Gestión de la convivencia

AutorElena Cobler Martínez
Páginas93-122

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"Puesto que las guerras se originan en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben construirse las defensas de la Paz".

Acta de Constitución de la UNESCO

Los seres humanos somos seres en relación: "Zoon Politikon"-Animales Sociales como lo definió Aristóteles, encuentran su razón y su destino en la relación que establecen con sus semejantes y con todo lo que existe, y se construyen en la comunidad, la comunidad implica relación y comunicación.

Max Weber define la relación social como el comportamiento recíproco de dos o más individuos que orientan, comprenden y resuelven sus conductas teniendo en cuenta las de los otros. Las conductas recíprocas que nos interesan son las que se condicionan entre sí, por lo tanto, las personas somos seres sociales, nacemos y nos construimos a partir de las relaciones sociales, estamos hechas para vivir en sociedad y por eso necesitamos de los otros.

El logro de la convivencia está directamente relacionado con los procesos de socialización y de formación que se desarrollan durante toda la vida. Se inicia en el ámbito familiar, pero se continúa en cada etapa mediante la vinculación a muy diversos escenarios. Podemos afirmar que no podemos vivir en la independencia total respecto a los demás; la vida deriva de la mutua colaboración, de la capacidad de dar y recibir y la convivencia está relacionada con la posibilidad de entender que como individuos contamos con capacidades que nos permiten aportar, y con carencias que nos hacen necesitar a los otros. Compartimos diversos escenarios como hemos dicho, y en ellos no podemos esperar que todos los demás actúen como debería ser, según nosotros, pues cada persona tiene sus intereses, sus capacidades y sus percepciones. Nadie tiene por qué ser de una determinada manera, ya que cada actitud o aptitud de un ser humano deriva de la mezcla de sus condiciones particulares.

Convivimos, nos relacionamos y nos comunicamos tanto si somos conscientes de ello como si no. De nosotros depende que nuestra con-

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vivencia sea más o menos enriquecedora y satisfactoria, según sean nuestros planteamientos, como decía Confucio "no vemos las cosas tal como son, sino tal como somos", por lo tanto, depende del respeto que nos tengamos a nosotros mismos y hacia los otros, según nuestra propia autoestima o el valor que damos a las demás personas, según nuestra capacidad de aceptar las situaciones y los conflictos que vivimos y de gestionarlos de manera positiva, obtendremos unos resultados más o menos satisfactorios que nos harán sentirnos más cómodos y más felices en nuestro entorno, en nuestro barrio y en nuestra comunidad.

Las relaciones no siempre son armónicas, sin problemas, a veces el hecho mismo de relacionarnos y de convivir puede provocar conflictos, porque a pesar de que somos iguales, personas que tenemos los mismos derechos a ser respetados, también somos diferentes, tenemos personalidades distintas, historias, cultura etc., y cada uno de nosotros miramos y vemos las cosas desde diferentes perspectivas, lo que para unos es normal, para otros no lo es, lo que para unos puede ser bueno o conveniente, para otros puede no serlo tanto.

La humanidad precisamente se organiza en grupos sociales para responder a esa dualidad, que no es posible vivir en la soledad y el desencuentro y que solamente mediante el conocimiento, la capacidad de comprensión, la tolerancia y el reconocimiento en la diversidad se puede alcanzar un mundo mejor, en el que nadie sobre, sino por el contrario, en el que cada persona tenga su lugar y su papel y sobre todo su posibilidad de ejercerlo para bien de todos y de todas.

Nuestra manera de ver las cosas está fundamentada en: si somos hombres o mujeres, en la familia en la que nos hemos criado y hemos crecido, si hemos tenido hermanos o no, el barrio donde crecimos, los amigos con los que nos relacionamos, los estudios que hemos hecho, los trabajos que hemos realizado, nuestras experiencias y nuestras creencias. Todas estas cosas han infiuido y continúan infiuyendo a lo largo de la vida en nuestra manera de ser, de pensar y de ver las cosas.

Lo que percibimos está más en función de nuestra experiencia que del objeto observado. Interpretamos más lo que sentimos que lo que llegamos a ver o lo que razonamos108, es decir, nuestra visión de

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la realidad y de nuestras opiniones parte de una determinada perspectiva y de unas determinadas emociones.

Pero esa perspectiva no es la única, existen tantas perspectivas como personas y todas ellas son razonables, son las distintas mane-ras de ver, de sentir las cosas. La misma realidad es apreciada por cada uno de nosotros desde nuestra perspectiva y por eso parece y es, diferente, como dice el refrán de Campoamor: "Todo depende del color del cristal con que se mira".

Cuando hablamos de convivir no es vivir "al lado de"..., sino "vivir junto a"..., podemos vivir al lado de una persona y no convivir con ella, o vivir en una comunidad sin convivir con los otros que forman parte de la misma, por ejemplo familias o vecinos que no se relacionan, que no comparten nada; que vive cada uno a la suya, sin conocer a nadie de su comunidad, ni participar en ninguno de los actos o gestiones que realizan todos los demás miembros de esa comunidad. Que viven en una continua lucha contra todos intentando que no lo pisoteen o haciéndolo él mismo antes de que se lo hagan a él.

Convivimos con la familia, en pareja, con los hijos, con los hermanos... y convivimos con los que viven en nuestra misma escalera, con los que utilizan las mismas calles que nosotros, los que pasean por los mismos parques o van a las mismas playas o lugares de ocio que compartimos.

Como hemos dicho anteriormente, convivimos porque somos seres sociales. El ser humano no se puede hacer si está solo, darnos cuenta de esto es muy importante, empieza a ser persona cuando aprende y es capaz de relacionarse con los demás, y es en esta relación cuando pasa de ser "especie humana" a ser "persona", es en la relación interpersonal cuando adquirimos y desarrollamos la verdadera potencialidad de nuestra humanidad.

Entonces, la parte humana de la persona la construye el hecho de vivir en sociedad. Esa capacidad no se puede desarrollar si no es con la ayuda de los otros, por eso, en cierta manera, todos dependemos de todos; y ya que estamos obligados a convivir, a "vivir con", debemos procurar que la convivencia sea lo más agradable y productiva posible. Agradable porque queremos estar bien, ser felices, estar ro-

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deados de cosas agradables, que la gente nos valore y aprecie, que nos tenga en cuenta..., y productiva porque del convivir podemos obtener cosas positivas: compañía, conocimiento, buenas relaciones, ayuda, amor, mejoras en nuestras condiciones de vida, etc.

Convivimos cuando:

- Nos interesamos por el otro

- Compartimos nuestros sentimientos

- Hacemos proyectos conjuntos

- Tenemos en cuenta a los otros cuando planificamos algo

- Intentamos ser útiles y colaboradores

- Nos divertimos juntos

- Nos ayudamos a progresar

- Sentimos como nuestras las cosas comunes

- Participamos en el buen funcionamiento de lo que nos rodea con una postura constructiva.

Pero a veces, parece que la convivencia nos produce malestar, nos agobia, nos hace sentir mal, tenemos problemas en las relaciones. ¿Qué pasa?

Quizás, lo que pasa es que nos encerramos en nosotros mismos y nos dedicamos a criticar y protestar de lo que los demás hacen o dejan de hacer, nos volvemos inflexibles e incapaces de ver más allá de nuestro circulo (que a veces se limita a "yo mismo") y de lo que siempre hemos visto, sin ser capaces de salir de nuestras rutinas y prejuicios.

No convivimos cuando:

- Pensamos sólo en nosotros mismos

- Escondemos lo que sentimos a las personas que nos quieren

- Intentamos salirnos siempre con la nuestra

- Utilizamos a las personas que nos rodean para nuestra satisfacción

- No compartimos nuestras experiencias.

- Actuamos como si todo lo que es de los demás es para todos, pero lo que es mío, es exclusivamente mío.

- Nos dedicamos a criticarlo todo sin aportar nada positivo o constructivo.

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La convivencia se debe construir día a día. No es una cosa estática, sino que cambia constantemente. Debemos adaptarnos a los cambios que se producen (en los demás, en el entorno, en uno mismo...) y sobre esas adaptaciones surgen nuevos cambios, como dice una cita del Dalai Lama "Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar".

Para convivir de verdad, para "vivir con" se necesita una herramienta básica: la comunicación, y para que haya una buena comunicación existe otra herramienta básica el respeto.

La comunicación es el traspaso de ideas, conocimientos, informaciones... de una parte hacia la otra y al contrario.

Dice Galeano que "comunicarse es muy similar a conmoverse..., esta es la mejor manera de avanzar juntos", para que pueda darse una buena comunicación es necesario que cada una de las partes escuche a la otra, que la escuche de verdad, no que la deje hablar mientras está pensando en la respuesta; que la escuche con todos los sentidos, con una escucha activa, empática, estando atento a todo lo que la otra parte está diciendo, y que no porque no coincida con lo que esa parte piensa o diga, ha de ser una tontería. Al comunicarnos bien nos daremos cuenta de nuestras diferencias, pero que a pesar de ellas, no por eso tenemos que ser rivales, como dijo Ghandi "Es una mala costumbre pensar que los pensamientos ajenos son malos, que sólo los nuestros son buenos, y que quienes sostienen puntos de vista distintos de los nuestros son enemigos de la patria".

Cuántas veces, si observamos bien, vemos a nuestro alrededor personas enfrentadas en discusiones absurdas sin darse cuenta de que quieren decir lo mismo y son incapaces...

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