A agricultura latifundiaria na Península Ibérica, de Fundación Calouste Gulbenkian.

AutorFrancisco Corral Dueñas
Páginas1630-1637

    FUNDACIÓN CALOUSTE GULBENKIAN: A agricultura latifundiaria na Península Ibérica. Editado por el Instituto Gulbenkian de Ciencia. Oeiras, Lisboa, 1980. Un tomo de 500 págs.

Por iniciativa del Centro de Estudios de Economía Agraria del Instituto citado se reunieron, en diciembre de 1979, investigadores y profesores de diversas nacionalidades para estudiar el sistema latifundiario en la Península y ahora se publican, en sus idiomas originarios, los trabajos aportados.

Esta forma de la agricultura domina vastas regiones del sur de la Península y representa un acusado trazo diferenciador frente al resto de los países europeos, excepto Italia.

Las comunicaciones recogidas en este libro giran en torno a tres Page 1631 términos: a) Génesis de la agricultura del latifundio; b) Desenvolvimiento del capitalismo y evolución de la agricultura latifundiaria, y c) Latifundismo y desarrollo.

La comunicación de apertura, bajo el título «O latifundio: Tentativa de caracterizagao económica», se presentó por el profesor Henrique de Barros, el cual en su calidad de economista agrario intenta encontrar un concepto del latifundio. Parte de la doble idea del gigantismo empresarial y de la extensión exagerada de los sistemas de producción adoptados, lo que produce una explotación insuficiente. Otra característica es la llamada «asimetría económica» o dualidad social, que consiste en la contraposición de dos estratos: uno rico y dominante y otro pobre y dominado.

La actual empresa agrícola capitalista proviene principalmente del engrandecimiento físico y económico de la antigua empresa campesina y en muy escasos supuestos de la intensificación de los sistemas de producción tradicionalmente aplicados a los latifundios. Estudia seis diversos criterios de distinción para caracterizar los grandes sistemas de organización de la economía agrícola Frente al máximo lucro que remunera legítimamente al capital de empresa, según Barros, lo que únicamente interesa al latifundista es extraer del funcionamiento de su empresa el rendimiento suficiente para mantener su nivel de vida y su posición en la pirámide social. En las relaciones humanas, sigue diciendo Barros, el latifundista está más lejos del contacto con la gente a su servicio que el típico empresario. Estudia los demás criterios tratando de obtener datos distintivos que permitan comparar con la empresa técnica y administrativamente modernizada, lo que puede resultar fecundo y capaz de permitir una aplicación práctica.

El español Eduardo Sevilla-Guzmán, en su trabajo «Reflexiones teóricas sobre el concepto sociológico del latifundismo», da una imagen un tanto exagerada de la figura al definir al latifundismo como una estructura socioeconómica en la que se da un predominio de explotaciones de gran extensión que, formando parte ecológicamente de la comunidad rural, crean sobre la misma un sistema local de dominación de clase ejercido por el grupo de terratenientes que monopoliza los medios de producción agraria con la fiel asistencia, a través de unas específicas relaciones sociales de dependencia, de un sector de la comunidad compuesto por unas clases locales de servicio en cuyas manos se encuentran las instituciones económicas, culturales y políticas que controlan a nivel local la vida de la comunidad, creando en la misma un específico orden social cuya organización económica determina la explotación del campesinado.

Aunque después trata de explicar a su modo estos conceptos clave y dice que vienen en último término determinados por el grado de apropiación de la tierra y la posibilidad de acceso a los medios de vida desarrollada en la comunidad, creemos que se cargan demasiado las tintas y no se ha conseguido un retrato del latifundismo, sino una deformada caricatura.

Carlos da Silva aporta un estudio «Acerca da génese das relagoes de produgao características do latifundio em Portugal», en el que trata de identificar los factores que originan el fenómeno de la concentración de la propiedad rústica que caracteriza al latifundio, entendiendo que Page 1632 puede estar ligado a ciertas condiciones geoclimáticas (hay una Iberia seca y otra Iberia húmeda); también puede haber influido el condicionamiento histórico de las relaciones técnicas del cultivo o la ganadería. En cuanto a este último factor, Silva hace un cuidadoso estudio de las relaciones de producción, tanto en su evolución en las diversas épocas como en la actualidad, presentando estadísticas y cuadros expresivos, sobre todo de las regiones meridionales de Portugal.

Tomando como base el «Inventario de fincas expropiables» llevado a cabo por el Instituto de Reforma Agraria en 1933, Juan Muñoz, Angel Serrano y Santiago...

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