Alimentos transgenicos, entre el progreso y la polémica
| Autor | Dr. Pedro Mario Fernández San Juan |
| Cargo | Centro Nacional de Alimentación - Instituto de Salud Carlos III |
| Páginas | 96-99 |
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La llamada revolución verde posibilito en los años sesenta y setenta nuevas técnicas agrícolas así como un aumento notable en el rendimiento de nuevas variedades de cereales y plantas. En los países desarrollados ha aparecido en el presente siglo un fenómeno nuevo en la historia de nuestra especie y es la abundancia y variedad de alimentos disponibles. Los alimentos suelen ser complejas mezclas de macro y microconstituyentes que aportan energía y nutrientes y contribuyen al bienestar de los seres humanos.
La biotecnología de alimentos es sin duda la más antigua de todas las biotecnologías. Hasta hace poco tiempo, toda la biotecnología de alimentos se basaba en el empleo de técnicas de cruce sexual y la mayoría de los alimentos que consumimos en nuestra dieta sean de origen animal, vegetal o fermentado, han sufrido un proceso de mejora genética mediante esta técnica. La biología molecular y la ingeniería genética son dos nuevas técnicas con un gran potencial en la producción de nuevos alimentos. La irrupción de los alimentos transgénicos en el mundo de la alimentación ha llenado de interrogantes al ciudadano sobre los posibles efectos beneficiosos o perjudiciales de estos productos. Si bien es cierto, que en principio la evidencia científica sugiere que los alimentos transgenicos no son peligrosos para la salud ante una transformación biotecnología de este tipo existe el consenso de extremar las precauciones necesarias para evitar cualquier riesgo que pudiera surgir bien en el momento presente o en un futuro más o menos cercano. La biotecnología puede ser empleada en la obtención de nuevos fármacos y vacunas, y sus defensores añaden que podrá permitir la obtención de una producción agrícola a gran escala, con un empleo mínimo de herbicidas y plaguicidas, en el otro lado están las teorías ecologistas que manifiestan que en la práctica los insectos se harán más resistentes y para defender los cultivos se precisarán plaguicidas mucho más agresivos y tóxicos además, esta agricultura reducirá la biodiversidad de las especies.
Es evidente que el consumo de estos productos puede posibilitar una serie de ventajas entre las que destacamos, la incorporación de alimentos con una mayor densidad de nutrientes y una mayor disponibilidad, la obtención de frutas y verduras con una mayor duración y conservación, plantas resistentes a enfermedades causadas por virus, bacterias y ataques de insectos, una mayor especificidad en el tratamiento con productos fitosanitanos ya que con una menor cantidad de pesticidas se podrán destruir las malas hierbas sin afectar a los cultivos producir vacunas que vayan incluidas en plantas transgénicas como plátanos o patatas, o incluso la posibilidad de obtener vacas transgénicas que produzcan leche muy similar a la humana, o cerdos transgénicos criados a partir de madres que suministren determinados anticuerpos contra virus (coronavirus) a través de las glándulas mamarias.
Entre los argumentos en contra del consumo de estos productos se barajan aquellos que cuestionan su segundad y sus posibles riesgos potenciales para la salud ya que pueden desencadenar procesos alérgicos, efectos negativos sobre el sistema inmunológico, aparición de cepas resistentes, un impacto negativo sobre el medio ambiente y otros efectos negativos La prestigiosa revista Nature publicó meses pasados que el polen liberado por un tipo de maíz transgénico desarrollado por Ciba-Geigy (Novartis) denominado Bt-11 resistente a las plagas del taladro (un lepidóptero que destruye las cosechas de maíz) y al herbicida glufosinato podía poner en peligro a la variedad de mariposas monarcas En España se cultivan en la actualidad en torno a 20 000 Hectáreas de maíz...
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