Si tuviéramos que hacerlo de nuevo

AutorR. M. Solow

El informe original Made in America se completó hace ocho años como un trabajo de un grupo de científicos, ingenieros, economistas y expertos en política científica en el MIT. Se trata justamente de la clase de actividad mixta que el IPTS debería fomentar. Si hay disponible un equipo competente, la otra gran necesidad es una demanda del producto. Hace una década, la industria americana estaba preocupada, insegura, asustada de haber perdido su superioridad económica y técnica que pensaba -erróneamente- que era una especie de derecho genético adquirido al nacer. La industria europea puede encontrarse ahora frente a una situación semejante, enfrentándose a una competencia intra-europea acrecentada, un pobre comportamiento macroeconómico casi en toda Europa y una "amenaza" aún algo indefinida por parte de las economías de salarios bajos que impera en el resto del mundo.

Ahora bien, la Europa de 1998 no es América en 1989. Un nuevo estudio no puede solamente seguir el patrón del antiguo. Me gustaría dar algunas pistas que no seguimos en su momento y que ahora indudablemente deben ser exploradas. Por ejemplo, incluso en aquel entonces pensé que mis colegas ingenieros se concentraban demasiado en los problemas de manufacturación y no se preocupaban suficientemente del sector servicios. Al final, nos limitamos a un grupo de industrias manufactureras, debido quizás a que era nuestra parcela de especialización más fuerte. Esto no puede permitirse. La tendencia hacia los servicios ha continuado. Parece ser una parte inevitable del crecimiento de las rentas. Es importante darse cuenta que la manufactura y producción de servicios son cada vez más indisolubles a medida que la informática, la fabricación masiva,a medida del cliente, y otros desarrollos semejantes se difunden, impulsados tanto por las preferencias de la tecnología como por las de los consumidores.

El equipo del MIT tenía algunas cosas que decir sobre las relaciones cliente-suministrador, pero no prestó una atención seria a la naturaleza del "outsourcing" (subcontratación), especialmente cuando se trataba del trasvase a través de fronteras nacionales y continentales con el fin de aprovechar los salarios bajos de cualquier sitio. Hoy en día se trata de un tema crucial. Para dar un ejemplo extremo, algunos de mis colegas del MIT acaban de publicar un estudio denominado Made by Hong Kong, no "in"(en) sino "by"(por). Aquí emito mi propia opinión. Las empresas en los países avanzados no pueden competir con los países más pobres en aspectos de producción dominados por mano de obra no especializada. Y además no deberían competir, pues significaría consentir la pobreza.

Una nueva visión tiene que considerar que los países con salarios altos necesitan especializarse en empleos de alta productividad (así como en no comercializables). Esto significa tomar en serio la necesidad de invertir en capital humano, mejorar la formación de los miembros menos cualificados de la fuerza laboral y, en general, acortar las diferencias de salarios en nuestras sociedades.

Estas cosas no pueden suceder al instante. Entretanto será necesario reconsiderar la financiación de la red de seguridad social. Muchos economistas europeos han explicado las razones por las que las cargas sociales altas aplicadas al extremo inferior de la escala de salarios son una receta para el desempleo de larga duración. Cada nación tiene que escoger el nivel de asistencia social que quiere suministrar, sea cual sea, cada vez una mayor proporción de su coste tendrá que ser trasvasada de los impuestos a los salarios.

De modo análogo, las barreras reglamentarias a la adaptación flexible deberían ser repensadas, y esto es tan cierto en el caso de mercados de bienes como en el de los mercados de mano de obra. El antiguo equipo del MIT no trabajó en esta dirección, ya que los obstáculos reglamentarios no eran un factor importante en EE.UU., en comparación con la deficiente práctica comercial. Ahora bien, un nuevo estudio no puede evitar tratar estos temas. Esto significa que estará más orientado a la política-pública que su predecesor.

La cooperación intelectual entre ingenieros y tecnólogos y economistas no es fácil. Se puede decir que todos ellos han sido formados para optimizar diferentes cosas. Podemos esperar que, una vez que lleguen a comprenderse entre sí, algo útil suceda.

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