El futuro de la tecnología del carbón en Europa

AutorP.Russ
CargoIPTS

Asunto: Algunos problemas medioambientales tales como la lluvia ácida y el cambio climático han puesto discusión el uso del carbón como combustible para la generación eléctrica. Mientras que el futuro de la tecnología del carbón en Europa está en entredicho, en China tiene lugar un proceso de construcción acelerada de centrales de carbón y se prevé que seguirá así durante los próximos veinte años. Existe, por tanto un mercado sustancial para la tecnología del carbón.

Relevancia: Europa goza actualmente de una ventaja en las tecnologías del carbón. La tendencia de China a utilizar el carbón como una fuente importante de generación de energía eléctrica, con las consiguientes repercusiones medioambientales, aumentará la demanda de tecnologías de carbón limpias. El suministro de tales tecnologías por las empresas europeas podría reportar beneficios tanto para el medio ambiente como para las mismas empresas, que se encuentran en la coyuntura actual ante un futuro inseguro.

Los suministradores europeos de la tecnología del carbón ante un mercado doméstico en decadencia

El carbón sigue siendo uno de los pilares principales del suministro eléctrico europeo. En la UE, en 1992, el 36,5% de la electricidad total generada y el 65,3% de la electricidad generada a partir de combustibles fósiles, se produjo en centrales de carbón.

No obstante, las perspectivas para un aumento de la capacidad del carbón en la UE no son halagüeñas. Las preocupaciones medioambientales, reflejadas en el debate en torno a la lluvia ácida y el cambio climático, amenazan el futuro del carbón como combustible para la generación eléctrica. Con la reducción de la demanda dentro del mercado doméstico, la tecnología del carbón europea se enfrenta a un futuro de incertidumbre.

La situación dentro de la UE

A pesar de las claras ventajas económicas y medioambientales del gas natural ...

Dentro de la Unión Europea, las consideraciones medioambientales pesan a la hora de decidir qué tipos de centrales nuevas se han de construir en el futuro. Para cumplir la normativa medioambiental sobre la reducción de las precipitaciones ácidas, son necesarias inversiones adicionales, especialmente en las centrales de carbón. El debate sobre el calentamiento global ha conducido a la toma de conciencia sobre la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono. Esto vuelve a poner en primer plano al carbón, por ser el combustible fósil con el índice más alto de emisiones específicas de CO2. La combustión del gas natural, hoy día la principal alternativa, produce menos dióxido de carbono por unidad de energía transformada. Además, el uso del gas natural permite desarrollar fácil y económicamente los sistemas de ciclo combinado, con eficiencias de un 55% o más. Al compararse con la eficiencia de los sistemas avanzados de carbón, del orden del 45%, es evidente su potencial para reducir las emisiones de CO2. La planta de carbón emitirá unos 0,8 kg de CO2 por kWh de electricidad generada, mientras que el sistema de ciclo combinado con gas emitirá unos 0,4kg de CO2 por kWh. Además de sus ventajas en términos de las emisiones, las plantas de gas natural se caracterizan por sus plazos más cortos de construcción y sus costes de inversión más bajos. Aunque es concebible que los eventuales escapes de los gasoductos pudiesen anular las ventajas ambientales potenciales con respecto a las emisiones de CO2, por razones económicas las plantas de gas seguirían siendo preferibles. Considerando este panorama, las perspectivas para el carbón, al menos a plazo medio, no son optimistas. Las plantas de carbón se cierran, frente a un número creciente de nuevas centrales que incorporan sistemas de ciclo combinado con turbinas de gas.

... las perspectivas a largo plazo del carbón son favorables

A la larga, la situación podría cambiar a favor del carbón. La creciente demanda de gas podría afectar sustancialmente la disponibilidad y el precio del gas natural, lo cual a su vez podría mejorar la posición competitiva del carbón. También a largo plazo, algunas consideraciones sobre la disponibilidad y la seguridad del suministro podrían redundar en beneficio del carbón. Los yacimientos de carbón son más extensos y están distribuidos más uniformemente, lo cual reduce el riesgo de una dependencia excesiva sobre unos pocos proveedores. Otro factor pertinente al debate en torno al carbón frente al gas es el contenido de hidrógeno del gas natural. Mientras que la quema del carbón merma los recursos mundiales del carbono, la quema del gas merma los recursos mucho más limitados de hidrógeno libre. Por lo tanto es lícito apostar por el uso del carbón, sólo por razones de la sostenibilidad.

No obstante, aunque de aquí a veinte o treinta años volviesen a establecerse las centrales de carbón en Europa, esto puede no ser suficiente para justificar los esfuerzos por mantener el liderazgo en la tecnología del carbón a través de un período tan extendido. Sólo si se mantienen mercados de tamaño considerable para la tecnología del carbón europea podrá la industria sobrevivir en un mercado competitivo.

La búsqueda de mercados

El mercado para la tecnología del carbón fuera de Europa es sustancial, especialmente en China

Debido a la incertidumbre que rodea el mercado para la tecnología del carbón dentro de la Unión Europea, es preciso buscar más lejos otros mercados potenciales. De hecho hay un número de mercados, como China, India y los países de Europa Oriental, donde el carbón mantendrá su posición como el combustible principal para la generación eléctrica. La atención recae naturalmente sobre China, donde se construirán la mayoría de las nuevas centrales de carbón del mundo.

El mercado para las tecnologías del carbón en China es ciertamente impresionante: se proyecta la incorporación de más de 200GW de nueva capacidad basada en carbón hasta el año 2010, lo cual equivale a la creación de entre diez y veinte centrales de 1000 MW al año. Se estima en unos US$134 mil millones el capital necesario para este aumento de capacidad. Naturalmente hay plena conciencia en Europa de la magnitud de este mercado, y el potencial de China a menudo se esgrime como argumento en favor de mantener el liderazgo europeo en la tecnología del carbón. Si se pudiera penetrar con éxito este mercado, el futuro de la industria europea de las centrales eléctricas, y de ahí el empleo en este sector, quedaría asegurado. No obstante, el potencial total mencionado no refleja la realidad de las oportunidades de exportación. La gigantesca inversión necesaria para poner al día la capacidad generadora china tiene que medirse contra la falta de capital dentro del país. Un análisis reciente de los costes efectuado por entidades chinas indica que el coste de construir los equipos en China sería la mitad o menos del coste de importarlos de los países industrializados. Se ha restringido a un 20% la porción asignada a las importaciones en el insumo de los equipos generadores. También es previsible que en el futuro China procurará limitar en lo posible sus importaciones, reduciendo así las posibilidades de los suministradores europeos de exportar sus tecnologías.

Otra traba a la exportación de la tecnología del carbón europea es el hecho de que China prefiere comprar equipos convencionales estándar más bien que sistemas de combustión de carbón basados en tecnologías avanzadas. Se exige un nivel inferior de conocimientos y aptitudes para operar aquéllos, y hay menos riesgo asociado con el empleo de tecnologías probadas y establecidas (ver las recomendaciones del Banco Mundial). Además, la aportación del comprador a la planta puede ser mayor, con el consiguiente beneficio económico que esto supone.

Los competidores

Los fabricantes europeos se enfrentan a la concurrencia de EE.UU...

Por grande que sea el mercado chino, no es segura la cuota de participación que pueda corresponder a la tecnología europea. Todos los esfuerzos por mantener el liderazgo europeo en la tecnología del carbón no ayudarán necesariamente a penetrar el mercado en China o en otros lugares, ya que actualmente no hay demanda de las tecnologías avanzadas. En cambio, el desarrollo realizado en EE.UU., el competidor principal, sirve dos propósitos. Ya que el futuro del carbón en EE.UU. no está en entredicho, se aplicará la tecnología al mercado doméstico, y adicionalmente se puede exportar. A la larga, por tanto, la industria norteamericana de las centrales eléctricas disfrutará de la ventaja de un riesgo más bajo gracias a un mercado doméstico estable.

... y a la de la propia China

China también ha de contar como un competidor importante. Los contratos de cooperación y las sociedades de riesgo compartido formadas con empresas extranjeras, junto con la experiencia obtenida de las enormes inversiones en las plantas, forzosamente se traducirán en cierto nivel de autonomía técnica. A diferencia de las economías pequeñas, la gigantesca economía doméstica china permite a las fábricas alcanzar economías de escala suficientes para producir la mayor parte de los equipos. Tarde o temprano, la tecnología convencional del carbón, al menos, provendrá del mercado doméstico, dejando sólo una porción relativamente pequeña para los competidores extranjeros.

Creación de mercados: centrales a cambio de protección medioambiental

Dentro de la UE, y mundialmente también, la coyuntura del mercado no parece muy propicia para los esfuerzos por mantener a Europa como bastión de la tecnología del carbón. No obstante, la preocupación de Europa por el medio ambiente; el protagonismo actual de Europa en la tecnología del carbón; y el hecho de que a escala mundial el consumo del carbón está destinado a aumentar, son factores que apuntan a una base para el porvenir de la tecnología del carbón europea.

La UE debería procurar implantar la tecnología avanzada del carbón en colaboración con los países en vías de desarrollo

Las negociaciones actualmente en curso en torno a la amenaza del cambio climático global demuestran que la UE y sus Estados Miembros están dispuestos a protagonizar acciones para afrontar el problema. Se están discutiendo medidas conjuntas de implantación (ver IPCC). La idea subyacente es que las emisiones de CO2 deberían reducirse dondequiera que resulte más económico. Los programas de "implantación conjunta" permitirían a los países industrializados cumplir sus obligaciones dentro de los acuerdos internacionales mediante la financiación de las medidas de reducción de CO2 en terceros países, con la consiguiente reducción de los niveles globales de emisiones. Los proyectos de implantación conjunta actualmente en curso se enfocan principalmente sobre las energías renovables y la repoblación forestal. Por otra parte, la tecnología del carbón también brinda formas de reducir el CO2. La tecnología avanzada del carbón puede reducir las emisiones de CO2 en un 20% en comparación con la tecnología convencional. Si se construyera con tecnología avanzada 200GW de capacidad adicional en centrales de carbón en China, a través de la vida de las plantas la cantidad de emisiones de CO2 ahorrada ascendería a 9Gt (suponiendo una conversión de eficiencia del 45% en lugar del 37%, una duración de 40 años, y una utilización del 75%). Esto equivale a tres veces las emisiones de CO2 en la UE en 1992.

Con respecto a esta posible reducción de CO2, la UE y otros países pueden estar dispuestos a suministrar la tecnología avanzada del carbón, con sus beneficios ecológicos, a China y a otros países bajo un programa conjunto de implantación a precios subvencionados por debajo de los costes. Tal acuerdo debería beneficiar a ambas partes ya que el país receptor disfrutaría de las ventajas de las tecnologías avanzadas, a saber un mayor rendimiento eléctrico y un nivel inferior de contaminación local en comparación con la tecnología convencional, y el inversor extranjero cumpliría su cuota en cuanto a la reducción global de emisiones de CO2. Además, tal arreglo - "las centrales a cambio de la protección medioambiental" - crearía un mercado para las tecnologías avanzadas del carbón europeas, el cual serviría como base para el futuro de la industria europea de equipos de combustión de carbón.

Frases clave

generación eléctrica, tecnología del carbón, China, competitividad, transferencia tecnológica, protección medioambiental

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