El escenario transmoderno

AutorMarco Baldino
Páginas151-160
241
Transmodernidad y posthistoria*
MARCO BALDINO
1. Posmoderno/transmoderno
Existen por lo menos dos interpretaciones de lo posmoderno, ambas capaces de
suscitar serias crisis de saciedad intelectual, pero que tienen diversos efectos: una
pone el acento sobre el eclecticismo historicista de la cultura moderna, el efecto
típico de esta «enfermedad» es una producción intelectual que, como en un juego
de espejos, persigue una mera ampliación de los contenidos y de las formas de la
tradición, por su reiterada repetición. La otra caracterizada por la toma de con-
ciencia que nuevas relaciones entre pensamiento y realidad han impuesto como
consecuencia de la crisis disolutiva que atropelló el «proyecto moderno»: si la
antigüedad vio el mundo como un cosmos, es decir un orden con un tiempo que
revelar e imitar, si la modernidad veía en ello un caos a ordenar, al cual el hombre,
por medio de la razón, podía conferir un orden, la posmodernidad parece, al con-
trario, partir del supuesto de que el mundo no sólo es un desorden esencial, sino
también de que no hay racionalización o revolución posible que no sea, al mismo
tiempo, un fatal ahondamiento de este mismo desorden.
Pero si con la posmodernidad, la filosofía pierde tanto su función reveladora
como su fuerza racionalizadora y formadora, si la filosofía pierde su función civi-
lizadora, ¿qué le queda? Y si bien unos acabaron por inventar el juego sublime de
las infinitas combinaciones del texto, para los demás sucedió que la relación entre
el pensamiento y el mundo se convirtió en algo fluido: lo que se puede hacer es
aprender a seguir la corriente, trazar unas líneas de flotación. El pensamiento
llega a ser un instrumento concreto para el individuo que actúa en el interior de
un caso concreto. Para Jünger se trataba, por ejemplo, de atravesar el fuego de los
eventos sin quemarse, de escuchar el canto mágico de la técnica sin encantarse, de
vivir en las espiras del Leviatán sin dejarse capturar; para Deleuze, analogamente,
no se trata tanto de atravesar las fronteras de la razón, sino de atravesar las regio-
nes del «desatino» retirándose luego de ellas como ganador.
Esta perspectiva es por ejemplo interpretada por Rosa María Rodríguez Mag-
da como «transmodernidad». La transmodernidad prolonga, continua y trasciende
la modernidad —escribe Rodríguez Magda— es el retorno algunas líneas y ideas
de lo moderno (se dirige por ejemplo otra vez al proyecto iluminista, como si este
* Traducción de Elena Ardito.
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