El testamento

AutorLa Redacción
Páginas837-838

El testamento, por Antonio Cicu, catedrático de Derecho civil de la Universidad de Bolonia. Traducción y notas al Derecho español, por Manuel Fairén Martínez. Editorial «Revista de Derecho privado». Madrid, 1959.

La Universidad de Bolonia, para un español, es más que un centro de enseñanza. Al amparo de la sombra de un Cardenal español, se cobijan y perviven esencias producto de poderosas inteligencias españolas. Los catedráticos, por el hecho de serlo, tienen ganadas las simpatías de los españoles, y Cicu, bien conocido, posee también su admiración. Buen jurista, de clara exposición, en esta obra, de 369 páginas, vierte la doctrina más moderna acerca de tan discutida institución y sin embargo, sin desmesurada extensión ni exceso de palabras.

Otro mérito es que no vacila en exponer su opinión categóricamente y sin titubeos, con minuciosidad y caso por caso dentro de cada artículo. No se limita a generalizar o comentar: pone de su peculio particular ideas nuevas, en consonancia con las más modernas doctrinas, y por eso es un trabajo completísimo.

Un problema, latente en España y sin resolver aún, es el de la institución de los no concebidos, y que ha dado lugar a jurisprudencia que tampoco se ha atrevido a resolver nada, aunque los casos agudísimos, especialmente en relación con la propiedad urbana, bien merecían un tratamiento especial y una valiente decisión jurisprudencial, acaso basada en que las modernas doctrinas condenan que los testadores quieran supervivirse en incontables generaciones, lo que da lugar a problemas insolubles, porque el testador más avisado no puede prever las contingencias de la vida, ni los adelantos científicos. En el texto hay materia muy digna de meditación, y mucho más cuanto que el nuevo Código italiano trata de esta cuestión, incluso concediendo la representación dePage 837 los mismos al padre, a efectos de la defensa de sus derechos sucesorios.

Naturalmente que el testamento, por mucho que se estudie y quiera perfilarse, puede presentar tal cantidad de facetas, que es tarea imposible tratar de todas y cada una de ellas. Cuando se cree haber logrado una perfección, la mente ágil de un testador o un vivo deseo del mismo, perturba...

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