La conectividad en las zonas rurales: dificultades y opciones políticas

AutorMario Zappacosta
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Los datos sólo se transforman en información cuando se puede actuar basándose en ellos y éste es un proceso plagado de dificultades para muchas personas que viven en sociedades rurales

Los datos se convierten en información útil y en conocimiento sólo si se completan con éxito tres etapas clave (Wilson y Heeks, 2000): primero es preciso acceder a los datos, después evaluarlos y por último aplicarlos a las condiciones locales. Quienes viven en las zonas rurales de los países en vías de desarrollo, y también en algunas regiones de las economías en transición, suelen experimentar graves problemas en las tres etapas. La discusión sobre el uso y la utilidad de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para el desarrollo rural carece de sentido, a menos que se aborde la cuestión de la "conectividad"1. El acceso a la información potencialmente disponible en las TIC necesita muchos recursos tangibles, como infraestructura de telecomunicaciones, capacidad de mantenimiento y utilización, y los recursos financieros necesarios para adquirir equipos o acceder a las redes. Además son necesarios niveles adecuados de conocimientos, para poder utilizar las tecnologías adecuadamente y también para evaluar, adaptar y aplicar la información obtenida. Por último, es importante abordar el problema de la calidad de la información y su relevancia para quienes viven en zonas rurales.

Un problema de infraestructura

En la mayoría de los países en vías de desarrollo, la infraestructura básica de comunicaciones es débil, dada la escasa prioridad que se le ha concedido en los programas de desarrollo pasados. Utilizando como indicador la "teledensidad" (número de líneas telefónicas principales por cada 1.000 habitantes), el valor medio en 1996-98 para los países de renta baja es de menos de 40, mientras que alcanza a 569 en los países de renta alta (véase la tabla 1). Además, la infraestructura de telecomunicaciones en los países en vías de desarrollo se concentra en las zonas urbanas y, en muchos casos, no existe en las zonas rurales. Se calcula que, en estas últimas zonas, una media de 1.500 habitantes tiene que compartir una única línea telefónica (Hudson, 1998; Comisión Europea, 1997). Finalmente, debido a la escasez de recursos financieros, las infraestructuras de comunicaciones están mal mantenidas y sometidas al vandalismo y al robo (especialmente los cables de cobre).

La electricidad es un requisito indispensable para acceder a las redes de comunicaciones mundiales. Sin embargo, casi dos mil millones de personas de las zonas rurales todavía no disponen de electricidad y, con las actuales tendencias demográficas y la lentitud de los programas de electrificación rural, la situación parece destinada a empeorar en las próximas décadas (Barnes et al., 1997).

En la mayor parte de los países en vías de desarrollo, la infraestructura de comunicaciones es débil, y este problema se combina a menudo con la falta de la energía eléctrica necesaria para que funcionen los ordenadores y los equipos de comunicación.

El precio del equipo, del software y de los periféricos es otro obstáculo importante para la difusión de las nuevas TIC en las zonas rurales. En los países en vías de desarrollo, el coste de un ordenador personal básico y un módem, unos 2.000 dólares USA, está simplemente fuera del alcance de personas que, por término medio, ganan sólo 1.250 dólares al año (PNUD, 2000). El coste de un PC es también más alto que en los países industrializados, porque los mercados locales están aún en las primeras etapas de desarrollo, cuando las ventas son insuficientes para conseguir economías de escala que permitirían reducir los precios. Esto se combina a menudo con la aplicación de aranceles de importación elevados.

Además, las zonas rurales suelen carecer de mecanismos financieros locales asequibles y, cuando existen, la gente carece de las condiciones necesarias para acceder a los créditos. A menudo se sugiere que se utilicen productos de segunda mano o de segunda generación, más baratos, en lugar de tecnología de último modelo, pero ello llevaría consigo los inconvenientes de menor velocidad y menor potencia. En muchos casos, lo que se ahorraría en la adquisición inicial de equipo se gastaría después en costes de telecomunicación mayores y en cargos por tiempo de conexión.

El coste de PC nuevos en los países en vías de desarrollo es alto, tanto en términos absolutos como relativos, ya que el mercado limitado impide las economías de escala. Sin embargo, los mayores costes de funcionamiento de los equipos de segunda mano, más baratos, convertirían su uso en un ahorro falso

Muchas innovaciones tecnológicas recientes parecen ofrecer posibles soluciones para extender el acceso en las zonas rurales, soslayando los problemas de la débil infraestructura de comunicaciones y reduciendo los costes de conexión. Las nuevas tecnologías, como los satélites y los sistemas de telecomunicación inalámbrica, pueden proporcionar a los países en vías de desarrollo una "infraestructura instantánea", sin necesidad de construir costosas redes terrestres fijas (Mansell y Wehn, 1998). Los sistemas de radiocomunicación celular, las pequeñas estaciones terrestres de satélites (VSAT o "very small aperture terminals") y los satélites de órbita baja (LEO) podrán jugar un papel decisivo para extender a todo el mundo el alcance de la infraestructura mundial de información y para hacer que los servicios de telecomunicación sean más fiables y baratos. La difusión de los sistemas de energía solar en las zonas rurales contribuirá también a reducir su aislamiento de las redes eléctricas nacionales.

Se espera que la puesta en práctica de reformas legislativas en el sector de las telecomunicaciones amplíe los efectos positivos del progreso tecnológico en las zonas mencionadas. Desde finales de los años 80, un número creciente de países en vías de desarrollo está abriendo sus mercados a la competencia y transformando sus monopolios estatales en diversos tipos de propiedad privada. Este cambio de política hacia la liberalización y la privatización ha sido, con frecuencia, el resultado de las condiciones impuestas por los organismos internacionales de desarrollo, como el Banco Mundial y USAID, como parte de la ejecución de sus programas de ajustes estructurales.

La filosofía que subyace en estas reformas es que los monopolios nacionales de telecomunicaciones son ineficaces y no pueden afrontar las inversiones necesarias para ampliar, mejorar y mantener la infraestructura, debido a su creciente endeudamiento y al empeoramiento de las condiciones comerciales. La competencia y la privatización se consideran, pues, prerrequisitos para modernizar el sector, haciendo posible la mejora de la calidad del servicio y la reducción de los costes para los usuarios. Sin embargo, no hay que olvidar que una razón frecuente para privatizar, especialmente en los países más pobres, es obtener dinero para hacer frente a las crisis fiscales, más que aumentar las perspectivas de una mayor eficacia (Hamelink, 1999, Van Audenhove et al., 1999).

Aunque muchos países en vías de desarrollo han privatizado sus operadores de telecomunicaciones para estimular la competencia, este proceso no siempre ha cumplido las expectativas

El impacto de estas reformas en las zonas rurales no siempre es claro, y la privatización no consigue, a menudo, cumplir las expectativas de que fomente una mayor competencia. El mercado de las telecomunicaciones está mostrando, en efecto, una clara tendencia hacia la concentración, lo que hace que se parezca más a un oligopolio que a un mercado abiertamente competitivo. Además, una vez que se convierten en empresas que obtienen beneficios, los antiguos proveedores de servicios públicos pueden tener, incluso, menos incentivos para dar servicio a las zonas rurales, donde hay pocos clientes y su capacidad de compra es insignificante. Pueden preferir, al menos a corto y medio plazo, desarrollar una infraestructura de comunicaciones en las zonas urbanas, donde los costes de instalación son menores y la demanda de servicios más alta.

Escasez de conocimientos

El analfabetismo es una barrera enorme para acceder a las TIC (Mansell y Wehn, 1998; Munyua, 2000; Burkett, 2000; Uimonen, 1997). Pese al desarrollo de interfaces fáciles de utilizar por el usuario, basadas sobre todo en presentar la información en forma pictográfica o audiovisual, el uso eficaz de los servicios de TIC exige al menos que se alcance un nivel mínimo de alfabetización. Desgraciadamente, en los países en vías de desarrollo, la tasa de analfabetismo de adultos es todavía muy alta, alcanzando, en 1995, a 870 millones de personas, es decir, el 30 % de la población local: dos tercios de los analfabetos son mujeres y la mayoría vive en los suburbios de las ciudades y en las zonas rurales (UNESCO, 1999).

Además, aparte del teléfono, la mayoría de la información que se intercambia a través de las TIC, ya sea en forma textual o transmitida oralmente, está en los idiomas de los países desarrollados. Actualmente, el 90 % de la información almacenada en Internet está en inglés (Burkett, 2000) idioma que hablan unos 700 millones de personas (incluyendo tanto a los que lo tienen por lengua materna como a los que lo utilizan como segundo idioma) (English-Speaking Union, 2001), lo que representa menos del 12% de la población mundial.

Al igual que la falta de infraestructura, la escasez de los conocimientos técnicos y lingüísticos necesarios puede ser un gran obstáculo para obtener y utilizar la información disponible en Internet

El desarrollo de recursos humanos es también un factor decisivo para garantizar el apoyo a los usuarios locales. Es esencial adiestrar a los técnicos en el manejo y mantenimiento de las TIC, a fin de romper la actual dependencia de la ayuda externa. La creciente complejidad de las TIC, que resulta de la plena digitalización de las redes, hace muy difícil el manejo de las infraestructuras de telecomunicaciones y, por tanto, exige conocimientos especializados.

El esfuerzo de los países en vías de desarrollo, en materia de formación de recursos humanos locales, a menudo con el apoyo financiero de las organizaciones internacionales de ayuda al desarrollo, se podría desperdiciar por completo, si no se consigue retener a los técnicos en las zonas rurales. En efecto, gracias a su propia formación, estos profesionales son más competitivos en el mercado laboral y pueden decidir emigrar a las ciudades buscando mejores oportunidades de empleo en el sector de las TIC.

Los esfuerzos en materia de formación en TIC en las zonas rurales pueden verse malogrados por la emigración de los técnicos así cualificados a las ciudades, donde es mayor la demanda del mercado para sus conocimientos

Relevancia de la información

No cabe duda de que en Internet se dispone de una cantidad masiva y continuamente creciente de datos. Sin embargo, sólo una pequeña parte de la información disponible puede ser relevante, de hecho, en el contexto socioeconómico de los países en vías de desarrollo. La distancia cultural entre los productores y los usuarios de la información, la falta de confianza en las fuentes remotas de información, la dificultad de adaptar el contenido técnico y la necesidad de medios adicionales para traducir la información en decisiones útiles, son los factores principales que reducen la relevancia de la información disponible a través de las TIC.

Además de la escasez de material en las lenguas locales, la información canalizada por las TIC, sobre todo a través de la televisión y de Internet, está impregnada de las características de la cultura de los países desarrollados y simboliza una forma determinada de comunicación (Burkett, 2000; Uimonen, 1997). "Los datos se crean en un contexto determinado (...y...) contienen lo que sus creadores conocen y juzgan importante; y carecen de lo que no conocen o no consideran importante" (Wilson y Heeks, 2000, pág. 416). La omnipresencia de las TIC y su capacidad para difundirse rápidamente, apoyadas por intereses comerciales, están acelerando espectacularmente un proceso de homogeneización cultural, en el que se está vendiendo en todo el mundo un comportamiento uniforme de los consumidores. Este proceso está alterando y uniformizando las preferencias de los consumidores sobre productos tales como alimentos, vestidos, música y televisión, pero también "tiene importantes consecuencias para los patrones de desarrollo económico y puede crear serios obstáculos para las estrategias autóctonas" (Hamelink, 1997, pág. 24).

La información obtenida de fuentes remotas, a través de las TIC, puede ser difícil de asimilar por las comunidades rurales, por razones técnicas y sociales, dado que los flujos de información tradicionales tienden a poner el acento sobre el contacto directo cara a cara

La población rural consigue generalmente su información más valiosa a través de fuentes informales, como el contacto personal. Aunque esta información puede ser, con frecuencia, imprecisa e incompleta, la población parece preferir este tipo de fuente porque su proximidad física y cultural genera un sentimiento de confianza, que finalmente determina la aceptación de los datos. Los flujos tradicionales de información, basados en fuentes conocidas y confiables como los ancianos o la memoria colectiva, se prefieren a menudo a los nuevos sistemas digitales basados en fuentes virtuales y virtualmente anónimas. Parece difícil moverse desde una lógica que percibe el mundo basándose en la tradición oral y en la experiencia, físicamente próxima a los objetos, lugares y personas, a una lógica de textos, ficheros y pantallas (O¿Farrell et al., 1999).

La información disponible a través de las redes mundiales de TIC no siempre es técnicamente relevante para la población rural, bien porque su contenido es demasiado genérico y abstracto, o porque la población local carece de los conocimientos suficientes para interpretarla y adaptarla. Los datos técnicos sobre desarrollo rural se refieren principalmente a mejores prácticas y a lecciones aprendidas en proyectos específicos. Esta información la suministran sobre todo los organismos internacionales de desarrollo, que ofrecen los resultados de sus proyectos en Internet y, generalmente, está orientada a satisfacer las necesidades de una audiencia de profesionales que trabajan en centros de investigación y en instituciones de desarrollo locales. Sin un mecanismo adecuado para filtrar, interpretar y difundir esta información, ésta no podrá alcanzar eficazmente a quienes trabajan en empresas o en explotaciones agrarias.

La forma en que la información está disponible en Internet también puede ser inadecuada, ya que está dirigida generalmente a profesionales que trabajan en centros de investigación y en instituciones de desarrollo

Las formas de conocimiento no científico ¿como el conocimiento local, indígena o tácito- están mínimamente representadas en las redes de TIC. Esto sucede por dos razones fundamentales: primero, el conocimiento científico se puede codificar, universalizar y descontextualizar, y entonces puede transformarse fácilmente en información digital. Segundo, la mayor parte de las instituciones que tienen acceso a las redes de TIC y las utilizan para difundir información, poseen y manejan principalmente este tipo de conocimiento. El resultado es el peligro de crear una nueva jerarquía de conocimientos, en la que sólo la información disponible mundialmente en las redes se considera válida o incluso existente. En particular, Internet se considera a menudo como la nueva fuente de la verdad: "está en la web, luego existe" es la frase que parece sustituir al principio filosófico de Descartes "cogito, ergo sum". Ello puede significar que, en último término, se pierda una enorme cantidad de conocimiento, incluyendo todo lo que es demasiado difícil de codificar o demasiado valioso y delicado para que su propietario consienta compartirlo (Deane, 1998).

Cuando Internet entra en escena, jugando un papel cada vez más importante como depósito de conocimientos, las formas tradicionales de conocimiento, difíciles de codificar, pueden quedar aún más marginadas

Por último, la información carece de valor si no conduce a la toma de decisiones y a la acción (Wilson y Heeks, 2000). Conocer los precios diarios de los productos agrícolas puede ser inútil, si el agricultor no puede ir al mercado para vender sus productos porque carece de medios de transporte o a causa del mal estado de las carreteras. Análogamente, estar informado sobre los últimos avances de las nuevas técnicas agrícolas no supone diferencia alguna para el agricultor, si carece de recursos financieros para comprar el equipo o los materiales que necesitaría. Conocer la existencia de nuevos subsidios a la exportación no cambiará la estrategia de producción agrícola de una familia rural, cuya producción apenas es suficiente para cubrir sus necesidades básicas de alimentos. Por tanto, la acción se ve con frecuencia obstaculizada por la falta de recursos, distintos de las TIC o de la información misma. Factores tales como los créditos financieros, los conocimientos, las tecnologías de producción, la demanda de productos, desempeñan también un papel importante.

La información sobre precios actuales de mercado o nuevas técnicas agrícolas puede ser inútil para los productores agrarios, si no pueden llegar al mercado o no pueden conseguir la financiación necesaria para poner en práctica esas técnicas

Conclusión: el acceso universal

No es fácil superar las barreras descritas en este artículo y su objetivo no consiste en buscar sus huellas. Las medidas políticas adecuadas dependen de las características de las situaciones locales y de los grupos sociales implicados y han de estar apoyadas en análisis precisos. Sin embargo, parecen deducirse algunos temas clave de amplia relevancia, que podrían ser útiles para definir el marco general para la formulación de políticas.

Primero, en las zonas rurales, dada la debilidad de la infraestructura y la falta de recursos humanos y financieros, la población no puede permitirse el uso individual de las nuevas TIC. Una posible solución, que ya se está practicando en algunos países en vías de desarrollo, consiste en promover el acceso comunitario. De hecho, ciertas aplicaciones de las TIC tienen claras connotaciones de servicio público (información de mercados, educación, asistencia sanitaria, previsiones meteorológicas, etc.) y no precisan del acceso individual en casa. Concentrar de este modo los servicios de TIC tiene ventajas concretas, como proporcionar apoyo al usuario y mantenimiento básico, garantizar la seguridad del servicio y del equipo, suministrar la energía necesaria y recaudar las tasas del servicio in situ.

La falta de infraestructuras y de conocimientos para utilizarlas puede, hasta cierto punto, compensarse concentrando recursos mediante el acceso comunitario

El tamaño de las instalaciones de acceso comunitario depende de las necesidades locales y puede cambiar a lo largo del tiempo. Un simple "locutorio telefónico público", con un teléfono y quizás un fax, se puede convertir gradualmente en un "telecentro comunitario multiusos", que ofrezca servicios de oficina, tratamiento de datos, acceso a bases de datos, cursos de formación, servicios de asistencia sanitaria, audio y vídeo-conferencia. Tales centros pueden convertirse también en puntos de reunión social y cultural, que ofrezcan entretenimiento y la transmisión de programas locales de radio y vídeo. Estas instalaciones deben usar una combinación adecuada de TIC tradicionales y nuevas, dependiendo de las preferencias y aptitudes de los usuarios. Por ejemplo, la información obtenida en línea puede difundirse en la comunidad utilizando los canales de comunicación tradicionales, como boletines de noticias, reuniones o anuncios en la radio, o simplemente exhibiéndola en los lugares de reunión social, como cooperativas, tiendas locales o estaciones de autobuses.

Segundo, si el acceso comunitario a las TIC es una solución factible para mejorar la conectividad, será esencial desarrollar un mecanismo de intermediación, capaz de tender un puente entre las fuentes de información y los usuarios finales. Este mecanismo debe basarse en instituciones encargadas de reunir la información, a partir de la infraestructura mundial de información, adaptarla a las necesidades y al contexto locales y difundirla a través de la red de instalaciones de acceso comunitarias. Al mismo tiempo, dichas instituciones pueden utilizarse como plataforma de discusión, para mejorar la comprensión de las necesidades y las expectativas de la población con respecto a sus sistemas de información.

Desarrollar mecanismos de intermediación puede ser un camino para superar las barreras educativas y culturales que dificultan el acceso a la información disponible y para mejorar la comprensión de las necesidades y las expectativas de la población

Según los casos concretos, la identidad de estas instituciones intermediarias puede variar considerablemente, desde organismo oficiales a organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, para que funcionen adecuadamente y garanticen la calidad del servicio, deberán cumplir los siguientes requisitos:

Conocimientos: deben ser capaces de establecer enlaces con la infraestructura mundial de información y poseer la capacidad crítica necesaria para filtrar, interpretar y adaptar la información, así como para reunir y desarrollar nueva información relevante de forma autónoma.

Confianza: el usuario debe percibir la información que proprocionan como relevante, fiable y valiosa.

Representatividad: sólo si estos intermediarios están plenamente legitimados por la comunidad rural podrán los usuarios finales tener la sensación de que poseen cierto grado de control sobre la definición de sus necesidades y problemas de información.

Proximidad: han de estar física y culturalmente próximas a los usuarios finales, para recibir la reacción de las bases y obtener un mejor conocimiento de las necesidades de sus usuarios y del contexto social.

Tercero, la política de las TIC debe formar parte de un enfoque más amplio del desarrollo. Por un lado, la información y sus tecnologías afines no existen en el vacío, sino que forman parte de un sistema más amplio que incluye instituciones sociales, económicas y políticas, así como valores culturales. Por otro lado, la política de las TIC es un terreno interdisciplinar, que afecta a varias áreas de la política, como la tecnología, la investigación, la industria, las telecomunicaciones, la educación y la sanidad. Si no se consideran adecuadamente estos elementos durante el proceso de formulación de la política, la difusión de las TIC no se adaptará a las necesidades y circunstancias locales y su impacto, en lo que concierne al desarrollo rural, puede ser escaso o incluso negativo.

La política de desarrollo de las TIC en las zonas rurales de los países en vías de desarrollo debe poner especial cuidado en no desviar inversiones de otras necesidades más acuciantes

Por último, es esencial que los países en vías de desarrollo fijen sus prioridades de modo claro e independiente, y examinen cuidadosamente la prioridad relativa de las TIC. La decisión de invertir en TIC se debe sopesar frente a las necesidades de inversión en otros tipos de infraestructuras, como carreteras, ferrocarriles, escuelas, hospitales o redes eléctricas. Y, al invertir en TIC, hay que considerar si es más adecuado promover las TIC tradicionales, como la radio y la TV, o las nuevas, como Internet.

En conclusión, aunque la posibilidad de reducir distancias y conectar las zonas remotas con los centros de producción y de decisión es evidentemente atractiva, es importante no sobreestimar su impacto. La atractiva idea de saltarse etapas del desarrollo y alcanzar a los países desarrollados ha de considerarse con atención. No se olvide que la tecnología es sólo un catalizador del cambio, pero no es ni el único determinante del cambio ni un fin en sí misma. El impacto y la implantación de las nuevas tecnologías siempre está dirigido por el contexto sociopolítico en el que se introducen e implementan. Las amargas lecciones aprendidas de la experiencia de la Gran Revolución deben servir para recordar que las soluciones basadas únicamente en factores tecnológicos pueden tener efectos secundarios negativos. Además, el resultado de tales medidas puede ser incluso totalmente contrario a las expectativas originales, si no van acompañadas por una voluntad política y por la activa participación de todos los interesados.

Palabras clave

TIC, países menos desarrollados, zonas rurales y remotas, conectividad

Notas

  1. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que se tratan aquí incluyen la radio y la televisión, y la transmisión de voz, datos e imágenes (teléfono, fax, correo electrónico e Internet) a través de redes fijas, inalámbricas y por satélites.

Referencias

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Contacto

Mario Zappacosta, IPTS

Tel.: +34 95 448 82 32, fax: +34 95 448 83 26, correo electrónico: Mario.Zappacosta@jrc.es

Sobre el autor

Mario Zappacosta es miembro del equipo del proyecto Futuros del IPTS. Es doctor en Economía Agraria por la Universidad de Módena, Italia y ha sido científico visitante en las universidades de Amherst, Massachusetts y de Wisconsin, Madison (EE.UU.). Antes de incorporarse al IPTS, en julio de 1998, trabajó en Costa Rica como colaborador profesional asociado en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and Spanish.

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