El valor de la memoria de la ética y de la ley

AutorJosé María Rodríguez Merino
Páginas253-272

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El “ethos” homérico

Escritura del “ethos”

En el mundo homérico el sistema de valores emana directamente de la narración épica, que se sustenta en el mundo meta-histórico y del que emerge la primera moral humana colectiva. El comportamiento humano, tanto individual como colectivo, queda caracterizado por el flujo y reflujo de los instintos, pasiones y deseos de los héroes homéricos, que son los que realizan sus hazañas y sus gestas y están bajo la atenta mirada de los dioses. Aquí, el “ethos” se centra en la actividad del héroe, sancionada por el valor y utilidad que facilitan la convivencia humana.

El valor moral del mundo homérico quedó plasmado en los poemas escritos, de tal manera que, de entre sus líneas, afloran los comportamientos de los héroes. Ante tales gestas, el lector se ve obligado a recrear, corregir, modificar y/o sancionar las hazañas de los héroes narradas por Homero (siglo VIII a. C) en la Iliada y la Odisea. Ambas obras proyectan dos éticas diferentes. En la Iliada, la actividad de los héroes se centra en la

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guerra, donde la felicidad queda lejana y perdida. En la Odisea, el héroe deviene amante, mendigo, huésped; la felicidad en el palacio añorado y el hijo protegido. El poder de los héroes se aglutina en torno a sus palabras, que aducen razones con las que tratan de justificar y dar sentido a sus obras. Por ejemplo, cuando los héroes cuentan las experiencias vividas….”el pueblo lo escuchaba (Alcinóo) como a un dios” (Odisea, canto VIII, 11/26). Los mismos héroes se convierten en diálogo con el tiempo, cambiando las armas por la palabra razonada, que va a cristalizar en la constitución legal de la “polis” (ciudad) y en la organización de una sociedad ciudadana y pacífica. (República, II, 369b-c/28).

Emergencia de la virtud (areté), de lo bueno (agathos) y del mejor (aristos)

El sistema de valores homérico se basa en la superioridad de los héroes épicos. Ser siempre el mejor (aristeuein) en las gestas bélicas significa la comunitarización de los comportamientos por el comportamiento individual del héroe. La virtud (areté) se caracteriza por la excelencia y la capacidad de ser más que los demás. Ello da al héroe poder, honor, etc. La virtud se integra en lo bueno (agathos), en el sentido de que éste (el héroe) es capaz de hacer algo que sirve, como ser habilidoso, bravo, valiente, etc. Lo bueno, a su vez, le convierte en el mejor (aristos). No obstante, las hazañas que realiza “el mejor” requieren que alguien las conozca y las comunique.

…..”(Hector)… pero no quisiera morir cobardemente y sin gloria, sino realizando algo grande, que llegara al conocimiento de los vencidos” (Iliada, XXXII, 304-305/31).

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Admiración y fama de los héroes

La admiración del héroe adquiere un significado de ruptura con lo cotidiano y de apertura al mundo ideal, en el que el sueño propuesto por el poeta llena el tiempo real de quien admira y llega a una identificación entre vida real y sueño. El héroe se llena de fama y de gloria, valor y linaje, por hacer de su vida un combate y vencer al rival, al que después de muerto se canta como héroe….Eforbo antes de atacar a Menelao le dice: “dejaste viuda a su mujer (del hermano) en el reciente tálamo; causaste a nuestros padres llanto y dolor profundo. Yo conseguiría que aquellos infelices dejaran de llorar, si llevándome tu cabeza y tus armas las pusiera en manos de mis padres” (Iliada, XVII, 37-40/34/).

Junto a la gloria y la fama, el destino del héroe es la muerte, que centra la trama del “ethos” homérico y le hace revivir en la memoria colectiva, más allá de su existencia terrenal. Al héroe se le recuerda comunitariamente para valorar su elección y su valentía.

Textos y contextos de las tres éticas de Aristóteles

La escritura de Aristóteles

Los escritos de Aristóteles constituyen una pieza clave de la literatura y de la cultura europea. Sin embargo, los comentarios, lenguajes e interpretaciones realizados sobre sus obras a lo largo de la historia han quedado fosilizados y, sus significados, en muchas ocasiones, desfigurados.

Fue W. Jaeger, en Aristóteles: Fundamentación de una historia y su desarrollo (Aristóteles: Grundlegung einer geschichte und seiner Entwicklung, Berlín, Wiedmann, 1923), quien comenzó a desmontar el “sistema aristotélico” y a quitarle la

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costra con que los estudios tradicionales lo habían recubierto. Jaeger comenzó a demostrar que la unidad de tal sistema se resquebrajaba al descubrir que el ensamblaje de sus escritos era artificial e inconexo. No obstante, se le reconoce como un pensador con estilo propio y complejo.

El estilo y la terminología rigurosa fueron las posibles causas que cimentaron los dogmas aristotélicos fundamentados en la “Physis”, a veces sólo nominados, no corroborados y sujetos a errores: Aristóteles fue un creador de palabras, de términos y significados, con estilo propio y saberes inacabados.

La filosofía aristotélica se caracteriza por ser la filosofía del “hacer humano” o filosofía de la “praxis” (Ética Nicomaquea, 1181b15/130/). Esta filosofía de las cosas humanas es explicitada a través de conceptos como virtud, felicidad, bondad, excelencia, deliberación, elección, justicia, etc., términos plasmados a lo largo de la historia de la ética.

El lenguaje aristotélico se basa en la “physis” y es el instrumento que sirve para objetivar los fenómenos del mundo exterior; es decir, concreta la reflexión del obrar humano y crea la literatura filosófica de la ética. Estos escritos los discutía el Maestro Aristóteles con sus discípulos en el Liceo como ejercicio racional y para defensa de sí mismos.

Los títulos de las tres éticas

La versión de las tres éticas es una tesis admitida por varios historiadores, entre ellos W. Jaeger que distingue tres etapas: la primera, la ubica en el periodo platónico posterior al Protréptico. La segunda, la encuadra en el platonismo reformado de la “Ética Eudemia”. La tercera, la agrega al aristotelismo posterior de la Ética Nicomaquea. Estas tres éticas corresponden a las tres formas de vida: la del gozador, la del político y la

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del filósofo. En consecuencia, ninguna de las tres representa un punto originario de arranque de la que hubiesen salido las otras, sino que las tres tienen una estructura común, respuestas similares y versan sobre la filosofía de las cosas humanas. De las tres, la más importante y auténticamente aristotélica es la Ética Nicomaquea.

Naturaleza del “ethos” aristotélico

El hombre es el productor de sus actos, que son subjetivos y no objetivos. Los comportamientos humanos, desde la era aristotélica, estuvieron condicionados por el modo de estar en el mundo; ya que se puede estar bien o mal. Los primeros lenguajes éticos dejaron traslucir el desencadenamiento de la “guerra de los egoísmos”, desde los que se lucha más por bien-estar que por bien-ser.

a) El primer contexto de la ética

El primer contexto de la ética es el de los poemas homéricos de los que se pueden leer y deducir los comportamientos humanos. Las acciones nacen de la tensión bélica y van construyendo el prototipo del guerrero ideal, es decir, el que posee las mejores y más excelentes virtudes para afrontar el combate.

El lenguaje es el canal por el que se constituye la primera adecuación de la comunicación humana al comportamiento. Por la comunicación se establece una intercomunicacióninteracción y un dinamismo colectivo que se edifica sobre dos estructuras: el modelo y la...

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