Populismo y pueblo: ¿Estamos condenados al triunfo de la Idiocracia?
| Autor | Alfredo Ramírez Nárdiz |
| Páginas | 39-63 |
CAPÍTULO PRIMERO
Populismo y pueblo:
¿Estamos condenados
al triunfo de la
Idiocracia?
Hemos de partir de una afirmación no por polémi-
ca menos evidente: la mayoría de la gente es idiota.
Precisamente por lo abundante que es la idiotez y
por lo escasa que es la inteligencia es por lo que
se valora tanto la segunda. El ser humano es así,
valora lo raro, no lo habitual. Nos fascina la belleza
porque la mayoría son feos. Nos impresiona la in-
teligencia porque la mayoría son idiotas. Si el oro
fuera tan normal como normal es la arena en las
playas, ni los cetros, ni las cruces, ni los tronos se
harían del dorado metal.
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El problema estriba en que, si de verdad nos
tomamos en serio la afirmación anterior, resulta un
poco complicado creer no ya que se pueda lograr
una ciudadanía suficientemente formada e ilustra-
da para no caer en las garras del populismo, sino
siquiera una ciudadanía mínimamente capacitada
para merecer el derecho de sufragio. O sea, afirmar
ufanos que el personal es idiota nos ha de llevar
necesariamente a cerrar la democracia por incom-
parecencia. Y, la verdad, no parece muy de recibo.
Es interesante detenerse un instante a re-
flexionar sobre la estupidez humana, pues, en con-
tra de lo que pudiera parecer, no es un tema muy
recurrente en la teoría política o jurídica. Lo nor-
mal es que se debata sobre si el hombre es bueno
(por naturaleza) o malo (por naturaleza o porque la
sociedad lo corrompe) y, en función de ello, con-
cluir que hay que dejarlo a su aire (menos Estado),
o atarlo en corto (más Estado). A lo sumo, se asume
que no es ni bueno ni malo, sino el simple fruto de
una determinada socialización y, por ello, se decide
intervenir sobre dicha socialización mediante refor-
mas institucionales que garanticen unos mínimos
estándares de vida socializada, es decir, de libertad
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