Escuchar, no oír

AutorDaniel Sanroque
Páginas29-42

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Hay una gran diferencia entre escuchar y oír. Mediante el sentido del oído percibimos sonidos: agradables, desagradables, altos, bajos, graves, agudos, etc. Si el sonido es palabra e intentamos comprenderla, además de oírla, estamos escuchando. Para escuchar precisamos interpretar, comprender, analizar. Ello nos lleva a la comunicación o a la incomunicación.

Lo mismo podemos decir de la palabra escrita. Se puede leer un texto y no comprender nada. Se precisa un trabajo intelectual para realizar una comprensión de lo que se lee o escucha. Puede darse el caso, y de hecho cada día es más frecuente, que exista un problema de lectura comprensiva. Hay personas que leen correctamente pero no entienden lo que leen. Y no es un problema de nivel de

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conocimientos o cultura, pues entre ellos encontramos universitarios, licenciados, doctores. Es un error de aprendizaje difícil de solventar cuando se es adulto, ya que por una parte el que lo sufre no lo reconoce y los que lo ro-dean, y se dan cuenta, no se atreven a decirlo.

Aquí intentaré explicar otros tipos de incapacidad de comprensión, muy habituales entre abogados y jueces.

Conceptos preconcebidos

No hay nada más difícil que intentar explicar un tema médico a alguien que cree tener conocimientos sobre la materia. Una vez leí que en España teníamos el mayor número de publicaciones médicas de Europa: las revistas del corazón, la prensa deportiva, etc. En este país todos opinan sobre medicina. Que si la lesión de tal deportista es esa o aquella, que el período de incapacidad será de tantas semanas, que si la enfermedad de una cantante es una u otra, el tratamiento a que fue sometido un político, etc. Un sin fin de informaciones que se admiten como ciertas, cuando provienen de fuentes poco fiables y nada científicas.

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Un buen ejercicio es intentar explicar a un juez que si una persona tiene una angina de pecho, por estrechamiento («estenosis» decimos los médicos) de las arterias coronarias, tras la colocación de un stent (dilatador arterial) y realización de una prueba de esfuerzo (que no resulte patológica) el paciente puede estar de alta en pocos días. ¿Por qué cuesta tanto explicar eso? Porque existe la creencia generalizada, incluso entre profesionales de la medici-na, de que se trata de un proceso totalmente incapacitante, de larga duración y que la incapacidad puede llegar a ser permanente, en muchos casos. No entienden que si el estrechamiento desaparece, desaparece su sintomatología, desaparece la enfermedad. Si esto lo intentas como perito de una Compañía de Seguros, hasta es posible que veas en la sentencia cómo se menosprecia tu declaración, aunque no haya habido ninguna otra opinión médica durante la vista.

Produce tristeza y desesperación ver cómo nadie te escucha. Han oído tus palabras, pues se dan cuenta de que dejas de hablar, pero las preguntas vuelven a ser las mismas demostrando que siguen con sus creencias populares o con conceptos erróneos, a los que dan plena validez. Como ejemplo puede valer la confusión que existe

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entre apendicitis y peritonitis. La primera es la inflamación, o infección, del apéndice. Mientras que la segunda lo es del peritoneo (membrana que recubre la cavidad abdominal). Por ello podemos tener apendicitis sin peritonitis, peritonitis sin apendicitis y apendicitis que produzcan peritonitis.

Sordera mental

Algo parecido, a los conceptos preconcebidos, sucede cuando tenemos a un abogado, o a un juez, que tras leer-se la documentación establecen un criterio, prejuzgan el caso. No parten de un concepto previo, sino de una lectura incorrecta del caso. Como ejemplo valga lo que me sucedió en un juzgado de Asturias. Expliqué que el índice de...

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