Reflexiones acerca de la herencia

AutorJosé M.ª Aguilar González
CargoReal Centro Universitario «Escorial-María Cristina» San Lorenzo del Escorial jmaguilar@rcumariacristina.com
Páginas235-244

«Efectivamente, no corresponde a los hijos atesorar para los padres, sino a los padres atesorar para los hijos.»

(II Carta de San Pablo a los Corintios, 12,14)

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I Consumo e incertidumbre

El Premio Nobel de Economía de 1985, Franco Modigliani12 consideraba que el nivel de ahorro varía durante la vida de las personas, de modo que las más jóvenes tenderán a endeudarse al tener como expectativa que sus ingresos aumenten con el tiempo; en una etapa posterior, una vez que ha aumentado su poder adquisitivo, parte de la renta del sujeto podrá destinarse a pagar las deudas adquiridas durante la etapa joven así como a pagar un plan de jubilación que le proteja de riesgos futuros; finalmente, durante el período de jubilación, el ahorro disminuye y el sujeto tenderá a gastar el capital acumulado. De este modo el individuo maximiza la utilidad derivada de su consumo a lo largo de toda su vida. Se trata, en términos muy básicos, de la famosa teoría del ciclo vital3. Ahora bien, si los individuos supiésemos con certeza absoluta la fecha de nuestro fallecimiento4 ¿modificaríamos nuestras decisiones relacionadas con el consumo presente, el ahorro o la acumulación de riqueza? Es muy probable que la respuesta sea afirmativa.

Las decisiones económicas presentes, que, al fin y al cabo, pueden influir en nuestro bienestar futuro, están relacionadas con el nivel de información que dispongamos acerca de innumerables circunstancias. Es muy posible que un individuo racional sacrifique más consumo presente si no tiene la seguridad de que en el futuro dispondrá de un nivel de renta determinado que le garantice cierto bienestar cuando alcance una edad avanzada. Podemos presumir, no obstante, que tal decisión se llevará a cabo si el sujeto supone que vivirá un número de años determinado, ya que, de conocer de antemano Page 236 la fecha de su fallecimiento, los niveles de ahorro se ajustarán de modo que el nivel de bienestar del sujeto no disminuya en el momento de abandonar la vida laboral y al morir, el valor de su patrimonio sea cero. ¿Qué sentido tiene si no el consumo presente que los individuos sacrificamos para pagar un plan de pensiones? 5

No es éste, sin embargo, el único elemento que influye en las decisiones de un sujeto a la hora de decidir el destino de su renta. Aunque por extrañas circunstancias pudiésemos conocer el momento de nuestra muerte, existiría otro elemento de incertidumbre: el nivel de ingresos. El cálculo que un sujeto puede elaborar sobre su nivel de ingresos depende de muchas circunstancias, y una de ellas es la regularidad en la percepción de la rentas de trabajo, si suponemos que ésta es su principal fuente de renta. Pueden existir, en este sentido, diferentes niveles de riesgo a la hora de perder un empleo, lo que modificará las decisiones de las que hablamos 6. Si dos sujetos tienen un nivel de renta similar, el sujeto con bajo riesgo de perder el trabajo dedicará probablemente menos dinero a planes que aseguren tal contingencia que el sujeto con un alto riesgo. Por tanto, el sujeto con menos probabilidad de perder su trabajo podrá dedicar más dinero al ahorro destinado a la jubilación7. Se trata de lo que algunos autores han denominado motivo precaución8 del ahorro. Las personas ahorran por la existencia de incertidumbre sobre cuál será el flujo de sus ingresos durante el período que comprende su vida laboral.

Ambas circunstancias son sólo dos ejemplos. Lo relevante es la incertidumbre que rodea ambas circunstancias. Es precisamente esta Page 237 incertidumbre lo que lleva a los sujetos a ahorrar con el fin de asegurar que su nivel de bienestar no disminuya. Pero, volviendo a la cuestión inicial, supongamos que sabemos con certeza cuál será el flujo de ingresos del que dispondremos hasta nuestra muerte y la fecha de nuestro fallecimiento. Teniendo información perfecta sobre estas circunstancias podríamos maximizar nuestro bienestar calculando el nivel de gasto que debemos experimentar para llegar al momento de nuestra muerte con un patrimonio igual a cero. Sin embargo, si añadimos una nueva variable al análisis, las conclusiones pueden variar: esa variable es la familia.

II Altruismo en la familia

La existencia de vínculos intergeneracionales modifica de manera sustancial las decisiones relacionadas con el ahorro y el consumo. En efecto, el deseo de un individuo de dejar una herencia a sus descendientes puede modificar las decisiones de ahorro y consumo, de modo que la generación de un patrimonio determinado tenga como única razón dejarlo en herencia a sus herederos. De hecho, tradicionalmente, numerosos economistas han considerado que éste es uno de los motivos más importante por el que las personas ahorran9. Para Posner 10 la respuesta a por qué las personas fallecen dejando un patrimonio y no consumen todo lo que tienen durante su vida es el deseo de dejar sus bienes en herencia. La respuesta que considera que el motivo de la acumulación de bienes es la incertidumbre acerca de la fecha de la muerte y que, por tanto, es necesario conservar Page 238 riqueza en caso de vivir más años de lo esperado es para Posner simplista.

Se introduce, por tanto, en el análisis el concepto de altruismo en la familia. El; gua Española del propio», definición que puede aplicarse al sacrificio que una persona lleva a cabo al renunciar a parte de su renta para generar un patrimonio que hereden sus descendientes. No es exactamente la definición que, desde el punto de vista económico, se utiliza al analizar el altruismo en la familia. G. Becker, en su célebre libro Tratado sobre la familia 11, define al altruista como aquella persona (e.g., padre), cuya función de utilidad depende positivamente del bienestar de otra persona (hijo). Es decir, la función de utilidad del hijo (Uh) forma parte de la función de utilidad del padre (Up). Una función de utilidad es una forma de representar las preferencias de un individuo. Dados los bienes x e y, la función de utilidad Up de un individuo P describe la satisfacción que obtiene ese individuo de diferentes combinaciones de x e y:

Up=U(x,y)

Así, Becker introduce en la función de utilidad, además de los bienes de consumo tradicionales, otro tipo de bienes, como los hijos o el altruismo. De esta forma el padre altruista maximiza su utilidad a través de su propio consumo y de la utilidad de su hijo, ya que, como se ha indicado, la función de utilidad de éste es un argumento de la función de utilidad del padre:

Up=U(x,y,Uh)

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