La justificación y los fines del estado

AutorAntonio M. García Cuadrado
Cargo del AutorProfesor Titular de Derecho constitucional
Páginas170-180

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102. Planteamiento. Desde mucho antes de la aparición del Estado, la filosofía política se había preguntado sobre el problema de la legitimidad del poder político, de la autoridad de unos hombres sobre otros. Este problema se conoció después como el de la justificación del Estado, cuando en realidad vale también para cualquier sociedad política preestatal. Pero una derivación que pronto presentó al aplicarse específicamente al fenómeno estatal fue el de cuestionar los fines del Estado: para qué existe el Estado, qué finalidades le son propias y cuáles no. A su vez, la respuesta a este problema viene dada por el enfoque ideológico que se adopte, lo que enlaza con el tema de las ideologías o ideas políticas. Analizaremos brevemente la cuestión de la justificación del Estado y después la de los fines del Estado, para ver después con más detenimiento las principales diversas ideologías políticas contemporáneas.

3.1. La justificación del estado

103. El problema de la justificación del Estado. A lo largo de los últimos siglos han debatido los filósofos del Derecho y de la Política sobre cuál puede considerarse el origen y la justificación del Estado. Ahora bien, tal como se enfoca la cuestión hay que decir que más bien se indaga sobre el origen y la legitimidad del poder en cualquier sociedad política, que específicamente en el Estado.

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En todo caso, se han dado múltiples respuestas, que el norteamericano John Williams burguEss (1844-1931), pionero de la ciencia política de su país, agrupó en tres: la teológica, la pactista y la histórica, conciliables entre sí porque destacan dimensiones distintas, desde las filosóficas especulativas hasta las estrictamente sociológicas.

De acuerdo con la justificación teológica, el Estado es, en última instancia, obra de Dios, bien por haberlo creado directamente (entiéndase, la sociedad política), bien por haber impreso en la naturaleza humana la necesidad de vivir en sociedad, haciendo pues legítimo el poder del Estado y en consecuencia de sus gobernantes. Sin embargo, no se debe olvidar que, como señalara jEllinEK, han sido muchos y contradictorios en sus ideas quienes han esgrimido el argumento teológico en su favor (para justificar unos el absolutismo regio o la revolución puritana, otros el “derecho divino de los reyes” de Jacobo I de Inglaterra o la doctrina “democrática” de la Escuela Española de Derecho Natural, etc.).

Para la justificación pactista, el Estado es fruto de un pacto entre los hombres, en virtud del cual la autoridad política y el deber de obediencia a los gobernantes se convierte en legítimo. El problema está en que según qué autores, el pacto social tiene unas causas y unas consecuencias radicalmente diferentes, como sucede, por ejemplo, entre las doctrinas pactistas de hobbEs, locKE y roussEau. la justificación histórica se limitaría a reconocer un hecho acaecido en un momento determinado sin entrar en especulaciones sobre su legitimidad o no: el Estado existe y es una realidad política multisecular e irreemplazable en la actualidad. Como todos los argumentos de naturaleza estrictamente sociológica, la justificación histórica del Estado adolece de un sentido moral, exigible por la dignidad innata del ser humano, que dé legitimidad al poder del Estado. ¿Por qué ha de ser legítimo un poder cuya única justificación es que de hecho ha existido cierto tiempo?

Otros tipos de justificación que se han dado son: la naturalista (no sería la causa del Estado la Divinidad sino la misma Naturaleza, en la que prevalece la desigualdad “con la consecuencia obligada de que los fuertes se impongan y los débiles hayan de someterse… las fuerzas sociales exigen que los hombres, convencidos de que no pueden resistirlas, se resignen a sus imperativos. El Estado es poder, es dominación; la fuerza se justifica por sí misma… y al modo como no es posible vivir sin los agentes naturales, tampoco es posible la vida humana sin esa organización de predominio de los poderosos”14), las teorías jurídicas (el Estado se justifica sobre la base de una institución jurídica preexistente, sea la familia –patriarcalismo de filmEr–, la propiedad –desde platón y cicErón hasta hallEr– o el pacto social antes mencionado) o la necesidad racional (sea una

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necesidad psicológica, sea la perfección moral, desde aristótElEs a hEgEl) o el mismo fenómeno jurídico (ubi societas ibi ius).

Todas ellas tienen parte de razón: el ser humano es social por naturaleza y no por convención, necesita para el desarrollo de su vida, material y moral, un marco estable de convivencia política en el que impere el Derecho justo, lo cual en el momento histórico de evolución social que abarca desde el Renacimiento hasta hoy sólo el Estado puede garantizar. El Estado, y con él su Derecho y el poder político, se justifican por exigencias de la naturaleza humana, por la historia, por el mismo Derecho y en última instancia por Dios como autor de la naturaleza humana y origen de toda autoridad. Que haya gobernantes que utilicen el poder del Estado para corromper a la sociedad no significa que el Estado no sea instrumento válido para la realización de la justicia en la sociedad, sino que los gobernantes, como todos los hombres, pueden utilizar la libertad para hacer el bien o para hacer el mal a sus semejantes y a ellos mismos.

3.2. La negación del estado: el anarquismo

104. Doctrinas que niegan la legitimidad del Estado. Antecedentes y autores principales. Se denomina anarquista a toda forma de negación del Estado o en general de cualquier poder político en la sociedad por considerarlo innecesario, dañino o inmoral. han existido muchas formas de negar la legitimidad del Estado, pero se suele reservar el nombre de anarquismo a una serie de corrientes ideológicas cuyos principios se han desarrollado después de múltiples formas. Acracia es un término afín que significa ausencia de coacción o ausencia de poder.

Aunque con antecedentes remotos en los estoicos y en algunas confesiones religiosas, se considera al inglés William godwin (1756-1836) como el precursor del pensamiento anarquista. Sin embargo, el formulador más conocido de la doctrina fue el francés Pierre Joseph proudhon (1809-1865), que en su libro Qué es la propiedad15y en El principio federativo16expondrá lo fundamental de su doctrina. Su discípulo más destacado fue el ruso Mijail baKunin (1814-1876).

105. Modalidades de anarquismo. De las numerosas variedades en que a lo largo de los dos últimos siglos se ha presentado el anarquismo, suele distin-

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guirse fundamentalmente entre las que se aproximan al individualismo radical (anarquismo individualista, el alemán Max stirner17), situándose incluso en postulados de liberalismo extremo y derechista (especialmente los que siguen al norteamericano Robert nozick18) y las que se acercan a las doctrinas marxistas y colectivistas (anarquismo comunista) en la extrema izquierda del espectro político (incluyendo el anarcosindicalismo, el anarquismo ecologista, el feminismo anarquista, y el denominado insurreccionalismo).

Otros autores prefieren distinguir las diversas corrientes anarquistas según utilicen la violencia para imponer sus ideas (anarquismo revolucionario o libertario) o persigan sus fines de forma pacífica mediante la persuasión, la propaganda y la oposición no violenta (anarquismo especulativo o pacifista). Todas tienen en común el fin de hacer desaparecer el Estado y sustituirlo por alguna forma de sociedad sin coacción. Difieren en la filosofía que les lleva a rechazar el Estado y por tanto en los medios y formas de conseguir su desaparición o sustitución, pero también en el resultado final a que se verá abocada la sociedad una vez desaparezca el Estado.

106. Doctrina anarquista. El anarquismo defiende la desaparición inmediata del Estado, a diferencia del comunismo que considera necesaria una etapa intermedia de “dictadura del proletariado”19. Repudian el uso de la coacción estatal para obligar a cumplir las leyes, ya que el Estado “no es solo un mal: es el mal por excelencia”20. Con una antropología basada en la bondad natural del hombre y en su igualdad radical, exalta las tendencias innatas como la libertad, la espontaneidad y...

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