Ontología jurídica en perspectiva histórica

AutorAlberto Montoro Ballesteros
CargoUniversidad de Murcia
Páginas283-300

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I Introducción
1. La ontología jurídica como tema de la Filosofía del Derecho

El tema central de la reflexión filosófica es el constituido por «la pregunta por el ser». Qué sea, en qué consiste el ser, fue -en sus orígenes- el problema que tensó y disparó el arco de la meditación filosófica en el mundo occidental. En nuestros días la misma pregunta es la que impulsa y explica todo el camino del pensar de Heidegger 1.

Desde el punto de vista de la reflexión filosófico-jurídica el problema fundamental continua siendo -de modo análogo- el mismo: la pregunta por el ser del Derecho; por la esencialidad del ser (essentialitas entis) del Derecho. Dicha pregunta hace que la Filosofía del Derecho se configure, ante todo, como ontología jurídica.

¿Cuales han sido las respuestas que, desde una perspectiva histórica, ha encontrado la pregunta por el ser del Derecho? Ante todo hay que tener en cuenta dos cuestiones previas:

Primera: La advertencia aristotélica de que «la palabra ser se emplea en múltiples sentidos, pero siempre haciendo referencia a unaPage 284 unidad y realidad determinada (...), el término ser -insiste Aristóteles-incluye muchos sentidos, pero todos referidos a un único principio» 2.

Segunda: Que la visión que nos proporciona la mirada sobre el ser depende, en cada momento, del específico horizonte histórico-cultural desde el cual el sujeto pregunta y conoce. Como ha puesto de relieve la moderna hermenéutica filosófica (H. G. Gadamer), dicho horizonte (que permite y limita, al mismo tiempo, la posibilidad de comprensión), no es algo fijo, rígido, sino móvil, fluctuante. En el curso de la historia el horizonte desde el que el sujeto -en cuanto «ser-en-el-mundo»- pregunta y conoce se desplaza continuamente, permitiendo descubrir, en cada momento, aspectos o dimensiones nuevas del objeto sobre el que reflexiona. De ahí que cada época histórica posibilite -desde su específico horizonte epistemológico- una visión y comprensión diferente, «renovada», de la realidad que conoce 3.

Desde estos supuestos se explica que las respuestas a la pregunta por el ser del Derecho no hayan sido uniformes a lo largo de la historia, sino diversas e incluso contrapuestas. La explicación última de esa forma plural de concebir el Derecho la encontramos en el «ethos» y en los supuestos o epistemológicos que determinan y definen el espíritu, el perfil y el estilo de cada época histórica. Dicho espíritu y estilo se concretan, en cada momento, en una específica «cosmovisión» o «Weltanschauung».

2. Espíritu y estilo de cada época del pensamiento

En la caracterización del espíritu y estilo de las diferentes épocas de las historia debemos tener en cuenta:

  1. Que en toda época histórica ha existido una pluralidad de valores (religiosos, éticos, culturales, científicos, económicos, técnicos, etc.) cuyo grado de estimación ha variado de unos tiempos a otros.

  2. Que el tono y perfil de cada época, su espíritu y su estilo lo marcan el valor o valores predominantes en la apreciación social. Los demás valores no desaparecen sino que se subalternan de modo diferente a los valores preponderantes, constituyendo esa cambiante jerarquía axiológica la clave para comprender el espíritu y el estilo de cada momento histórico.

  3. Que esa fluctuante jerarquía de valores constituye la base y el principio a partir de los cuales se han elaborado las diferentes leyes y concepciones que tratan de explicar el sentido de la historia (interpretaciones de la historia de A. Comte, H. Spencer, O. Splengler, etcétera).Page 285

El factor que impulsa y determina la hegemonía de uno u otro valor y la consiguiente subalternación y reordenación de los demás valores posiblemente sea, como apunta C. Schmitt, el deseo, la necesidad de abandonar las situaciones de lucha e inseguridad y buscar un espacio neutral, de conciliación y armonía4. «La humanidad -escribe Schmitt-para sin cesar de un terreno de lucha a un terreno neutro; pero siempre éste último vuelve a trasformarse casi instantáneamente en terreno de lucha, obligando a los hombre a buscar la paz en otra parte»5.

Esta idea proyecta nuevas luces sobre el fondo de verdad que entraña la ley de los tres estadios de A. Comte, como interpretación de la historia. De acuerdo con la idea fundamental de esta doctrina tenemos:

  1. En las primeras etapas de la evolución de la humanidad los valores predominantes fueron de signo religioso. La religión, con su fuerza interiorizante, operó como un factor de paz y armonía espiritual, tanto en el ámbito subjetivo o personal como en el plano objetivo o social. Las ideas y las creencias de una religión compartida dotan de equilibrio interior la vida personal, y de cohesión y armonía la vida social. En dicho momento, la vida y la historia buscan su explicación y sentido últimos en esa realidad trascendente que es Dios. Todo y todos penden en definitiva de la divinidad que es el eje, el motor y el fin último de la vida y de la historia. Se trata de lo que Comte denominó estado o etapa teológica de la humanidad. Sólo desde este esquema conceptual puede comprenderse y explicarse la significación que en su momento tuvo la idea de la Res Publica o Civitas Christiana medieval, fundada en la justicia y en la Chantas y, en última instancia, en una comunidad de fe 6.

  2. Cuando en el siglo XVI la herejía triunfante (la Reforma) rompió la unidad de la fe cristiana, la religión y la teología dejaron de ser medios de conciliación y armonía, convirtiéndose en ocasión y motivo de disputa y lucha (guerras religiosas entre católicos y protestantes). Entonces el hombre buscó la paz y la armonía en la primacía de la razón y de los valores de índole racional y cultural (ciencias empíricas, racionalismo metafísico...). La hegemonía de lo racional desplazó (no anuló) la fe religiosa y los problemas teológicos al rincón, privado e íntimo, de la conciencia individual. Según la interpretación de Comte, ello supuso el tránsito, en la historia de la humanidad, de la etapa teológica a la etapa metafísica. En ésta el mundo y la vida fueron objeto de una explicación racional e inmanente, mediante abstracciones o categorías metafísicas (causas, sustancias, facultades inherentes a las cosas mismas, etc.). La razón y los valores de índole racional (ciencia, metafísica, etc.) acotaron y fundamentaron un nuevo terreno neutro capaz de permitir y hacer posible la conciliación, la armonía, la paz entre losPage 286 hombres y entre los nuevos Estados soberanos que surgieron con el despuntar de la modernidad. En esta nueva etapa de la humanidad la razón aportó ideas y recursos dialécticos (doctrina del pacto social, por ejemplo) capaces de explicar y legitimar racionalmente fenómenos tales como la existencia de la sociedad, del poder político, del Estado y del Derecho.

  3. Cuando las ideas racionales perdieron su neutralidad al convertirse en ideologías (liberalismo, nacionalismo, conservadurismo, socialismo, sindicalismo, etc.) surgieron nuevos enfrentamientos y luchas (guerras nacionales, luchas de clases, subversión anarcosindicalista, etc., de los siglos XIX y XX). Entonces el hombre buscó un nuevo espacio neutral, un nuevo espacio de convivencia y armonía pacífica, en la hegemonía de la técnica y de los valores del mundo económico (nada más neutro, en principio, que la técnica y el dinero). De este modo hace su entrada en la historia, según el esquema de Comte, la etapa positiva. En ella el hombre renuncia a toda explicación trascendente e inmanente del mundo y de la vida, para atenerse de modo exclusivo al análisis y estudio de los hechos conocidos mediante la observación y la experiencia. Todo cuanto acontece en la naturaleza y en la historia debe encontrar una explicación en las relaciones causales, necesarias, que se dan entre los diferentes fenómenos y que la ciencia debe estudiar, descubrir y formular en leyes de validez universal.

La etapa positiva supone la primacía de los valores útiles (técnica, economía) y la consiguiente subordinación a los mismos de los demás valores. Los valores puramente racionales (filosofía, ciencia, cultura) son desplazados y se refugian, junto con los valores religiosos, en el claustro de lo privado. Lo que se estima en la nueva época es la técnica, que es poder, y la riqueza económica, que también es poder. Técnica y riqueza constituyen así las dos caras de la misma moneda. La repercusión de ello en la estructura social es clara: en el plano político, el tecnócrata desplaza al ideólogo (se habla del crepúsculo de las ideologías) y al hombre de acción (homo politicus); en el plano social, el técnico (homo technicus) -el ingeniero, el...

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