La evaluación en la Ciencia: un antídoto contra la impunidad

AutorGérard Toulouse,
CargoÉcole Normale Supérieure

Introducción: conocimiento compartido

Es necesario reconocer que, incluso dentro de los círculos restringidos de la comunidad científica europea, continúa deseándose una mejor calidad de entendimiento entre los científicos. Con el fin de establecer un corpus de conocimiento común, sobre el que puedan basarse debates sociales y acciones relevantes significativos, los recursos de las organizaciones científicas de la sociedad civil (por ejemplo, las asociaciones para el progreso de la ciencia) son también claramente importantes, y deberían reforzarse a nivel europeo. Además, "Ética y evaluación de la I+DT" es un tema central para la construcción de un Área de Investigación Europea1 y para abordarlo adecuadamente, se requerirá mucho esfuerzo a muchos niveles diferentes, incluyendo todos los niveles de la educación. Dentro de este cuadro de fondo, este artículo, dadas las limitaciones de espacio, se centrará en algunas cuestiones de interés actual para las que se pueden proponer pasos pragmáticos.

Contra la cultura de la impunidad

Ya que el siglo XX ha estado tan marcado por los contrastes, con una capacidad sin límites para la creación, y una capacidad igualmente ilimitada para la destrucción, el siglo XXI, tomando lecciones del pasado, será el siglo de la ética, ha dicho el presidente francés Jacques Chirac. El siglo XXI puede también llegar a ser considerado como el siglo de la evaluación. Debe observarse que la palabra "valoración" (sinónima de "evaluación") contiene la palabra "valor", y para la ciencia es importante recordar que debería incluir valores morales así como otros, tales como valores económicos, costes, retornos, etc. Retrospectivamente, parece claro que el énfasis sobre la objetividad científica y la neutralidad moral de la ciencia era, consciente o inconscientemente, interesado (Garrett y Bird, 2000). La reivindicación de que la ciencia es intrínsecamente inocente y que la culpa de las nefastas consecuencias sería de las aplicaciones técnicas, es parte de un intento de cerrar a su alrededor un círculo de impunidad perfecta. La libertad académica y la responsabilidad social van de la mano.

La reivindicación de que la ciencia es intrínsecamente inocente y, que la culpa de las nefastas consecuencias sería de las aplicaciones técnicas, es parte de un intento de la comunidad científica de cerrar a su alrededor un círculo de impunidad perfecta

Hacia una cultura de la evaluación

Muchos científicos aún preguntan: "¿Por qué la ética está tan de moda actualmente en la ciencia?" Mientras que la pregunta correcta a plantear debería ser: ¿"Por qué se han excluido las consideraciones éticas durante tanto tiempo de las actividades científicas?" Efectivamente, el momento está maduro para la innovación, la emulación y la cooperación internacional sobre la ética. Vivimos en un período de transición en el que aún debe encontrarse un equilibrio dinámico, dado que los avances de la ciencia y la tecnología constantemente originan nuevos problemas. A lo largo del camino, indudablemente será preciso desarrollar antídotos contra posibles abusos y perversiones de la ética- hay parodias de ética, como hay parodias de justicia, parodias de democracia, etc.

Una objeción frecuente es que el juicio ético en ciencia es extremadamente difícil. En efecto, es cierto que la ética a menudo está afectada por conflictos de valores y razonamientos, y pueden presentarse dilemas graves. Pero la ciencia no es tampoco fácil; sin embargo logramos hacerla porque la tomamos muy en serio. Así, la cuestión correcta no es si la reflexión ética colectiva en ciencia es fácil, sino si la realizamos seriamente.

Finalmente, debe admitirse fácilmente que los comités éticos solos no resolverán todos los problemas; su acción debe ser parte de una cultura de la evaluación más amplia.

La expresión "cultura de la evaluación" significa que las tareas de evaluación individuales (por ejemplo, la evaluación de artículos de revistas) se extiende a un conjunto más amplio, abarcando otras dimensiones relevantes de la empresa científica: los valores profesionales y las normas éticas del individuo y de la comunidad, las lecciones extraidas del pasado y la experiencia de todas partes, la revisión de los procedimientos de evaluación, etc. Esta cultura de la evaluación evolucionará y madurará, guiada por una conciencia creciente del alcance total de las responsabilidades sociales de la comunidad científica. La transición a una cultura de la evaluación implica cambios recíprocos en las actitudes entre los evaluadores y los que están siendo evaluados. Idealmente, la evaluación dejará de ser temida y rechazada. Más bien se reconocerá y buscará como una ayuda a la evolución de la ciencia.

La expresión "cultura de la evaluación" significa que las tareas de evaluación individuales (por ejemplo, la evaluación de artículos de revistas) se extienden a un conjunto más amplio, abarcando otras dimensiones relevantes de la empresa científica

El alcance de la valoración ética

Hablando en general, tres campos están abiertos a la valoración ética:

El saber científico: límites y tempo (velocidad relativa del progreso en varias fronteras de investigación);

La integridad profesional de los científicos (por ejemplo, desarrollando un ethos científico que sea desfavorable a mala conducta, prácticas dudosas, etc);

Las instituciones científicas (gobierno, evaluación, responsabilidades colectivas).

El punto último no es menos relevante que los anteriores, pero es un campo en el que existe considerable inercia.

En 1997 dos informes convergentes vieron la luz independientemente, uno en Ethics and scientific institutions por el Comité d¿éthique pour les sciences francés (CNRS, 1997), el otro en Safeguarding good scientific practice por la Comisión Alemana sobre Autorregulación Profesional (DFG, 1997). Los dos ilustran el estrecho solapamiento entre ética y evaluación, incluyendo la evaluación de y por instituciones científicas: Lo que es necesario (...) es que no sólo cada científico o intelectual individualmente, sino especialmente las instituciones de ciencia- universidades, institutos de investigación, sociedades científicas, revistas científicas, organizaciones de financiación- desarrollen una conciencia de buena práctica científica y la apliquen en su actividad diaria.

En el informe alemán se presentan dieciséis recomendaciones detalladas, que abarcan temas como tutoría, autoría, evaluadores, financiación, criterios de evaluación, protección de quienes denuncian, revelación de conflictos de intereses, tratamiento de alegaciones de mala conducta, etc. La Fundación Europea de la Ciencia está trabajando actualmente en la definición de un conjunto de normas europeas (un código europeo de buena práctica científica) basado en la gama de experiencias nacionales.

Cada universidad, institución de enseñanza superior, instituto de investigación, sociedad científica y academia científica debería tener un comité ético, convenientemente informado de lo que se hace a diferentes niveles: local, nacional, europeo, mundial (véase Comisión Mundial de la Unesco sobre la Ética del Conocimiento Científico y la Tecnología - COMEST). Esto permitiría a cada científico dirigirse a un comité de ética local, con el fin de obtener ayuda y consejo adecuados, si lo necesita. La composición de estos comités debería estar equilibrada entre disciplinas, sexos, posiciones jerárquicas y edades e incluir no sólo científicos, sino también profanos como periodistas, artistas y representantes de asociaciones. En un futuro próximo, el servicio temporal en un comité de ética será parte y componente de cualquier carrera científica. Esta difusión de responsabilidades es imperativa para disipar inquietudes relativas a que una nueva casta de no-científicos dicte lo que constituye la conducta responsable en la ciencia.

Cada universidad, institución de enseñanza superior, instituto de investigación, sociedad científica y academia científica debería tener un comité ético, de modo que cada científico pueda obtener siempre consejo adecuado si lo necesita

Un país con iniciativas concretas en el área de la ética es Noruega. Cuenta con una serie de comités éticos nacionales, un programa de formación doctoral doble en ciencia y ética, una comisión sobre valores humanos patrocinada por el Parlamento y un complejo de instituciones asociadas con el Instituto Nobel de la Paz. Esto ofrece un modelo potencial para otros países que se enfrentan a cuestiones similares.

Etapas concretas

La Conferencia Mundial sobre la Ciencia en el Siglo XXI, celebrada en Budapest el año 1999 (la primera reunión internacional de este tipo desde la conferencia de Viena de 1979), que fue organizada por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y por el ICSU (Consejo Internacional para la Ciencia), alcanzó el consenso sobre tres puntos principales: la importancia de la ética en la ciencia; la necesidad urgente de reconocer las importantes contribuciones y el papel de las mujeres en la ciencia; y las nuevas oportunidades para aumentar la cooperación entre las ciencias naturales y las sociales. Se llevaron a cabo muchos debates acerca de la brecha existente entre los países desarrollados y los países en desarrollo (UNESCO, 1999), denominada esquemáticamente "división Norte-Sur". A este respecto, un elemento notable fue la influencia de la Tercera Academia Mundial de las Ciencias (TWAS), que no existía en la época de la conferencia de Viena (la TWAS fue creada por Abdus Salam en 1983).

En mayo de 2000, el Panel Inter Academias sobre Cuestiones Internacionales (IAP, que comprende 80 academias de ciencias) respaldó una sugerencia de Bruce Alberts, presidente de la NAS (Academia Nacional de Ciencias, EE.UU.), de crear un Consejo Interacadémico (IAC), según el modelo del Consejo Nacional de Investigación (National Research Council) que ha sido el brazo operativo de la NAS desde hace más de 80 años. El objetivo de la IAC será "proporcionar asesoramiento y recomendaciones sobre cuestiones de importancia mundial a las organizaciones y gobiernos que lo soliciten formalmente".

Un resultado de la conferencia de Budapest sobre la Ciencia en el Siglo XXI fue la creación de un Consejo Interacademias (IAC) para proporcionar asesoramiento y recomendaciones sobre cuestiones de importancia mundial

El IAC es de especial interés porque es una organización internacional nueva que será responsable de la evaluación, y porque su creación puede poner a prueba la credibilidad de las academias científicas como evaluadores, ya que muchas de ellas, que viven sobre un legado de prestigio o de poder, se resisten a cualquier control evaluador sobre sus modos de funcionamiento.

Si algunos informes del IAC demuestran capacidad para evitar empresas prematuras o mal dirigidas, y para actuar como influencia moderadora contra el orgullo recurrente de diversos grupos militares, industriales y políticos, este nuevo consejo asesor servirá, ciertamente, a un fin importante. Además, la paridad entre las academias del Norte y del Sur, que se ha instituido dentro de la estructura del IAC, es también en sí misma un movimiento importante, y un paso adelante en términos éticos.

Como ocurre frecuentemente en cuestiones científicas, esta iniciativa trae consigo riesgos y oportunidades. Entre los riesgos está que los actores más poderosos lleguen a dominar a los más pequeños (sin duda, ciertos intereses políticos y corporativos esperan que las academias más débiles sean fácilmente manipuladas). A este respecto, una cuestión clave es si las inquietudes éticas serán rechazadas sin más, en nombre de la "objetividad científica" estricta, o si recibirán atención adecuada. Por otra parte, un debate crucial tendrá lugar en torno al concepto del principio de precaución2.

Para enfrentarse con estos nuevos desafíos, se aumentará la presión para la renovación de las academias de ciencias nacionales en Europa. Se espera que los recientes desarrollos relativos al IAP y al IAC proporcionen un impulso decisivo para la reforma, de modo que todas las academias de ciencias nacionales en Europa lleguen a ser socios absolutamente creíbles (Toulouse, 1998; 1999). Si la ciencia europea tiene la legítima ambición de ser capaz de levantarse y hablar alto convincentemente a nivel mundial, es requisito previo un proceso profundo de reforma interna.

Las previsiones iniciales contenidas en la iniciativa del Área de Investigación Europea proporcionan un marco útil a este respecto. Se espera que se aprovechen plenamente estas oportunidades, especialmente en lo que se refiere al intercambio de experiencia y a la posibilidad de participación en colaboración en artículos relevantes.

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Palabras clave

evaluación, ética, instituciones científicas, academias, UNESCO, responsabilidades, cultura de la impunidad, cultura de la evaluación, educación

Notas

  1. Hacia un Área Europea de Investigación. Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social y al Comité de las Regiones, enero de 2000.

  2. Para más información sobre el principio de precaución véase: http://europa.eu.int/comm/off/com/health_consumer/precaution.htm

Referencias

UNESCO. Documentación relativa a la Conferencia Mundial sobre la Ciencia de Budapest (1999), está disponible en la web: http://www.unesco.org/science/wcs

Toulouse, G., Regards sur l¿éthique des sciences, París, Hachette-Littératures, 1998.

Toulouse, G., Ethics enters the 21st Century, Physics World, p. 13-14, Noviembre 1999; The Century of Evaluation, Europhysics News, p. 127-129, Noviembre/Diciembre 1999.

Garrett, J.M., y Bird, S.S., Ethical issues in communicating sciences, Science and Engineering Ethics 6, 436-442, 2000.

CNRS, Ethics and scientific institutions, Les Cahiers du Comets, Junio 1997, disponible en: http://www.cnrs.fr

DFG, Proposals for safeguarding good scientific practice, Weinheim, Wiley-VCH, 1998; también disponible en http://www.dfg.de

Contacto

Gérard Toulouse, Laboratoire de physique de l¿ENS, París

Tel.: +33 1 44 32 34 87, fax: +33 1 43 36 76 66, correo electrónico: toulouse@lpt.ens.fr

Sobre el autor

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Gérard Toulouse es físico y director de investigación en la Escuela Normal Superior (París). Sus trabajos en materia condensada y física estadística, sistemas desordenados, redes neuronales y teorías del cerebro han adquirido reconocimiento internacional. Desde 1994, ha participado en varios grupos de reflexión sobre la ética de la ciencia. En 1999, fue nombrado presidente del Comité de Ciencias Exactas y Naturales (Comisión Nacional Francesa de la UNESCO) y fue condecorado con la medalla Cecil Powell (Sociedad Europea de Física).

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,

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