La «operación realista» y la singularidad de Pliegos de cordel

AutorJuan Carlos Abril
Páginas229-254
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La «operación realista» y la singularidad
de
Pliegos de cordel
JUAN CARLOS ABRIL
Resumen. El Grupo del 50 rindió homenaje a Antonio Machado ante su tumba en
Colliure, junto a otros como Blas de Otero, Gabriel Celaya, Raymond Queneau, y
artistas como Pablo Picasso, en febrero de 1959. Se puso entonces en España en
marcha la «operación realista», auspiciada por José María Castellet y rubricada por
Seix Barral o la colección Colliure. En este contexto de reivindicación y denuncia, el
poeta jerezano José Manuel Caballero Bonald publica en 1963 Pliegos de cordel, su
libro más testimonial y comprometido, siguiendo los dictados del engagement sar-
treano, pero manteniendo un alto nivel de exigencia estética que hace que hoy día
ese libro se siga leyendo más allá de modas y consignas, y conserve un intrínseco
valor literario.
Palabras clave: Grupo del 50. Caballero Bonald. Operación realista. Pliegos de cordel.
Compromiso. Engagement.
Abstract. The members of the Generation of ‘50 paid tribute to Antonio Machado
before his tomb in Colliure, along with others like Blas de Otero, Gabriel Celaya,
Raymond Queneau, and artists such as Pablo Picasso, in February 1959. It was then
when the «realistic operation» was launched in Spain. It was hosted by José María
Castellet, and signed by Seix Barral or the collection Colliure. In this context of claim
and complaint, the poet from Jerez José Manuel Caballero Bonald published Pliegos
de cordel in 1963, his most testimonial and committed work, following the dictates
of the Sartrean Engagement while maintaining a high level of aesthetic requirement.
This makes this book is still read today, beyond fashion and slogans, and retains an
intrinsic literary value.
Key words: Generation of ’50. Caballero Bonald. Realistic operation. Pliegos de cor-
del. Compromise. Engagement.
José Manuel Caballero Bonald se traslada a Colombia, donde enseñará diferentes
materias relacionadas con la literatura y cultura españolas en la Universidad Na-
cional de Colombia, a principios de 1960. El final de su etapa de Papeles de Son
Armadans coincide también con el encuentro-homenaje en Colliure con sus «com-
pañeros de viaje» ante la tumba de Antonio Machado en febrero de 1959 (véase
Iravedra, coord. 2009), su matrimonio con Josefa Ramis Cabot y los inmediatos
preparativos para este viaje, que se prolongaría casi tres años, exactamente desde
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febrero de 1960 hasta diciembre de 1962.1 La importancia de esta estancia está
siendo revisada cada vez con más pormenores por la crítica. Así lo confirmará él
mismo, que vio —en su realidad más vital— en este periodo cómo se cerraba
definitivamente su juventud y se abría la madurez.
Tengo la inequívoca convicción, en cualquier caso, de que ese viaje a Colombia re-
glamentó mi futuro, lo hizo transitable y hasta cierto punto estabilizó, fijó las pautas
de una halagüeña sucesión de despedidas juveniles y anticipos de la madurez [Ca-
ballero Bonald 2001: 254].
La importancia de esta época se cuantifica en sus memorias con las casi cien
páginas que le dedica a esta estancia (Caballero Bonald 2001: 252-354). Son años
decisivos:
Mis años colombianos fueron especialmente intensos. Allí trabajé más que nunca, sin
problemas censorios ni económicos, enseñé literatura española, tuve un hijo, viaje por
la selva y la sabana, entendí muy bien los procesos de agitación social, me vinculé
estrechamente a la cultura del país [Caballero Bonald en Campbell 1971: 322].
Nuestro autor —ya con una familia—2 vuelve a España con la novela Dos días
de setiembre, que había obtenido el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix
Barral en 1961 y que aparecería en ese mismo 1962, y Pliegos de cordel, que se
publicaría en 1963. En estos meses de estancia entre el regreso y la readaptación,
nuestro autor estuvo reencontrándose con muchas cosas que había dejado atrás
en una suerte de puesta al día:
[En aquel tiempo] no escribí absolutamente nada, si acaso alguna nueva versión
corregida y disminuida de algunos poemas que concebí en Colombia y que, junto a
otros de la misma afectada urgencia, pasarían a formar parte de Pliegos de cordel, sin
duda el libro mío del que me considero más distante y al que he acabado aplicando
definitivamente el expediente del inconformista. Debo matizar empero que algo sigo
estimando en ese poemario: su interiorización sensible, la decantación de ciertos
precedentes ejercicios expresivos independizados de la lógica histórica, siendo pre-
cisamente eso, el acoso de la experiencia civil, la urgencia coercitiva de la realidad, lo
que menos ha prevalecido a la erosión del tiempo. La verdad es que no acabo de
identificarme con la poesía gestionada a partir de una verdad como copiada de un
1. Hay que señalar aquí que la predilección y vocación de nuestro autor por lo hispanoamericano y lo mestizo
es heredado por línea paterna, recordemos que su padre era cubano, y también por propia gusto, en el Colegio
Mayor Guadalupe, confirmándolo sus variadas reseñas de poetas hispanoamericanos que realizó a principios
de los años cincuenta. Ahora sus años colombianos y después los repetidos viajes y estancias a diferentes
puntos de la geografía hispanoamericana confirmarán esta algo más que una simple inclinación.
2. En 1963 también nacerá su hija Julia. Era la segunda, después de Rafael. En años sucesivos nacieron tres
más: José Manuel, Miguel y Alejandro.
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