Sociedad de la información: El plan avanza

AutorDiego Cruz Rivero
CargoProfesor Ayudante de Derecho Mercantil Universidad de Sevilla
Páginas79
I Antecedentes y marco general
1. El relanzamiento de la Estrategia de Lisboa

En la sesión especial del Consejo de Europa celebrada en Lisboa los días 23 y 24 de marzo de 2000 se formuló un nuevo objetivo estratégico de la Unión para la presente década1: "convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social". Se buscaba lograr el pleno empleo y reforzar la cohesión regional en la Unión Europea.

Para la consecución de dicho objetivo se planteó una estrategia global integrada por un conjunto de medidas interdependientes dirigidas a: (1) preparar la transición a una economía y una sociedad basadas en el conocimiento, (2) modernizar el modelo social europeo mediante la inversión en capital humano y la lucha contra la exclusión social y, en general, (3) mantener las expectativas favorables de crecimiento.

Para ello, se pretendía poner en práctica un nuevo "método abierto de coordinación", consistente en establecer unas directrices para la Unión con calendarios específicos para lograr los objetivos fijados a corto, medio y largo plazo, así como unos indicadores de control; plasmar estas directrices europeas en medidas de política nacional y regional, estableciendo objetivos específicos; y organizar periódicamente controles y evaluaciones. Con este método, la Unión, en aplicación del principio de subsidiariedad, pretendía actuar como catalizador de los recursos, privados y públicos de los distintos Estados miembros; todo ello bajo la creencia de que las acciones realizadas por un Estado miembro serían mucho más eficaces si otros Estados miembros actuaban concertadamente.

En relación al primer aspecto, la transición a una economía y una sociedad basadas en el conocimiento, se elaboró también en 2000 un Plan de Acción global denominado eEurope2, que tiene el objetivo de facilitar a todos los ciudadanos y empresas el acceso a unas infraestructuras de comunicaciones baratas y de calidad, así como los conocimientos necesarios para su utilización. Además, se buscaba también crear un espacio europeo de investigación3 que optimizara los recursos existentes. Así mismo, se emprendió una serie de reformas económicas para lograr un mercado interior acabado y plenamente operativo: fomento de la competencia y reducción de las ayudas estatales, liberalización en los sectores del gas, la electricidad, los servicios postales y los transportes, actualización de las normas de contratación pública y fomento de la transparencia de los mercados financieros.

Estas medidas debían acompañarse de políticas de saneamiento presupuestario y sostenibilidad de las finanzas públicas, sin perjuicio de que se pretendiera también aliviar la presión fiscal sobre el trabajo e incentivar el empleo y la formación a través de sistemas fiscales y de seguridad social. En definitiva, debía reorientarse el gasto público hacia una mayor importancia relativa del gasto en acumulación de capital, tanto físico como humano, y apoyar la investigación y desarrollo, la innovación y las tecnologías de la información.

En relación al segundo aspecto, la modernización del modelo social europeo, se pretendía hacer un esfuerzo a todos los niveles institucionales por mejorar la calidad de la educación, en especial respecto al uso de las nuevas tecnologías, el fomento de la movilidad de los estudiantes y la homologación a nivel europeo de estudios y currículos. Así mismo, se debía hacer un esfuerzo por disminuir el desempleo, fomentar la igualdad de oportunidades y conciliar la vida familiar y profesional.

Por otra parte, se tenía la intención de modernizar la protección social y avanzar en el estado del bienestar, al mismo tiempo que se adoptaban medidas en contra de la exclusión social y la marginación.

Sin embargo, el Informe KOK, de noviembre de 20044, puso de manifiesto el relativo fracaso en la obtención de los resultados pretendidos en la Estrategia de Lisboa, como consecuencia de la mala coyuntura económica, pero también por efecto de un programa excesivamente cargado, una coordinación deficiente, unas prioridades contradictorias y, sobre todo, la ausencia de una acción política decidida. No obstante, se entendía que los planteamientos y objetivos de la Estrategia de Lisboa seguían siendo válidos, razón por la cual se recomendaba al Consejo Europeo que, en su sesión de primavera de 2005, revitalizara la Estrategia de Lisboa.

A estos efectos, se consideraba urgente la actuación en cinco ámbitos políticos: la sociedad del conocimiento, el mercado interior, el entorno empresarial, el mercado laboral y el medio ambiente sostenible. En orden al éxito de la Estrategia de Lisboa, los Estados miembros debían elaborar programas nacionales y comprometerse a obtener resultados que debían ser evaluados por la Comisión Europea.

La realización de la Sociedad del Conocimiento5 se desglosaba en tres niveles: (1) sociedad de la información, (2) investigación y (3) educación y capital humano. En relación a la sociedad de la información, se consideró que se debía definir un marco regulador para las comunicaciones electrónicas, estimular la difusión de las tecnologías de la información y la comunicación, crear condiciones para el comercio electrónico y apoyar el liderazgo europeo en tecnologías de las comunicaciones móviles. En cuanto a la investigación, se estimó necesario crear un ámbito de investigación e innovación, aumentar el gasto en I+D hasta el 3% del PIB, aumentar el atractivo de Europa para sus mejores cerebros y promover las nuevas tecnologías. Y, en relación a la educación y el capital humano, se entendía que se debía reducir a la mitad el abandono escolar, adaptar la educación y los sistemas de formación a la sociedad del conocimiento, estimular el aprendizaje permanente para todos y promover y facilitar la movilidad.

Así mismo, se recomendó que se instara a los Estados a dar un mayor seguimiento al Plan de Acción eEurope 20056 y, en particular, que se avanzara en el ámbito de los servicios de administración electrónica. Además, los Estados debían fomentar la accesibilidad de la banda ancha.

En cuanto al procedimiento para ello, se consideró esencial la realización por los Estados de programas nacionales de acción, debatidos en los Parlamentos nacionales, que establecieran planes de trabajo, con etapas claramente definidas y en los que se expusiera cómo se pretendían conseguir los objetivos de Lisboa. Estas estrategias habían de ser bianuales y renovadas en 2007. Los Planes debían presentarse a la Comisión Europea para que realizara un informe sobre los mismos.

Por otra parte, la formulación de los Presupuestos de la Unión Europea debería reconfigurarse para mostrar la preferencia por los objetivos de la Estrategia de Lisboa, pudiéndose introducir incentivos presupuestarios dirigidos a animar a los Estados miembros a conseguir dichos objetivos.

Como consecuencia del Informe KOK, la Comisión Europea propuso un relanzamiento de la Estrategia de Lisboa en febrero de 2005, que fue seguido por el Consejo Europeo y el Parlamento7.

En el Consejo Europeo de primavera, celebrado el 23 y 24 de marzo de 20058, se acordó incentivar la inversión en I+D, tanto a nivel público, como privado, para elevarla al 3% del PIB. Este objetivo se podría conseguir, se afirmaba, mediante incentivos fiscales a la inversión privada, un mejor efecto de palanca de la inversión pública y la modernización de la gestión de las instituciones de investigación y las universidades. Además, los Estados debían desarrollar su política de innovación en función de sus características y con los objetivos de apoyar a las PYME innovadoras, promover la investigación conjunta entre empresas y universidades, mejorar el acceso al capital riesgo, reorientar los contratos públicos hacia productos y servicios innovadores y desarrollar el asociacionismo para la innovación.

Así mismo, se puso en marcha la Iniciativa i20109, que pretende la investigación e innovación, el desarrollo de las industrias de contenido, la seguridad de las redes y la creación de un espacio de información sin fronteras.

La Comisión propuso al Consejo Europeo unas Directrices integradas para el crecimiento y el empleo, que, junto con la Iniciativa i2010, constituyen la base para los programas nacionales. Las Directrices fueron aprobadas por el Consejo en junio de 200510.

En concreto, la Comisión Europea propuso medidas macroeconómicas, microeconómicas y de empleo, todas ellas con el objeto global de crear las condiciones para aumentar el crecimiento y el empleo.

Las Directrices macroeconómicas son: (1) garantizar la estabilidad macroeconómica para un crecimiento sostenible; (2) salvaguardar la sostenibilidad económica y presupuestaria, previa a la creación de más empleo; (3) propiciar una asignación eficiente de los recursos orientada al crecimiento y el empleo; (4) velar porque la evolución salarial contribuya a la estabilidad macroeconómica y el crecimiento; (5) reforzar la coherencia de las políticas macroeconómicas, estructurales y de empleo; y (6) contribuir al dinamismo y el buen funcionamiento de la UEM.

Las Directrices microeconómicas son: (7) incrementar y mejorar las inversiones en investigación y desarrollo, en particular en el sector privado, para crear un espacio europeo del conocimiento; (8) facilitar la innovación en todas sus formas; (9) facilitar la difusión y la utilización eficaz de las tecnologías de la información y el conocimiento y construir una sociedad de la información plenamente integradora; (10) reforzar las...

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