas empresas tratará de contribuir a reducir el desempleo o regenerar un tejido productivo mediante mejoras sistemáticas del índice de vitalidad empresarial. Siguiendo a Birch (1987), las regiones con elevados valores de este índice de vitalidad empresarial se caracterizarán por poseer altas tasas de nacimientos de empresas, o mayores porcentajes de jóvenes empresas con intenso crecimiento. A lo que Stevenson (1996) añade mejores ratios de supervivencia empresarial a medio y largo plazo.

    CUADRO 1. GRUPOS OBJETIVO DE LA ACTUACIÓN PARA EL FOMENTO DE NUEVAS EMPRESAS

    Estos tres ratios, en teoría comparativamente superiores en regiones considerables como emprendedoras, reflejan a grandes rasgos las tres principales etapas de creación y desarrollo del negocio: gestación, puesta en marcha, crecimiento y desarrollo. Cada una de ellas con problemáticas asociadas concretas y, en ocasiones, diferenciadas. En modo alguno predominan las mismas amenazas en la detección y valoración de la idea embrionaria del nuevo negocio que en la fase de crecimiento y desarrollo. Por ejemplo, en la primera puede aparecer la falta de motivación o asesoramiento, mientras que en la segunda es posible encontrar carencias de recursos financieros o humanos adecuados.

    Este perfil particular de cada una de las etapas en cuanto a actividades o amenazas se refiere suele desembocar en actuaciones concretas sobre los distintos target, véase Cuadro 1, por parte del policy maker:

    - Así la primera fase o de gestación requiere del sector público una contribución sistemática hacia la instauración de un clima favorable para la valoración del autoempleo o la puesta en marcha de una empresa como una opción clara de inserción en el mercado laboral y satisfacción de determinados motivadores tradicionales en el emprendedor.

    - La segunda fase, o de puesta en marcha, demanda del decisor en materia de política económica actuaciones encaminadas a: reducir los trámites burocráticos y administrativos asociados a la creación de un negocio, mejorar el acceso a recursos financieros, minimizar los costes de puesta en marcha, contribuir a hacer sencilla la entrada en redes de empresa, etc.

    - La tercera de las fases, o de crecimiento, reclama una profundización en algunas de las actuaciones apuntadas para fases anteriores. A nuestro juicio, el asesoramiento, la capacitación y el acceso a determinados recursos escasos y networks ocupan un lugar protagonista.

    Se deriva de una estructura de actuaciones como estas el reflejo de la nueva forma de participación, asociación y concertación entre los actores. Por un lado, el Estado ha abandonado paulatinamente su papel de intervención directa, para convertirse en un «facilitador» de la atmósfera adecuada para el desarrollo de nuevas empresas y de determinadas actitudes-motivadores latentes en el emprendedor. Por otro, las empresas o asociaciones adquieren un papel mucho más activo en el diagnóstico, diseño y puesta en marcha de las actuaciones. Lo que entronca directamente con la tendencia común al progresivo abandono de coberturas indiscriminadas y objetivos grandilocuentes por parte del sector público, y la evolución hacia intervenciones mucho más concretas, eficientes y de objetivos más modestos aunque fácilmente evaluables (Domínguez, 1996).

    Las iniciativas para el fomento de nuevas empresas entre las mujeres se enmarcan dentro de esta búsqueda de concreción en grupos objetivo y metas. Sin embargo, la distinción y actuación eficaz sobre este target requiere la existencia de un conjunto de rasgos, obstáculos y necesidades propios. Solo en la medida esto se cumple adquiere sentido discriminar actuaciones en función del sexo.

    3.2. La agenda del género y las nuevas empresas: ¿existe fundamento para una actuación diferenciada enfocada a las emprendedoras?

    La agenda en lo que al género y la discusión existente en la ciencia económica se refiere ha cambiado de manera importante en la última década. Hemos pasado de un debate centrado casi exclusivamente en la igualdad de oportunidades-responsabilidades y el trabajo doméstico-extradoméstico, a

    una nueva discusión en la que emergen realidades derivadas de una atmósfera socio-económica diferente. Es en ese nuevo entorno, donde las pequeñas y medianas empresas suponen una fuente continua de innovación, un motor de crecimiento y un semillero de empleo. Y, prácticamente al unísono, cuando se convierten en objeto del interés de investigadores y policy makers.

    Las actuaciones públicas para la creación de empresas representan una de las herramientas clave del amplio grupo de actuaciones que podemos englobar en la denominada política pyme (Von Molke, 1996; Domínguez, 1996). Desde la consecución de una vinculación razonablemente nítida entre la evolución de variables macroeconómicas como crecimiento o empleo, o incluso anteriormente, se han venido multiplicando las actividades en pro de la obtención de un entorno económico y legal adecuado, un buen soporte gubernamental e incluso una cultura favorable al emprendedor. Sin embargo, y como ya hemos comentado, el intenso crecimiento de este perfil de políticas no ha resultado exento de solapamientos, duplicidades y falta de coordinación.

    Las actuaciones diferenciadas para el fomento de nuevas empresas entre las mujeres se encuadran dentro de las múltiples ramificaciones en las que este tipo de acciones ha venido progresivamente derivando. Los análisis más extendidos del proceso de creación de empresas o de la figura del empresario, utilizados generalmente por los policy makers para la asignación de los recursos y el diseño de sus actuaciones, han venido evitando la variable sexo en su análisis, son teóricamente «neutros» respecto al género. Consecuencia de esto, las decisiones operan de forma procíclica, enfatizando su intervención sobre los obstáculos tradicionalmente detectados en investigaciones sobretodo fundamentadas en emprendedores del género masculino. Esta realidad, por tanto, a medio y largo plazo no facilita precisamente una asignación óptima y eficiente de los recursos dedicados al fomento de las nuevas empresas entre las mujeres.

    En esencia, la necesidad de actuaciones diferenciadas para fomentar la aparición de empresas propiedad de mujeres tiene como raíz ciertas hipótesis contrastadas sobre la existencia de distinciones notables entre los motivadores o perfiles del proceso de creación de empresas entre géneros 3, y se encuadran en la tendencia constatada a integrar los aspectos derivados del género a la hora de implementar nuevas acciones de política económica (Elson, 2002; Catagay et al., 1995). Sin embargo, la implementación de las actuaciones ha venido, hasta muy recientemente, careciendo de indicadores estadísticos apropiados o estudios capaces de detectar adecuadamente las particularidades del proceso emprendedor femenino (OCDE, 1998).

    Solo en la medida que se constata la hipótesis planteada sobre la existencia de diferencias sensibles con base de género en los procesos de creación de empresas, se concibe la necesidad de la implementación de actuaciones diferenciadas por parte del tomador de decisiones en materia de política económica. Si bien existe una considerable mayoría que otorga soporte a la necesidad de intervenciones concretas en aquellos aspectos donde las mujeres encuentran sistemáticamente mayores barreras (sobretodo en países en vías de desarrollo), recientes investigaciones señalan una progresiva reducción de las disimilitudes entre los procesos de creación de empresas iniciados por emprendedores y emprendedoras. Esta probable tendencia convergente entre motivadores y barreras de ambos sexos puede desembocar a medio plazo en la potencial homogenización de las políticas para sendos grupos de potenciales empresarios.

    3 En previos apartados de nuestro trabajo se han presentado evidencias capaces de dar soporte a esta hipótesis. Bien es cierto que también se han citado trabajos cuyas conclusiones refutan la existencia de diferencias notables entre emprendedores/as o sus respectivos procesos de creación.

  4. PROPÓSITO Y METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

    4.1. Propósito del estudio

    Después de describir los diferentes aspectos que pueden influir en el proceso de creación de nuevas empresas y tras presentar un soporte teórico a la posibilidad de aspectos distintivos en el entrepreneurship como consecuencia del género, a nuestro juicio podemos establecer la hipótesis de que existen una serie de diferencias en las características, motivadores y obstáculos del entorno en función del sexo.

    Para poder contrastar la veracidad de dicha hipótesis, decidimos utilizar los datos obtenidos mediante un estudio empírico sobre todos aquellos aspectos del empresario y del proceso de creación de empresas donde la literatura viene revelando comportamientos diferenciados como consecuencia del género. Será a partir de la información recogida y sirviéndonos de métodos de análisis multivariante como trataremos de comparar los comportamientos de ambos grupos, llegando de este modo a establecer el posible punto de partida de una actuación pública para el fomento del entrepreneurship femenino.

    4.2. Determinación de la muestra

    Nuestro ámbito de estudio estaba compuesto por empresas de reciente creación pertenecientes a los sectores tradicionales del ámbito espacial y seleccionadas mediante el empleo de tres bases de datos: inicialmente Dun & Bradstreet, cruzando posteriormente los resultados obtenidos con ARDAN y DIRNOVA 4. Ninguna de las bases empleadas especificaba un dato esencial que en gran medida podía distorsionar población y posteriores resultados, no se concretaban aquellas sociedades mercantiles cuya misión respondía a razones de tipo fiscal, laboral, organizativo, etc. Esto derivó en la necesidad de filtrar y eliminar, en el momento de la encuesta, aquellas unidades económicas no estrictamente emprendedoras 5.

    Una vez acotado el tamaño poblacional, atendiendo a las inexactitudes descubiertas en la base de datos 6 y estimado el número de empresas considerables como no emprendedoras, nuestra población quedó reducida a un total de 253 unidades productivas. De esta población obtuvimos una muestra de 72 empresas, capaz de proporcionarnos resultados bajo un nivel de error del 10%. Tasa de error ciertamente elevada, pero admisible bajo las pretensiones de una primera aproximación que nos permita confirmar ciertos presupuestos y descubrir líneas de investigación o actuación institucional.

    El instrumento para la captación de datos fue un cuestionario diseñado sobre la base de otros empleados con anterioridad (García, 1991; Sanchís y Redondo, 1997) y sometido a un pretest por varios especialistas de la Universidad Miguel Hernández y el Instituto Tecnológico de la Empresa (Red IMPIVA-Generalitat Valenciana). Dicho cuestionario constaba da un total de ochenta variables relacionadas con la figura del empresario, si bien recogía las tradicionales recomendaciones de sencillez, relevancia, brevedad y precisión (Ortega, 1990).

    4.4. Estructura de la respuesta

    El nuevo emprendedor objeto de estudio es predominantemente hombre, el 84,5% de la muestra estudiada está compuesta por varo-

    5 Para determinar si una empresa es emprendedora de nueva creación y ha superado con éxito las primeras etapas del proceso de puesta en marcha se consideraron dos criterios: fecha fundacional no anterior a 1996 y realizar actividades comerciales en el momento de recogida de los datos.

    6 Se descubrió que entorno a un 19,7% de las empresas teóricamente activas habían dejado de operar en los mercados.

    4 Directorio de empresas innovadoras de la Comunidad Valenciana.

    nes. Este es un hecho más o menos generalizado en los estudios de creación de empresas, pero hemos de reconocer que con menos intensidad que aquí, ya que en contextos más desarrollados que el nuestro la mujer suele representar un 20-25% de los empresarios estudiados. Además de pertenecer al sexo masculino, su estado civil predominante es el casado (87,3%).

    El nuevo empresario no es una persona con niveles de formación especialmente elevados. Entorno al 40,2% de la muestra estudiada solamente posee estudios primarios y, únicamente, el 20,8% poseen formación de tipo universitario (ya sea de grado medio o superior). Sin embargo, frente a estas ciertas deficiencias formativas, la mayoría de los emprendedores encuestados detenta una experiencia profesional previa a la creación de su empresa.

    El 85,6% de los empresarios realizaba alguna actividad profesional previamente al

    intento de puesta en marcha de su negocio. Al hilo de esto, resulta inmediato señalar el escaso número de estudiantes (14,1%) que optan por la creación de empresas o el autoempleo como forma de acceso al mercado laboral y el reducido número de desempleados (4,2%) que escogen el entrepreneurship como forma de reinserción en el mercado laboral. Mención particular merece el estimable porcentaje de emprendedores pertenecientes a nuestra muestra cuya experiencia profesional no es por cuenta ajena, sino en su propia empresa (32,4%).

  5. ANÁLISIS ESTADÍSTICO

    5.1. Contrastes de diferencias no paramétricas en dos grupos

    Mediante la prueba Mann-Whitney nos proponemos el estudio de una variable ordi-

    TABLA 1. PRUEBA DE MANN-WHITNEY ENTRE LAS VARIABLES OBSTÁCULOS Y GÉNERO

    Rangos

    TABLA 2. PRUEBA DE MANN-WHITNEY ENTRE LAS VARIABLES OBSTÁCULOS Y GÉNERO. ESTADÍSTICOS DE CONTRASTE a

    a Variable de agrupación: Sexo.

    nal (obstáculos) y una segunda que emplearemos para dividir en dos grupos (sexo). De este modo trataremos de conocer si existen diferencias entre los obstáculos percibidos por los hombres y por las mujeres.

    En primera instancia, siguiendo las Tablas 1 y 2, dos son las variables que ofrecen disparidad en sus comportamientos. Por una lado, parece que las mujeres se encuentran con menores dificultades a la hora de encontrar el personal adecuado para el desenvolvimiento de su negocio. Por el otro, el sexo femenino también sugiere una menor problemática en la localización de materias primas y tecnología.

    Las características de nuestra muestra nos impiden contrastar con garantías la posibilidad de que la importancia de ambas barreras radique en unos niveles mayores de formación en las mujeres o circunstancias particulares del sector. Queda, por tanto, este punto como una posible cuestión a clarificar en futuras investigaciones.

    De nuevo empleando la prueba no paramétrica de Mann-Whitney y permaneciendo como variable de agrupación el sexo, procedemos a observar aquellas discrepancias más relevantes para los dos sexos en relación con las distintas motivaciones que empujan a la creación de una empresa (véanse Tablas 3 y

    4). Los estadísticos de contraste no muestran diferencias significativas en el comportamiento de los grupos. Sin embargo, el tamaño muestral nos otorga cierta flexibilidad en la definición de ciertas tendencias intergrupales. Así dos casos manifiestan comportamientos ciertamente diferenciados y próximos a la obtención de cierta relevancia estadística: «la disponibilidad de fondos financieros para la puesta en marcha» y «la posesión de una tecnología innovadora».

    En el caso de «disponibilidad de fondos financieros para la puesta en marcha de la nueva empresa», la gran mayoría de los teóricos señalados en nuestra revisión señalan las dificultades de las mujeres cara a la obtención de fondos financieros. Entre otras, dos emergen como posibles justificaciones a la luz de la literatura analizada: el reducido acceso al empleo de fondos familiares (vivienda, cuentas de ahorro, propiedades,...) y los largos periodos con dedicación a las tareas familiares. Sin embargo, decantarse por una u otra demanda una profundización en esta línea de investigación.

    TABLA 3. PRUEBA DE MANN-WHITNEY ENTRE LAS VARIABLES MOTIVADORES Y GÉNERO.

    Rangos

    Más difícil es lograr una explicación clara de la relativa escasa motivación de las mujeres para la puesta en marcha de un negocio a partir del conocimiento de una nueva tecnología industrial. El perfil terciario de las iniciativas emprendedoras femeninas, apuntado en la revisión de la literatura y las conclusiones obtenidas en los párrafos previos sobre las diferencias entre los obstáculos pueden arrojar cierta luz en relación con el relativamente escaso fenómeno emprendedor femenino asentado sobre la innovación tecnológica.

    TABLA 4. PRUEBA DE MANN-WHITNEY ENTRE LAS VARIABLES MOTIVADORES Y GÉNERO. ESTADÍSTICOS DE CONTRASTE a

    a Variable de agrupación: Sexo.

    5.2. Análisis factorial en componentes principales

    Trataremos a continuación de observar las relaciones intervariables a través del análisis factorial en componentes principales. Pretendemos hacer descender la cantidad de variables explicativas del modelo mediante la aplicación de una técnica de reducción del número dimensiones de estas.

    Partiendo de la matriz de correlaciones creada con un total de seis variables (edad; problemas en el suministro de materias primas o tecnología; transportes y deficientes comunicaciones; acceso a la información; contabilidad, asesoría en gestión; el valor más estimado es el cliente) buscaremos observar en que medida existe correlación entre ellas, siempre con niveles de significación suficientemente elevados (

    Fundamentándonos en la matriz de correlaciones-significación (unilateral), que nos permite conocer comportamientos de variables dos a dos, pasa por ser obligado realizar las comprobaciones oportunas con la finalidad de advertir la factibilidad de la aplicación del análisis factorial como metodología de investigación.

    En nuestro caso se cumplen las condiciones para la aplicación del análisis factorial, ya que el Test de Esfericidad obtiene un muy buen resultado: la significación de 0,000 es bastante próxima a cero. El Test de KaiserMeyer-Olkin ofrece una medida de la adecuación de 0,722 lo que implica un resultado medio, lo que comparativamente a otros trabajos podemos estimar como más que aceptable (Ademe et al, 2000).

    En base a los resultados del Test de Bartlett, un determinante de la matriz de correlaciones diferente de cero (0,172) y a la medida de Kaiser-Meyer-Olvin podemos aceptar la benignidad del empleo de la metodología del análisis factorial.

    Partiendo de un modelo capaz de explicar la totalidad de la varianza empleando los seis componentes que observamos en la primera columna del cuadro de la varianza total expli-

    TABLA 5. MATRIZ DE CORRELACIONES a

    a Determinante = ,172

    cada, la cuestión pasa por establecer el núme-

    ro de componentes necesarios para explicar

    una tasa suficientemente representativa de

    la varianza. En base a los resultados obteni-

    dos, la simplificación en un modelo configura-

    do por los componentes uno y dos, capaces de

    explicar el 65,933 de la información, es un

    hecho puramente estadístico. Sirviendo ade-

    más el gráfico de sedimentación para refren-

    dar que las componentes 3, 4, 5 y 6 quedan

    por debajo del «codo» formado tras la intro-

    ducción de la segunda componente.

    Los dos factores mentados recogen el

    65,9% de la información, lo que se puede con-

    siderar aceptable ya que nos permitirá agru-

    par y condensar la información obtenida

    haciéndola más manejable de cara a su utili-

    zación como determinante de ciertos comportamientos y obstáculos en el entrepreneurship.

    La escasa nitidez manifestada en la matriz de componentes principales, nos empujó hacia la aplicación de un método de rotación (normalización Varimax con Kaiser) para clarificar lo presentado en la matriz de componentes principales y obtener así unos resultados más benignos y concretos.

    Como era de esperar, la nueva configuración de la matriz de componentes rotados nos permite identificar dos componentes claramente diferenciadas:

    - En la componente uno que tiende a definir una trayectoria agrupada de tres variables de comportamiento muy simi-

    TABLA 6. VARIANZA TOTAL EXPLICADA

    Método de extracción: Análisis de componentes principales

    TABLA 7. COMUNALIDADES GRÁFICO 1. SEDIMENTACIÓN

    Método de extracción: Análisis de componentes principales

    TABLA 8. MATRIZ DE

    COMPONENTES a

    Método de extracción: análisis de componentes principales

    1. 2 componentes extraídos

      TABLA 9. MATRIZ DE

      COMPONENTES ROTADOS a

      Método de extracción: análisis de componentes principales

      Método de rotación: normalización Varimax con Kaiser

    2. La rotación a convergido en 3 iteraciones

      lar, existe una tendencia contrastada

      por la que aquellos emprendedores que

      identifican como barreras relevantes a

      la puesta en marcha del negocio los

      transportes y las deficientes comunica-

      ciones, son también aquellos que obser-

      van grandes obstáculos en el suministro

      de materias primas y el acceso a la infor-

      mación.

      - La componente dos, tiende a dibujar la

      trayectoria conjunta de tres variables:

      el valor más estimado es el cliente, la

      contabilidad y la asesoría, y la edad (en

      sentido inverso); donde valores altos de la componente implican emprendedores jóvenes con orientación hacia el cliente y empleo de modernas técnicas de gestión.

      La representación gráfica en el espacio rotado de nuestra muestra (Gráfico 2), empleando las componentes obtenidas y distinguiendo entre el sexo masculino y el femenino, nos permite lograr ciertas conclusiones sobre el comportamiento diferencial entre hombres y mujeres a lo largo del proceso emprendedor. Así observamos como las emprendedoras tienen una cierta tendencia a situarse en el cuadrante superior-izquierdo, lo que implica valores elevados de la componente uno y reducidos de la componente dos. En relación con esto, denotamos en las mujeres: por un lado, cierta inclinación hacia el cliente, empleo de técnicas modernas en la gestión y menor edad en el momento del entrepreneurship; y por otro lado, que otorgan menor importancia a los transportes y las comunicaciones, al suministro de materias primas y al acceso a la información como obstáculos a la hora de poner en marcha nuevas empresas.

      Una vez estructuradas las relaciones existentes entre las seis variables consideradas en el factorial anterior, y derivado de los resultados obtenidos en los estudios descriptivo y bivariante, procedemos al examen de catorce nuevas variables recogidas en la Tabla 12. Para ello revisamos la calidad de los estadísticos descriptivos y la matriz de correlaciones, realizamos las comprobaciones sobre la benignidad de la aplicación de la metodología del análisis factorial mediante el Test de Esfericidad y la prueba de KaiserMeyer-Olkin. La medida de adecuación uestral señala un valor de 0,605 y la prueba de esfericidad de Bartlett señala una significación de 0,000, con lo que podemos aceptar el empleo de la metodología factorial.

      Sustentándonos en la varianza total explicada (véase Tabla 10) por cada una de las catorce componentes y observando el gráfico

      GRÁFICO 2. COMPONENTES EN ESPACIO ROTADO

      TABLA 10. VARIANZA TOTAL EXPLICADA

      Método de extracción: Análisis de componentes principales

      de sedimentación (véase Gráfico 3), podemos permitirnos afirmar la conveniencia de optar por el uso de cinco de estas componentes capaces de proporcionar explicación al 65,320% de la varianza total.

      TABLA 11. COMUNALIDADES

      Método de extracción: Análisis de componentes principales

      GRÁFICO 3. SEDIMENTACIÓN

      La escasa nitidez presentada por la matriz de componentes principales con cinco componentes derivó en la necesidad de la aplicación de una rotación Varimax con Kaiser que convergió tras la realización de quince iteraciones. Esto nos permitió el diseño de una matriz de componentes rotados configurada por:

      - Componente uno: toma decisiones encaminadas a vender más; el valor más estimado en la empresa es el cliente; es una persona activa, luchadora e impetuosa; emplea la contabilidad y la asesoría en la gestión del negocio.

      - Componente dos: el emprendedor poseía una experiencia previa en creación de empresas; el emprendedor poseía una experiencia relacionada con el negocio actual; edad.

      - Componente tres: el emprendedor busca la máxima rentabilidad aceptando el riesgo; las decisiones son tomadas por el empresario de manera independiente; siempre toma la iniciativa.

      - Componente cuatro: el emprendedor trata de mantener una tecnología punta en su empresa; producto de la empresa es muy diferenciado.

      - Componente cinco: nivel de estudios del emprendedor y complejidad del mercado.

      Si representamos gráficamente las empresas de nuestra muestra respecto de las dos primeras componentes y diferenciamos en función del sexo, podemos observar ciertas características interesantes 7. En primer lugar, si nos fijamos en la primera componente, vemos que prácticamente la totalidad de mujeres empresarias se sitúan en la parte de la derecha, es decir, tienen valores altos de dicha componente. Esto nos indica en cierta medida que las mujeres tienden a tomar decisiones encaminadas a vender más, suelen tener al cliente como valor más estimado, son personas activas y luchadoras y suelen utilizar contabilidad y asesoría en la gestión de la empresa. Si nos fijamos ahora en la segunda componente, podemos observar que las mujeres se sitúan por la parte inferior de dicha componente. Con esto podemos concluir que

      7 Evitamos la presentación del resto de componentes y sus gráficos por derivarse de ellos ningún resultado relevante para nuestra investigación.

      TABLA 12. MATRIZ DE COMPONENTES a

      Método de extracción: análisis de componentes principales.

      a 5 componentes extraídos.

      TABLA 13. MATRIZ DE COMPONENTES ROTADOS a

      Método de extracción: análisis de componentes principales. Método de rotación: normalización Varimax con Kaiser.

      a La rotación ha convergido en 15 iteraciones.

      las mujeres suelen tener poca experiencia,

      algo que suele ir muy asociado con edades inferiores. Aunque por el contrario tienen

      unos niveles superiores de estudios.

      GRÁFICO 4. COMPONENTES EN ESPACIO ROTADO

  6. CONCLUSIONES

    Apoyándonos en la literatura sobre la cuestión, se han realizado una serie de reflexiones sobre la existencia de diferencias contrastadas entre los procesos de creación de empresas llevados a cabo por hombres y por mujeres. Pese a observarse ciertas tendencias mayoritarias, los resultados reflejado por los autores resultan frecuentemente contrapuestos. A partir de esta revisión, establecimos una serie de variables cuya distinta influencia sobre el entrepreneurship deseábamos observar. De este conjunto de variables, sometidas inicialmente a encuesta y a análisis multivariante después, podemos afirmar que solo algunas de las previsibles diferencias entre emprendedores y emprendedoras se han confirmado:

    Las emprendedoras encuentran menos problemas que los emprendedores a la hora de encontrar el personal adecuado, localizar materias primas o dar con la tecnología necesaria para la puesta en marcha de su negocio. Estas diferencias, razonables a la luz de investigaciones previas detectadas en la literatura, no presentan la trayectoria previsible en primera instancia. De hecho, los diferentes estudios analizados venían mayoritariamente señalando superiores dificultades para las emprendedoras en la localización de estos tres recursos y nuestro contraste empírico señala todo lo contrario.

    Pueden apuntarse varias potenciales explicaciones para esta circunstancia. Entre otras, podemos señalar dos: probables niveles de formación superiores entre un empresariado femenino generalmente más joven y, sobretodo, la preponderancia del sector servicios o asimilables entre las emprendedoras 8.

    8 Nótese al carácter frecuentemente maduro de las tecnologías de los sectores del ámbito de extracción de la muestra. Así como la previsible accesibilidad de las nuevas empresarias a mercados de inputs asiduamente bastante desarrollados. Además, lo reducido del tamaño

    Sin embargo, dichas explicaciones quedan fuera del estudio y requieren una profundización a desarrollar en futuras investigaciones.

    Se detectan dos tendencias a resaltar atendiendo al tamaño muestral empleado, si bien no alcanzan la intensidad de soporte estadístico deseable, y que apoyan algunas de las hipótesis establecidas en nuestra revisión de la literatura. Los empresarios señalan la disponibilidad de fondos como un motivador para la puesta en marcha de su empresa con mayor intensidad que las empresarias. En idéntico sentido se manifiestan sobre la posesión de tecnologías innovadoras. Una nuevo horizonte para esta línea de investigación pasará por tratar de contrastar la vigencia de algunas explicaciones apuntadas en la literatura para sendos casos: reducida capacidad de acceso a recursos financieros familiares o bancarios, predominio del sector servicios entre las emprendedoras,...

    El estudio multivariante nos ha permitido reconocer ciertos comportamientos agrupados de algunas variables cuando introducimos el género en el análisis. Así las emprendedoras presentan un acentuado enfoque hacia el cliente, son personas activas y luchadoras, emplean de modernas técnicas de gestión y suelen tener menor edad en el momento de la creación. Sin embargo, tienden a conceder menos importancia a obstáculos tradicionales en los procesos de creación de empresas (conseguir información relevante, suministro de materias primas y acceder a redes logísticas o de comunicaciones).

    De nuevo se encuentra refrendo parcial a nuestra revisión de la literatura. Por un lado, no podemos afirmar que las emprendedoras posean mayores dificultades para integrarse en networks capaces de aportarles información relevante o entrada en determinados proveedores de materias primas. Por otro lado, vemos como la mayoría de las emprendedoras sometidas a encuesta son jóvenes. Esto puede sesgar en cierta medida nuestros resultados, al igual que también puede hacerlo el perfil tradicionalmente terciario de los nuevos negocios femeninos.

    Existe un conjunto de razones por las que estos resultados pueden resultar relevantes a la hora de diseñar o implementar políticas públicas de fomento del entrepreneurship. En primer lugar, nuestra investigación nos permite afirmar que existen algunas diferencias en la percepción que los emprendedores y emprendedoras poseen de los obstáculos y los motivadores en el proceso de creación de un negocio. Así como también son palpables las distinciones entre el perfil del emprendedor y la emprendedora de nuestra investigación, algo que justifica razonablemente la puesta en marcha de programas diferenciados entre los distintos géneros. Sin embargo, no se han refrendado todas las potenciales disimilitudes detectadas en la literatura revisada.

    En función de los resultados obtenidos, parece necesario mantener e incluso acentuar programas y actividades enfocadas a facilitar el acceso de las mujeres a los recursos financieros. También parece conveniente, y quizás a nuestro juicio resulte donde más camino resta por recorrer, establecer medidas de actuación capaces de fomentar una progresiva diversificación sectorial entre las emprendedoras. Buscando de este modo incrementar las tasas de creación en sectores tecnológicamente innovadores (donde aparentemente las empresarias poseen menos incentivos a poner en marcha sus empresas).

    Finalmente, no debemos olvidar que a la luz de los resultados del estudio multivariante la muestra de emprendedoras analizada sugiere un perfil joven, activo, luchador y con modernas técnicas de gestión. Esto es algo que puede inducirnos a intuir un probable pool de potenciales emprendedoras entre las

    de la muestra de empresarias y la concentración de estas en determinadas industrias como la conexa al calzado (asimilable en ocasiones al sector servicios) puede haber introducido cierto sesgo en los resultados obtenidos.

    mujeres de mayor edad, posibilitando establecer así un nuevo target para la actuación pública. Bien es cierto, que esto es algo no contrastado explícitamente en nuestro trabajo y demanda un análisis más profundo en futuras investigaciones.

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    RESUMEN: Emprender se ha convertido en un tema ampliamente extendido dentro de la investigación económica. Esta importancia se debe a su probada capacidad para solventar cuestiones como elevado desempleo, renovación de economías locales en declive, aportar innovación de producto o permitir a las personas el uso de sus capacidades creativas. En este artículo estudiamos la relación entre género y entrepreneurship mediante los resultados de un estudio empírico realizado en la provincia de Alicante. El punto de partida de esta investigación es una revisión de la literatura relacionada con las características demográficas, motivaciones y comportamientos del empresario (prestando una especial atención al género y su importancia en el proceso de creación de una nueva empresa). En las siguientes secciones, describiremos la metodología, el análisis multivariante, y finalmente presentaremos los principales resultados y apuntaremos algunas pautas para las políticas públicas.

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