La Integración como fenómeno Social y Jurídico

AutorJosé Luis Ruiz Sánchez
CargoMagistrado
Páginas789-814

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I Introducción problemática. Concepción

En la proyección social del mundo actual se nos habla de «integración» como manifestación sublimada de realidades a alcanzar, como medio para obtener y satisfacer aspiraciones, deseos y necesidades de la colectividad. Esto es, medio idóneo para alcanzar la satisfacción del bien común 1. Pero para plasmar el concepto susceptible de un triple sentido es preciso, necesario, discernir, aclarando cuáles son esas posibles tendencias o manifestaciones, para ulteriormente examinar sus posibilidades en el momento presente frente a otro concepto: especialización.

Integrar es, en definitiva, componer un todo. Ir hacia un total. Pero el total, como absoluto y entidad perfecta, es un algo utópico. Quien afirma estar en camino hacia el total, es decir, hacia la única y puraPage 790 verdad, oculta su vista a la tarea impuesta al hombre de estar en ruta hacia lo total como meta ideal. De la misma manera, quienes aseveran que las indicaciones hacia lo total proceden únicamente de la imaginación desconocen los acontecimientos de la realidad misma y yerran. Por ello, ante la imposibilidad de alcanzar el total absoluto se admite una integración de totalización relativa y, además, una posibilidad de integración de complementado) e incluso una integración renovadora. El primero, como proceso de totalización, y los otros, de complemeniación y renovación.

Por otro lado, hemos de tener en cuenta que el concepto «integración» no se limita al campo de la investigación filosófica, sino que es objeto de consideración y aplicación creciente, no sólo en el campo de la sociología-como, por ejemplo, en las uniones de grupos distintos dentro de estructuras unilaterales-y de la economía-mediante uniones de fases y campos de producción, que van más allá de lo puramente técnico-, sino en la política e incluso en el campo de las ciencias que se ocupan de lo normativo.

Ese exceso en la utilización del concepto «integración», derivado del latín integrare, puede conducirnos a la desarticulación, y de hecho está desarticulando, con un efecto demoledor, de aniquilamiento, la esencia de la integridad del hombre. Esto es, como sumina de valores positivos, con efecto y consecuencia refleja en toda manifestación de su actividad: social, económica, religiosa, profesional y, lo que es más grave, de orden familiar.

Como efecto lógico y natural, que tiende a paliar esa consecuencia, es la existencia de fuerzas que se contrarrestan. Pues para mantener un orden equilibrado, si se intensifica una manifestación, en exceso, en un sentido, surge la reacción natural contraria. Es decir, cuando la intensidad de un haz de fuerza se acentúa, el par de fuerza contraria tiende al equilibrio, encontrando su energía en la misma reacción contraria. La distancia se acentúa con la distorsión. Así, frente al fenómeno de integración creciente, se opera una disminución del sentido de responsabilidad individual, que afecta a la concepción de integridad moral. )ohan Gottfried Heder 3 ya expresó está preocupación al decir: «Toda mutilación o amputación, todo hueco de mentira o falsedad, todo empleo perverso o erróneo de fuerza-y en el terreno de la fama, la más mínima calumnia-, se opone a la integridad. Cuando las fuerzas efec-Page 791tivas se encuentran disgregadas y manchadas dejan de existir tanto las repúblicas como las comunidades sanas y florecientes.»

Por ello es preciso proceder tanto a su determinación conceptual como de sus acepciones.

La integración 4 constituye, en su triple manifestación, una actividad inicial pensante, que exige una perceptividad por el sujeto que examina, a través de un razuiminieriLü y proceso intelectivo. La capacidad comprensiva del proceso de totalización no puede ser alcanzada por el hombre en razón a la limitación misma de esa capacidad. Esa posibilidad está reservada única y exclusivamente al Ser Supremo: Dios. Cualquiera que sea la orientación doctrinal, religiosa, política, la historia nos demuestra y nuestro entendimiento asevera, que a nadie se le ha otorgado el conocimiento de lo total 5.

Que existen tendencias científicas y doctrinales que pretenden alcanzar ese objetivo, es indudable. Pero se olvidan qué es el total. En ellas se da una evidente contradicción interna. Se ignora qué es el total y, a pesar de ello, afirman hallarse en camino para su logro. Nada más lejos de la realidad. Cuando hacemos referencia a un concepto abstracto, por ejemplo, arte, olvidamos que no están perfectamente definidas sus fronteras, que no se ha logrado una definición satisfactoria.

Para la concepción de lo «total» estamos muy lejos y no es posible alcanzarlo jamás. Tenemos una serie de conceptos clave y una serie de conocimientos que nos han permitido entrar en el umbral de la naturaleza, que, por la esencia misma de las cosas, sólo llegaremos a intuir en algunos casos y, en otros, los hemos de aceptar y aceptaremos como misterios establecidos por la misma voluntad de Dios. Por ello, la integración de totalización no puede ser absoluta, sino relativa.

Pero no debe incidirse en las dos corrientes contrapuestas: de negación de la historicidad total o del historicismo excesivo, que simulan no saber 6. La una, porque lo sobrepasa y, la segunda, porque se deja arrastrar por él. Unos, porque creen indicar qué es lo total, decidiendo lo que debe ser; los otros, porque se resignan a que resulte siempre que lo total escapa a cualquier intento de comprensión o acercamiento.Page 792

Ello supone olvidar la fórmula con que puede definirse el relativismo histórico: ventas el virtus jiliae temporis 7.

La ampliación y extensión del concepto integración a toda manifestación de la vida, es decir, no sólo a las ciencias descriptivas, sino también a las normativas, y la imposibilidad de alcanzar el total absoluto exige la delimitación conceptual que hemos expuesto. Así, cuando por el jurista, el economista, el politicólogo, etc...., hablan de integración, hacen referencia a una lógica integral entendida especulativamente no como igualdad total, ni tampoco dialécticamente como igualación, sino como estructura, esto es, como complementación o renovación. En ese orden, vemos cómo el jurista, cuando emplea la palabra integración, lo hace en un sentido de renovación o complementación, en cuanto quiere expresar una idea de adaptación a las necesidades impuestas por la vida, como prius, en armonía con el mismo ordenamiento concebido como un todo, frente a una concepción aislada de esas mismas normas, de acuerdo con la realidad impuesta por el mismo Estado.

Por otro lado, vemos cómo el concepto integración tiene una proyección de futurible 8. Santo Tomás de Aquino decía: «La integridad es doble. Una radica en la realidad misma y, la otra, en la acción» 9. La primera, a nuestro juicio, en cuanto se coordina, en cierto modo, con la inspiración básica del historicismo 10 y, la segunda, en cuanto exige, en orden a su limitación, por razón de su relativismo, que se atempere a cada momento en su doble proyección espacio-temporal.

Así concebido el concepto de integración, como proceso de relativa totalización, con su faceta renovadora y de complementación, encaminada a la obtención de un resultado positivo de tendencia progresiva, es utilizado en la generalidad de supuestos de adaptación a las necesidades presentes. Se habla, por ejemplo, de integración de la Universidad, integración en los planes indicativos de desarrollo, etc....

De donde, y como consecuencia de la complejidad misma del concepto, no puede entenderse más que mediante una actividad-acción- coordinada de esfuerzos comunes. Esto es, y como que le caracteriza, la unidad dentro de la variedad, lo que permite alcanzar un resultado positivo en la meta hacia la efectividad. Supone suma de conocimien-Page 793tos, de valoraciones, que han de ser objeto de ponderación para no quebrar individualidades 11.

Como medio para alcanzar ese objetivo y obtener la satisfacción de las comunes necesidades, afrontando los problemas derivados de la masificación, se piensa en la integración fraguada como forma eficaz de solución, pero con olvido y descuido de las fuerzas espirituales unitivas. Se traía de conseguir ias máximas satisfacciones del hombre integrándole en la sociedad técnica, con la satisfacción de la cultura del ocio 12, atrayéndole a las formas comunes de distracción sin proporcionarle ni facilitarle el desarrollo individual del espíritu 13.

Se ha operado un cambio fundamental en la forma de desenvolvimiento de la humanidad, pues, a nuestro juicio, de la «sociedad de masas» se pasa a la «sociedad integrada» 14 con desaparición de los antiguos entronques que ligaron a las anteriores generaciones a estructuras fijas. El individuo no se siente ya ni vinculado dentro de un círculo acostumbrado de existencia ni en un ambiente fijo de vida exterior. Se operan una serie de estímulos disociativos y negativos con el único fin de escalar en la «sociedad integrada». Aspectos negativos de esa tendencia: la aparición de sentimientos explosivos-irracionales y la autoestimación valorativa sin recato, como forma de alcanzar el reconocimiento de una personalidad.

Como medio de conocimiento y corrección del fenómeno se han desarrollado una serie de ciencias relativas y derivadas de la integración, especialmente las estadísticas y las sociológicas, que tienden a superar los fenómenos negativos. Ese efecto corrector no puede alcanzarse sin una efectiva y real colaboración por parte del individuo. Esto es, dePage 794 su «autoconciencialización» 15, de acuerdo con los principios inmutables del Derecho natural, que, como verdades y patrones epistemológicos 16 y axiológicos 17 con contenido supra-histórico, constituyen las normas de evaluación fundamental, común a lodos los hombres en todo momento.

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