El Esquema Nacional de Interoperabilidad y las normas técnicas de interoperabilidad

AutorMario Alguacil Sanz - Agustí Cerrillo i Martínez - Sandra González Aguilera - M. Ascensión Moro Cordero
Páginas284-294

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La principal manera de facilitar la relación entre las Administraciones públicas a través de los medios electrónicos es a través de la interoperabilidad, es decir, mediante el establecimiento de normas, criterios y recomendaciones que permitan a las Administraciones públicas intercambiar información y utilizar mutuamente la información intercambiada. Esta interacción supone que las organizaciones implicadas comparten información y conocimiento a través de sus procesos de negocio, mediante el intercambio de datos entre sus respectivos sistemas TIC (Comisión Europea, 2010a).

Existen diversas definiciones de interoperabilidad. Desde una perspectiva tecnológica, se define la interoperabilidad como "la habilidad de los sistemas de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) para comunicar, interpretar e intercambiar datos de manera significativa" (Archmann y Kudla-cek, 2008). Desde esta perspectiva, la interoperabilidad tiene que ver con la definición de normas y estándares comunes.

Sin embargo, si bien en sentido estricto, la interoperabilidad se relaciona con la tecnología, en sentido amplio, también exige tener en cuenta otros factores como los sociales, políticos y organizativos (Gottschalk y Solli-Ssether, 2009).

En efecto, la realidad ha demostrado que, además de la tecnología, también es importante tener en cuenta en materia de interoperabilidad la integración de

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procesos y canales de relación para conseguir realmente innovar en los servicios públicos. En efecto, la interoperabilidad tiene un carácter poliédrico (Cerrillo i Martínez, 20106). Más allá de la tecnología, la interoperabilidad tiene diferentes dimensiones cuya concurrencia es necesaria para la consecución de las finalidades de la administración digital.

La interoperabilidad se manifiesta en diferentes planos:

· La dimensión técnica.

· La dimensión semántica.

· La dimensión organizativa.

Las dimensiones técnica y semántica constituyen la vertiente tecnológica de la interoperabilidad. La interoperabilidad técnica se refiere a los aspectos técnicos vinculados a la relación entre sistemas de ordenadores y servicios. Es el conjunto de características y elementos de índole tecnológica que permiten físicamente que los sistemas de información de las entidades participantes puedan interactuar entre sí (Jiménez, Criado y Gascó, 2011).

La interoperabilidad semántica persigue que el significado exacto de la información intercambiada sea comprensible por cualquier otra aplicación que no haya sido desarrollada inicialmente con tal objetivo. Se ocupa del significado en el uso de los datos y la información, garantizando que cualquier aplicación pueda entender el significado preciso de la información. El objetivo final es que, mediante la combinación y el procesamiento de datos procedentes de diferentes fuentes, la interpretación sea unívoca. Para ello se utilizan herramientas como los sistemas de clasificación, tesauros, metadatos o las ontologías.

En cambio, la interoperabilidad organizativa aborda la definición de los objetivos de los procesos y servicios de las organizaciones en la prestación de servicios electrónicos o de iniciativas de cooperación o integración de los back offices. Esta dimensión de la interoperabilidad permite asegurar la coordinación y la alineación de los procedimientos administrativos.

Por lo tanto, la interoperabilidad, más allá de la dimensión técnica, se debe entender como la habilidad de las organizaciones para interactuar con objetivos consensuados y comunes, con la finalidad de obtener beneficios mutuos. Esta es la idea que subyace de forma recurrente en la normativa de administración digital.

La interoperabilidad genera diferentes beneficios.

En primer lugar, beneficios técnicos, que incluyen aspectos como la posibilidad de utilizar más fácilmente estándares abiertos y aplicaciones tecnológicas, o a la reutilización de datos y funcionalidades, lo que puede redundar en una disminución de los costes de desarrollo.

En segundo lugar, beneficios organizativos, que suponen la solución de problemas de la organización en su conjunto o el fortalecimiento de capacidades organizativas, por ejemplo, la mejora de los procesos de toma de decisiones

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(gracias a la obtención de datos agregados y de información de más calidad) o el refuerzo de las redes profesionales, mejor control, coordinación y gestión del conocimiento, o simplificación de la actividad administrativa y de los procesos de gobierno (mayor eficiencia).

En tercer lugar, beneficios políticos, como el refuerzo de la imagen pública o la creación de valor en el ámbito público, ya que proporciona mayor capacidad de promover la transparencia y la rendición de cuentas (accountability).

Finalmente, desde un punto de vista general se debe destacar la importancia de la gobernanza de la interoperabilidad que implica el establecimiento de un marco institucional en materia de cooperación electrónica que facilite la interacción entre todos los actores que participan (Cerrillo...

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