Lo personal y lo profesional

AutorAlmudena Alameda Cuesta
Páginas153-178

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Si tuviéramos que categorizar a Alicia como algún tipo de sujeto, tendríamos que hablar de ella como sujeto en proceso, en permanente movimiento y crecimiento, en el que lo personal y lo profesional se retroalimentan de forma constante hasta conformar una unidad indivisible. Sus transiciones y elaboraciones personales tienen repercusiones directas en el modo de enfrentar su vida profesional, a la vez que las situaciones de su vida profesional le permiten transformarse y crecer en lo personal. Esto, que casi podríamos considerar inherente a cualquier sujeto, es especialmente llamativo en el caso de Alicia por el modo explícito y recurrente en que lo plantea; es un determinado tipo de persona porque se ha esforzado en ser un determinado tipo de profesional, y es ese determinado tipo de profesional precisamente por su trabajo de elaboración personal.

Frustración es un término clave en el discurso de Alicia en lo que respecta a su relación con las/os pacientes y sus demandas, que condensa su vivencia profesional y personal, y que se convierte en revulsivo que le hace buscar tenazmente la sintonía entre su práctica profesional, su concepto como médica de Atención Primaria y su propia identidad personal. En ese sentido, la realización de un Máster de Salud Pública, que la alejó durante un año de la asistencia, es un hito en su historia vital que le permitió, desde la distancia, reelaborar esa frustración y acercarse de un modo diferente a los pacientes (o, más bien, a las pacientes) y a sus demandas inespecíficas. La manera de transformar esa frustración en disfrute y aprendizaje, a través de la introspección y el autoanálisis, hace patente una influencia psicoanalítica similar a la que aparece en el discurso de César (ambos han trabajado juntos en proyectos comunitarios y aproximaciones cualitativas a la investigación en salud), aunque esta vez referida a la experiencia del profesional en lugar de a la del paciente.

Pero el trabajo de transformación personal no es el único elemento que se pone en juego a la hora de definir la práctica profesional de Alicia y su problematización de la misma; la introducción de condiciones objetivas, como el nivel cultural de la población a la que atiende o su estabilidad laboral, complejizan y enriquecen su perspectiva. El bajo nivel cultural de la población se relaciona directamente con la indefinición de sus demandas al profesional sanitario y, consecuentemente, con la mayor dificultad para el diagnóstico y la terapéutica, siendo ésta fuente de profunda frustración profesional y personal, ya que termina por poner en cuestión el propio lugar como médica, su misma razón de ser. Su discurso sobre este tema encaja bien con el planteamiento de Luc Boltanski (Boltanski 1977) respecto a la producción del discurso sobre enfermedad en las clases populares (sustituyendo la clase social por el nivel cultural), en el que el problema de la incomunicación entre médico y paciente se basa en el manejo de categorías no equivalentes entre uno y otro, tanto más

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alejadas cuanto mayor es la distancia social (o cultural), entre ambos; volveremos sobre esta cuestión más adelante. Por otro lado, la seguridad que proporciona la estabilidad laboral posibilita aproximaciones no tradicionales a esta problemática, marcando las prácticas que configuran y, a su vez, son configuradas por un determinado tipo de profesional de la medicina.

"Cuando yo llegué aquí a [Municipio Sur Metropolitano "1"], llegué también con una visión diferente, era de alguna manera una plaza estable. En la otra situación pues cada nueve meses te renovaban el contrato, aquí ya era, digamos, como una sensación de decir bueno, aquí voy a estar estable más tiempo, tengo posibilidades de hacer cosas diferentes... entonces bueno, por eso la demanda se vivía, o yo la vivía, de forma diferente, ¿sabes? Pero sí que es cierto que concretamente aquí en [Municipio Sur Metropolitano "1"], la población pues... ya llevaba más tiempo aquí la Primaria, aunque el Centro lo abrimos nosotros, muchos venían de cupo, pero sí que era una población con menos nivel cultural, un nivel cultural muy bajo, había un porcentaje de analfabetismo, sobre todo en mujeres, muy alto, muy alto. Y el nivel económico, pues bueno, yo creo que probablemente no es que fuera muy bajo, pero el nivel cultural sí que lo era, sobre todo entre las mujeres. Entonces, al principio eso, cuando no encuentras lo que tú esperas, te frustra que se vaya mucha gente de tu consulta sin saber lo que tiene, sin que les hayas hecho un diagnóstico, porque repiten todos los días, porque tú no tienes soluciones que darles, entonces eso también es un poco frustrante. A no ser que cambies la perspectiva de para qué estás y que es lo que quieres hacer, no. Entonces yo al año o a los dos años, pedí un permiso sin sueldo y me fui a hacer un, al Centro de Salud Pública, un Máster en Salud Pública. Y supongo que en ese tiempo cambié. Porque ves otras cosas, escuchas a otra gente... entonces digamos que a la vuelta me había oxigenado y la verdad es que desde entonces he disfrutado muchísimo con lo que he hecho en la consulta. Después estuve, pedí un traslado y estuve en [Municipio Sur Metropolitano "2"], que es una población similar. En un sitio muy particular, porque es un.... pues como una ciudad de cinco mil habitantes, separado de [Municipio Sur Metropolitano "2"], muy endogámica, que la gente se cae de la cama y está en el Centro de Salud, porque está todo muy cerca, y bueno, pues la verdad es que ahí, a base de observarte a ti mismo, las cosas que haces, y cómo las cosas se hacen de otra manera, pues la verdad es que también he aprendido mucho."

Como para otros sujetos entrevistados, la escucha parece ser la herramienta fundamental para aproximarse a los pacientes que acuden de forma reiterada al sistema sanitario presentando malestares poco precisos, sin una base orgánica que los justifique. Pero en el caso de Alicia, esa escucha sólo ha sido posible tras un intenso ejercicio de reflexividad que le ha permitido situarse en un lugar diferente al del médico tradicional. La responsabilidad del proceso de desmedicalización, de la disminución de la dependencia de los pacientes del sistema sanitario, no recae exclusivamente sobre éstos, sino que se presenta fundamentalmente como un trabajo de cambio de concepción del propio médico. La aproximación psicologizante a los pacientes somatizadores, característica de otros discursos, parte de que son los pacientes los que tienen que reelaborar-reinterpretar su propia situación y ser capaces de articular estrategias de autogestión de sus malestares; en este sentido, el médico asumiría un papel de catalizador en el proceso del paciente, pero sin que esto implique una transformación de su propio lugar. En cambio, la aproximación de Alicia

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contempla la transformación de la perspectiva del médico como el elemento clave para conseguir cambios efectivos. De hecho, se plantea que la forma en que el médico afronta la situación de malestar de su paciente determina de forma directa el afrontamiento del paciente de su propio malestar. El trabajo con grupos de mujeres fibromiálgicas se destaca, de forma genérica, como fuente de aprendizaje para el equipo de salud y, en su caso particular, como elemento clave para permitirle transitar de una experiencia frustrante a una "apasionante".

Es un rasgo a destacar el tipo de respuesta pro-activa con el que Alicia trata de resolver las situaciones de hiperfrecuentación-somatización. Frente a un discurso en ocasiones altamente reaccionario (las pacientes "son unas pesadas", "me dan la paliza"...), se opta por articular una serie de estrategias prácticas que pasan por su implicación intensa en la problemática; en lugar de decantarse por la evitación, Alicia escoge esa situación, que le resulta irritante y frustrante, como objeto de estudio para, a partir de su análisis y comprensión, poder desarrollar estrategias efectivas de manejo, y sobre todo, modificar su percepción y abordaje de estas situaciones y de las paciente que las presentan.

No obstante, el contexto de masificación de las consultas de Atención Primaria aparece como telón de fondo de gran parte de su discurso; no con la urgencia y la carga afectiva con la que se muestra en otros sujetos (posiblemente en relación con su actual posición en la Gestión, alejada de la asistencia clínica directa), pero sí como un tema siempre presente que termina sirviendo de argumento llave para justificar aspectos como la falta de implicación de los médicos en actividades de prevención y promoción de la salud en la comunidad. El objetivo último sería que los pacientes acudan menos a la consulta; así, incluso los mensajes lanzados a los medios de comunicación, a través de un programa de televisión local, pasan por la consigna "no consulte a su médico si...", en lugar del tradicional "en caso de..., consulte a su médico".

"Todo eso [desmedicalizar la experiencia de las mujeres con dolencias musculoesqueléticas indefinidas y aumentar su capacidad para autogestionar su malestar] imagino que será un trabajo que lleva bastante tiempo, no solamente a largo plazo, sino en la propia situación de consulta se requiere...
¿Con los pacientes?

Sí.

Yo era sobre todo tiempo de elaboración personal, del médico. Llegar a darte cuenta de que eso es lo que más funciona. Luego... pues no sé, yo creo que te llevas un poco sorpresas. Hay gente que lo acepta, porque nunca se lo han explicado así, y dice "ah, pues sí", y otros pues que cuesta más, claro. Pero yo, la experiencia que tengo es que cuando estaba en [Municipio Sur Metropolitano "1"] me costaba mucho más, y me costaba mucho más hasta que elaboré todo esto. También estuvimos trabajando con mujeres de estas características, y escuchamos a muchas, y estuvimos haciendo grupos con ellas, y eso es un aprendizaje...

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