¿La Unión Europea en peligro?: Brexit y refugiados

AutorEduard Sagarra
CargoAbogado. Presidente de la Asociación para las Naciones Unidas en España

En 2016 la Unión Europea se encuentra ante una difícil encrucijada, que puede poner en peligro la existencia de la propia organización internacional político-económica que es. El desenlace o respuesta a los retos a los que debe de hacer frente puede malbaratar los esfuerzos y logros conseguidos desde el Tratado de Roma en 1957 y que han convertido al continente europeo en un espacio en paz, que se fundamenta en los valores de libertad, seguridad, justicia y defensa de los derechos humanos.

Las causas sobrevenidas, durante el último año, que pueden dar al traste a la actual configuración de la UE, entendida como una organización “supranacional”, formada por 28 Estados miembros y con una población de más de 500.000.000 millones son, a mi entender:

  1. El alud de refugiados llegados diariamente por tierra y por mar durante el bienio 2015 y 2016. Colectivo que sigue fluyendo, sin contención, procedente de países con conflictos armados, o gobernados por regímenes dictatoriales o también de simples Estados fallidos.

  2. El BREXIT (Britain exit) o posibilidad de que el Reino Unido abandone la Unión Europea tras el referéndum convocado el 23 de junio de 2016.

Ambas causas, aunque de distinto calado y origen, tienen un nexo común: el miedo que se ha apoderado, de pronto, en general de los ciudadanos de la Unión y más en particular, de los británicos, de poder perder las cotas y estatus de prestaciones sociales y sanitarias alcanzadas en nuestro estado del bienestar o Welfare y que se garantizaba a los nacionales de los Estados miembros de la UE.

Debe destacarse que dichos beneficios alcanzan, hoy por hoy, no solo a los ciudadanos de la Unión sino también a los ciudadanos en la Unión. En esta última categoría englobo además de los nacionales de los 28b Estados, a los extranjeros, sean inmigrantes o refugiados, que viven “de iure” o “de facto” con nosotros en Europa.

En los Estados de la Unión continentales, se teme que nuestras prestaciones sociales y ayudas públicas se reduzcan para que puedan alcanzar y beneficien también a refugiados y asilados. Prestaciones que resultan económicamente muy gravosas a las sociedades de acogida y que algunos consideran que es una “inversión sin retorno”. Todo ello agravado por un conflicto humano debido a que dichos refugiados tienen una cultura, religión y costumbres muy distintas a los valores europeos en los que se funda nuestra convivencia.

En Gran Bretaña el rechazo ciudadano e institucional es esencialmente...

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