Palabras para Aurelio Menéndez

AutorFrancisco J. Laporta San Miguel
CargoCatedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.
Páginas71-75

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Francisco J. Laporta San Miguel*

Quienes han pensado este acto de homenaje quizá se han acordado de mí porque me di cuenta hace años de que había todo un mundo de personas para las que la vida de Aurelio Menéndez había significado mucho casi sin que ellas lo advirtieran. Yo soy una de ellas, y les agradezco que me den la oportunidad de ser su portavoz desde mi pequeña experiencia personal. Le escribí entonces a Juan Luis Iglesias diciéndole esto. Aunque en aquella ocasión se trataba de un homenaje de jubilación, quise que el mío fuera más el testimonio epistolar de un hombre que el mero estudio de un académico. Vuelvo a hacerlo ahora, en una ocasión aún más solemne. La muerte de un ser humano es dolorosa siempre para los que le son cercanos, pero es también ese momento excepcional desde el que se puede contemplar toda su vida. Aristóteles nos dejó dicho que la dimensión más alta de un ser humano se logra cuando se ha actuado con virtud una vida entera. Por eso he insistido yo estos días en que era necesario hacer una semblanza completa de todo su camino personal. Y para hacerlo hay que ir juntando los datos y testimonios de tantos y tantos como hemos experimentado que éramos mejores nada más que porque en torno a nosotros se había desarrollado la biografía de Aurelio Menéndez. De esos fragmentos surgirá sin duda lo que todos intuimos: la vida entera de un hombre recto. De esa clase de vidas cuyo ejemplo necesita siempre una sociedad, y en esta nuestra de hoy empezamos ya a necesitar desesperadamente.

Para contribuir a esa semblanza, voy a referirme brevemente a tres episodios de esa biografía que fueron, efectivamente, decisivos para iluminar y mejorar la mía. No es esto lo que importa, por supuesto, sino lo que pueda extraerse de ellos para recordar hoy esa vida suya. En primer lugar, está, naturalmente, su papel en la transición política española. Casi es una deuda para con él recordar episodios de aquel decisivo proceso político por el sabor a paradoja que ha acabado por tener. Como fue un claro éxito histórico, muchos pugnan por hacerlo suyo. No faltan, por cierto, los que tienden a exagerar su propio papel y olvidar el de los demás. Y están, del otro lado, los que, como las cosas no van tan bien

* Catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.

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ahora, cuarenta años después, parecen querer cuestionar aquel momento político; los que lo consideran poco menos que un apaño. Frente a los primeros es necesario recordar que no fueron tantos quienes se comprometieron activa y claramente con él. Y muchos menos los que lo hicieron desde altas responsabilidades públicas antes de las elecciones de junio del 77. Con esa discreción suya tan elegante, también Aurelio se lamentó alguna vez de lo flaca que era la memoria para todo aquel proceso arriesgado e incierto que acabó por llevar a unos...

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