Diego Rivera y Bonampak

AutorGermán Arciniegas
Páginas151-153

Suplemento dominical de El Nacional. Al servicio de México. Revista Mexicana de Cultura. Segunda época. Número 228, 12 de agosto de 1951, pp. 1 y 10.

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Bonampak quiere decir, en lengua maya, «muro pintado». Floreció hace doce siglos, en las entrañas verdes de Yucatán. Un sabio, que no pudo resistir el embrujo de sus ruinas, el doctor Sylvanus Morley, la bautizó así: Bonampak. La de los muros pintados.

En la era del fresco americano no hay que decir: antes de Diego Rivera, después de D.R. Sino: Antes de Bonampak, D. de B. ¡Cuando aparece Diego Rivera! En el siglo XII D. de

  1. Bonampak era un cofre mágico de pinturas. Los mexicanos los llevaban en su memo-ria vagabunda. Ellos, y todos nosotros, tenemos una memoria con hilos perdidos. Bonampak vivía, sin nombre, en el recuerdo, y nadie sabía dónde estaba. Y así, empujaba a los pintores a cubrir los muros de colores. Pero si a Diego le hubieran preguntado hace cinco años: ¿Dónde está Bonampak, la casa de colores de donde tú vienes? Él, que es tan fabuloso, hubiera reído y contestado: ¡Bonampak no existe! Y, en ese caso, hubiera dicho toda la verdad, y nada más que la verdad. En otras palabras: toda una mentira. Bonampak existía en los recuerdos de la memoria perdida.

Pero un norteamericano -¡tenía que ser!- descubrió a Bonampak. Andaba él por aquella «escena de la lujuriosa selva del trópico mexicano -dice Salvador Toscano-:

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El maestro Arciniegas con los poetas León de Greiff, Luis Vidales, el escritor venezolano Miguel Ángel Burelli Rivas y el fundador de la Universidad de los Andes Mario Laserna Pinzón

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los cedros y ceibas -de sensuales formas humanas- aparecían ahogados por la lianas y bejucos que se retorcían sobre los troncos sombríos». El americano era arqueólogo, fotógrafo. Como si dijéramos: aventurero de profesión. De esos a quienes entusiasman la culebra y el jaguar, vivos o en pinturas arqueológicas. Los indios lo maliciaron, y le tentaron. -Si quieres, te llevaremos a la casa de colores.

¿Dónde queda Bonampak? Miguel Covarrubias lo dice en estas palabras de estilo cuento viejo: «Está situado sobre unos cerros, a tres días de distancia a lomo de mula desde Agua Azul, en el río Usumacinta, uno de los últimos campos chicleros visitados por los aviones...». Como quien dice: Te montas en un pájaro de metal y motores, y vuelas hasta Agua Azul. Allí te espera una mula, y te vas con unos indios que hablan una lengua que sólo ellos, y el diablo...

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