El príncipe y la empresa familiar. Protocolo familiar y plan estratégico

AutorAntonio J. Sánchez-Crespo Casanova
CargoSánchez-Crespo Abogados y Consultores

Hay tres cualidades que considero básicas en la conducta de los seres humanos que son capaces de sobresalir y de alcanzar metas que para otros resultan inalcanzables: la primera, la búsqueda de la excelencia; la segunda, la planificación (la capacidad de anticipación); y la tercera, la adaptación al cambio.

Estas tres cualidades se encuentran recogidas, aunque dispersas, a lo largo de El Príncipe de Maquiavelo. Resulta impactante comprobar lo poco que hemos cambiado los seres humanos en 500 años y pensar que algo que fue escrito en 1513 por un político -y para políticos- continúa teniendo hoy plena vigencia para cualquier ser humano.

Respecto a la búsqueda de la excelencia, Maquiavelo escribe: "un hombre prudente debe discurrir siempre por las vías trazadas por los grandes hombres e imitar a aquellos que han sobresalido extraordinariamente por encima de los demás, con el fin de que, aunque no se alcance su virtud, algo nos quede, sin embargo, de su aroma. Se debe hacer como los arqueros prudentes, los cuales -conscientes de que el lugar que desean alcanzar se encuentra demasiado lejos y conociendo al mismo tiempo los límites de la capacidad de su arco- ponen la mira a bastante más altura que el objetivo deseado, no para alcanzar con su flecha a tanta altura, sino para poder, con la ayuda de tan alta mira, llegar al lugar que se han propuesto..."

La idea está magníficamente explicada y es sencilla: se trata de volar alto, porque si uno vuela bajo y se fija metas fácilmente alcanzables, no mejorará. Seguirá con la rutina que tiene dominada y no necesitará esfuerzo suplementario alguno para conseguir las metas fijadas. Será muy difícil que se esfuerce y aprenda nuevas cosas y, por tanto, que mejore. Se instalará en la mediocridad. Por eso, para conseguir sobresalir hay que conocer las propias limitaciones -el arco, en el ejemplo de Maquiavelo- y ponerse metas difíciles, aunque alcanzables, que hagan que uno se esfuerce más que los demás. Sólo cuando uno, partiendo de la premisa del realismo, se plantea metas que, en principio, no parecen alcanzables tiene la posibilidad de conseguir logros que otros no llegan ni a plantearse. Ser empresario es un buen ejemplo de ello. Y si hablamos de empresa familiar, conviene señalar que esta idea vale tanto para el fundador como para sus sucesores. Sólo aquellos que la apliquen conseguirán sobresalir y, por tanto, alcanzar mayores logros que los demás.

La formación de los hijos en ciertos valores (la propia...

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