Políticas de empleo en un nuevo marco economico [*]

AutorJuan Torres López
CargoCatedrático de Economía Aplicada Universidad de Málaga
Páginas04

En el abanico muy amplio de los problemas que se plantean los economistas y científicos sociales en general el problema del paro y el empleo destaca por su trascendencia y por su influencia decisiva sobre el bienestar humano. La época en que vivimos es la del desempleo generalizado, del trabajo precario, mal pagado y radicalmente insatisfactorio. Es difícil encontrar un estudio de opinión que no muestre que la principal preocupación de los ciudadanos tiene que ver, de una forma u otra, con el trabajo. Todo lo que tiene que ver, en suma, con el mundo laboral tiene un protagonismo indeclinable en nuestros días.

En esa situación, debería sorprendernos sobremanera que nuestras sociedades no dispongan de una batería de conocimientos científicos suficientemente rigurosos y contrastados sobre el problema del empleo que eventualmente pudieran permitir aplicar políticas que significaran una mejor condición del trabajo, más bienestar humano derivado de la actividad laboral y que hicieran posible superar la falta de recursos que lleva consigo el desempleo en todas sus dimensiones.

Pero si se tiene en cuenta que el problema del trabajo no es un asunto que tenga que ver solamente con el ajuste estadístico de una variable más o menos significativa, sino que está relacionado con la pauta de distribución de la renta y la riqueza, con el equilibrio del poder y, en definitiva, con las condiciones que determinan las posibilidades que cada grupo social tiene para defender sus intereses, es posible que ya no sorprenda tanto que su estudio esté permanentemente velado por un enjambre enmarañado de prejuicios y de juicios de valor que terminan por producir respuestas interesadas a cada uno de estos últimos problemas más que al específico asunto del empleo como fuente de ingreso y bienestar.

Precisamente por ello, me parece que la limitación más importante que pueden tener los estudios de los asuntos relativos al trabajo (y de la que adolecen comúnmente los que se efectúan desde la perspectiva económica más convencional u ortodoxa de carácter neoliberal) es contemplarlo como algo desentendido de su contexto económico de relaciones sociales de todo tipo en donde se desenvuelve y de las condiciones políticas de las que depende la naturaleza y el alcance del poder que afecta a todas las actividades humanas.

En esta conferencia trataré de señalar las consideraciones de esta naturaleza que me parece que hay que tomar en consideración para poder entender de forma omnicomprensiva los problemas relativos al trabajo en nuestras sociedades y para que las propuestas de política económica que se realicen tengan visos de contribuir efectivamente a la mejora de la condición humana.

Más allá de las teorías convencionales sobre el paro

La sabiduría académica dominante, muy formalizada pero completamente irrealista, se sustenta sobre una serie de hipótesis de muy escasa contrastación y que, muy casualmente, siempre derivan en la propuesta de medidas regulatorias que implican una pérdida de autonomía de los trabajadores, salarios más reducidos o más poder para los empresarios.

Con diferentes matices que no puedo abordar aquí, todas ellas tienen como presupuestos básicos alguna o todas las siguientes ideas principales.

En primer lugar, que el problema del trabajo se interpreta como un problema básicamente de cantidad. El paro es sencillamente el desajuste entre la escasa demanda de trabajo y la oferta que en un momento dado es superior a aquella. Sorprendentemente, y salvo excepciones por otro lado altamente significativas, es prácticamente imposible encontrar un tipo de análisis que parta del supuesto de que los procesos de trabajo son mucho más que un mero proceso de intercambio, o que los propios ámbitos en donde empresas y trabajadores tratan de ajustar sus diferentes estrategias no son un simple mercado. Es más, ocurre habitualmente, que ni tan siquiera se reconoce analíticamente la naturaleza especial de este ?mercado?, lo que implica necesariamente una ausencia radical de cualquier asunto relativo al bienestar, al poder o la política, o a la satisfacción intrínseca de las necesidades, que parecería lógico que fuesen el criterio de referencia para cualquier análisis en ciencias sociales.

Como un efecto inmediato de lo anterior, se entiende y se analiza desde este presupuesto que cualquier problema laboral es un simple problema de mercado laboral. Si, como acabo de decir, el problema del trabajo es un problema de ajuste cuantitativo, su solución sólo puede encontrarse en el único ámbito en donde se entiende que se plantea: en el mercado de trabajo.

En segundo lugar, la resolución de los problemas laborales se reduce, en consecuencia, a procurar que los mercados funcionen de su manera más auténtica, esto es, con completa flexibilidad (aunque eso implique prácticas sociales de hegemonía y sumisión moralmente inaceptables) y con plena libertad de los agentes (aunque cada uno de ellos se encuentre en posición muy distinta a la hora de ejercerla).

Por último, el concepto de empleo que se toma como eje de los análisis y como variable en el marco de las políticas económicas se suele identificar completamente con el fenómeno del trabajo remunerado. De esta manera resulta que la economía convencional soslaya de esta forma cualquier actividad laboral, de aplicación de trabajo humano que no esté mercantilizada, lo que a la postre provoca un divorcio espectacular entre el análisis económico y el problema de la satisfacción o, como decía Polanyi, del ?sustento humano?. Para la economía académica convencional y más al uso, sólo el esfuerzo humano transido por la relación mercantil es digno de ser analizado como problema económico. Pero si consideramos la realidad de que la mayor parte del esfuerzo que la especie humana realiza para subsistir no está mercantilizado en el sentido convencional del término, lo anterior equivale a decir que la economía convencional se desentiende verdaderamente del problema real de la satisfacción de las necesidades humanas que, según ella misma establece, es el que aparentemente se propone plantear.

Presunciones de este tipo son las que permiten mantener las tesis hoy día dominantes, como las que afirman que para resolver el problema del desempleo basta con reducir los salarios, eliminar los subsidios al trabajo o los salarios mínimos y, en definitiva, reducir al máximo los costes del trabajo, a pesar de que la contrastación empírica más elemental muestra que no existe una correlación definitiva ni significativa entre las tasas de empleo y los niveles de salarios a nivel global. O las que mantienen que es necesario regular los mercados laborales con la mayor flexibilidad para lograr más empleo, lo que permite que éste efectivamente aumente pero con capacidad cada vez más reducida para procurar la satisfacción de las necesidades humanas.

Los análisis basados en los presupuestos anteriores tienen gravísimas carencias en el terreno explicativo, pero me parece que sus mayores limitaciones tienen que ver con la necesidad de establecer políticas que procuren más bienestar humano. Desde mi punto de vista, si se desea comprender la situación efectiva del trabajo en nuestras sociedades y las perspectivas que se le presentan se ha de partir de hacer un análisis de mucha mayor pretensión que el convencional, que vaya mucho más allá de la simple expresión cuantitativa del problema del paro y su medición y que, por el contrario, lo contemple en el contexto de la situación económica y el desarrollo de los problemas sociales en su conjunto.

Para ello es preciso evaluar la naturaleza específica de lo que podríamos denominar la ?respuesta neoliberal? a la crisis estructural que sufrió el capitalismo de la posguerra a partir de los años setenta. Trataré, pues, de señalar los principales procesos de cambio que se han venido produciendo y que son los condicionantes de la realidad laboral de nuestros días.

Los procesos de cambio estructural y su...

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