Introducción

AutorJosé Miguel Espinosa Infante
Cargo del AutorOficial de Notaría. Licenciado en Derecho
Páginas17-20

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El blanqueo de capitales no es un fenómeno nuevo. La existencia de tesoros ocultos, arcas cerradas y sistemas financieros opacos es consustancial a la naturaleza del hombre desde que éste siente la amenaza de cualquier control. Por ejemplo, los rendimientos ocultos consecuencia de la condena eclesiástica de los intereses en el medievo o el fruto de los expolios a las galeras españolas en la Edad Moderna, son esbozos de los primeros sistemas financieros opacos (ARISTÓNICO GARCÍA-SÁNCHEZ).

Sin embargo, por lo que a nosotros interesa ahora, lo cierto es que la evolución del fenómeno del “blanqueo de capitales”, tal y como contemporáneamente suscita la atención, se encuentra íntimamente vinculada al desarrollo a partir de los años 60 del lucrativo negocio del tráfico de drogas, de cuyas tramas dio el salto a otros ámbitos de la criminalidad organizada, a pesar de lo cual la tipificación de dicha actividad como delito ha sido prácticamente desconocida hasta finales de los 80 (BLANCO CORDERO, ÁLVAREZ PASTOR/ EGUIDAZU PALACIOS, ARÁNGUEZ SÁNCHEZ).

Lo preocupante es que, en efecto, en las últimas décadas, los capitales ilícitos que aspiran a blanquearse son fruto de los peores crímenes contra la humanidad: narcotráfico, terrorismo, tráfico de armas y de materiales nucleares, tráfico de personas y de órganos, proxenetismo, incluso genocidios de autócratas, crímenes odiosos todos ellos que han agudizado la sensibilidad de la comunidad internacional, que ha venido clamando cada vez con más fuerza por una acción concertada que acabe con esta delincuencia organizada (ARISTÓNICO GARCÍA-SÁNCHEZ, BLANCO CORDERO). Se trata, observan SAVONA y DEFEO, del lado amargo del desarrollo social y económico de las sociedades modernas, en las que los actores sociales han aprendido a ex-

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plotar los mercados globales, las economías de escala y los defectos de armonización entre políticas nacionales preventivas y de control. En este sentido, es lógico que la moderna complejidad económica y social arroje como uno de sus reflejos la mayor complejidad de las organizaciones criminales, que han alcanzado carácter transnacional, al permitirles la globalización del mercado pasar de niveles de actividad de carácter local o estatal a realizar operaciones transnacionales (BLANCO CORDERO).

Es natural, pues, que el blanqueo de capitales se haya convertido en un motivo principal de preocupación para los Gobiernos: se trata de un fenómeno que tiene tres...

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