Educación ética para no desmoralizarse

AutorJavier Gracia Calandín
Páginas217-239
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CAPÍTULO 10.
EDUCACIÓN ÉTICA PARA NO
DESMORALIZARSE
La moral no es una performance suplementaria y lujosa
que el hombre añade a su ser para obtener un premio,
sino que es el ser mismo del hombre cuando está en su
propio quicio y vital eficacia. Un hombre desmoralizado
es simplemente un hombre que no está en posesión de sí
mismo, que está fuera de su radical autenticidad y por ello
no vive su vida, y por ello no crea, ni fecunda, ni hinche
su destino.
José ORTEGA Y GASSET,
Por qué he escrito el hombre a la defensiva, (2005, IV: 304)
1. LA DESMORALIZACIÓN DEL FRACASO EDUCATIVO
Habida cuenta de que el futuro de toda sociedad humana
se labra desde la educación y ésta constituye el mayor mo-
tor de progreso en todos los sentidos, el fracaso escolar y el
abandono prematuro de los estudios constituye una de las
principales preocupaciones no solo para cualquier gobier-
no que se precie, sino para toda ciudadanía responsable y
convencida. Un vistazo a las cifras del abandono temprano
de la educación en nuestras escuelas pueden desmoralizar
a más de uno. Casi uno de cada cinco alumnos no completa
Javier Gracia Calandín
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los estudios de enseñanza secundaria obligatoria (MECD,
2017).73
No es mi interés abrumar aquí con cifras o reproducir
discursos tópicos acerca de los males de la escuela. Sí que
pienso, sin embargo, que tal vez podamos alcanzar otra
perspectiva para desafiar el problema del fracaso escolar
desde la raíz y hablar más bien de cierta “desmoralización”
en el sistema educativo, más allá del dato del abandono
prematuro de los estudios. Resulta apremiante preguntarse
qué pasa en nuestras aulas para que haya tantos estudiantes
que abandonen sus estudios y no completen ni tan siquiera
el ciclo de formación obligatoria.
Un posible análisis para abordar el “fracaso escolar y el
abandono prematuro” es el que centra su atención en los
desajustes existentes en la interacción entre el sistema edu-
cativo y el sistema productivo, tal como propuso el Consejo
Económico y Social de España en su informe de 2009, “Sis-
tema educativo y capital humano” (CES, 2009). Su objetivo
fue referirse a la “calidad” del sistema educativo para gene-
73 Según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en 2016
el porcentaje de personas de 18 a 24 años en España que abandonaron
tempranamente la educación y la formación fue del 19,0 %, el 22,7%
corresponde a los varones y al 15,1% a las mujeres. A pesar de que en 2008 el
abandono en España era del 31,7% y ello supone un importante descenso de
casi el 40% en los últimos nueve años, sin embargo, las cifras siguen siendo
malas respecto a la media de los países de la Unión Europea que se sitúa en
10,7%, de hecho solo Malta tiene un índice superior a España del 19,6%.
(MECD, 2017: 86). Si acudimos a los resultados del Estudio internacional
de Tendencias en Matemáticas y Ciencias de 2015 (TIMSS, por sus siglas en
inglés) o los resultados del informe de 2015 del Programa para la evaluación
internacional de los alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) el nivel del
“rendimiento académico” en España está bastante por debajo de la media
de los países analizados. Pero quizá el dato más desalentador es que según
algunos autores uno de cada seis alumnos odia la escuela (OCDE, 2007;
Marina, 2012: 7).

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