Introducción: mundo offshore y mundo onshore

AutorJosé María Martínez Selva
Cargo del AutorCatedrático de Psicología en la Universidad de Murcia. Miembro del Offshore Institute. Profesor de la Escuela de Negocios de Dirección y Administración de Empresas (ENAE) de Murcia.
Páginas21-58

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El mundo de los territorios de fiscalidad reducida posee, a la vez, un gran glamour y una muy mala prensa. En el lado positivo podemos decir que evoca el comercio y las finanzas internacionales, las grandes fortunas, los lugares exóticos y los centros turísticos más exclusivos. Al mismo tiempo y en su parte negativa, se asocia con el crimen y la delincuencia, por más que su uso obedezca mayoritariamente a razones de índole empresarial, fundamentalmente comercial y financiera y, sobre todo, a la evasión fiscal, entendida como ahorro o evitación de impuestos, comportamiento lícito, o como evasión fiscal, comportamiento normalmente ilícito. La delincuencia internacional y el crimen organizado son usuarios habituales de los territorios de baja tributación. No obstante, el crimen ya sea organizado o no utiliza también el banco de la esquina, Internet, los autobuses y el teléfono móvil.

Es, por tanto, un hecho que en la opinión pública existe un tufo a evasión de impuestos, narcotráfico, delincuencia organizada y corrupción política, asociado al uso de los territorios de baja tributación. Los medios de comunicación no tienen inconveniente en añadir cada vez más actividades ilícitas a la lista de las que habitualmente se citan en conexión con los paraísos fiscales: tráfico de armas y personas, terrorismo, prostitución, pornografía y pederastia. Esta mala prensa procede objetivamente del mal uso del sistema financiero offshore por parte de criminales de todo el mundo,Page 22 pero también de la opacidad de las transacciones que tienen lugar a través de ellos, y de su forma de funcionamiento. En menor medida, procede también del desconocimiento general sobre los paraísos fiscales y de no querer reconocer cierta hipocresía fiscal por parte de los países de alta tributación.

Intentar ahorrar impuestos no es algo nuevo ni distante. Todos los países del mundo ofrecen resquicios legales que permiten a las grandes empresas ahorrar impuestos, a veces de forma escandalosa si se compara con las obligaciones tributarias de los contribuyentes modestos o de las pequeñas empresas, como ocurre en los países europeos de alta tributación, como el Reino Unido, Holanda o España. Un ejemplo son las ayudas oficiales, muchas veces arbitrarias, a la implantación de empresas que son, en conjunto, una forma legal de no pagar impuestos que se aplica sólo a unos pocos. Los huecos o agujeros fiscales existentes en los países de alta tributación generan en ellos mini-paraísos fiscales. Por ejemplo, en muchos países las donaciones a entidades religiosas, y a veces sólo a algunas de ellas, están exentas de impuestos.

Con el paso del tiempo el resultado es que todos los países desarrollados poseen, junto a un sistema impositivo muy estricto, un amplio número de agujeros u oasis legales para que en alguno de sus territorios, regiones, autonomías, provincias o comarcas, y para que en alguno de sus sectores industriales, se aplique una legislación tributaria más leve, basada en ocasiones en argumentos de lo más trivial para el tema central: la actividad económica. El abuso de los llamados "derechos históricos" para algo tan prosaico como es ganar más dinero pagando la menor cantidad posible de impuestos, se convierte para los detractores de los paraísos fiscales en un dogma indiscutible, propio de una actitud más cercana a la candidez franciscana que al celoso martillo de herejes con el que habitualmente se sacude a los enclaves "offshore" o de baja tributación. En resumen, lo que es bueno para los grandes países (ventajas fiscales para atraer la inversión) no es bueno para los pequeños o para los poco desarrollados.

Esta doble moral queda en nada cuando se compara con otros ejemplos de hipocresía. La base jurídica para que un país establezca los impuestos que estime oportuno forma parte de la soberanía nacional que se niega, en este caso, a muchos países independientes. Se añaden las presiones políticas y económicas sobre los enclaves offshore, normalmente países con escasos recursos naturales, extensión reducida, la mayoría de ellos insularesPage 23 y en algunos casos sin acceso al mar, y con economías de escaso tamaño. Es, en último extremo, a los débiles a quienes los fuertes les dicen cómo tienen que hacer las cosas y en concreto qué impuestos tienen que pagar sus escasos habitantes. Esta actitud podría calificarse sin exageraciones como colonialismo económico.

Hay más usuarios de los enclaves de baja tributación de lo que parece. Muchas personas, que poseen sus ahorros en fondos de pensiones para asegurar su jubilación, son usuarios involuntarios de estos servicios e ignoran que estos fondos se invierten frecuentemente a través de entidades radicadas en paraísos fiscales, con el único y lícito objetivo de ahorrar impuestos y obtener así una mayor rentabilidad para sus partícipes. Por otro lado, el autor no conoce a nadie que exija una cláusula de objeción fiscal al contratar un fondo de pensiones o un plan de jubilación, por el que la entidad gestora deba abstenerse de ahorrar legalmente todos los impuestos que pueda para beneficiar al partícipe. Véase también el último apartado de este capítulo que versa sobre otros usuarios privilegiados de estos centros.

El mundo offshore se encuentra en cambio constante debido a avatares socioeconómicos de naturaleza mutable y muchas veces imprevisible: guerras, criminalidad organizada, desplazamientos masivos de la población, o cambios legislativos generales o particulares. Se ve afectado tanto por las circunstancias de la economía general, como por cambios específicos en sus posibles clientes o en la situación socioeconómica de los territorios en cuyas cercanías se encuentran. En un momento determinado, la existencia de un lugar donde no se pagan impuestos puede convertirse en un refugio para miles de ciudadanos en riesgo de perderlo todo. Por ejemplo, en los albores de la Segunda Guerra Mundial muchos judíos encontraron en Suiza, con mayor o con menor éxito, un lugar donde poner a salvo sus fortunas. Estos territorios son siempre un abrigo o un puerto refugio, no siempre seguro pero más que su propia patria, para muchas personas que deciden depositar sus bienes en ellos.

El mundo offshore es, además, una parte importante de la economía mundial y un elemento más del sistema financiero. Diariamente a través de los circuitos offshore circulan cantidades importantes de dinero que regresan de forma inmediata, o diferida, al llamado mundo "onshore", o de alta tributación.

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El mundo offshore y su evolución continua es también uno de los ejemplos más claros de la "globalización" o internacionalización, no sólo de la economía, sino de cualquier otro ámbito de nuestra vida. Es un ejemplo de cómo el mundo se vuelve cada vez más pequeño y de cómo las tecnologías de la información y de las comunicaciones modifican en pocos años el panorama de sectores económicos completos.

La economía offshore

La utilización de estas jurisdicciones, antes restringida a las inversiones de grandes empresas, hombres de negocios, emigrantes, expatriados y personas pudientes, ha crecido en paralelo con la libertad de movimiento de capitales en los países desarrollados y con la liberalización de la economía. El aumento de la presión fiscal en muchos países, las guerras y los bruscos cambios sociales y migratorios han contribuido también, y en algunos casos de forma decisiva, a que muchas empresas y particulares busquen abrigos o puertos de refugio que se denominan también territorios de baja tributación, paraísos o refugios fiscales ("tax havens") o jurisdicciones extraterritoriales.

No existe un territorio offshore ideal, sino que son las necesidades particulares y específicas de cada empresa o persona las que determinan la forma idónea de organizar su actividad comercial y financiera, de manera que obtenga más beneficios de su dinero y pague menos impuestos que en su país de residencia.

La economía offshore, es decir las inversiones de cualquier persona o entidad, en países distintos a su lugar de residencia, posee dimensiones enormes y es un gran negocio mundial. De hecho, está estrechamente ligada a la economía onshore (la del lugar de residencia) y, en línea con la internacionalización antes citada, ambas están cada vez más unidas.

Las cifras de la economía offshore varían mucho según la fuente, aunque en todo caso son elevadas y resaltan la contribución que aporta a la economía mundial y el importante papel que en ella desempeña.

En 1996 (Financial Times y Chase Manhattan Private Bank), se estimaba que había unos 2,1 billones de dólares (que consideraremos equivalentes a euros en todo el libro) en dinero offshore. De esta cantidad, la mitad se encontraba en Europa y Oriente Medio, mientras que 350 mil millo-Page 25nes de dólares estarían depositados en el área del Caribe y unos 650 en el Pacífico Asiático.

La ONU, en su informe Refugios Financieros, Secreto Bancario y Blanqueo de Dinero, aumenta esa cantidad y estima en cinco billones de dólares el dinero depositado en paraísos fiscales, lo que viene a ser el 3-3,5% de la riqueza del planeta. El Fondo Monetario Internacional estimaba el valor de los activos financieros offshore en 5,62 billones de euros, una cifra parecida a la anterior (El Periódico, 22 de abril de 2002). En 2004, la cifra total del negocio offshore según el Fondo Monetario Internacional equivaldría al 2%...

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