Resistir en la prisión. Paciencia, pasiones, evoluciones

AutorAntonio Beristain, S. J.
CargoCatedrático Emérito de Derecho penal San Sebastián
Páginas909-914

Landenne, Philippe, Resistir en la prisión. Paciencia, pasiones, evoluciones, Bruselas, Lumen Vitae, 1999, 272 pp.

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Al leer el mensaje de Juan Pablo II, del sábado 24 de junio de 2000, pidiendo clemencia para los encarcelados de todo el mundo, me ha parecido oportuno escribir esta nota sobre el libro Resistir en la prisión. Paciencia, pasiones, evoluciones (Bruselas, Lumen Vitae, 1999, 272 páginas), del jesuíta Philippe Landenna que, además de interesar a diversos especialistas (penitenciaristas, educadores, trabajadores sociales, criminólogos, religiosos, voluntarios, etc.), ofrece información y reflexiones de suma importancia para el público en general, porque trata problemas que nos afectan a todos los ciudadanos más de lo que creemos. Todos somos -en grado mayor o menor- responsables de lo que sucede en las prisiones. También somos beneficiarios, si contribuimos a resolver esa tragedia dignamente.

Philippe Landenne ha colaborado en la Capellanía penitenciaria ya desde 1975, durante sus estudios universitarios; y actualmente trabaja como sacerdote en la prisión de Lantin, en Bélgica. Desde el 23 de abril hasta el 18 de julio de 1991, ha interrumpido su trabajo para vivir, en la cárcel suiza de Bellechasse, cerca de Fribourg, como un preso cualquiera, siguiendo el régimen común, sin excepción alguna. Todos los demás internos y los funcionarios sabían que él es sacerdote, pero desconocían que, desde hace varios años, trabaja -en plena dedicación- como miembro de una Capellanía penitenciaria en una prisión belga.

Pidió entrar en la cárcel y permanecer en ella tres meses por diversos motivos: para conocer en propia carne las tragedias increíbles ocultas dentro de esos muros y esas rejas, para aprender a ejercer mejor su ministerio sacerdotal, para hacer un retiro espiritual en la prisión, algo así como algunos monjes lo hacen en el desierto, etc. (Entre paréntesis recuerdo el disgusto y la envidia que sentí cuando me comunicó que no iba a poder participar -aunque lo deseaba y lo había intentado- en el Congreso Internacional Ecuménico de Jesuítas y colaboradores seglares, celebrado en Loyola, del 16 al 19 de julio de 1991, porque estaría interno, como uno más, en un establecimiento peni-Page 910tenciario suizo.) (Cfr. Eguzkilore. Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, núm. 6 extra, San Sebastián, 1993.)

El libro consta de unas páginas introductorias de Pierre Reynaert, director de una prisión belga y colaborador en la Facultad de Criminología en la Universidad Católica de Lovaina, seguidas de tres partes y una conclusión final. En la primera, titulada «Tensiones cotidianas en el interior de los muros», el jesuíta transcribe las reflexiones que anotó todos los días, menos siete u ocho. No lo hizo para después publicarlas. Sólo pretendía escribir sus vivencias para conservar la memoria de las personas que encontraba, las situaciones que vivía, para discernir ciertas limitaciones y ciertos signos que le ayudaran a indagar el sentido de su compromiso... «Pretendía también, declara, expresarme y recordarme los sentimientos tan diversos en una vida infinitamente difícil de los compañeros, amigos. Al releerlos comprendo que he vivido un retiro espiritual muy intenso» (p. 24). Algún lector diría «más que un retiro... unos ejercicios espirituales de San Ignacio».

Todos los días procuró comportarse de acuerdo con cuatro coordenadas básicas: Ser transparente y permanecer lo más sencillo posible; sin ilusiones de esperar que su presencia cambiaría algo importante; vivir la oración de intercesión: «Yo estoy aquí para ofrecer todo...

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